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El cazador (1: Mi tía)

Soy mexicano tengo 40 años, me llamo Salvador, nací en una familia con muchos problemas económicos, tengo tres hermanas menores. A causa de los problemas en mi familia crecí con cierta inseguridad, me costaba trabajo relacionarme con la demás gente, pero eso cambio, y me convertí en un cazador, es decir me aprovecho de los secretos de las personas para chantajearlas y poder cojermelas.



Todo empezó cuando cumplí 15 años mis padres me mandaron a vivir a casa de una tía, ella tenia mejor posición económica que nosotros, por lo cual su casa me parecía un castillo.



Cuando llegue a la casa donde vivía mi tía, y mi prima Anabel que tenia 13 años, me trataba con la punta del zapato, aunque intentaba granjearme el lugar que me brindaba.



Mirta, así se llamaba mi tía, era una verdadera bruja, no habla día que no estuviera jodiendo que me pusiera a trabajar, que alquilara un departamento.



Claro, como mi tía se había casado con un anciano millonario, al que le hizo creer que Anabel era su hija, y este buey le dejo toda su fortuna a mi tía Mirta por darle felicidad en los últimos días de su vida, los cuales fueron muy pocos, porque se murió al sexto mes de casarse con la vieja, que desde ese momento juro permanecer fiel a la memoria de su anciano amado, aunque la verdad, Yo dudaba mucho que mi tía no tuviera por ahí alguna movida.



Tomando en cuenta que mi tía era sumamente pasional, y que le encantaba la verga a todas horas, ya que así lo había demostrado desde antes que se casara, no podía creer que mi tía no tuviera el mismo temperamento que tenia de soltera, y menos ahora que contaba con toda la lana que quisiera para darle vuelo a la nalga como mejor le viniera en gana.



Por eso mismo deseaba romperle la madre, era una vieja metiche que en todo momento se la pasaba fregando, cantándome el cuarto y la comida que me daba. Siempre le decía Anabel que se buscara un marido que siguiera al pie de la letra aquello de que a la mujer hay que tenerla, «Bien comida, bien vestida y sobre todo, bien cogida».



 



Un día que regrese a la casa temprano del trabajo, por que me habían despedido, esperaba que me la hiciera cansada, pero me encontré con la oportunidad de ajustarle las cuentas a mi infeliz tía.



Entre a la casa, no escuche ruido, pensando que no había nadie, subí por la escalera hacia mi habitación, la alfombra amortiguaba mis pasos, pase por habitación de mi tía, escuche unos ruidos y creí que mi tía estaba dormida, por un momento pensé en entrar y madrearla de una vez para que no se metiera tanto en mi vida, así que tome la perilla de la puerta de la recámara.



—iAy buey!... La ruca está con alguien... pero... ¿Con quién a estas horas?. — me pregunte al momento que abría suavemente la puerta, tratando de no hacer ningún ruido que me delatara.



Aquello no era normal, ya que mi tía no acostumbra a recibir visitas de ninguna especie y sobre todo en su casa, bueno, al menos eso era lo que todos sabían. Ahora tenía que saber, ¿Qué era lo que estaba sucediendo en aquella recamara, así que me controle y metí la cabeza para espiar.



Mirta, mi tía, estaba desnuda con las piernas bien abiertas, acostada en la cama y se dejaba dar una rica mamada en su panocha, pero contra lo que se podía esperar, estaba con otra mujer. —iAh que pinché tía tan tortillera... y lo peor es que no se ve tan mal la canija!.—pensaba Yo ya que las podía ver a la perfección, descubrí que mi tía a sus treinta y ocho años, lucia realmente antojable, con todo en su lugar. Ella era morena clara, con pechos de regular tamaño, bonitos y bien formados, cintura estrecha que iba de acuerdo con su cuerpo delgado, caderas anchas y carnosas y piernas bien torneadas y acariciables, como nunca las había visto.



Un tanto excitado vi los movimientos de mi tía que llevaba el cabello suelto y lucía tremendamente atractiva y cogible. Su pareja era nada menos que mi prima Anabel, no estaba nada mal, cabello largo y ondulado, pechos grandes, cintura estrecha, nalgas duras y grandes, las cuales podía ver bien, ya que ella estaba empinada dándole la espalda para poder chupar mejor aquella panocha jugosa que tenía en su boca.



