EL COMISARIO CALIENTE
Mientras estaba recostado contra el respaldo de la cama grande, con los codos sobresaliendo atrás de su nuca, el comisario Migue decía como en un sueño: así fue muchacho que todo comenzó fue cuando mi ex esposa me dijo de un día para el otro, mira me voy con el repartidor de correo, el tipo tenia veinte menos que ella, pero según ella se la cogía sin descanso todos los días, y era lo que ella necesitaba, así que dio un portazo y se fue.
Echaba el humo del cigarro por la boca haciendo círculos interminables hasta el techo, enviciando el lugar aquel, lleno de libros por todas partes, un enorme ventanal, y espacio para andar descalzo y desnudo como le gustaba a él.
En tanto el chico que tenía entre sus piernas se regodeaba con el grueso pedazo duro y cada vez más duro, lo comía con ganas, lo saboreaba, escuchando a medias como aquel hombre cincuentón había llegado a querer tener sexo con jovencitos.
El comisario despatarrado y haciendo muecas de que estaba gozando de aquello, continuo diciendo, así fue que el sargento, bueno un sargento que hubo en este destacamento, me informo de que algunos comisarios que habían pasado por aquí, tenían la costumbre de condonar algunas penas menores, a los rateritos, hurtos en la calle y cosas pequeñas, digamos, un porro, alguna pavada de esas. Bueno así un día me trajo a un chico de dieciocho, no más que eso, y el pibe me dice que le pidiera cualquier cosa con tal de que lo dejara ir y entonces no tuve mejor idea que decirle que me la mamara y el pibe al instante estaba de rodillas con mi vergota en su boca, haciendo una delicia de chupada que en años ni mi mujer ni ninguna otra mina me habían dado semejante mamada.
Estaba contando aquello cuando los borbotones de leche inundaron la boca del jovencito que tragaba hasta la última gota de semen, sin desperdiciar nada. El comisario daba las últimas pitadas al cigarrillo que ya se consumía.
__Ohhh la verdad que tienes una boquita exquisita nene, me has encantado…
__¿Ahora me dejara ir?__ pregunto el joven aun tragando la carga abundante de leche.
__Espera, tanto apuro, recién está empezando esto, te dejare ir, porque cuando prometo algo lo cumplo, pero quiero pasar tiempo contigo…
__Oh como diga comisario__ dijo el chico terminando de sacar por completo su ropa y tirarla en el piso. La poronga del comisario seguía babeando sin caer del todo.
__Te gusta este caramelo, eh, dime la verdad, te gusta mucho no…
__Siii comisario me gusta mucho, tiene una verga hermosa…__ el chico noto que aquella verga bamboleaba sin estar rígida del todo pero no podía caer. No se dormía.
__¿Quieres comer algo o beber algo, dime?¿Como era tu nombre?
__Jonathan, pero me dicen Jona…agua…
__Esta bien Jona…__ dijo el comisario y se puso de pie. Era un hombre grande, alto y fornido, ancho de espaldas con unos cuantos vellos en la misma. Los brazos fuertes, las nalgas aun armoniosas y bastante firmes, poca panza, ojos verdosos vivaces y sedientos de sexo y lujuria.
__El sargento me dijo tu caso… espero que no se repita no…
__Claro que no comisario…
__Bueno, bueno, aunque alguna vez me gustaría volver a verte…no sé….tu qué dices…
__Por supuesto comisario, claro que me gustaría volver a verlo…___ el comisario Migue se acercó al chico que lo miraba sentado en la cama con su verga dura y alzada, desnudo, se acerco a él y el beso en la boca fue inevitable, Jona no se negó en lo absoluto, es mas disfruto de tener la lengua de aquel macho dentro de su boca, que hacía unos momentos había saboreado el néctar de aquel hombre.
Se acostó a lo largo de la cama del lado donde estaba. La poronga estaba endureciéndose de a poco, Jona lo noto, alargo su mano y se puso a jugar con ella, como si fuera un juguete. El hombre gemía dejando hacer y pronto llevo sus dedos gruesos al ojete del chico que se quejó pero lo gozo a más no poder.
