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EL CHICO DEL CONVENTILLO
El conventillo aquel estaba ubicado en la calle América de la ciudad al sur. Los años treinta circulaban a gran velocidad y los cambios en el mundo surgían a pasos agigantados. Claro que en aquella ciudad del interior, todo llegaba mas lento. Había mucha gente viviendo allí. Gente que trabajaba por los alrededores. Gente buena. Gente cordial y solidaria. Algunos eran extranjeros recién llegados de sus países en guerra.
Toto vivía allí con sus padres. Abuelos. Tíos. Sus familiares ocupaban varias piezas de aquel enorme conventillo. Los padres de Toto trabajaban todo el día. Los abuelos generalmente estaban en el conventillo. Los tíos también estaban muchas horas fuera. En el conventillo había muchos chicos y chicas que correteaban de aquí para allá. Haciendo mandados. Ayudando a los adultos cuando no estaban en la escuela. Y haciendo además, cosas de chicos, juegos y otras cosas. Toto era un chico muy servicial y capaz. Su piel rubia y sus ojos chispeantes le dibujaban rasgos gentiles y simpáticos.
Los días transcurrían serenos y placidos. En las mañanas los padres de Toto se marchaban. El se despertaba y se levantaba solo, desayunaba y luego se marchaba tranquilamente a la escuela. Casi todas las mañanas su abuela venía a verlo a la pieza.
__¡Toto, Buendía!
__¡Buen día abuela!
__¡Venía a ver si necesitabas algo!
__No, abuela, estoy bien, ya pronto voy a la escuela
__¿Hiciste la tarea?
__¡Sí abuela, si!
__Esta tarde cuando vuelvas ve a verlo al abuelo, yo no estaré, debo ir a ver a una conocida y el estará solo, no le gusta mucho, tu sabes__ diciendo esto la abuela le da un beso en la mejilla. Toto sonríe y abraza por el cuello a la abuela. Rozando su boca.
__¡Ya, ya, calma, calma!__ dice la abuela y se retira
__¡Pero abuelita no hay nadie!
__¡Ya sabes, que no me gusta, podría venir alguien. Tenemos tiempo y un lugar tu sabes!!
__¡Sí claro, claro abuelita!__ la abuela abraza otra vez a Toto y se retira.
A la tarde cuando Toto regresa de la escuela, en la baranda de la parte alta del conventillo, que es donde están sus abuelos, esta el viejo Sánchez, que así es conocido. Es el abuelo de Toto, lo llama con voz potente. Toto mira a la parte de arriba y el abuelo esta con su pijama y una camiseta tipo musculosa de color blanca. Apenas lo llaman el abuelo desparece. Toto corre escaleras arriba, quitándose el guardapolvos. Cuando entra a la pieza cierra la puerta. El abuelo Sánchez ya tiene su poronga totalmente erguida y rocosa.
__¡Vas a tomar la leche!
__¡¡Claro abuelito, es lo que pensé toda la tarde!!__ una vez dicho esto arrodillándose se metió a la boca la dura piedra del abuelo. El viejo gimió. Acarició la cabecita rubia de Toto que lo fagocitaba sin clemencia. Estaba muy caliente y gemía. La saliva bañaba el trozo y el chico volvía a meterlo en su boca.
__¡¡Ohhh, eres tan bueno, Toto, ayyy, gózalo!!__ el abuelo de Toto guió la mano del chico hacia sus bolas llenas. Este las tocó. Las acarició. Las palpó. El abuelo echaba la cabeza hacia atrás y gozaba las caricias. Mientras la lengua recorría el tronco gordo. Lo limpiaba de arriba hasta abajo. Toto sabía que la leche vendría de un momento a otro.
__¡Abuelito me vas a dar tu lechita!!__ mientras decía así sus manos abrazaban el ariete, lo apretaban y lo sacudían. El viejo gruñía como un animal salvaje. Lo calentaban mucho más aquellas palabras de la boca del chico, que volvía a tragar la verga. Sabiendo que de un momento a otro su boca recibiría aquel lechazo salobre. El viejo se tensó. Sus piernas se apoyaron con fuerza al piso. La verga se hinchó descomunal y empezó a largar el néctar entre gemidos y gritos brutales. Descontrolado. Un aluvión de leche. La boca de Toto tragaba. Por la comisura se escapan unos centímetros de leche. Luego lamería y terminaría de tragar.
