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~Son las 3:49 am y ese chico que ven ahí durmiendo se llama Julián, él últimamente ha tenido sueños fantasiosos; veamos un poco de lo que él está soñando.
Julián es estudiante de diseño gráfico, vive con sus primos que son mellizos, Aldo y Alba; no adentraremos mucho en ellos, nos vamos a centrar en Julián; es un chico delgado, de un metro setenta y cinco, usa lentes, se siente poco agraciado, es el soltero de su grupo de amigos, siempre anda escuchando música y dibujando; es el gran talento que tiene, dibujar y dibujar; en este momento está soñando con él; ven a ese tipo bien parecido que esta de camisa de vestir color azul y pantalón negro de vestir; sí, ese, ese muchacho es alguien con quién Julián ha estado soñando desde hace noches atrás; por sí no lo sabían, Julián es gay, lo saben sus primos y amigos, su familia igual pero no les gusta mucho saber más al respecto, marcan su distancia con él; ¡Vaya, Julián está algo inquieto!, ¡se ha despertado!
No puedo dormir más, noche a noche es lo mismo. – Julián un poco molesto. – ¿Qué significa soñar con una persona a la cual no sabes nada?, ¿dónde le he visto?, ¿por qué soñar con él?
– Julián se levanta, camina abriendo con cuidado la puerta de su habitación, baja las escaleras y se dirige a la cocina, toma un gran vaso de agua, se sienta en una periquera y mirando la ventana, suspira pensando. – ¿Existirás?
– Julián termina de beber, lava el vaso, lo pone a secar y se mete al baño para hacer sus necesidades, se mira en el espejo y se dice. – Julián, Juliancito, eres tan, pero tan feo, que tonto y qué crédulo eres.
– Saliendo del baño, sube las escaleras y se dispone a dormir nuevamente; ya que mañana es viernes, último día de clases, ¡vienen vacaciones ya!
– Espero dormir y no soñar estupideces. – Julián se decía molesto mientras acomodaba su almohada.
– Nuevamente retomando las ganas de dormir, comenzaba a soñar.
Julián estando en un antro desconocido para él, veía bailar a ese muchacho tan bien parecido; ojos azules claros, barba de candado, mirada imponente, alto, bailando muy bien, presumiendo que sabe moverse.
Julián cohibido lo miraba atento; ya que él no sabe bailar muy bien; acomodándose sus lentes, sonreía prestando atención exclamando. – ¡Es tan fácil bailar!
– Ese muchacho volteaba al sentir su mirada, le sonreía y guiñaba el ojo.
Julián se sonrojaba tanto que trataba de esquivar la mirada, pero al ver que ese muchacho se comenzaba a acercar a él, de inmediato, nervioso se levantaba de su lugar y trataba de esconderse, chocando con las personas y perdiéndose entre la multitud; sí, él es un poco penoso.
Julián se metía al baño, se encerraba y decía nervioso. – ¡Qué pena, qué pena, trágame tierra y escúpeme por otro lado!
– En eso, el escusado se comenzaba a agrandar más y más, el agua comenzaba a girar formando un inmenso remolino.
Julián temeroso, trataba de abrir la puerta, pero no se podía; él gritaba asustado. – ¡Ayuda, ayuda!
– Para luego decir asustado. – ¡Cuando dije trágame tierra y escúpeme por otro lado, lo decía en sentido figurado!
– El tornado de agua lo comenzaba a jalar y él trataba de sostenerse.
La puerta se abría, apareciendo aquel muchacho; le extendía la mano diciéndole. – ¡Sujétate fuerte!
– Julián temeroso ante él, quedaba estupefacto sin saber que hacer.
El muchacho nuevamente le gritaba. – ¡Sujétate fuerte, sin miedo!
– Julián no quedándole otra opción extendía la mano y la sujetaba fuerte.
Ese hombre lo jalaba y jalaba hasta que de un tirón, ambos caían fuera de ese baño; mojados se miraban fijamente a los ojos; él le sonreía y Julián apenado igual.
Él le decía. – Estuvo raro.
– Julián se tallaba los ojos diciendo. – Lo sé, disculpa.
– Levantándose avergonzado, le decía. – Te has mojado completo.
– El chico se levantaba escurriendo agua diciendo. – No hay problema.
– Julián se volteaba apenado y a él le decía. – Mil disculpas.
– Julián; con lentes en mano; caminaba presuroso para salir del baño de hombres.
Siendo detenido por ese muchacho que lo arrinconaba mirándole fijamente. – No te vayas, no huyas, no lo hagas otra vez.
– Julián nervioso le decía. – ¿No?, ¿otra vez?
