El otro día llore, mi amor desconsolado y perdido se apodero de mi alma que quedo triste y solitaria, entonces me pregunte de donde venían las lagrimas que recorrían mi rostro, las lagrimas se crean en el corazón, pero no se puede distinguir entre una lagrima de felicidad y una de tristeza, las lagrimas recorren su camino sin importarles por que han sido creadas. Yo tengo un lunar junto al ojo, y según cuenta la leyenda aquel que tiene un lunar junto al espejo se su alma, en el camino de las lagrimas, esta condenado a sufrir eternamente, quizá yo este sentenciado a ello, condenado por un Dios que me odia sin que yo le haya hecho nada mas que amar a un ser humano mas profundamente de lo que le he amado a Él jamás, mi lagrima prosiguió con su camino, y volví a preguntarme por que esta húmeda perla recorría mi faz, el motivo era el desconsuelo por un amor que no volverá jamás, el miedo por no volver a ser feliz y lo poco que quedaba de mi niñez e inocencia ya perdidas. Me gustaría volver atrás, a la época en la que tenia cinco años y todo rebosaba de felicidad, la oscuridad no había corrompido mi corazón ni mi alma, una época en la que mi sonrisa, la sonrisa de un niño era fácil de contemplar por aquellos que me rodeaban, una época en la que ser feliz consistía en el simple hecho de levantarse cada mañana, pero se que eso no podrá ser, y pierdo mi niñez a cada segundo, niñez que quería retener hasta el fin de mis días, niñez que huye de mi como la arena cuando intentas atraparla en un puño, niñez que se desvanece, y entonces ¿que es lo que queda en mi interior? el desconsuelo, la tristeza y la inseguridad de quizá no volver a ser amado jamás. El vacío, la nada absoluta, el frío en el alma, escucho el eco del latido de mi corazón atravesando el espacio que llenaba su amor y rebotando contra las paredes del reino sin soberana que es ahora mi alma. Mi alma, reino devastado ahora, sus habitantes perecen porque nadie los gobierna, nadie los ama, nadie los contempla, habitantes que se pierden en las brumas que eclipsan la luz dejándolo todo en tinieblas, brumas gélidas que apagan cualquier hoguera que se encienda en mi interior arrojando todo el calor de mi ser a un pozo oscuro y sin fondo. Y entonces volví a preguntarme: ¿por que lloraba?. Lloraba por la soledad en la que me encontraba, lloraba por la impotencia ante estos hechos, hechos cuyo recuerdo destruye en millones de pedazos mi corazón, pedazos que contemplo impávido en el suelo, pedazos que no puedo recoger, pedazos que he perdido para siempre. He perdido muchas cosas en poco tiempo y sus huecos todavía no han sido ocupados de nuevo, adiós niñez, adiós amor, adiós felicidad y adiós vida. He mentido, noto como ahora esos huecos comienzan a llenarse hola madurez, hola desconsuelo, hola tristeza y hola existencia. Existencia, muchos opinan que es sinónimo de vida, pero no es cierto, la existencia es una vida sin amor ni alegría, la existencia es solo vivir por no tener valor para poner fin a esta tortura, y se vaga por el mundo así, existiendo, esperando que Dios se apiade de ti algún día y acabe con tu sufrimiento, la oferta esta al alcance de cualquiera, el conductor que ha parado en el semáforo podría acelerar, la persona que pasa junto a mi en la calle podría matarme o la hora divina, un rayo, un temblor, pero nadie quiere asumir esa responsabilidad, ni siquiera Dios, nadie esta dispuesto a asumir una responsabilidad que no quieres tu mismo. ¿Por que lloro en la oscuridad de mi cuarto?, lo hago porque nadie debe verme, porque ahora soy vulnerable, porque las lagrimas salen mejor en soledad. ¿Y después? después del llanto desconsolado, nada, un alma vacía, un cuerpo vano, una mente blanca y silencio, solo el sonido de mi respiración y el eco de mis latidos retumbando en mi oído, mis ojos cerrados para no contemplar como la realidad se deforma cuando miras a través de una lagrima. Posteriormente, cuando todo esta ya vacío, enciendo un cigarro y noto como el humo inunda mis pulmones, es una falsa sensación de volver a estar lleno, completo, sensación que desaparece cuando el humo es expulsado y con él, mi vida, noto como muero lentamente me pudro junto a todo lo que toco, y cuando la vida se ha escapado de mi cuerpo algo en mi mente se activa y provoca su retorno y todo vuelve a comenzar, una nueva lagrima surge en mi rostro, es un ciclo que se repite constantemente, hasta la muerte definitiva y cuando eso llegue nadie me recordara porque nadie me ama, y entonces me despediré de la vida con una sonrisa, porque esta vez yo habré ganado y la tristeza no volverá a tocarme porque yo ya no existiré y quizá eso me haga feliz un solo instante antes de lo inevitable: la despedida y el eterno descanso.