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Hola, incitada por un amigo les contaré la primera aventura que tuvimos él y yo.
Para empezar me presentaré. Soy una mujer de 60 años cuyo marido (20 años mayor que yo) nunca me satisfizo en la cama y ahora ya ni siquiera tenemos vida sexual y yo aún tengo necesidades. Cierto que ahora me parece increíble cuando miro atrás pero estuve más de diez años sin nada de sexo, pues antes era malo pero era algo.
Mi amigo es un chico de 20 años, llamado Miguel, aún no entiendo como se interesa por una mujer mayor como yo pero lo cierto es que me ha sacado de mi aburrimiento sexual y me ha hecho probar cosas nuevas y llenarme de placer hasta cotas nunca imaginadas por mí.
El caso es que hace casi dos años conocí por casualidad a Miguel. Él vino a estudiar a mi ciudad y una amiga común le encargó traerme un regalo. Así que llegó un día a casa, yo estaba sola pues mi marido había salido y la chica tenía el día libre. Acababa de ducharme y estaba con la bata y sin nada más debajo. Abrí la puerta y allí apareció aquel joven amable y simpático. Le hice pasar agradeciéndole el favor e invitándole a tomar algo. Estuvimos un rato hablando y de vez en cuando, absolutamente sin querer se los aseguro, yo me despistaba y como si estuviese con alguien de mucha confianza no ponía reparo cuando mi bata se abría sobre mis piernas cruzadas y se mostraba entera, no es que mis viejas piernas sean como para presumir, pero allí quedaba desnudas desde el muslo hasta mis pies. Otro tanto me sucedía con el escote pues la bata también tendía a abrirse y mostrarlo junto con el comienzo de mis pechos. Un para de veces me di cuenta de ello por las miradas que notaba que me echaba Miguel. Comencé a sentirme incómodo cuando noté como me excitaba pensar en que me mirase y como me gustaría desnudarme pero en seguida sospeché que sus miradas eran censuradoras por mostrar mi viejo cuerpo y no mantenerlo cubierto. Así que decidí ir a cambiarme no sin antes ofrecerme a llevarlo a su casa aunque al final no fuimos allá sino que lo llevé a mostrar los alrededores cuando me dijo que tenía intención de visitarlos. Así que me subí a cambiar y al salir de mi cuarto vestida pude ver que no se había percatado de mi presencia y desde el piso superior donde estaba yo pude ver como se masturbaba. Me sentí ofendida de entrada pero luego me excitó verlo sobre todo al pensar si sería por haber visto mis piernas y escote pero lo descarté y comencé a bajar haciendo algo de ruido para advertirlo.
Luego de haber estado un par de horas paseando con el coche mostrándole diversos lugares volvimos a casa pues le invité a comer y para que así conociese a mi marido pero al llegar una nota de él me indicaba que había ido a comer con su sobrino y unos amigos para hablar de unos negocios que llevan.
Así luego de comer los dos solos nos sentamos en el sofá para charlar mientras tomábamos el café. Yo le indiqué que me quitaría los zapatos y pondría las piernas en alto pues me molestaban, a lo que él en seguida respondió que me daría un masaje en las piernas pues había hecho algún curso y había trabajado como masajista durante el último año. Yo accedí encantada, así que me pidió alguna crema hidratante y luego ya estaba yo estirada en el sofá mientras el me daba masajes en mis pies y piernas. Yo notaba como mis pies se aliviaban pero además notaba un placer enorme al sentir sus manos y en seguida noté como mi vagina se humedecía y deseaba que sus manos subiesen más arriba y se mezclaba en mí por una parte este placer y deseo y por otro la vergüenza y las ganas de pararlo pero no sabiendo que excusa poner y por que estaba disfrutando lo dejé hacer, abandonándome a mí a la vez a esa nube de placer.