– El chico preguntaba. – ¿Cómo te llamas?
– Julián respondía titubeando, en lo que se acomodaba sus lentes. – Ju… ju… ju… Julián.
– Sonreía ese muchacho diciendo. – Bonito nombre, me gusta.
– Él le acariciaba la cara diciendo. – Yo me llamo…
– Un ruido extraño se escuchaba cada que le decía su nombre.
Julián extrañado, trataba de escucharle; metiéndose los dedos en ambos oídos le decía. – ¡No te escucho nada, creo tengo agua dentro de los oídos!
– Él chico le decía nuevamente su nombre, pero ese ruido interrumpía haciéndose más y más fuerte.
Julián reaccionaba exclamando. – ¡Maldito ruido déjame escuchar!
– El ruido se comenzaba a hacer familiar a los oídos de Julián, diciendo. – ¡Es mi celular!
– Al sacarlo, miraba que aparecía el reloj parpadeando en pantalla seguido de un ruido muy fuerte.
Era su alarma; Julián observaba a su alrededor y todo comenzaba a desvanecerse; sobre su cama extendía la mano adormitado para apagar el celular y al hacerlo, se incorporaba diciendo. – ¡Y me vuelvo a quedar con la curiosidad de saber tu nombre!
– Se tallaba los ojos, se levantaba y decía. – ¡Ultimo día de clases!
– Tomaba su toalla, su cepillo de dientes y salía al baño, para darse una ducha rápida.
Siendo las 6:56 am estaba listo para irse, bajaba a desayunar y veía a sus primos que estaban en la cocina.
Aldo al verle con cara de fastidio le decía. – Buenos días primo, tienes una cara de fastidio, tranquilo es el último día de clases.
– A lo que su prima le decía sonriendo. – Buen día primo, tendrás dos semanas de descanso, tranquilo y sonríe.
– Julián les miraba, sonreía fingidamente y les decía. – Sí tienen razón, buenos días y disculpen mi mala cara.
– Tomaba una taza de café negro, galletas y se sentaba frente de su primo.
Él lo miraba serio preguntando. – ¿Sucede algo?
– Julián dando un sorbo a su café, respondía. – Sí, sí sucede algo.
– Su prima se sentaba junto a él; con un plato de fruta y jugo sobre la mesa; preguntando. – ¿Qué es?, dinos sin miedo.
– Julián mientras saboreaba las galletas les comentaba de sus sueños y esa persona con quién soñaba, les decía también que no era la primera vez que soñaba con aquel chico, ya eran varias veces en meses pasados, pero eran momentáneos y que ahora se está haciendo más frecuente el soñarle.
Aldo un poco serio le decía. – Bueno primo, sabes bien que los sueños tienen diferentes significados, posiblemente sea un mensaje del destino o una cara que ya has visto antes y que a tu inconsciente y subconsciente les agradó, haciendo que se manifieste esa persona en tus sueños.
– Alba sonreía diciendo. – ¡Te gusta!, seguramente es alguien que también sueña contigo y por eso se manifiesta así.
– Julián incomodado les decía. – Para nada, nadie soñaría conmigo y para nada he visto a ese tipo en mi vida, es complicado describirlo, hasta me cuesta trabajo a mí decirles sobre el sueño.
– Su primo le preguntaba sorprendido. – ¡¿Sueño tres equis?!
– Julián respondía sonriendo. – No, no claro que no.
– Alba sugería terminando de comer su fruta. – Sí tanto te cuesta trabajo, por qué no utilizando tu talento de dibujante, dibujas su rostro y no lo muestras, tal vez podamos ayudarte, posiblemente sea un amigo de Aldo o un amigo mío que suelan venir a casa en nuestras reuniones.
– Julián sonreía dándole el ultimo sorbo a su café diciendo. – ¡Sí, tienes razón!, ¡cómo no pensé en eso antes!, gracias prima, eso haré.
– Los tres miraban el reloj de pared y al mismo tiempo exclamaban. – ¡Se me hace tarde!
– De inmediato se levantaban dejando los trastes sobre el fregadero, para así minutos después, salir de la casa cada quien para su rumbo, sus primos a sus trabajos y Julián a su universidad.
De camino para allá, en el autobús; él dibujaba la cara del muchacho en un boceto rápido, esa hoja en blanco comenzaba a ser rayada para darle forma a ese rostro; Julián le ponía esfuerzo al recordar y plasmar los detalles de él; mirando a través de la ventana para refrescar un poco su memoria; cuando recordó más detalles, los dibujaba para que el rostro tomara forma.