__¡Oh que rica leche abuelito!__ comentaba el chico mientras su abuelo buscaba aire para reponerse de aquella acabada tremenda. La poronga del viejo comenzó a caer hacia un costado. Toto se levantó. Se acercó al abuelo y se besaron apasionadamente. Toto se quitó la ropa y su culito blanco y redondo apareció en la vista del viejo. Este acarició las nalgas. Las pellizcó. Mientras seguían besándose con descaro. Un momento después Toto se alejó de allí. De un rincón traía una palangana de lata con agua. Embebió de allí una esponja y pasó la misma por la verga semi caída del abuelo. El agua caía al piso. Toto limpiaba la verga de los restos de semen que podían quedar. El viejo Sánchez lentamente recuperaba el aliento. La verga volvía a levantarse. Mas la mojaba el chico, más crecía. Se endurecía. Finalmente levantaba vuelo. Se convertía paulatinamente en roca.
__¡Oh como me pones, mira, ya esta dura otra vez!!!__ dijo el viejo
__¡Habrá que hacer algo!!__ comentó risueño Toto
__¡Anda, ve al cajón y tu sabes, anda, ve!!__ el viejo comía con la mirada el hermoso culito del chico. Trajo una crema. Se la dio al hombre. El viejo ya se había sentado en el sillón que se hamacaba lento. La mano se perdió en el culito joven. Unto la entrada. Toto se movió excitado. Una vez que su entrada había sido humedecida toco la verga dura. El hombre suspiró caliente.
__¡¡Súbete!!__ casi ordenó el abuelo. El chico se subió a horcajadas y lentamente fue apoyándose en el tronco de carne que ya entraba en el orificio. La cabeza se fue perdiendo. El pez ingresó. Fue entrando en el canal. Así lo comenzó a cabalgar. El viejo gruñía al sentir su poronga apretada en aquel ojete perverso que lo abrazaba como en tinieblas. Las bocas se volvieron a juntar. Se pegaron. Las lenguas se sacaban chispas. El viejo apretaba las nalgas de Toto que también gemía de placer al sentirse clavado. Subía y bajaba de aquel palo mojado. Erecto. Viril. Como el propio que estaba como estaca. Las embestidas produjeron su efecto y el abuelo empezó a largar leche. Su culo fue rellenado. Al cabo se quedó quieto. Sobre el cuerpo vencido del viejo. Aún lamía el cuello del hombre que agitado murmuraba palabrotas al aire. Toto espero que el vergón se aflojara y saliera solo de su anillo baboso. Salió chorreando jugos. Goteando sobre el cuerpo del viejo que sentía que iba a desfallecer en cualquier instante. Unos momentos después el chico volvió a tomar la esponja y limpio el cuerpo del abuelo, que entrecerraba los ojos, feliz y satisfecho. Toto también se lavo su cola chorreando. En eso estaba cuando el abuelo susurrando dijo __ ¡Ah!¡Ya casi lo olvidaba!¡Tu tía quiere que pases por la pieza!!
__¡Bien abuelito, entonces me voy!¿Estas bien?
__¡Sí, sí anda, ve, ve!!__ Toto se acercó al viejo y le dio un largo beso antes de salir de allí.
El chico entró en la pieza de la tía
__¡Tía, tía!!__ entró llamando Toto. Escuchó el grito de detrás de la cortina que hacía de habitación
__¡Aquí estoy Toto, entra, entra!!__ cuando Toto descorrió la cortina vio a su tía culo para arriba semi desnuda ya en la cama de dos plazas que apenas entraba en aquel espacio. Se sentó al borde de la cama.
__¿Qué haces?__ preguntó la tía ardiente
__¡Nada!
__Pues no es para eso que te llame__ dándose vuelta mostró los pechos al cielo. Enormes. Gustosos. Con los pezones parados y calientes.
__¡Quiero que me beses allí abajo como tu sabes!!__ Toto se subió a la cama
__¡Pero antes ven aquí y chúpame las tetas!!__ Toto se prendió a ellas. Sin demorarse. Las comió arrancando gemidos sabrosos de la mujer joven que acariciaba el cuello del chico. Levantó al sobrino y lo arrimó a su boca. Sus lenguas se cruzaron. Los besos ardientes quemaban toda la pieza. Ese lugar estaba en llamas. Toto quedó desnudo con su verga parada como estaca. Bajó y los vellos húmedos de la mujer fueron lamidos por Toto. Luego entró con su lengua a la cavidad. Terminó de quitar el calzón de la mujer que arañaba las sábanas y se mordía los labios. Gozando y gozando. El chico atrapó el botón, lo mordisqueó suave con los dientes la mujer tuvo un orgasmo eléctrico poderoso. Luego otro más. El chico metió sus dedos en la cueva chorreante. Para luego llegar con su verga endurecida y penetrarla. La mujer suspiró. Araño la espalda de Toto y se abrió totalmente. El chico bombeaba y bombeaba. En tanto en las sombras y ya con la poronga afuera su tío se tocaba mirando como le cogían a la mujer. Lentamente se fue acercando.
