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Categoría: Maduras

El autoestopista

Me encontraba yo a la salida de Madrid, justo en la incorporación ala A-4con una bolsa de deporte y el dedo levantado, con  la esperanza de que alguna buena persona parase el coche y me llevase a casa.



No se como había terminado así, lo único que tenía claro es que un puente entero de fiesta con amigos, entrando en discotecas y haciendo botellón habían pasado factura a mi bolsillo y cuando me presente en Atocha para sacar el billete de tren apenas me quedaban ocho euros. ¡¡Amigos, para que os quiero!!



Las siete de la tarde ya y empezaba a anochecer, cada minuto que pasaba tenia mas asumido que tendría que pasar la noche en cualquier sitio bajo las estrellas tapadas por la contaminación. Me senté en mi bolsa a esterar porque ya apenas salían coches en dirección a Andalucía cuando pude ver como se acercaba un pedazo de mercedes gris plata, me puse en pie y levantándole el dedo… Paso de largo.



Yo: Joder. No va a parar nadie.



Me volví a sentar sin darme la vuelta cando escuche un par de pitorradas. Me gire y allí estaba el mercedes parado en el arcén con los intermitentes puestos.



Agarre mi bolsa y eche a correr en dirección al coche esperando encontrarme al típico tío gordo que se atreve a recoger autostopistas, pero me daba igual, por lo menos habían parado y yo tenia pensado hacer el viaje durmiendo. Cual fue mi sorpresa cuando me asome a la ventanilla y vi a una mujer de unos 45 años, rubia con el pelo ondulado, bastante elegante, con un traje negro con minifalda, medias y una blusa blanca con algo de escote.



Yo: Me a tocado e gordo.



Pensé par mí cuando pude verla bien. Por lo meno se me amenizaría un  poco el viaje con las vistas de una madurita atractiva. Bajo la ventanilla y se agacho un poco para verme bien, yo me asome dentro, tenia justo delante de mi ese escote que dejaba ver un buen par de airbags.



Ella: ¿A dónde vas? Chico.



Yo: Voy para Jaén, pero me conformo con que me acerques lo más posible a Despeñaperros.



Ella: Vas a tener suerte, yo voy para Málaga. Vamos sube.



Yo: Muchas gracias.



Metí mi bolsa en el maletero y subí al coche, ella emprendió la marcha y durante un rato estuvimos en silencio, pero poco a poco se fue rompiendo el hielo. Me conto que era representante y que había pasado la semana trabajando en Madrid y que ya iba para casa. A demás me conto que estaba divorciada de un cabrón que le ponía los cuernos desde hace un par de años y que desde entonces no había tenido pareja, solo rollos.



Estábamos ya llegando a casa, eran sobre las doce de la noche y se la notaba cansada.



Yo: Bueno y tú ¿Qué vas a hacer ahora?



Ella: pues seguiré mi camino para Málaga.



Yo: Pero para eso te quedan por lo menos otras cuatro horas y ya es tarde.



Ella: ¿Qué le vamos a hacer?



Yo: ¿Mañana trabajas?



Ella: No, creo que voy a tomarme un par de días de descanso.



Yo: Pues ¿Por qué no te quedas en mi casa? Y mañana te vas cuando hayas descansado.



Ella: Que va. No quiero ser molestia.



Yo: Si a mí no me molestas. Decidido, esta noche te quedas en mi casa.



Ella asintió con la cabeza y yo había conseguido meterla en mi casa, ahora solo me quedaba seducirla.



Cuando llegamos y aparco el coche saque las cosas del maletero. Cuando salió del coche y se puso de pie pude ver su cuerpo, estaba buenísima y a mi cada vez me ponía mas cachondo. Subimos a casa y yo como buen caballero le ofrecí mi dormitorio para que durmiera y lo haría en el sofá.



Cenamos algo ligerito y charlamos un rato mientras nos tomábamos unas copas de whisky. Tras un par de ellas ya empezó a hablar más de la cuenta.



Ella: Pff… se me está subiendo un poco a la cabeza.



Yo: Ten cuidado, no vaya a ser que te emborraches y me aproveche de ti.



Soltó una carcajada.



Ella: Serias capaz de aprovecharte de una mujer indefensa.



Yo: No lo sé. Tu por si acaso no me pongas a prueba, porque con ese cuerpo que tienes no te puedo prometer nada.



Ella: A sí ¿Te gusta mi cuerpo?



Yo: Bastante. Si me lo permites… Estas buenísima.



Ella: Vaya, gracias, tu tampoco estas mal. Pero no me digas esas cosas que sabes que llevo un tiempo a dos velas.



Yo: eso intento.



Ella: ¿A sí? ¿Te gustaría hacerlo con una madurita como yo?



Me dijo mientras se desabrochaba un botón de la blusa.



Yo: Claro que me gustaría, estoy arto de niñatas que ni siquiera saben chuparla bien.



Ella: Claro que si, para hacer una buena mamada hay que haber comido muchas pollas.



Yo: ¿Tú sabes hacerlas bien?



Ella: Creo que la conversación está subiendo de tono. Voy a ir a ponerme cómoda y luego si me despejo un poco vengo.



Se levanto y se fue dejándome con el calentón y pensando que había dejado pasar la oportunidad. Me termine la copa, me puse el pijama y me tumbe en el sofá dispuesto a dormir. Escuchaba la ducha de fondo y me la imaginaba allí, desnuda.



Cuando deje de escuchar la ducha hice el intento de dormirme. Pasaron un par de minutos y escuche una voz que me llamaba.