El autobús se detuvo en una parada, subiendo un joven llamado Abel; él al ver a Julián sentado con sus audífonos, dibujando, le sonrió y saludó; Julián estaba distraído, tanto que no se percataba que Abel se estaba por sentar a su costado.
Él le quitó el audífono izquierdo diciendo. – Cómo siempre en tu mundo.
– Julián nervioso, volteo su cuaderno de dibujo y dijo. – Hola, disculpa.
– Abel le sonrió diciendo. – Hola, ¿se puede saber que dibujabas?
– Julián nervioso titubeo un poco y le cuestionó librándose de responderle. – ¿Qué haces en el autobús?, se supone que tienes auto.
– Abel acomodándose le respondía. – Bien es algo privado que no deseas responder; pues mi carro se ponchó una llanta y no podía cambiarla, se me hacía tarde, así que al ver el bus pasar, pues decidí abordarlo.
– Julián se acomodaba los audífonos diciendo. – Pues bienvenido mi burgués amigo.
– Ambos colocándose los audífonos, iban escuchando diferentes estilos de música hasta llegar a su destino, la universidad.
Abel y Julián estudian la misma licenciatura, pero son de mundos completamente distintos; Abel es deportista, guapo, masculino, muy galán con las chicas y sobre todo con dinero; Julián es tímido, nada deportista, prefiere dibujar y escuchar música que esas cosas; en ocasiones se le da por bailar solo en su recamara o raras veces sale con sus amigas a bailar; a pesar de eso, ambos son amigos, no muy buenos amigos, pero son amigos; Abel sabe de las preferencias sexuales de Julián y lo respeta; aunque a veces sufre de la fobia cuando Julián habla de hombres guapos; pero eso no los hace rivales.
El día en la universidad había sido largo y tedioso, pero fue grato; Julián en un momento de dos clases libres; se disponía a terminar de dibujar el rostro de ese chico con él que había soñado bajo un árbol de la universidad, frente a las canchas de básquet.
Edna la amiga de Julián se le acercaba y lo sorprendía dibujando el rostro de ese hombre; ella asombrada le decía. – ¡Wow, que hermoso retrato! – Cuestionando. – ¿Quién es?
– Julián sonreía y le respondía. – Gracias, siéntate te platicaré la historia.
– Julián con muchos detalles y expresándose con las manos y haciendo gestos, le comentaba su sueño extraño con ese chico.
En tanto a una distancia no muy lejana, Abel miraba con extrañeza a Julián y su forma de expresarse; en ese instante la novia de él Georgina se le acercaba y dándole un beso le decía. – Amor, ¿te parece si jugamos un rato?
– A lo que él acepto y juntos comenzaron a jugar con otro grupo de universitarios del campus.
Julián volteaba a ver y sin querer las miradas entre él y Abel se conectaban, siendo interrumpidos por un balonazo que golpeaba la cara de Julián; los jugadores se comenzaban a reír y más Georgina.
Edna tomaba el balón y lo aventaba diciendo. – ¡Más cuidado!
– Julián avergonzado, con molestia en la cara, tomaba sus lentes, limpiaba la marca de balón sobre su dibujo y se paraba diciendo. – Por más que trato no me termina de caer bien Gina, es tan pesada, tan, tan, tan… No sé, me cae mal desde que entramos a la universidad.
– Edna le colocaba los lentes diciéndole. – Mejor vamos a buscar por face a ese misterioso pero guapo hombre.
– Julián sonreía y caminaba con su amiga rumbo al salón, para buscar en el iPad a ese hombre; en lo que ellos caminaban, Abel trotaba para disculparse con Julián, pero al llegar al sitio donde él estaba sentado, encontraba su lápiz de dibujo tirado, él lo recogía y lo guardaba para regresarse a jugar.
Durante media hora, Edna y Julián buscaban, y buscaban en diversos perfiles de Facebook conocidos y alternos a alguien que fuera similar al rostro plasmado en el papel; Julián no se daba cuenta que su lápiz especial de dibujo se le había caído.
Luego de darse por vencidos, Edna se le ocurrió una brillante idea, diciéndole. – ¡Ya sé!, tengo la solución a este problema, ven acompáñame.
– Edna sujetaba de la mano a Julián y juntos caminaban presurosos a la biblioteca.
Julián le cuestionaba. – ¿A dónde vamos?
– Al llegar a la biblioteca preguntaba. – ¿Qué piensas hacer aquí?
– Edna le hacía con la mano que guardara silencio y en voz baja le respondía. – Entra y te explico.
– Ella pidió una computadora libre, tomo el boceto de Julián y pidió que lo escanearan; Julián estaba apenado, muy sonrojado; Edna sonreía, agradecía y pagaba el uso; la foto teniéndola en un documento, lo guardaba en su correo, para después así abrirla en su iPad, descargarlo y usar la foto para abrir una página de búsqueda en el Facebook.
