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Categoría: Maduras

El baile con mi suegra

Llegamos como siempre atrasados con mi señora a buscar a su madre, para asistir al matrimonio de un primo de ella. Casi corriendo llegamos a la casa de mi suegra la que afortunadamente estaba lista. Al ver a mi suegra vestida así, con su traje de fiesta, me causó una gran impresión. A sus 55 años, viuda hace tiempo, mi suegra se veía realmente exquisita. Quizás a muchos no le gustaría una mujer de esa edad, baja, un poco gordita, con las arrugas correspondientes a su edad, pero la verdad es que a mi, aun teniendo una mujer muy bella y escultural, mi suegra siempre me llamó siempre la atención.



 



Esa noche usaba un vestido de fiesta de color azul, con algunas lentejuelas y un muy generoso escote. A mi siempre me había atraído las tetas de mi suegra y esa noche, ese escote las mostraba mas que de costumbre. La conversación en el auto fue en base a su vestido. Mi suegra comentaba con mi señora que hacía años que no se colocaba ese vestido, y que sentía gorda, que apenas había caído en este Yo por mi parte, como buen yerno, le dije que le quedaba muy bien.



 



Llegamos a la iglesia y luego nos fuimos a un elegante local, donde se haría la celebración. Ya desde la casa mi señora estaba con dolor de cabeza y luego de la comida, no quiso bailar. Para mi no fue problema, ya que con sus primas teníamos muy buena onda, a si que me dediqué a bailar con ellas toda la noche. A lo lejos, mi mirada se fijaba en mi suegra, con su traje azul y su generoso escote, mientras conversaba junto a mi esposa, con unos parientes. Encontré la oportunidad de sacar a bailar a mi suegra, a petición de una de las primas. Mi suegra que era muy juvenil, a pesar de su edad, era una mujer muy juvenil y le encantaba pasarlo bien, por lo que aceptó encantada. Mientras los bailábamos, disimuladamente me fijaba en sus hermosos y grandes pechos, que apenas era contenidos en su vestido. A cada rato, mi suegra se acomodaba su este, haciendo risa de que en cualquier momento se le escaparía uno de sus pechos. Para mi, hubiese sido el cielo, pero lamentablemente no ocurrió.



 



Cuando mi suegra se cansó, nos acercamos a la mesa donde estaba mi señora y ella me pidió que por favor la fuera a dejar, ya que el dolor de cabeza no lo soportaba. Mi suegra se preparaba también a marcharse con nosotros, cuando mi señora le dijo que no se marchara, que yo seguramente volvería a la fiesta. Yo también la convencí que no se fuera, que yo dejaría a Claudia y que volvería, para quedarme un rato más y que luego yo la pasaría a dejar. Mi suegra estuvo de acuerdo y se quedó a la espera de que yo volviera. En pocos minutos, fui a dejar a mi señora y volví a la fiesta. Al entrar busque a mi suegra y la encontré bailando con uno de sus hermanos. Miraba sentado en una mesa, como su voluminoso cuerpo se movía al compás de la música. Efectivamente el vestido le quedaba muy ajustado, haciendo notar más sus anchas caderas, que mis ojos no perdían de vista.



 



Al rato ellos pararon y se acercaron a la misma mesa en que estaba yo. Inmediatamente le serví un trago a mi suegra, la que me sorprendió cuando me pidió un cigarro. Nunca había visto fumar a mi suegra, y me confesó que ella solo fumaba en ocasiones muy especiales. También me di cuenta que sus movimientos eran un poco distintos y al charlar un poco mas con ella también me confesó que los tragos ya estaban haciendo efecto.