Su lengua jugueteaba con el clítoris, agitándolo, moviéndolo de un lado a otro, envolviéndolo y succionándolo, abarcando un poco de los labios menores de aquella panocha deliciosa, que tanto le gustaba probar, mientras que sus manos masajeaban los ricos pechos de mi tía Mirta. Esta la tenía firmemente sujeta de los cabellos, pero sin causarle daño, su rostro denotaba una clara excitación y lujuria desbordadas, no había duda alguna de que estaba gozando plenamente de aquella rica mamada que le brindaban, de pronto se convulsiono y su cuerpo se puso rígido, el orgasmo le estaba llegando de manera deliciosa.



Mi prima Anabel se levantó de su lugar, con la lengua se limpiaba los labios, en una abierta muestra de que disfrutaba de aquel sabor y ese fragante aroma que se incrustaba hasta su cerebro con fuerza, enardeciéndola y motivándola, sonriendo satisfecha se acostó junto a su madre.



Las dos se besaron en la boca con verdadero amor, con los labios entre abiertos y sus lenguas en plena actividad pasional, entrando y saliendo de un lugar a otro, chupándose, lamiéndose, mordiéndose con delicadeza, mientras sus manos acariciaban sus cuerpos mutuamente, la diestra de mi tía estaba concentrada en el triángulo de rizos que tenía entre las piernas su hija.



De cuando en cuando sus largas y bien cuidadas uñas rozaban el sonrosado clítoris del abultado, carnoso y apetecible sexo de Anabel



que estaba entretenida acariciándole la cintura y las ricas tetas, subiendo y bajando sus manos, proporcionándole y recibiendo placer a raudales.



Mi tía la besó con mayor pasión y sin separarse de ella se le encimo, como si fuera un macho, Anabel abrió las piernas para que su madre pudiera acomodarse sin problemas, en ese momento mi tía comenzó a chuparle el cuello, recorriendo con la punta de su lengua todo lo que encontraba a su paso hasta que llego a los sabrosos y ricos pechos, los cuales paladeo con toda su lujuria, llenándose de placer y contagiando a su hija de deseo que hacia que su vagina palpitara.



Ayudada con las manos, mi tía abrió sus propios labios mayores para tener mayor contacto con la rajadita de mi prima Anabel, cuando se acomodó a satisfacción, comenzó a moverse rotatoriamente, sus clítoris se besaban y se acariciaban con aquel movimiento, provocando en ambas múltiples y agradables sensaciones eróticas.



Mientras el movimiento se efectuaba, la boca de mi tía Mirta volvió a apoderarse de uno de los pezones de Anabel y comenzó a mamarlo con deleite, al tiempo que sus manos se deslizaban bajo las ricas y carnosas nalguitas y las apretaban acariciándolas, de esa manera la mi prima no se quedo pasiva, sus labios besaron y chupetearon el cuello de su mamá, sus manitas recorrían las nalgotas de la tía y por momentos clavaba su dedo medio en el estrecho culo que se contraía más con los piquetes que le daban y que aumentaba su lujuria.



Juntas llegaron al orgasmo, pero no rompieron su abrazo, ni los movimientos de sus cuerpos, aunque ya no lo hacían con lujuria, continuaban abrazando con ternura, dejando que sus pieles se identificaran plenamente, así permanecieron durante unos segundos, luego la mi prima Anabel se levantó con tranquilidad y mientras se vestía, con voz dulce y melodiosa le dijo a mi tía Mirta que si le iba a dar el dinero que le había pedido para irse de viaje con unas amigas.



Sonriendo, mi tía se levantó y le dio varios billetes. Yo me encabrone al ver aquello, ya que mi pinché tía no me daba ni los buenos días cuando se los pedía.



Las vi besarse para despedirse, y sin hacer ruido cerré la puerta, deprisa me fui a mi habitación y allí espere, tenía que dejar que mi prima Anabel se fuera para realizar su plan, sí, ya estaba bien de tantas fregaderas de parte de mi tía, ahora le iba a enseñar que no era un pobre pendejo como ella lo creía y me llamaba con frecuencia.



Deje pasar un tiempo razonable y salí de la habitación, caminé hasta la de habitación de mi tía y escuche con atención, pegado a la puerta, no se oía nada pero espere un poco más, luego, con sigilo, abrí la puerta y entre, mi tía estaba acostada sin taparse, mas hermosa que nunca, durmiendo plácidamente después de la rica tortillita que se había aventado con la mi prima Anabel.



Camine hasta el mueble donde ella guardaba la lana, lo abrí y saque los billetes que encontré, me los guardo deprisa, estaba por tomar unas joyas que descubrí, cuando de repente oigo que mi tía me dice;



—¡Esto es lo único que me faltaba, desgraciado!... ¡Te di techo y no bastándote ahora me robas, infeliz poca ropa!.—gritó mi tía desde su cama.