__Sabes que tienes un culito encantador, no puedo resistirme, ohhh si que hueco divino…__ decía el pervertido comisario yendo y viniendo con dos dedos en el ojete del jovencito que gemía gozando. Ya el chico otra vez comía de la poronga del macho, baboseando, lamiendo, mordisqueando, todo lo había aprendido en las calles, con uno y con otro, y ahora lo aplicaba con aquel ser que tenía su futuro inmediato en las manos. Podía dejarlo encerrado o podía dejarlo ir, opto por creer y hacer lo que aquel le dijera para zafar. Aunque tampoco le disgustaba lo que estaba haciendo, entregado a aquel hombre, que se servía de su cuerpo, para satisfacer necesidades carnales.
Los dedos perforaban la entrada del chico, que resoplaba, sabía que de un momento a otro montaría la vergota del comisario, pero le gustaba mucho mamar vergas, era un vicio incontrolable.
El comisario Migue saco de alguna parte un envase con aceite perfumado y lentamente lo desparramó en el orificio del joven, lo fue abriendo mas y mas, sintiendo y palpando como gozaba aquel chico entregado a sus caricias y deseos.
__Ven criatura del demonio, ahhh, ven y siéntate en el mástil de tu papi, quieres…ahhh___ Jona se abrió de piernas y se dejo ir cayendo, ensartando el grueso perno, que lo termino sometiendo por completo, un breve aullido de dolor, una leve queja de su garganta, y cuando el machete estuvo enterrado del todo, fue suspiro de placer, jadeo de lujuria, quería sentir ese fierro caliente en su túnel. Lo comía, lo tragaba.
__Ohh sí, ahhh, tienes mi poronga adentro, ahhh, toda, toda para ti…ohhh
__Si papi, la siento, ohhh es tan grande, ahhh como me gusta…__ decía Jona subiendo y bajando de la estaca, clavándola profundamente. El comisario apretaba los pezones del jovencito, que resoplaba, y gemía con locura. Casi de manera desgarrada. Su propia verga se bamboleaba completamente dura. El comisario con los dedos la rozaba, de pronto, la tomaba, fuertemente y la morreaba violento, y la soltaba, el gesto del chico era de inmenso placer, de suma lujuria. Los suspiros de ambos crecían agitados, enloquecidos. La cabalgata del chico se acrecentaba, despiadado, sabiendo que aquel macho tenía resistencia. De pronto de la babosa herramienta del joven chorros de leche aparecen y desbordan del caño, regando en el estómago del macho.
Hunde la vara en el ojete empuja, siente su piel y sus músculos tensándose. Siente que arde. Que estallara en cualquier instante, siente el pecho urgente, bom bom bom, pareciera que el corazón se le va a salir del pecho, que busca aire, un momento en que parece que se va la vida en ello. Rasguña las bellas nalgas de su amante joven, las aprieta hasta marcarlas.
__Dame tu lechita papi, dásela a este putito que es todo tuyo, y, ay, si, si dámela dámela…__aulla el chico casi saltando sobre la humanidad de el comisario Migue. Es entonces cuando el hombre empieza a temblar, vibra todo su ser, y comienza a largar una abundante catarata de semen pegajoso y blanco, vital, generoso, explosivo. Gruñe. Se contorsiona delirante. Se levanta y muerde los pezones erguidos del joven que gime aniñado. Cae nuevamente y el chico no sale de donde esta, al contrario, acerca su boquita a la del hombre y vorazmente se comen. Se chupan las lenguas. Se muerden los labios hasta casi hacerlos sangrar. Luego llega la calma.
Están tirados uno al lado del otro. Rozándose sin darse cuenta. Los dos saben que aquello se está terminando, está llegando a su fin y quién sabe si alguna vez se volverán a ver.
Lentamente el chico se incorpora. Besa al hombre una vez más. Comienza a vestirse. El hombre lo mira en toda esa ceremonia.
__Ya puedes irte, anda precioso, vete…
__Gracias comisario__ dice el joven y cierra la puerta tras de sí.
Días después el comisario en su oficina revisaba papeles e informes. Su cuello y su cuerpo lo estaban matando. En eso entra el sargento.
__Como va señor comisario
__Y no muy bien
__Y que le pasa si se puede saber señor__ pregunta el sargento risueño
__Mi cuerpo me está matando…__ y arruga la cara en señal de dolor y molestia.
__Eso debe ser, porque usted no se cuida…perdóneme que le diga…mucho…mucho ajetreo, usted me entiende….
__¿Te parece?
__Y si… quiere alguien que le dé un masaje
__¿Conoces?
__Como no señor… el Rolo
__¿El Rolo?
__Si llego ayer no se en que lio se metió…y si le digo estaría muy contento en ayudarlo señor…__ el sargento se sonríe sin disimulo
__Decile que vaya al departamentito a eso de las tres de la tarde…__ el departamentito era una pequeña suite que estaba en el mismo predio de donde funcionaba la seccional. Alejado de calabozos y oficinas, había que atravesar un enorme parque con jardín muy bien cuidado, bueno, tenían jardinería gratuita.