La música no paraba y comenzaron las salsas Sin pedirle permiso, me levanté y la tome de la mano dirigiéndonos a la pista. El tipo de baile, me permitió tomarla de la cintura y apoyarle mi cuerpo. En ocasiones la daba vuelta y la tomaba de la cintura, apoyando toda mi virilidad en su gran trasero, que al compás de la música, se movía causándome un exquisito placer. Cada vez que podía, me conseguía un trago y la hacia beber mas y mas. Al rato, sus movimientos se hicieron mas torpes y en un par de ocasiones se afirmó de mí para no resbalarse. Me confesó al oído, por la gran bulla que había en el local, que se había mareado. Yo le dije que no se preocupara, que todos estaban así y negándome a su petición de ir a sentarnos seguimos bailando, Ya casi todos los bailes los hicimos abrazados, ya que realmente estaba mareada. Sus sobrinas la molestaban en broma diciéndole que se le estaba pasando la mano con su yerno, y aconsejándome a mi que tuviese cuidado con mi suegra, ya que hace mucho tiempo que no tenía acción. Ambos nos reíamos y bromeábamos que de ahí no nos iríamos directo a la casa. Para mí, la broma, fuera de ser fuera de ser un broma, me parecía una excelente idea. Ya mi suegra no resistió más y casi me obligó a sentarnos. En el trayecto a la mesa, ella no se soltaba de mi brazo, por miedo a caerse. Me pidió que nos fuéramos, ya que realmente se había mareado. Le dije que me dejara fumarme mi último cigarro y que de ahí nos marcharíamos. Ella accedió. Le ofrecí un cigarro y sorprendentemente ella me lo aceptó. Bebimos el último trago y casi no se podía levantar. Le dije que no se preocupara, que se afirmara de mi brazo, que solo nos despidiéramos de los papas de los novios. Afortunadamente ellos estaban al lado de la puerta, por lo que no tuvimos que desviarnos mucho de la puerta. La madre del novio, casi en secreto, riéndose, me dijo que se notaba que a mi suegra se le había pasado los tragos. También a mi se me notaba un poco bebido y me preguntó si estaba en condiciones de manejar. Le dije que no se preocupar y luego de despedirnos, nos marchamos.



 



Salimos del local y mi suegra presentaba un gran estado de ebriedad. Sus palabras se enredaban un poco, y su brazo completamente aferrado al mío. Nos subimos al auto y emprendimos el viaje a su casa. Traicioneramente le dije que abriera un poco la ventana para que tomara un poco de aire, y así despejarse. Los que toman en exceso, entenderán que eso del aire, es fatal, ya que aumenta aun más su estado.



 



En el trayecto me pidió que por favor parara, ya que no aguantaba las ganas de orinar y no alcanzaría a llegar a la casa. Me estacioné en una calle muy oscura, poco transitada, mas a esa hora, me pidió que la ayudara a bajar, me decía que aunque se moría de vergüenza orinar conmigo al lado, prefería eso a orinarse en el auto.



 



Sin ninguna vergüenza mi suegra se agachó, afirmada a mi mano, se bajó los calzones y levantándose un poco el vestido, lanzó un prominente chorro de orina. Al verla ahí, en cuclillas, orinando a mis pies, con una visión privilegiada de sus enromes pecho, me provocó una calentura que no puedo explicar y me aprovechándome de su estado, al ayudarla a pararse, no me contuve y le agarré descaradamente las nalgas. Mi suegra no pareció darse cuneta de mi osadía, y arreglándose el vestido, se volvió a subir al auto.



 



- Suegra, parece que se nos anduvo pasando un poco las copas



- Oh .. ni me digas, ¡estoy completamente mareada!



- Bueno, yo igual, aunque no tanto como usted



- ¿Pero estas bien como para seguir manejando?



- Si, no se preocupe … preocúpese de usted, por que a mi con trago, me baja el animal que llevo dentro



- Ja ja ja , las cosas que dices .. ya me veo contigo ja ja ja



- ¡Oiga, no se confié¡



- Que tanto … no creo que me hagas nada que no me hallan echo antes ja ja ja



- Ja ja ja



 



Con ese tipo de bromas llegamos a su departamento. Me bajé y le abrí la puerta. Mi suegra completamente borracha se apoyó de mí y balanceándose para todos lados, entramos al ascensor. Apenas comenzó a subir, el movimiento de este le hizo perder el equilibrio y tuve que abrasarla para que no se cayera. Casi la llevé arrastras por el pasillo hasta que llegamos a su departamento. Le pedí que me pasara las llaves pero mi suegra casi estaba dormida. No me contestó nada, a si que tuve que sacarle las llaves de su cartera, abrir la puerta, afirmándola para que no se cayera. Casi en brazos tuve que llevarla hasta su cuarto.



 



Sus palabras casi ni se le entendían, pero parece que me daba las gracias por ser tan buena persona y llevarla hasta ahí. Le dije que no se podía acostar vestida y ella misma se llevó la mano atrás y trato de bajarse el cierre de su vestido, pero con su estado, le fue imposible, a si que yo mismo se lo bajé. No podía dar crédito a lo que estaba haciendo con la madre de mi mujer. En su estado, perdiendo completamente el pudor mi suegra se sacaba el vestido, quedando en un conjunto de ropa interior azul que, aun sin ser muy sensual, me dejó estúpido. No alcance a ver mucho sus pechos, pero su descomunal culo se veía exquisito. Ella lo único que quería era acostarse y prácticamente cayó muerta a la cama. Me quedé unos minutos viéndola acostada de boca, con esos calzones que aun siendo grandes, se veían chicos conteniendo sus grandes nalgas. Aprovechándome de su estado, me senté a mi lado y le decía que se acostara bajo la ropa de cama. Pero mi suegra respiraba profundamente y ya no articulaba ninguna palabra. Parecía dormir. Le acariciaba su espalda desnuda, repitiéndole que se acostara bajo la ropa. Pero ella había perdido la conciencia y roncaba profundamente. Cada vez mis caricias en su espalda fueron alargándose, terminando acariciando descaradamente sus nalgas. Mi calentura ya no daba más y sin aguantar mas, le comencé a besar el culo. Mi suegra no decía nada, ni siquiera se movía, mientras mi lengua recorría completamente esas nalgas que me tenían loco hace rato, amasándolas descaradamente con mis manos.