Ella: ¿Puedes venir? Por favor.



Me levante y fui en dirección al dormitorio. Cuando entre me la encontré tirada en la cama con sus medias negras, su liguero y un conjuntito de sujetador y tanga minúsculo rojo. Se mordía un labio mientras se frotaba el cuerpo con las manos.



Ella: ¿Te gusta lo que ves?



Yo: Me encanta



Ella: ¿Dónde dejamos nuestra conversación?



Yo: En que si sabias hacer buenas mamadas.



Ella: Bueno. ¿Te lo puedo demostrar?



Yo: A delante.



Ella se bajo de la cama sin dejar de mirarme a los ojos y poniéndose de rodillas delante de mi me bajo el pantalón del pijama. Ya tenía la polla durísima y en cuanto me la saco, la agarro con la mano



Ella: Dios. Es enorme. Estoy desenado metérmela en la boca.



Empezó a lamerla de arriba abajo y  mientras me hacia una paja empezó a chupar la punta y a dar lametones en el frenillo. Después se la metió en la boca, primero un poco y luego entera, hasta el fondo, chupándola una y otra vez. Cada vez con más fuerza. Se la metía hasta el fondo y aguantándola dentro movía su lengua y me la succionaba.



Ella: ¿Te gusta cómo te la chupo?



Yo: Lo haces genial



Ella: Pues ahora te toca a ti. Quiero que me comas el coño.



Se incorporo y se bajo ese tanga minúsculo que tenia, entonces se sentó en el borde de la cama y abrió las piernas dejándome ver un coño completamente depilado. Se lo tocaba con el dedo mientras me decía.



Ella: Ven aquí mi niño, te estoy esperando.



Me arrodille delante de la cama y metí mi cabeza entre sus piernas, empecé a lamerle los labios y luego el clítoris. Lo tenía muy húmedo. Se lo lamia cada vez más rápido haciendo movimientos con la lengua y metiéndosela dentro de su vagina. Me agarro la cabeza y mientras le lamia el clítoris le metí dos dedos dentro del coño y empecé a masturbarla. Ella gemía mientras la tocaba.



Ella: Joder que bien lo haces. Como sigas así voy a correrme.



Yo: me encanta tu coño.



Ella: Ahora cómeme las tetas.



Se desabrocho el sujetador dejando a la vista dos tetas enormes con los pezones tiesos. Yo me iba levantando poco a poco y mientras lo hacía iba lamiéndole la barriga, el ombligo y la parte de entre las tetas, cuando puse mi cabeza entre ellas se las agarro con las manos para frotarlas contra mi cabeza. Nos tumbamos en la cama y mientras me metía uno de sus pezones en la boca le magreaba la otra teta con la mano, dándole tirones del pezón y con la otra la masturbaba.



Después me coloque encima de ella y le puse la polla entre las tetas apretándoselas con las manos. Se las movía arriba y abajo haciéndome una cubana y ella levanto su cabeza, le follaba las tetas y cada vez que le daba una embestida se la metía en la boca.



Ella: Ahora follame mi niño. Follame el coño.



Me tumbe boca arriba en la cama y ella se puso de cuclillas encima de mí, me agarro la polla y se la metió hasta el fondo, escampándosele un pequeño gemido. Se apoyo en mi pecho y comenzó a hacer sentadillas metiéndosela y sacándosela entera. Yo veía como le botaban las tetas, se las agarre apretándoselas con las manos. Ella seguía follandose el coño.



Yo: Ponte a cuatro patas.



Ella: ¿Qué vas a hacerme? Mi niño.



Yo: ¿Alguna vez te han follado el culo?



Ella: Joder, creí que no me lo pedirías nunca.



Le di un par de azotes en el culo y se la metí hasta el fondo, dio un pequeño grito entre placer y dolor mientras yo le follaba su culito. Ella empezó a masturbarse, yo seguía envistiéndola mientras gemía cada vez más fuerte. Se la saque del culo y empecé a follarle el coño cambiando de ritmo, unas veces más fuerte, otras más despacio. Ella se tumbo boca arriba sin sacarse mi polla del coño.



Ella: Joder Si… Sigue follandome.



Yo obedecí, pero esta vez no cambie de ritmo, me la follaba todo lo fuerte que podía mientras escuchaba sus gritos de placer y el cabecero de la cama dar golpes hasta que se agarro de las tetas, apretó sus piernas y se corrió en un orgasmo largo e intenso.



Ella: joder….



Yo: Aun no he terminado de follarte mamita.



Ella: Dámelo todo, quiero ver a que sabe.



Ella se puso a cuatro patas y yo me coloque delante de ella, de rodillas, le metí la polla en la boca y agarrándole el pelo empecé a follarsela sin que ella pudiera moverse. Se la metía hasta el fondo y cuando ya no pude aguantar más me corrí en su boca. Jamás me había corrido tanto cono esa noche, la llene toda la boca y luego ella se lo trago.



Después de eso dormimos los dos en la cama hasta que amaneció. Ella se vistió e hizo su maleta. Yo me desperté también.



Yo: ¿Ya te vas?



Ella: Si, tengo que llegar hasta Málaga.



Yo: Bueno quédate a desayunar por lo menos.



Ella: No. Me tengo que ir. Pero dame tu numero, así cuando trabaje por aquí cerca no tendré que pagar un hotel y tu podrás cobrarte en carne.



Yo: Me parece justo.



Después de eso ella se fue y yo me quede deseando que pronto regresara a trabajar a mi ciudad.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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