Cuando mi excitación estaba siendo máxima y desinhibida del pudor de repente sentí algo húmedo en un pie abrí los ojos y vi que era Miguel que besaba mi pie y luego el siguiente, yo no sabía que hacer pero tampoco quería parar aquello y volví a recostarme relajándome para disfrutar de todo aquello y mientras lo hacía vi como en la entrepierna de Miguel un bulto luchaba por salir de su pantalón. Él siguió lamiendo mis pies y luego fue subiendo por mis piernas cuando llegó a mi entrepierna sentí un placer inaguantable como nunca había sentido y tuve un gran orgasmo. Sentía algo de pudor pero la cara sonriente de Miguel me tranquilizó. Yo no sabía que hacer entonces cuando sentí que las manos de mi joven amante comenzaban a quitarme las bragas intenté pararlo pero en seguida su boca cayó sobre mi pubis y noté su lengua recorriéndolo y otra vez comenzaba el placer a apoderarse de mí. Cuando Miguel obtuvo de mí un segundo orgasmo me desnudó del todo, cosa que le dejé hacer pues estaba totalmente entregada y a continuación se desnudó él, yo contemplaba su cuerpo desnudo sentada en el sofá. Su pene estaba totalmente tieso y duro y Miguel comenzó a acariciarlo masturbándose como le había visto hacer hacía unas horas, a continuación comenzó a acercarse y me pidió que siguiese yo, así que agarré con mi mano su verga y me sorprendió la dureza de ese miembro. La cara de Miguel reflejaba el placer que sentía y de repente acercó su mano a mi cabeza y la empujó a su pene, yo me resistí pues nunca había chupado un pene, él me pidió que lo hiciese y comencé a lamerla poco a poco con la lengua y noté que el sabor no me disgustaba y mis lametones subieron de intensidad hasta que él me dijo, “métetela en la boca” y así lo hice primero solo la punta oyendo como él gemía levemente, gemidos que fueron aumentando a medida que metía más su pene en mi boca, me dijo que chupase con más fuerza y así lo hice momento en el que sus piernas se aflojaron, lo que me excitó sumamente y aumenté la fuerza de mis chupadas. Fue entonces cuando su excitación fue máxima y agarró mi cabeza para que su verga entrase más y más fuerte en mi boca, a mí me excitaba mucho aquello hasta que me hizo mantener su polla entera dentro de mi boca hasta que sentí que me ahogaba y me venía una arcada y él la sacó junto con mucha saliva cosa que al principio me dio algo de vergüenza y asco pero vi que a él le excitaba ver mi saliva cayendo hacia mis pechos y volvió a meter su pene en mi boca con la misma brutalidad provocándome más arcadas, lo repitió varias veces hasta que ya lo paré para seguir mamándosela hasta que repente noté como se corría en mi boca, cosa que siempre consideré asquerosa pero que en ese instante me pareció muy excitante y cuyo sabor no me disgustó. Me sentía extremadamente sucia entre tanta saliva y semen por mi boca, cara y pechos pero a la vez estaba muy feliz de tanto placer y más viendo a Miguel igualmente feliz.
Cuando pensaba que sería momento de ducharnos y hablar de aquello su mano bajó a mi pubis y comenzó a acariciarlo, yo no entendía que aún quisiese más y menos pude entender que mi cuerpo reaccionase afirmativamente a sus caricias y aún quisiese más placer. Volví a abandonarme a sus deseos y Miguel luego de un rato comenzó a abrirme las piernas y situándose en medio comenzó a penetrarme, primero suavemente y con cierta dificultad pues luego de más de diez años (como ya dije) no estaba habituado a recibir visita en mi vagina. Pero luego de forzarla un poco y con cierto dolor para mí empezó a entrar y tras superar el dolor inicial comencé a sentir un placer aún mayor que el que había sentido anteriormente. Miguel empujaba cada vez con más fuerza dentro de mí y luego de un rato se puso mis piernas una en cada hombro y volvió a empujar, sacándome un aullido pues ahora su pene entraba hasta el fondo y eso me producía un dolor que mezclado con el place me hacía gemir con fuerza cosa que a él le excitaba y le hacía bombear con más fuerza. Sin para de embestir mi vagina, Miguel comenzó también a lamer mis pies lo cual me excitó más aún y me llevó a un orgasmo más brutal que los anteriores que acompañé de gritos pues no podían denominarse gemidos los que proferían mi boca. Aquello debió de excitar sobremanera a Miguel que inmediatamente comenzó a correrse dentro de mí. Luego sacó su pene y me pidió que se lo limpiase con la lengua cosa a la que accedí entregada como estaba.
Luego de esa primera ocasión hemos continuado la relación durante estos dos años. En los que he ido descubriendo muchas cosas como me prometió Miguel. Quizás les cuente más cosas, pues Miguel insiste en que le gustaría leer nuestras aventuras relatadas por mí.
Besos a todos y si tienen algún comentario, duda o simples ganas de charlar, les espero.
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