Esta vez trataré de complacer nuevamente al amigo Cortes y a una nueva amiga que dice llamarse Ana, la cual al parecer se pone muy cachonda leyendo mis cuentos, pero me reprocha que les gustarían con detalles y descripciones, así que trataré de complacerla…Besitos para los dos… Ana escríbeme por favor … Plastilina
----------ooo000ooo----------
Recientemente escuché que se fomentaba un denominado “Club de los 20,000”, lo primero que cruzó por mi mente fue que un club con tantas personas apenas podrían conocerse unas a otras, por lo que la idea de pertenecer a él fue saliendo de mi cabeza, ya que me encantan las reuniones donde converjan pocas personas y sentirnos más en familia, dando riendas sueltas a nuestra imaginación.
Después me hicieron comprender que estaba cometiendo uno de los errores más grande de mi vida con esa idea que cruzó por mi mente. Cuando hablaban de veinte mil no se trataba de personas, sino pies de altura. En realidad el club aún contaba con muy pocos miembros, la idea básica y bastante inusual, era follar cuando el avión alcanzase esa altura… ¡waaaaoooo!... nada más que de pensarlo me entraron escalofríos y mi chocha empezó a mojarse; después pensé de cómo podría hacerse, pues en un avión viajan muchas personas de diversos criterios y formas de actuar, tendría que ser en un vuelo nocturno o algo parecido, pensaba yo.
Ana y José, mis anfitriones, prepararon todas las condiciones e hicieron las reservaciones de vuelo, sería un viaje relativamente corto, pues regresaríamos de vuelta en el mismo aparato, ya que la única intención e interés era el de alcanzar esa altura, que es casi usual en cualquier tipo de vuelo.
El sábado, bien temprano en la mañana llegamos al aeropuerto, otro error mío al pensar, el vuelo sería en condiciones completamente diurnas… ya estaba deseosa de estar en el aire para ver que sucedería, pues no me habían querido adelantar nada.
El avión comenzó a rodar por aquella inmensa pista y en breve tiempo comenzó a tomar altura. Ana, José y yo, por coincidencia o quizás de forma premeditada, ocupábamos los tres últimas asientas en la cola del avión. Siguiendo sus instrucciones llevaba puesto un vestido de tela muy suave, corto y bastante amplio al igual que Ana. José se encontraba en el asiento en medio de nosotras dos y nada más que el avión despegó, después de escuchar las recitadas palabras de la azafata sobre las medidas que debían tomarse durante el despegue hasta un nuevo aviso, las manos de José fueron directamente a nuestras chochas. Habría un período de tiempo en que nadie se levantaría de sus asientos y al tener puestos sus cinturones de seguridad nadie se movería de su lugar, como por instinto una de nuestras piernas se colocaron encima de las de él para darle más facilidad en su tarea.
Sus dedos con mucha pericia y agilidad hicieron a un lado nuestras braguitas y en menos de lo que se pestañea ya acariciaba y jugaba con nuestros clítoris. Pocas veces yo había viajado en avión y mientras este iba tomando altura sentí una cosquilla que me subía por toda mi pancita hasta el pecho, queriendo salir por la punta de mis pezones que se estaban endureciendo con la excitación que José nos provocaba. Cerré los ojos y me abandoné en aquel juego, más que cosquillas ya José estaba haciéndonos una buena paja, tenía el tiempo cronometrado y debía actuar con ligereza.
Estremeciéndome ante la presencia de un primer orgasmo, escuché los gemidos suaves de Ana que también recibía la visita de un orgasmo, todo había sido muy bien planificado, no terminaba de correrme cuando por los altavoces del avión le decían a los pasajeros que ya podían retirarse los cinturones, podían fumar si así lo deseaban, nos encontrábamos a una altura de 20,000 pies sobre el nivel del mar, el vuelo duraría aproximadamente una hora y nos deseaban un feliz viaje.
José después que quitarse el cinturón se pudo se pie y me hizo señas para que lo siguiese, entró en el sanitario que se encontraba justo al lado nuestro, detrás de mi lo hizo Ana. El local era bastante pequeño y se dificultaba la permanencia allí de tantas personas, por lo que tuvimos que acomodarnos convenientemente después de ensayar varias posiciones. Al final yo quedé sentada en el único lugar disponible, Ana y José a ambos lados míos.
--¡Quítense los vestidos—, fue la primera orden de José…Ana y yo lo hicimos al mismo tiempo y quedamos totalmente desnudas, al no haber espacio suficiente José no pudo quitarse sus pantalones, lo único posible fue desabotonarlo y dejarlo caer hasta sus rodilla. La chocha de Ana la tenía a escasos centímetros de mi cara y percibía el fuerte olor a leche que emanaba de ella, a la derecha la verga de José estaba prácticamente en mi boca, rozaba mis mejillas y su líquido ya humedecía mi cara. Era una situación extremadamente excitante. La mesa estaba servida para comenzar el banquete, abriendo ligeramente mi boca la verga de José entró hasta tocar mi garganta, comencé entonces a chupársela con mucho afán mientras con una mano la sujetaba fuertemente.
Por encima mío los dos estaban abrazados en un fuerte beso y se sentía el chasquido de sus lenguas cuando se encontraban, mi otra mano fue directamente a la chocha de Ana, esta subió un pie sobre mis piernas y abriéndose lo más que podía dejaba su vagina a mi entera disposición. Las manos de José apretaban mis tetas y las de Ana y mis pezones querían estallar por lo endurecido que se habían puesto. Aquello era una experiencia única, producto de alguna turbulencia, en dos ocasiones el avión descendió una buena cantidad de pies, recobrando posteriormente su altura, pero aquella sensación nos excitaba más aún, disponíamos casi de una hora si a otra persona no le entraban deseos de ir al sanitario.