 



Perdiendo completamente el control, me bajé los pantalones y sacando al aire mi miembro completamente duro, me monté sobre su espalda y lo comencé a frotar contra sus generosas carnes. Pensé que en cualquier momento mi suegra me detendría, pero los grados de alcohol en su cuerpo le impedían darse cuenta de la situación. Estaba completamente inconsciente y yo ya había traspasado todos los límites y perdiendo cualquier muestra de cordura, me levanté y me desnudé completamente para volver a montarme sobre ella, pero antes, bajándole con gran esfuerzo sus calzones que apenas pasaban por sus grandes carnes.



 



Ya con su culo al descubierto, y entregado completamente al placer, le separé las piernas. Mi suegra parecía un maniquí en mis manos, sin encontrar ninguna oposición de su parte.



 



Al verla ahí, de boca, con su culo completamente al aire, me sumergí entre sus nalgas y las besé completamente, jugando con mi lengua en la entrada de su hoyo, bajando hasta llegar a su sexo. Pero mi obsesión por mi suegra era sus tetas, tetas que hace años quería ver y tener en mis manos, en mi boca, chupar sus pezones. Muchas veces había imaginado como serian sus pezones y ahora estaba a punto de descifrar el misterio. A si que luego de desabrochar sus sostén por detrás, con gran esfuerzo, logré darla vuelta. Alcancé a escuchar que me decía "que es lo que estaba haciendo", pero sin contestarle le saque la última prenda que le quedaba.



 



Años de soñar con los pechos de mi suegra, al fin llegaba a su término. Apenas le saqué sus sostenes sus pechos se cayeron hacia los lados. Era descomunales, grandes, mucho mas grande de lo que había pensado. Apenas mi mano era capaz de tomarlos y sus pezones, tal cual como los había imaginado. Su piel blanca me decían que sería de color rosado, y efectivamente mi suegra tenía unos rosados y grandes pezones. Con mi suegra completamente desnuda, no aguanté ni un segundo y me los lleve a la boca para chuparlos desesperadamente. Mi suegra entre enredadas palabras me trataba de decir que no, pero ya a esa altura, no había marcha atrás.



 



No me aburría de chupar esos grandes pezones una y otra vez, fuertemente, mientras mi suegra poco a poco comenzaba a quejarse. Tomando mi verga en mi mano, la llevé a la entrada de su viejo sexo, que quizás hace cuantos años no recibía la visita de una dura verga. Sin piedad la metí en esa estrecha y húmeda cavidad, penetrándola hasta el fondo, una y otra vez, mientras mis manos abarcaban la totalidad de sus nalgas. Mi suegra entregada al placer, me abrazó y entregada al placer, casi me suplicaba que la penetrara más y más



 



Mucho rato la estuve penetrando de esa forma, viendo en su rostro, con lo ojos cerrados, años de abstinencia sexual llegaban a su fin. Todo su formalismo, su castidad, había quedado hecho trizas, entregada completamente a su yerno que la manoseaba entera, y la penetraba una y otra vez haciéndole sentir sensaciones olvidadas.



 



Nuevamente la di vuelta y separándole las piernas la volví a penetrar por detrás. La calentura no me dejaba pensar, e intenté metérsela por el culo, pero un gran grito de dolor, me hizo desistir, a si que volví a metérsela por donde debía.



 



Al poco rato mi suegra alcanzaba un tremendo orgasmo, quedando muerta, tendida desnuda de boca en la cama completamente exhausta, mientras su yerno no paraba de penetrarla. Al cabo de un buen rato no aguanté más y terminé descargándome dentro de ella.



 



Exhausto, con mi suegra desnuda bajo mí, completamente inconsciente, me levanté y me vestí. A duras penas logre ponerle su ropa de dormir, dándole los últimos agarrones y chupones a sus tetas. Dejándola acostada bajo su cama, apague la luz y me marche, pensando en que sucedería al otro día.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7.6
  • Votos: 5
  • Envios: 0
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