—¡Cállese el hocico, pinché vieja o se lo rompo a fregadazos!.—amenacé decidido.



—Mira pendejo... si crees que me vas a asustar, la estás regando, a mi me vale gorro lo que digas. No eres capaz de moverte sin mi permiso.



¡Y mofles!... que le suelto dos cachetadones que hasta estrellitas la hice ver. Con eso mi tía se sacó mucho más de onda.



—¡Soy más cábula de lo que sé imagina, tía!- y para demostrárselo le voy a quitar lo lesbiana con una buena parchada.—Yo ya estaba decidido a todo pues sabia que estaba valiendo gorro.



Muy a su pesar, ella retrocedió en la cama asustada, nunca lo había visto así, tuvo miedo, su voz se quebró al decirme con debilidad.



—No... no sabes lo que dices... no te me acerques... iNo me toques!-.



Con mayor seguridad en mis actos, la vio burlón, mi verga se levantó con fuerza, listo para la pelea carnal que se iba a presentar. Me desabotone el pantalón y lo bajo dejando al descubierto mi verga, la cual es mide 16cms, cabeceando al aire.



Mi tía Mirta no pudo evitar que sus ojos se clavaran en mi verga, tenía mucho tiempo que no veía una pistola masculina, porque en realidad, ella las dio con varios, pero desde muchos años atrás, y estaba segura de que ninguno con los que parchara tenía una verga tan grande y grueso como el que ahora contemplaba. Sintió punzadas en su panocha, como clara señal de que quería sentirla hasta lo más profundo de su vagina.



—¿No es una reata hermosa?-. Pues ya verá lo que le hace tía.



con la verga en la mano, comencé a deslizarla por el rostro de mi



tía, haciendo que ella experimentara sensaciones hasta aquel momento desconocidas, luego pase la punta de la verga por los labios de ella, con suavidad, sin prisa, gozando enormemente con aquello, sin poderse contenerme, mi tía abrió la boca un poco y su lengua se asomó para también recibir la deliciosa caricia. empuje la cadera y la cabeza de la verga penetró en la boca femenina por completo, mi tía comenzó a chupar poniendo intención y deseo en su boca.



—iAsí. así tía, chúpemela sabroso!... ya vera que no la defraudo y la hago feliz—. decía con sincera pasión, ya que estaba disfrutando tanto o más que mi tía con aquel acto de amor oral.



Y mientras ella chupaba la verga con deleite, mi mano bajó por el vientre de mi tía hasta detenerse en el triángulo de vellos. mi dedo medio busque la panocha y me detuvo en el clítoris, el cual comencé a masajear con suavidad, aumentando la excitación de mi tía Mirta. Los jugos íntimos comenzaron a emanar por la panocha, la boca de ella que tenía casi por completo mi verga.



—Es hora de que sienta el placer de una verdadera verga como esta.—le dije al tiempo que retiraba mi verga de su boca.



——No, por favor, me va a doler mucho yo lo sé.— protestó débilmente ella, que en sus anteriores experiencias con los hombres sufrió por lo estrecho de su vagina y la brutalidad con que la trataron, traumandola, aunque su marido fue diferente.



Yo no le h¡se caso y me monte sobre de ella, su verga apuntaba a la



Panocha de ella. Ayudándome con la mano, lo colocó a la entrada de la panocha y su boca buscó la mía, le correspondí, la excitación de su cuerpo era mayor. Apretaba los muslos tratando de cerrar así su panocha, pero mientras la besaba, le acariciaba los pechos, así que la vieja se fue relajando, aflojando para dejar abierta la puerta de su intimidad húmeda.



Sin prisas, comencé a penetrarla suavemente, milímetro a milímetro, sin que mi tía Mirta experimentara dolor en su panocha. Fue hasta que la mitad de aquel enorme garrote estuvo dentro de ella, cuando notó que le estaba gustando mucho. Sin poderse contener, me sujeto de las nalgas, al tiempo que me decía ansiosa y cachonda:



—Métemela toda! Mi rey... hazme sentir feliz, quiero toda esa verga en mi, muévela rico para que goce como nunca, quiero ser dichosa-.



Sus manos jalaban mi cuerpo más hacia el frente, mientras que su cadera empujaba hacia adelante para recibir mayor cantidad de carne dentro de su panocha caliente.