Dándome unas cachetadas suaves José me pedía que aumentara el ritmo de mi mamada pues estaba por correrse, mientras que no soltaba mis tetas ni la lengua de Ana. –en pocos instantes su leche llenaba mi boca—, una leche tibia y dulce que terminé por tragármela sin dejar una gota, Ana también se estremecía producto de otro orgasmo. Cambiamos de posición, José se sentó en mi lugar y yo encima de él, mientras aquella verga iba penetrándome me sentía transportada al paraíso, los deseos de follar que tenía eran inmensos y a esas alturas lo menos que deseaba era hacerme o que me hicieran una simple paja. Mi cintura comenzó a moverse y rotar a pesar de lo estrecho del lugar, buscando y pidiendo que me la clavara hasta lo más profundo de mis entrañas.
--¡Fóllame mas duro…más duro maricón…no siento tu verga carajo!—, estaba como poseída por un demonio, aquella verga no alcanzaba a satisfacer mi apetito, dejé las rotaciones y comencé entonces a saltar sobre ella cada vez con más fuerza, José sujetándome por la cintura me ayudaba a subir y a bajar sobre su verga; el avión entró nuevamente en otra turbulencia y en su caída, experimentando esa sensación de vacío, me vine como una yegua, José también comenzó a descargar su leche y sentí como bañaba todo mi interior, la fuerza de sus chorros me hacia saltar, pensé que con tal fuerza no había momento preciso para que alguno saliese por mi garganta, Ana me suplicó la dejara sentarse a ella antes de que se le bajara y así lo hice, ocupó mi lugar y comenzó a darse gusto con lo poco que yo había dejado…al ponerme de pie mi leche ligada con la de José corría abundantemente por mis piernas, pasé mis manos por ellas y recogiendo un poco la pase por la cara de los dos, rompiendo en una estrepitosa risa.
Ana también logró venirse y abrazándome por la cintura gemía y se contraía y saltaba sobre la verga de José. Cuando pudo ponerse en pie observé que la verga de José aún conservaba cierta erección, tenía la punta roja como una manzana y le corría un fino hilillo de sangre, la fuerza con que Ana y yo cabalgamos sobre él, indiscutiblemente le habíamos hecho daño. Limpiándonos como pudimos nos dispusimos salir de aquel encierro, antes de hacerlo, los tres, abrazándonos nos unimos en un fuerte beso, la unión de aquellas tres bocas resultó bastante excitante y más aún cuando buscábamos la otras lenguas, era maravilloso, pero el tiempo se nos había agotado de acuerdo a nuestros cálculos.
Cuando salimos, las personas que se hallaban cercanas a nuestros asientos no cesaban de mirarnos sin pronunciar palabra alguna, era evidente que se percataron de lo que hacíamos los tres encerrados en aquel pequeñito lugar.
--¡Esta noche festejaremos tu entrada al club!—, me dijo José… al regreso volvimos a follar en el sanitario, pero esta vez entró Ana primero y cuando terminó entré yo, al final salió José y nos quedamos Ana y yo dándonos muy buenos masajes y chupándonos todos nuestros rincones.
Al descender del avión salimos los tres abrazados, conversando por la escalerilla y fuimos para nuestras respectivas casas…en la noche volvimos a encontrarnos y seguimos nuestra fiesta. Una de las locuras que se nos ocurrió para variar, resultó el reconstruir con pedazos de madera tomadas del garaje de José, un espacio limitado a semejanza del sanitario del avión, sustituimos la taza por una silla y lo colocamos encima de la cama para que cuando estuviésemos cogiéndonos se moviera bastante. En la primera prueba que hicimos, es decir, que hicieron Ana y José poco faltó para que ocurriese un accidente, pues todo aquello perdió su estabilidad y vino al piso, por suerte no sucedió nada. Le atamos unas sogas en cada una de sus esquinas, sujetas de las puertas y ventanas, dándonos la seguridad que necesitábamos. En ocasiones hacíamos que aquel engendro se moviese bastante, rebasando los límites que quizás un avión no hubiese soportado en una turbulencia y nos excitaba bastante, ya que con tantos movimientos hacia todas direcciones la verga de José se salía de nuestras vaginas y se convertía en una odisea el volver a introducirla. Deben imaginarse como era todo aquello, y si encima de eso le agregan que también estábamos un poco pasados de tragos, la diversión era fenomenal, mi chocha suplicaba por un descanso, me dolía, me ardía, pero no podía darme por vencida, primero muerta que ser la primera en retirarme de aquel juego, el pobre José tenía su verga que daba lástima, terminó colocándose un preservativo para protegerla un poco y aún así cuando la cogíamos y la gozábamos su cara hacía muecas de molestia y dolor, pero tampoco quería darse por vencido. Estuvimos follando, chupándonos y haciéndonos muchas cosas durante esa noche y todo el domingo hasta llegada la tarde. Había sido una espléndida iniciación en el Club de los 20,000… Los que aún no lo han hecho, traten de experimentar un beso entre tres personas, verán que es fantástico, sobre todo cuando se chupen sus lenguas y tengas la opción de más de una a la vez….es lo máximo…
Asi es esto de la aviación, cuando no te cancelan, te demoran, y por ende todo plan concebido se modifica, asi mismo me paso a mi y por eso mi demora en continuar alimentando mi imaginacion y mi erotismo con tus relatos, pero bien dijo el Papa, "México, siempre fiel", asi que una vez mas aqui estoy para felicitarte y gracias por tus saludos, ¡¡¡Continua asi y mucho exito!!! Atte: Oscar C.S.