Rolo entró al departamentito según las indicaciones el sargento. En la cama estaba el comisario viendo un programa de televisión o algo así.
__Así que vos sos Rolo…
__Si comisario
__¿Y cuántos años tenes Rolo?
__Veintitrés señor comisario__ el muchacho parecía algo tímido de buena contextura física pelo renegrido y ojos marrones, espalda ancha y dedos fuertes, fue lo que noto el comisario que dio un suspiro.
El joven se acercó a la cama. El comisario saco de debajo de las sabanas una pierna desnuda. El joven empezó a masajear de abajo hacia arriba, el comisario se sintió relajado, fue subiendo sus masajes y sus manos, gracias a la crema que colocaba de vez en cuando.
La sangre del comisario empezó a calentarse. Sacó la otra pierna y el muchacho observó el calzoncillo moviéndose en la entrepierna. Capto veloz las necesidades de aquel hombre. Y él estaba ahí para ayudarlo en todo. Esa era la orden del sargento. Siguió con la mano cada vez más cerca de los genitales, metía los dedos y rozaba la carne latente y ardiente. Los huevos llenos. Los gemidos suaves del comisario, veía su rostro entrecerrando sus ojos y era una clara muestra de deseo.
__¿Quitamos los calzoncillos comisario?
__Haz lo que tengas que hacer Rolo…ahhhh__ la prenda salió volando al piso. La manguera del comisario cabeceaba parándose cada vez más firme. Los dedos del chico rozaron la herramienta.
__¿Puedo?__ preguntó
__Si claro, ahhh, siii Rolo__ la boca del chico atrapo el mástil. Lo trago. Glotón. La dura verga del comisario chorreo de inmediato saliva del joven Rolo que comía esa poronga a gusto. Olfateando ese pedazo de carne, degustándolo.
__Ohh chico, te gusta tragar pija, ohhh me encanta como lo haces, eres un diablillo…sigue así, hazme acabar, te doy toda mi leche…ahhhh__ Rolo se metía la vergota hasta la campanilla, ahogándose y dando arcadas, y respiraba y volvía a tragar el pedazo erecto, duro, marmóreo. Con los dedos acariciaba los huevos de toro del macho que gemía y suspiraba. El pecho del comisario se inflaba, el vientre un poco abultado, se hundía inevitablemente.
La agitación crecía y se hacía más urgente. El hormigueo. Suda frenético, el chico sigue engolosinado con la espada febril, la baña de saliva. Traga, la saca y respira, toma aire, engulle, sediento de leche. Los borbotones empiezan a saltar y el no deja escapar las gotas que tanto le gustan. Traga hasta que por un costado sale un pequeño hilo de blanquecino néctar pegajoso. Chupa Rolo sin soltar la manguera que escupe y escupe, hasta finalmente dejar de largar liquido, el hombre suspira, se calma un momento, acariciando los cabellos del joven Rolo que aun se entretiene con la manguera desfalleciente.
__Ahhh tu boca es riquísima…me gusta mucho, has tragado hasta la última gota, eres un glotón…__ dice el comisario sonriente
__Es que me gusta satisfacer a los hombres…__ dijo el joven lamiéndose los labios. El comisario lo miraba desde su desnudez. El chico vestido, entrecerraba los ojos.
__Quítate la ropa quieres__ ordeno el comisario reciamente, mientras su poronga se movía de manera imperceptible, sin quedarse quieta. El chico se quito de manera veloz sus ropas que no eran muchas.
__Muéstrame tu culito Rolo, déjame mirar y tocar, acércate más, no seas tímido…__ el chico se acerca al hombre que suspira, ve la verga parada de Rolo. La acaricia, la masajea, el chico se queja, gime. Toma las nalgas las acaricia, rueda sus dedos por ellas, son fibrosas, lisas, jóvenes. El joven se mueve, va girando su bello cuerpo sin ropas. El macho pellizca, gruñe de placer. Hunde los dedos de una mano en la zanja profunda. El chico vibra y su calentura lo sacude, tiembla. El macho sabe que domina la situación. Llega al redondo orificio, esta húmedo, lame un dedo, lo pone en su boca, lo chupa, y lo lleva nuevamente al anillo que se abre despacio para él, para ese dedo que se mete, que horada el túnel .