__¡Tu culo es tan precioso y blanco!!__ comentó el tío.
__¡No te detengas!!!__ suplicó la tía
__¡Sigue, sigue pequeño!¡Solo acerca tu boca a este paquete!!__ dicho esto el tío se paro delante de el con su vergaza totalmente erecta. La boca de Toto no se hizo esperar. La comió. Se tragó aquella pijota, mientras el tío se quitaba el resto de las ropas. La mujer seguía teniendo orgasmos. La saliva bañó el machete rico. Luego el tío se corrió de allí y fue a chupar sin reparos el agujero ya abierto del chico. Que sentía hormigueos en su cuerpo. Lo arrastraba sin remedio a su escupitajo. Hacía fuerzas por no acabar.
El hombre agrandó el agujero. Apoyó la cabezota en su entrada. Lo fue penetrando al ritmo que el chico se vaciaba en la concha de la tía. Que a los gritos abrazaba al chico aferrándolo contra sí. Pegándose a el. La leche golpeó el interior de la vagina. El hombre entró con su ariete a fondo. Golpeando sus bolas contra los cachetes de Toto que gemía. El tío lo bombeaba frenético. Salvaje. Mordía la nuca del chico. Lamía sus orejas y largaba su líquido dentro del culito de Toto que gemía casi aplastado entre su tía y el marido de la tía.
__¡Oh eres un salvaje querido mío!!__ comentaba la mujer a su hombre. El hombre buscó la boca de la mujer. Y entre los dos besaron al chico. Se unieron en lenguas y bocas insaciables. La verga del tío aún estaba dura dentro del túnel de Toto. Se puso de costado. La tía se agarró a la verga del muchacho. Rápidamente se puso de pie otra vez. La tía buscando, buscando llegó al mástil del chico. Su boca se hundió en el. El hombre en tanto mordía los hombros del chico y se movía lentamente. Prolongando el placer de ambos. Toto apretaba su ojete. Presionaba la vergota del tío. La boca de la tía se comía las pelotas del chico. Las lamía y se las metía en sus fauces perversas. Mojándolas. Bañándolas de su pegajosa baba. La verga del chico pulsaba y era como fierro. Ella la quería otra vez adentro. De costado el tío lo bombeaba rico. Cada vez más veloz e insaciable. Luego se detenía y mordía su cuello y los hombros. Con sus manos ayudaba a la mujer masturbando al chico. Apretaba aquella pija y se la daba a mamar a la mujer hambrienta y fogosa.
__¡Oh querido no te vayas otra vez en ese culito, ven conmigo, háganmelo los dos a la vez!!__ diciendo esto. Los cuerpos se movieron. Quedó Toto acostado sobre su espalda. La mujer se colocó a horcajadas del chico. Montándolo. Su marido la poseyó por detrás. Entrando en su culo grande y hermoso. Ella gritó. Chilló. La tía quedó entre las dos pijas. La cogían despacio. Suave. Ella se retorcía como una diosa pagana.
El hombre mordía sus orejas y esto la ponía loca. Así mismo Toto se prendía como bebé en sus pechos y los mamaba como desesperado. Alzado. Caliente. Los tres encajaban perfecto. Era un trío experimentado. Claro que no era la primera vez que se juntaban. Toto se había criado en aquel ambiente. Empezaron los hombres a largar leche sin parar dentro de los orificios de la tía que desencajada de placer pegaba gritos sublimes y desgarradores de placer. Después cayeron desmayados por un rato. Perdidos en un mundo remoto.
Pasaron varios días. Era de mañana y Toto recién despertaba aquella mañana de viernes. Como siempre su abuela entró a la pieza a ver como estaba.
