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Categoría: Confesiones

El Cajon del Placer

Al terminar la enseñanza primaria, mis padres por disponer de pocos recursos para continuar mi instrucción, accedieron a la propuesta hecha por mi abuelo de internarme en una escuela donde producto de sus relaciones sociales el pago de la misma sería mucho más barato y con facilidades. De hecho la idea no me agradó desde el primer momento, pero no quedaba otra alternativa, lo que si quedaba claro era que debía continuar estudiando para hacerme un hombre de bien. Así fue como a finales de agosto llegué a aquel colegio que por demás lucia imponente por sus construcciones, belleza y áreas de recreo, comencé entonces a pensar que la vida allí no me sería tan difícil. Momentos después ya estaba instalado en una confortable habitación donde habían tres chicos más de casi mi misma edad, resultaban ser entonces compañeros de clases. Los tres me llevaban de ventaja que habían entrado allí un año antes ya conocían como era la vida en la escuela. Comencé a preguntar y a indagar por todos los aspectos que me resultaban de interés y siempre encontré una respuesta satisfactoria, lo cual ayudaba mucho para mi estancia en aquel lugar. Pasaron varios días de preparación antes de comenzar las clases oficialmente, el tiempo lo dedicábamos a repasar algunas asignaturas y sobre todo practicar muchos deportes. Al principio no le di la mayor importancia, pero a medida que transcurrían los días se me hacía más intrigante la perdida de los compañeros de habitación durante la noche. No pudiendo aguantar más la intriga pregunté a uno de ellos que hacían a esa hora que muy calladitos se perdían y aparecían mucho rato después para dormir. Este esperó a que llegasen los otros dos y después de una breve conferencia entre ellos decidieron contarme lo que hacían. Había un lugar bien discreto en el sótano de la escuela donde noche tras noche iban a desahogar sus deseos sexuales, pero eso no podía saberlo nadie más porque todo se iría a la mierda si los profesores o el director se enteraban. Esa noche fui parte de la escapada y al llegar al sótano ya habían otros muchachos agrupados en torno a un gran cajón de madera, por mucho que traté de mirar no veía nada anormal, excepto el gusto que se daban aquellos chicos pegados al cajón. El cajón les contaré que tenía un hueco en cada uno de sus lados, por donde los chicos metían su verga, después de estar un rato allí salían totalmente satisfechos. Al llegar mi turno casi lo dudé un poco, pero para no ser distinto a los demás metí mi verga en aquel agujero a ver lo que sucedía, increíblemente sentí como algo allá dentro jugaba con mi polla, me la sacudía, me la chupaba, me la acariciaba, hasta tal punto que no pude soportar más y correrme tratando de meter más y más mi polla dentro de aquel maravilloso cajón que tanto placer me proporcionaba. Habían algunos, como no suelen faltar en algún grupo, que no solo se conformaban con esto y se ponían de espaldas al cajón después de dar unos golpecitos con sus nudillos, era una señal convenida y de inmediato salía una verga por aquel agujero, que se lo follaba sin parar, varias fueron las prácticas que vi hacer en los reiterados días que iba al sótano junto al cajón, era increíble todo el placer que podía proporcionar un simple y sencillo cajón de madera. Más que buscar placer aquello para mi se convirtió en un hábito de asistir todas las noches. En una oportunidad traté de preguntar quienes eran los encargados de proporcionarnos tanto placer y todo resultó una constante esquiva, nadie decía nada, lo que hacía que aumentara cada vez más mi interés por conocer el origen de aquel cajón de placer. Una tarde después que terminamos de comer, uno de los chicos se acercó a mi y me dijo que hoy me enseñarían el secreto del cajón, por lo que tendríamos que ir más temprano que de costumbre. Accedí gustoso para terminar de una vez y por todas con aquella gran intriga. Al llegar al sótano el cajón estaba abierto, sus paredes eran como puertas y en el interior no había nadie, lo que llamó más aún mi atención. Pero cual no sería mi sorpresa al escuchar la voz de Tónico cuando nos decía que entráramos rápido al cajón pues de un momento a otro comenzarían a llegar los demás chicos. Inmediatamente comprendí el gran misterio del cajón que tanto placer nos proporcionaba.


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Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 1523
  • Fecha: 27-02-2003
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.74
  • Votos: 35
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2505
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
ANFETO
invitado-ANFETO 03-10-2003 00:00:00

Plastilina, escritor singular, tiene tanta imaginación, que para lograr eyacular la introduce en el cajón. (El cajón del placer", de Plastilina)

Juan Andueza G.-
invitado-Juan Andueza G.- 28-02-2003 00:00:00

Para mi, convincente y muy bien escrito. La redacción y ortografía muy prolija.

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