__Ohh te gusta que tu papi te haga esto, ¿verdad?__ pregunta con tono caliente el hombre
__Claro comisario…ahhh…siii…__ el comisario lleva los dedos a la boca de Rolo que sabe muy bien lo que tiene que hacer y los moja deliciosamente, con paciencia, con ardor. Luego los dedos del hombre entran en las profundidades de la cola de Rolo que se contonea suave, se mueve, gime, lloriquea, deja escapar suspiros, mientras ve como la poronga del comisario, otra vez está endureciéndose, otra vez esta poniéndose como una estaca de mármol, dura, gruesa, hermosa.
La lengua del comisario lame y repasa las nalgas de Rolo que tira su culo hacia atrás, los labios besan la piel, van corriéndose hasta entrar en la zanja, busca con la lengua el anillo, llega hasta allí y escarba, hunde la lengua regocijándose. Extasiándose, los grititos de Rolo llegaban a la vergota del comisario que se inflaba más y más, poniéndolo a punto para meterse dentro del chico aquel.
Repasaba una y otra vez los pliegues de aquel orificio de locura. La verga del chico punto de explotar. Alguna que otra vez el comisario llegaba hasta las bolas del joven y las besaba, y las lamía, arrancando gemidos de placer muy alterados.
Lentamente el chico fue colocándose en cuatro patas, el hombre lo abrazo por detrás, lo tomo de la cintura y fue acercando su machete vivaz a la entrada que pedía por favor un trozo de carne potente y grueso.
Avanzo el comisario caliente, apoyo el pedazo en la entrada. Empujo. El agujero explosivo fue abriéndose, relajándose y dando paso a la gruesa vara. Los quejidos de Rolo anunciaban que la poronga entraba poco a poco.
__Eres estrecho aun chiquillo, ahhh que cola divina tienes…cuanto me gusta…__ suspiraba el macho entrando en las carnes jóvenes de Rolo que estaba entregado a su amante.
El comisario Migue iba y venía, la vergota había entrado, por fin, por completo, estaba llenando de carne el agujero del joven Rolo que se contoneaba, aguantando la embestida feroz de aquel macho que le daba un gusto y un placer tremendo.
__Ahhh papito, ahhh, duele un poquito, pero no la saques, ohhh si, me gusta mucho, sigue, no la saques…__clamaba aquel jovencito ardiendo por todos los poros de su cuerpo. El comisario taladraba el ojete. Profundamente hasta las bolas, que golpeaban las nalgas del chico.
Las caderas de Rolo se movían en círculos, se detenían, sudando ambos, para continuar, empujando uno hacia adelante, el otro hacia atrás, en armonía perfecta, llena de fuego. El macho dominante, mordía la nuca del chico. Lamia las orejas, le provocaba darle besitos cortos en la piel, con una mano tomaba los cabellos de Rolo y con la otra masajeaba la verga dura del chico. El comisario apura las embestidas, clava lo más profundo a Rolo que gime y lloriquea con la vara enterrada en su culito caliente.
__Ahhh bebito que colita ardiente, me apresas la verga con tu anillo, ohhh siiiii es hermoso….me calientas tanto… sos una belleza…tu culito lo es…ahhh te voy a llenar de leche…__ vocifera el comisario apurando las embestidas, se aferra a las caderas del joven amante.
Bombea y bombea, se agita, el corazón del macho se siente golpear incesante, potente. Los huevos golpean las nalgas, el chico se arquea, los pezones son tomados por asalto por los dedos ansiosos del macho, los frota, están a punto de reventar de duros y excitados. La verga de Rolo se levanta en éxtasis total y sola empieza a largar hilos de leche, luego se transforman en borbotones.
__Ohhh cariño estas acabando por mi verga clavada en tu ojete, ohhh, siii, siii, ahhh, ya viene, te acabo, ahhh, te acabo, ahhhh___ una catarata de semen entra en el ojete abierto de Rolo que grita cayendo, sobre las sabana, el cuerpo de su macho, de quien lo penetra y lo sodomiza cae sobre él. Aplastado y todo no quiere que le saquen la vara enterrada en su culo tragón.