__¡Buen día mi niño!!__ saludó la mujer grande.
__¡Hola abuelita!!__ contestó cariñoso Toto corriendo las sábanas y mostrando su enorme erección matutina. La mujer grande no perdió detalle de aquello. El chico se lavó la cara. Se peinó. La abuela dio un desayuno rápido. La mañana estaba caluroso. Eran los últimos días de clases, ya el calor asomaba. Toto notó que la abuela estaba cariñosa. Pues lo acariciaba y lo tocaba cada vez que podía. En un momento dado se acercó al oído del chico y susurró algo. Por último les lamió las orejas. Salió de allí.
Toto espero un rato y luego saliendo de la pieza se dirigió al viejo altillo. El abuelo lo sintió pasar pero no le dio importancia. Pensó que estaría jugando. Iba a jugar pero con la abuela.
Entró al altillo. Acostumbró sus ojos a la penumbra. Al fin vio a la mujer grande totalmente desnuda. Con los pechos aún erguidos. Las nalgas duras. La verga de Toto se alzó rápido. La abuela le dijo que se quitara la ropa. Así lo hizo. Liberó el resorte duro. La abuela se acercó y la rozó con los dedos. Ahora veía más claramente. El pelo suelto, una actitud totalmente distinta a lo cotidiano. Se acercó a sus tetas. Las metió en la boca. Chupó. Ella lo abrazó. Le acercó el otro pecho y el chico lo succionó con placer. Con ganas. Mientras ella no soltaba la herramienta del chico que se alargaba en aquella mano callosa de trabajar. La mujer grande levantó la barbilla del chico. Buscaron sus bocas. Las lenguas se cruzaron. Las salivas se mezclaron. La mujer se fue arrodillando. Beso las tetillas del muchacho. Lamió la panza y se engulló la verga sin más. La besaba. Acariciándola con cuidado. Olfateaba ese olor a macho joven. Era lo que quería y deseaba hacía algunos días. Las bolas del muchacho llegaron también a la boca. Fueron tragados. Toto gemía y se apoyaba a una vieja mesa que estaba por ahí. El placer era inmenso. Trataba de no irse. Aguantaba.
La abuela se volvió a poner de pie. Beso a Toto.
__¡Ahora ven, entrame por el culo, quiero sentir tu verga en mi cola!!!__ diciendo esto la mujer grande se colocó de rodillas en una pequeña cama que allí había. Toto se acercó. Notó que ella ya había preparado la entrada con una crema. Solo apoyó su instrumento. El culo fue tragando aquella herramienta. La mujer se movía de adelante hacia atrás. Ella misma se clavaba aquella vara enrojecida y rígida. Granítica. Joven. Toto casi no se movía. Sintiendo como su pija era apretada por aquel ojete de la abuela. Toto se prendió a las tetas generosas. Las apretaba. Apretaba los pezones. En tanto serruchaba y serruchaba a la mujer grande. Ella gemía y pedía más. El chico acariciaba el botón grande y rosado. Metía unos dedos en la cueva delantera que emanaban jugos por doquier. Se dobló por los orgasmos. Quedó quieta un momento. Corrió a Toto de allí. Hizo que se sentara al borde de la pequeña cama. La vara de Toto se mantenía erguida. Chorreaba líquidos. Allí se sentó aquella abuela llena de ternura y calentura. La verga entró sin problemas. Su ojete estaba rellenó como ella pretendía. Toto hizo todo el esfuerzo por no derramarse pero ya no aguantaba aquellas embestidas y largó los escupitajos dentro del canal. La abuela apretó y extrajo hasta la última gota del chico. Volvieron a besarse en la boca. Quedaron un rato así. La abuela caída sobre la pija del nieto. Cuando recuperaron el aliento tuvieron que terminar el encuentro pues el chico debía ir a la escuela.
Una noche de tantas. El padre de Toto ya tarde lo llama al muchacho.
__¿Qué pasa papá?__ pregunta el chico
__¡Sabes que tu madre ha ido a trabajar de noche!
__¡Sí padre lo sé!
__¡¡Necesito que bajes está inflamación que llevo de algunos días!!__ diciendo esto corre la sábana que lo cubre y su enorme verga salta a la vista. Toto se acerca gustoso. Acaricia la vara. Su padre suspira desnudo completamente. Pasa sus manos por las bolas. Están duras y llenas. Se inclina y besa la cabeza del miembro ancho y venoso. Con su mano la mueve. La sacude. La golpea en su cara. El hombre gime. Se tensa. La boca al fin la traga. Toto también ya tiene su pija dura. El padre quita el piyama. Con su propia boca succiona el miembro del hijo. Es una comunión perfecta. Alada. Sus salivas chorrean por todas partes. Los gemidos de ambos abundan. Los dedos del padre ya abren el ojete caliente de Toto. Toto se abre como flor ante los gruesos dedos del padre.
