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~Atravesaba un pasillo para llegar al baño y acomodarme de nuevo la ropa interior, al caminar me cruzaba con otras personas, me miraban, pero a nadie se le pasaba por la cabeza que yo acababa de ser comida por mi ano y mucho menos que había sido tan placentero.
Esta historia cuenta como inicio mi vida sexual, a esta persona le debo las primeras y quizás más excitantes experiencias de mi vida, me hizo sentir cosas tan deliciosas, que marcó un punto de referencia muy alto que pocas personas han podido igualar.
En aquella época me había ido para la capital de otro departamento a estudiar, vivía con una tía por petición de mis padres, la carrera que estudiaba solamente se daba en la jornada nocturna así que tenía tiempo en el día para trabajar o hacer otras actividades.
Recién había empezado el segundo el semestre, tenía diecisiete años, cerquita ya de cumplir los 18, mayoría de edad y yo continuaba virgen, pero era algo que me tenía sin cuidado, había estudiado en colegio femenino y no interactuaba bien con mis compañeros de clase, era muy tímida y reservada; empecé a frecuentar la biblioteca de la universidad para hacer mis trabajos y tareas allí. Había encontrado un lugar silencioso, agradable, donde podía estudiar sin interrupciones, en casa de mi tía me distraía el barullo que generaban mis primos con sus jugueteos o la televisión encendida. Iba casi todos días en las tardes. Después de almuerzo me arreglaba, tomaba mi agenda, mis cosas y me dirigía para la universidad a estudiar; luego de dos meses de la misma rutina ya era conocida por los empleados de ese piso de la biblioteca donde me era tan agradable acudir, incluso, luego de dos meses, me sentaba a estudiar y leer la prensa todos días detrás del mostrador que divide la sección de libros con las mesas donde la gente se sienta a leer los libros que pide, el encargado de esa área un día que estaba muy lleno el salón, abrió la pequeña puerta del mostrador y me dijo – Ven, siéntate aquí – y me señalo una mesa redonda con unas sillas que había atrás, más allá de las mesas estaba su escritorio con silla giratoria y a la izquierda estaba la gran sección de libros en una cadena de estantes uno tras de otro formando bloques por áreas debidamente rotuladas.
A partir de ese momento me seguí sentando en este lugar privilegiado, así lo veía yo, como una mesa VIP, dentro de la biblioteca, allí llegaban los profesores o funcionarios de la universidad en ocasiones para leer; parar el bibliotecario y su compañero de trabajo me volví alguien más del grupo, alguien que les acompañaba en las tardes, ya había aprendido a recibir los libros, a buscar, organizar los que entregaban, ellos me hacían participe del refrigerio de la tarde y todo estaba muy bien. No sé en qué momento empecé a sentir algo por el….empecé a sentir ansiedad cuando entraba a la biblioteca, me arreglaba más y esperaba que él lo notara, que me dijera una palabra bonita o de aprecio, él empezó a notar mi cambio y no le disgustó. El me apasionaba, era un hombre maduro, de 40 o 42 años, alto (siempre me han gustado los hombres altos) de piel blanca, no muy flaco pero tampoco gordo, cabello castaño claro y ojos color miel, de temperamento fuerte, muy masculino y bien cuidado, ahhh y también era casado. Yo sabía que estaba mal sentir esas cosas por él, nunca podríamos tener nada, ni por él, ni por mí, era un imposible y además de imposible, prohibido.
Empezaron a darse roses de manos, de cuerpos, la tensión sexual entre los dos crecía, él me decía que yo era muy linda y le gustaba mucho. Un día decidimos salir a tomar algo fuera de la universidad, terminamos teniendo sexo; fue mi primera vez, pero no me quiero detener en ella porque realmente no fue relevante para mí, fue más bien traumática. Luego de eso nos volvimos amantes, yo seguía con mi rutina normal de la biblioteca y fingíamos no tener nada para que nadie se diera cuenta. Un día no tuve clases, ya estaba finalizando el semestre, así que la asistencia a la biblioteca no era fluida, estábamos en parciales, prácticamente no había clases y los estudiantes de la jornada nocturna no eran muy dados a visitar la biblioteca y menos en la noche.
El reloj marcaba las 7:40 pm, poca o nada de gente, el compañero de la sección de al lado (enciclopedias, compendios, revistas y tesis) le pidió el favor de cubrirlo, tenía que hacer algo y debía irse más temprano, el horario en que normalmente se cerraba la biblioteca era a las 9:00 pm, nos quedamos solos, el gran salón desocupado y nosotros detrás del mostrador conversando, aprovechamos la soledad para besarnos detrás de un estante, mi respiración se agitó y sentí miedo, susto por ser descubiertos, escuchamos pasos y tuvimos que salir a donde éramos visibles por si alguien venia. Eran unas chicas preguntando por un libro, no lo tomaron y afortunadamente se fueron, le dije: oye eso que paso es muy arriesgado!, nos pueden descubrir!.