El comisario le da besos en el cuello y en las orejas, mientras se va recomponiendo, saca la poronga del túnel chorreando jugos.
Así se duerme o se entre duermen un rato y luego el chico se va de la habitación.
Pasan los días y los meses y el comisario tiene amantes casi todos los días. Son chicos que caen en la cárcel por pequeños delitos o lo que se conocen por delitos menores.
Han llegado a la seccional dos chicos de unos dieciocho. Por supuesto que el sargento rápido los lleva a la casa, los hace bañar y les da de comer preparándolos para el comisario.
__Hay dos manjares para usted señor…
__No digas…
__Dos caramelitos, tienen unas caritas de nenes, están eso si un poco asustados…
__No te preocupes se les pasara todo el susto…
Llega la noche. El comisario se ha metido en el baño y se ha dado una larga ducha. Ya tiene su poronga alzada y tremendamente dura, lista para aquellos dos.
Entra en el cuarto que esta todo a media luz. Se acerca a la cama en la que están aquellos dos, acostados, por supuesto sin ropas y tapados con sabanas.
__Hola chiquillos, como están…no teman…no les hare daño…ustedes andan en caminos retorcidos y malos, verdad?__
__Si…si señor__ dice uno a media voz, levantando la cara. Tiene un rostro moreno, de labios gruesos, eso le levanta la verga mucho mas al comisario caliente. El pelo revuelto. Los dientes blancos y que aparentan estar fuertes
__¿Y tú eres?
__Lea seño, soy Lea…
__Lindo nombre…y tu compañero no tiene lengua, la voy a necesitar créeme….__ dice el hombre y sonríe
__Sí señor tengo__ y saca una lengua ancha y gorda, el comisario siente que su poronga cabecea loca de placer y lujuria.
El comisario acaricia los hombros de Lea, el chico tiembla, se le pone la piel de gallina, se eriza, es confuso, la sensación no es de rechazo. Siente que el hombre se coloca detrás de él. Siente la vara dura apoyándose contra él. La siente rocosa y dura, siente un calor que le sube por los pies. Suda.
Todo su cuerpo se estremece, Su verga se va levantando, se siente extrañamente como hipnotizado por las caricias del hombre. Que acarician la piel de sus nalgas. Pasea los dedos por su ano. Entonces recuerda a su hermanastro, una noche de verano a la orilla del rio, hundiendo la pija en su culito cerrado no demasiado grande pero pegándose su primer revolcón con un chico.
__Uhhh tus nalguitas son muy lindas Lea…uhhh que duritas, tanto o más que tu verga…ahhh me gustas mucho…__ la poronga del comisario roza el anillo del chico que suspira esperando la estocada. Los dedos se hunden y el chico vibra, se tensa, hasta que en un momento se relaja, su verga está muy dura, no recuerda alguna vez que estuviera así. Para el chico es todo un descubrimiento.
Ahora si el comisario empuja y la verga resbala lentamente hasta adentro
__Ohhh que estrechito estas…
__Es muy gruesa ahhh, es por eso, es tan grande, ay, ay, despacio…__ delira el jovencito. Ya la tiene toda adentro y el comisario lo abraza, rodeándolo con sus brazos, y apretando y jugando con los pezones erguidos del muchachito que gime. El otro está de espaldas y no quiere darse vueltas, solo escucha los gemidos y gruñidos.
Lea vuela de calentura. Tiene la verga toda adentro, siente el choque de las bolas del macho que lo sodomiza golpeando las nalgas, sus nalgas. Tiembla y se siente afiebrado. Un montón de sensaciones lo envuelven. Gime, al sentirse una putita entregada a los deseos de un hombre. Un hombre que toma velocidad y lo somete serruchando veloz, las paredes de su culito las siente ensancharse. Siente que se abre por completo.
__Ahhh así, así, ohhh que cogida, ahhh, siii me gusta su verga comisario, si cójame señor, si ahhh__ en completa calentura el chico tira su cola hacia atrás para ensartarse mejor.
__¿Te gusta chiquillo? ¿Te gusta nenito?¿La sientes dentro?__ el hombre va y viene. El chico no puede contestar porque lo abraza un tremendo cosquilleo infernal por todo su cuerpo. Se estremece de forma desconocida, se siente tomado, lleno, por una fuerza demencial. Cree que estallara en alguna forma. Un tremendo sacudón y de pronto, de su pija comienza a saltar de forma descontrolada leche, una formidable acabada, abundante, incontenible.