__¡¡Ahh ya siéntate en mi tranca quiero penetrarte!!__ pide el padre. La vergota entra en el culito sabroso que la recibe cachondo y enloquecido. Toto se sacude. Lo cabalga al hombre. Aprieta sus tetillas duras. El hombre lo alza fuerte por el aire y besa los labios del chico que casi llora de placer. Toto se siente partido en dos. La vergota del padre es muy gruesa y poderosa. Le entra. Le resbala por el canal. Son deliciosas embestidas. El padre siente la leche de su hijo en el pecho. Salpican borbotones inmensos. No ha aguantado semejante calentura. El hombre desquiciado de placer empieza a liberar escupitajos dentro del ojete de Toto. Este sigue bailoteando arriba del vergón hasta dejarlo seco. No obstante se lo saca y comienza a beber lo poco que queda. Lo sacude. Lo limpia con ardor. Con devoción. El hombre acaricia los cabellos del chico. Su verga no descansa. Permanece dura. Le gusta que el hijo haga lo que esta haciendo. Toto se mete el glande en la boca. Lo degusta. Lo traga. Le da pequeños mordiscos. Gime el hombre. Toto respira. Su saliva llena y baña la verga. Esa verga está tan dura. El chico se coloca de espaldas contra el colchón. Sube sus piernas por sobre los hombros del padre. El perno entra suave. Sus bocas se vuelven a encontrar en sonoros besos. Chupan sus lenguas pulposas. Toto pellizca las nalgas del padre. Soberbias. Grandes. Al hombre aquello le encanta. Lo taladra. Lo taladra sin esfuerzo. Va y viene en aquel anillo desflorado hace tanto. Rápidas y furiosas embestidas sacuden el ojete primoroso de Toto que gime y busca besar a su padre sin control. Siente como su cola recibe el caliente y pegajoso semen del padre. Su culo se rellena. Chorrea leche por los bordes. Su padre aún se mueve dentro de el. Luego queda quieto. Agitado sigue besando al chico. Toto siente como la leche corre por sus nalgas. Las gotas en catarata van a caer a las sábanas. Las piernas salen de los hombros. Quedan los cuerpos tirados uno al lado del otro. Acariciándose. Quedan dormidos. El padre pegado a la espalda de Toto.
Cuando el chico despierta el padre ya se ha marchado a trabajar.
Siente movimientos. Apenas ha tenido tiempo de limpiarse un poco. La madre se acuesta. La siente. Respirara en su oreja. Siente las tetas desnudas en su piel. Su verga salta. Las manos de la madre aferran el sable endurecido ya. La aprieta. Lo sacude. Muerde despacio el cuello. Lo lame.. acaricia las nalgas firmes. Mete sus manos entre las nalgas. Pasa un dedo en el culito de su hijo. Toto siente una descarga eléctrica. La madre sabe que esas caricias enloquecen al chico.
__¡Date la vuelta!!__ susurra al oído de Toto. Ella lo guía. El chico entra en ella. Empieza lento. Los flujos de ella aceleran el bombeo. Esta muy mojada y caliente. Besa a la madre. Ella con su boca lo envuelve. Gimen. Suspiran. Ella aprieta las nalgas del chico. Cada vez acelerando un poco más las embestidas. La penetra en velocidad. Luego se detiene, aguanta un poco más. Queda quieto sintiendo la calentura de la conchita. Como fluye la sangre. Como su madre tiene un orgasmo y luego otro. Araña la espalda. Araña las nalgas. Toto continua balanceándose en ella. Siente como golpean las bolas a la entrada de la cueva. La madre busca una vez mas la boca del hijo. Las lenguas se cruzan. Las babas chorrean las comisuras. La tibia leche va derramándose dentro de la mujer. Ella gime. El chico gime. Se vacía completamente. Quedan pegados. Se acarician. Se lamen. Se chupan. Se penetran. Se hunden. Se vuelven a coger. Hasta entrada la mañana.
Eso pasa una y otra vez en aquel conventillo de la calle América. Todos son gozados y felices. Pero el mas feliz de todos es el chico del conventillo.-
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