El segundo piso tenía dos entradas, muy hábilmente fue y cerro con llave la puerta por la que entraba mucha gente, la que venia del mostrador principal de la biblioteca en el primer piso, si alguien quisiera entrar por allí no podría y tendría que atravesar un trayecto largo, subir las escaleras y entrar por la puerta del segundo piso. Regresó, yo estaba sentada leyendo portafolio, haciéndome la que no me había dado cuenta de lo que acababa de hacer, ese día tenía una blusa roja, sin mangas, con un escote cruzado al frente, esa blusa hacia que mis senos se vieran saltones, redondos y llamativos, sin ser vulgar, claro está; una falda negra, sencilla, un poco más arriba de la rodilla, delineaba mi figura, mostraba mis piernas. Él se me acerca y con su lenguaje corporal me pide que vayamos atrás del estante, sus ojos reflejan deseos, morbo, me quiere comer…..
Con las luces encendidas y una de las puertas abiertas, nos empezamos a besar, besos largos que obstruían nuestra respiración, como yo era aprendiz en el sexo, el tomo mi mano derecha y la llevo a su pene, erecto, grande como a mí me gusta….tal vez por eso me gustan los hombres grandes, porque asocio altura con tamaño del pene, cada vez nos excitábamos más, yo recostada a un estante de libros, el besándome los senos, los quería devorar y su dedo indicice buscando mi clítoris, solté un pequeño gemido, cerraba mis ojos, no podía creer lo que estaba pasando, la adrenalina viajaba por todo mi cuerpo, el mirar por el rabillo del ojo a ver si alguien te está viendo, agudizar el oído para escuchar lo antes posible pasos o voces, y su dedo en mi clítoris…..estaba muy mojada, él toma un par de libros gruesos y grandes de aquel estante y los coloca en el piso, me hace subir sobre ellos y me pone de espaldas a él, para mí todo era nuevo, tan excitante, tan maravilloso, recostada sobre su pecho besaba sus labios, su cuello, el estando detrás de mí, me acaricia los senos, mis pezones erectos y sentir como me los acariciaba con sus dedos humedecidos por los líquidos que brotaban de mi vagina, era delicioso, saco su verga, grande y dura, la deslizaba por mis nalgas en círculos, de arriba a abajo, luego, me bajo los pantis de una vez, me los quito y los descargo al lado de unos libros, me seguía besando, no dejaba de besarme, sus labios me transmitían todo el deseo y la pasión que sentía en ese momento por mí, sentí como introdujo su pene en mi vagina, caliente, palpitante, lo sacó, luego sentí como la cabeza de su pene trataba de entrar en mi ano, no me gustó que hiciera esto, aparte mi pelvis de la suya indicando que no quería ser penetrada por ahí, sin embargo, cuando la acerque de nuevo, volvió a intentarlo y me retuvo con su brazo derecho contra él mientras que con su otra mano me masturbaba, yo no podía de la excitación, en esos instantes quería gritar, pero no podía; el siguió intentando meter su pene, yo estaba tan estimulada que le permití seguir haciéndolo, nunca lo habíamos hecho así, sentía dolorcito…un dolorcito delicioso que me entusiasmaba aún más, la cabeza entro y después lo introdujo todo, yo estaba tan llevada que hasta mi ano estaba lubricando, sentí rico, diferente pero rico, él lo siguió metiendo y sacando, con fuerza, me agarraba de las caderas y me empujaba hacia él, literalmente me estaba partiendo el culo, pero me encantaba tanta pasión, tanta lujuria, yo mordía mis labios, el dolor había desaparecido, incrementó la velocidad, la fuerza. Para aguantar las embestidas y poder sostenerme sobre los libros, tuve que sujetarme del estante, lo sentí llegar dentro de mí, sentí la expresión de su orgasmo, yo estaba feliz, retiró su verga, me dio un beso, se subió el pantalón, saco un pañuelo del bolsillo y me lo paso para que me limpiara su semen y pudiera salir tranquilamente.
Salimos como si nada, no había llegado nadie afortunadamente, me despedí, agarre mi bolso, mis cosas, salí de aquel lugar, aunque todo paso en menos de 10 minutos, el placer que sentí dejo su recuerdo marcado sobre mi piel. Atravesaba un pasillo para llegar al baño y acomodarme de nuevo la ropa interior, al caminar me cruzaba con otras personas, me miraban, pero a nadie se le pasaba por la cabeza que yo acababa de ser comida por mi ano y mucho menos que había sido tan placentero.
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