__Has visto nenito, te he hecho gozar sin casi tocarte…__ el chico se retuerce aun con la poronga clavada en su culo. Chorrea gotas pegajosas.
El comisario caliente saca su pedazo de carne del jugoso ojete, se da un giro y se encuentra con las nalgas del otro chico que suda, sintiendo los gemidos de los otros.
__Y tu, como estas, estás listo para gozar como tu compañerito de cama, ricura, no tengas miedo…
__Salvi…me llamo Salvi…
__¿Salvador?__ afirma el comisario
__Si, pero todos me llaman Salvi…__ el comisario besa y lame una oreja del jovencito que se estremece y siente su verga como estaca.
Lo acaricia, toca sus nalgas, roza con su barra de carne al chico que suspira y se remonta a las noches en que su padrastro le hizo conocer el sexo entre hombres.
Su pija que no es grande está muy dura que casi le duele. Sus pezones están rocosos y erguidos, el comisario los toca y los aprieta.
El comisario susurra palabras en los oídos.
__Vas a acabar sin que siquiera te toques nenito, ohhh vas a ver… como vas a gozar…__ muerde la oreja derecha y luego la izquierda. Las chupa y las lame. El comisario caliente acaricia la verga de Salvi y los huevitos, el chico se contrae y se tira hacia atrás chocando las nalgas con el brioso pedazo del comisario, que gruñe, muy caliente.
Muerde la almohada. El hombre pone sus dedos en la boca del joven y este los chupa llenándolos de saliva pegajosa, luego lleva esos dedos al orificio de Salvi, juega con el y los hunde suavemente, el chico gime, se mueve, buscando ensartar un poco más los dedos hasta el fondo. El comisario hierve de calentura, siente que espera ser recibido, con su machete, se apoya en la entrada lubricada, profunda, empuja, el machete se va metiendo, el chico gime con más fuerza.
La poronga del macho perfora el anillo. Resopla el chico, siente que lo están penetrando, que lo están poseyendo. El macho hunde del todo la vara, y empieza a ir y venir. Muerde el cuello del chico. El no se resiste, le gusta que lo claven.
__Ohhh siiiii…__ clama en un suspiro breve y profundo. La poronga va y viene, apura las embestidas, la pija del jovencito se para un poco más, el fuego lo quema a Salvi, muy profundo, muy dentro, las revoluciones de su corazón se agigantan de manera brutal. Es una perra, es la perra del comisario que lo disfruta. El macho goza de manera animal. Serrucha de manera desquiciada. Abre el ojete del chico, el perno atraviesa los tejidos del túnel.
Salvi tiembla, el placer lo arrasa todo. Los borbotones de leche de su pija empiezan a brotar como agua en el desierto, el comisario siente el baño de leche, apura más las embestidas, muerde el cuello y la nuca del joven Salvi que gruñe y lloriquea.
Ahora el macho toma la pija del chico y termina de pajearlo para sacar hasta la última gota, el chico se retuerce de placer, muy caliente.
Su compañero Se da vuelta y el macho saca la vergota del ojete de Salvi, bañada en jugos, está en medio de los dos. Salvi aun chorrea leche.
__Veo que tenias mucho acumulado nenito, has gozado como perrita ehhh ¿Te ha gustado?__
__Ohh si señor comisario, me ha cogido usted muy bien, me gusta…me gusta tanto estar con hombres…__ el comisario toma de la barbilla al joven se lo acerca y lo besa en los labios de manera profunda, metiendo su lengua hasta la garganta.
La poronga del comisario bambolea dura como hierro. Los chicos la toman en sus manos y lo pajean velozmente. Tocan las bolas y juegan con ellas, con otra mano pellizcan los pezones gordos y erectos.
Lea es el primero que se acerca con sus labios y la besa, la lame, la va tragando un poco, y luego un poco más. El macho se conmocióna, la lengua de Salvi recorre las bolas, las mete en su boca tragando de a una, el comisario gruñe feliz, está siendo devorado por estos dos chicos y eso lo vuelve más caliente.
Lo pone a mil, su verga va a reventar, ahora la comen los dos, uno de cada lado y cada tanto se entre cruzan las lenguas y se sacan chispas.