Empuje con determinación clavándole por completo la verga. Mi tía lanzó un fuerte gemido de placer y dolor, pero comenzó a rotar sus nalgas, como lo hacia con mi prima, para obtener y dar placer. También me movía rítmicamente, deslizando toda mi verga dentro de la panocha, mientras que con las manos le sujetaba las carnosas nalgas y con la boca chupaba y mordisqueaba los pezones, provocando con esto que la ruca estuviera aullando de placer y lujuria, de tal manera que de pronto, y con verdadera desesperación, me clavó las uñas en la espalda, sintiendo que el momento tan esperado estaba muy cerca de llegar. Comprendí aquello y me levante un poco para darle unas cachetadas, de ida y vuelta. El dolor inesperado, fue algo vicioso y placentero y en esos momentos, senti que algo dentro de su cuerpo estallaba y sus jugos íntimos fluían con intensidad, empapando mi verga que tenía dentro. Un profundo suspiro brotó de la garganta de tía Mirta, anunciando la llegada del orgasmo. Yo la volvió a cachetear en dos ocasiones más haciéndole probar el sabor de su propia sangre al tiempo que le gritaba con desprecio y coraje:



—iEs usted una puta caliente... No sabe ni lo que quiere. ¿No que le iba a doler y que es lesbiana, pinche vieja? —sin contener mi enojo, saque mi verga de la excitada panocha y poniéndome de rodillas le ordene:



—iQuiero que se empine!... Deseo ver sus nalgotas apuntándome.



Mirta se me quedó viendo fijamente con sincera sorpresa:



—iNo jodas!... Te estás pasando de vivo y te arrepentirás.—protesto ella, y no se movió de su lugar, así que le di un gancho a las costillas y le volví a ordenar que se empinara de a perrito. Ahora sí se movió ella obedeciendo, motivada por el miedo que le despertaba, al que nunca habla visto en aquel plan.



Puesta en cuatro patas, exhibió sus macizas nalgas y redondas, las cuales acaricie y masaje, para luego morderlas con lujuria. Decidido, con ambas manos le separe los carnosos cachetes traseros y clave la lengua en el cerrado orificio, jugueteando un poco, despertando la pasión nuevamente en ella. Chupe cada pliegue del culito de mi tía y recorrí con la lengua su panocha, una y otra vez, como si estuviera reafirmando esa línea que dividía todo ese lugar de placeres insospechados. Cuando la tuve gimiendo solita, me incorpore y con la mano coloque la punta de mi verga en el culo de mi tía, marta se hizo a un lado, tratando de evitar el estreno, pero le golpee las costillas nuevamente que le hizo comprender que esa vez perdería la pureza de su culo.



Al verla sumisa, le abrí con fuerzas las nalgas y después de haber acomodado mi verga clave la mitad, desgarrando la piel del fruncido culito, rompiendo algunos vasos sanguíneos que de inmediato comenzaron a sangrar. Excitado por lo estrecho de la puerta de salida, empuje otra vez aventando el resto. mi tía estaba cachonda, le dolió, pero le gustó y se dejó manejar durante el vaivén. Primero lo hice lentamente, después frenético, como si estuviera poseído, mientras que tía Mirta clavaba las uñas y los dientes en la sábana para disminuir un poco el dolor y gozar con la excitación que poco a poco se apoderaba de ella.



Estuvimos limando así, por unos minutos, y de pronto, senti que mi verga, se ponía más gorda y dura, hasta que un potente chorro de leche caliente invadió su recto, inundándolo por completo. Fue tan agradable la sensación, que ella pudo llegar al orgasmo por segunda vez. Me separe con la verga aún dura y cabeceante, escurriendo la leche en gotas, y ella se desmadejo en la cama suspirando sin fuerza, plenamente satisfecha. La mire con desprecio mientras me subía los pantalones con firmeza.



—Me caí que no es usted un mal taco, tía , lo que pasa es que esta mal envuelta. La neta que me gusto parchármela, deliciosa, rica y sobre todo muy caliente, pero ahora que ya se su secreto me tendrá que dar todo lo que le pida, sino pues a chingar a su madre que no me hace falta, y además les contare a todos que se coge a su hija.



—No... no... espérate tantito, Chava—.me dijo ella al ver que me daba la vuelta decidido a largarme de aquella casa—. Mira mi rey, todo lo que tengo es tuyo, hasta mi hija, si tu la quieres para parchártela no hay bronca, pero no vayas a decirle a nadie;, te aseguro que la vas a pasar de lujo con nosotras. No pierdes nada con probarlo.



—Ora le, a ver si es cierto que me cumple con todo lo que me está ofreciendo en este momento.



¿ quieres saber que paso?.....


Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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