Edna le decía emocionada. – Comenzaré a darle promoción a la página, pondré que se busca esta persona “por ser el amor de mi vida”; ¿genial idea no crees?
– Julián extrañado le respondía. – Pues espero funcione, aunque lo dudo.
– Julián decía esperanzado. – Me han gustado muchos muchachos, todos los que me gustan no les gusto y a los que les gusto no me gustan, los que me llegan a parecer ideales sólo buscan sexo; así que por favor especifica que es un chavo gay quien busca a esta persona, tengo tantita esperanza en que funcione.
– Edna sonreía diciéndole. – Bien especificaré eso, aunque debes tener en cuenta que el amor llega cuando menos se lo imagina y en la persona menos pensada, así que aguanta y se fuerte.
– Edna bromeando decía. – A lo mejor el amor de tu vida soy yo y ni cuenta te has dado.
– Julián exclamaba. – ¡Qué!
– Edna se carcajeaba y le decía. – Broma tonto, broma.
– En lo que ellos seguían con esa “búsqueda” y en la espera.
Abel buscaba a Julián por todos lugares, menos en la biblioteca; entraba al salón y al ver sus cosas en el pupitre, colocaba el lápiz diciendo. – Seguramente ni cuenta te has de dar que tu lápiz de dibujo lo perdiste.
– Él salía del salón sin ser visto por alguien más.
Mientras tanto, Edna y Julián se ponían alegres al ver que la página comenzaba a tener visitas, “me gusta”, “compartir” y le daban campaña de “búsqueda” de esa persona; un comentario que le pusieron en el muro de la página decía así: “tendría más éxito la búsqueda si le pusieran color al rostro y especificaran más detalles físicas”.
Aunque pareciera una locura, pero Edna había creado la página con detalle a detalle del sueño de Julián, creando así una historia tipo cuento.
Julián al leer el comentario decía con voz baja. – Sí, creo debo dibujar el rostro con color y hacer un boceto de cuerpo completo.
– Fue ahí donde se daba cuenta que su lápiz favorito lo había perdido.
Preocupado comenzaba a buscarlo, se agachaba al piso y decía. – Edna perdí mi lápiz favorito, ¡lo perdí!
– Edna le decía para calmarlo ante su rostro de preocupación. – Seguro lo dejaste en el salón.
– Julián tomaba el dibujo y demás cosas, para salir con rumbo al salón; recorriendo el mismo camino fijándose detenidamente por donde pisaba.
Al llegar al salón, sonaba la chicharra, indicando que el cambio de clases era inmediato; sus compañeros comenzaban a ingresar al aula y él triste, caminaba a su asiento; Abel entraba oliendo a desodorante y notaba a Julián triste.
Él quería preguntar que le sucedía, pero Edna llegaba diciéndole. – Gracias amigo por esperarme, gracias por ser tan discreto al salir de la biblioteca, me regañaron y levantaron una nota por hacer eso.
– Julián triste, la miraba y sentándose le decía. – Discúlpame.
– Abel se sentaba atrás sin dejar de ver a Julián.
Fue cuando él en un momento de descuido, tiraba sus pertenencias del pupitre y al levantarlas, miraba a su lápiz ahí; muy alegre Julián decía. – ¡Mi pequeño lápiz apareció!
– Edna le miraba diciendo. – Te dije que aquí lo habías dejado, pero ya estabas poniéndote dramático.
– Julián sonreía y notaba a Abel que le miraba, él giraba su cabeza y Abel le saludaba amable con la mano.
Él en su mente se decía. – Estabas así de triste por tu pequeño lápiz, me da gusto que lo hayas recuperado.
– Sonriendo se acomodaba para prestar atención a la clase, que aún no iniciaba.
Gina llegaba haciendo charla con la profesora y al dirigirse a tomar su lugar, se interponía entre Abel y Julián quienes se miraban en momentos.
Edna bromeando le decía. – Tu amiga.
– Julián sonreía diciéndole. – La tuya.
– Ambos reían y la profesora pedía su atención.
Julián y Edna atentos estaban a la clase; en un descuido Edna escribía en un papel lo siguiente: “En vez de estar poniendo atención a la maestra, deberías de comenzar a dibujar a tu hombre de ensueño y darle color”; Julián al leerlo movía la cabeza e iniciaba con el dibujo del muchacho; durante casi toda la clase él se la paso dibujando, coloreando y delineando a ese ser, para que más tarde esas creaciones fueran escaneadas y subidas a la página creada.
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