__Ohhh coman este manjar…es para ustedes nenitos…ohhh hagan gozar a su macho…ahhh__ uno de ellos jugando mete un dedo en el ojete del comisario, este aúlla, su cuerpo vibra de manera feroz, volcánica, es un torbellino de fuego vivo y rojo.
La mano del otro joven pajea violento la estaca cada vez más gruesa, más temible, saben que se vendrá el torrente de jugos en cualquier instante.
__¿Quieren mi leche?¿Quieren que su papi le des la lechita, ahhhh??
__Si papi danos la leche, dánosla
__Si dámela en la boca quiero tragar todo, ohhh siii__ el comisario suda a chorros. Aprieta los dientes. Siente que un hormigueo feroz, una convulsión se avecina y no lo puede detener, se deja ir, y empiezan a saltar de su caño poderosos chorros de semen blanco, las bocas se apoderan de los sabrosos chorros, no dejan escapar nada. Los gritos del macho sucumbiendo a las bocas salvajes se hacen escuchar en toda la habitación.
No dejan de mamar hasta que la última gota asoma por el ojo abierto.
Los tres quedan semi exhaustos desparramados sobre el pecho ancho del hombre que los ha hecho gozar como nadie hasta ese momento.
Besan los pezones del macho. Lo mordisquean, mordisquean su pecho. Luego buscaran sus labios y se irán intercambiando besos y chupadas y lamidas unos a otros.
Las caricias se suceden, lentas, luego van subiendo en intensidad.
Las pijas de los jóvenes ya están alzadas otra vez. El premio de la juventud. El macho las toca, las pajea, las acaricia, acaricia las bolas de los chicos que se retuercen alzados otra vez.
El comisario toma la mano de Salvi, le chupa los dedos, los humedece muy bien y luego lleva esos dedos y los metes entre sus nalgas, el jovencito busca el anillo del macho y hunde dos deditos allí, nota la cara transfigurada del comisario, está gozando, frente a él. Lea está detrás, busca con una mano el comisario y encuentra la verga alzada y dura del chico que está detrás de él. La guía al agujero y entra el chico en el ojete del comisario que se mueve hacia atrás para clavar del todo la verga en su anillo abierto y deseoso de recibir.
Lea empieza a penetrar, va y viene, toma de los hombros al macho que gime y gruñe.
__Cógeme, coge a tu macho, así, ohhh, así sigue sigue, ohhh que caliente estoy….__ besa la boca de Salvi, juegan con sus lenguas y en tanto pajea la pija del joven que está muy caliente.
El chico que lo penetra, va y viene haciendo gozar y gozando de aquel hombre que necesita tener una verga clavada en su ojete.
En un momento, luego de unos minutos largos, el comisario quita la verga de Lea de su anillo baboso y abierto en flor.
Hace que Salvi se acueste de frente y lo monta sin miramientos, Salvi se prende del pecho del macho, hunde su pija en el anillo dispuesto del macho
__Ahora mete tu también Lea, anda, métemelo tu también, por favor, siii, hazlo, así, así, ahhhh__ Lea entra de un empujón abriendo un poco más el ojete. Las vergas de los chicos se rozan dentro del canal del comisario que bufa y su vergota se empieza a poner dura otra vez. Las pijas de los chicos penetran, bombean dentro del ojete.
El macho aúlla, Salvi que está debajo del comisario aprovecha y masturba la poronga del macho. Juega con las bolas cargadas otra vez. Duras. El comisario besa la boca del chico, enrollados en un ovillo casi indescifrable.
Lea besa la nuca. La muerde, arañando la espalda del hombre que suda, que gime y gruñe, va largando sus jugos calientes, Salvi al sentir esos jugos también larga su leche dentro del ojete , ordeñan al macho que vuelca sus líquidos en el estomago del chico para luego desplomarse sobre Salvi, se besan. Lea sale del ojete chorreando, el comisario busca la verga del chico y la limpia, luego sale de la montura y hace lo mismo con Salvi.
Los tres quedan tirados en la cama en distintas posiciones. Rozándose instintivamente. Chorreando leche y líquidos por todos los orificios de sus cuerpos.
Pasado un tiempo golpearan a la puerta. Será el sargento que viene a buscar a los chicos. Seguramente se irán a su casa y tal vez no volverán a verse nunca más. Pero jamás olvidarán aquel encuentro con ese comisario caliente.-