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El ansiado viaje

Desde siempre he sentido atracción tanto por mujeres como por hombres, pero este comportamiento bisexual lo he mantenido en extremo secreto, aun así, he estado con casi tantos hombres como con mujeres, aunque mi deseo de un cuerpo masculino con quien liberar mi energía sexual se había desbordado últimamente; me gusta hacerme llamar Sergio, tengo 21 años, soy moreno, ojos oscuros, de estatura y complexión normal, vivo en Bogotá, Colombia. Lo que voy a relatar comenzó un día cuando entre a una página de cibersexo en la cual aparece alguien aleatorio en la pantalla y si te gusta le escribes, si no, le das siguiente; había entrado antes y me gustaba lo que se podía ver y hacer allí; cuando entre vi varios tipos, nada importante, hasta que apareció un muchacho de mi país que me llamo la atención, moreno, de gafas, con pinta de ser serio y varonil, como me gustan los hombres, nada de plumas; empezamos a hablar, dijo que tenía 21 años también y que vivía en Manizales, una ciudad a más o menos 400 km de Bogotá, al principio buscaba lo de siempre, alguien con quien compartir una paja; hablamos un rato de cosas que nos gustaba hacer respecto al sexo, pero también hablamos sobre cosas que no tenían que ver con lo sexual, cosa que me agrada hacer; luego de chatear un buen rato y de subirse la temperatura, intercambiamos usuarios de Skype para seguir hablando allí.

La conversación por Skype ya se volvió mucho más sexual, los dos ya queríamos masturbarnos contemplando al otro; siento un gran fetiche por la ropa interior y jugamos a desvestirnos por la cam, vi que tenía un buen cuerpo y cuando quedo en boxers sentía una excitación aun mayor, tenía un buen bulto, cuando se los quito observe su verga, gruesa y muy apetecible, nos hicimos una rica paja y después de venirnos quedamos de ir a limpiarnos para luego seguir hablando, esto no lo había hecho antes, pero no sentí tanta extrañeza de hacerlo como pensaba, el (quien tenía como nombre en Skype Sebastián) me había parecido una persona muy agradable, además de guapo.

Ya estando libres de la carnalidad y la lívido hablamos de cosas mucho más personales, cosas que incluso no le había contado a nadie, tras hablar mucho y de muchas cosas quedamos de conectarnos al otro día, me sentía extraño de volver a hablar con alguien que había conocido en esa página de cibersexo, pero el haberle contado tantas cosas que simplemente no podía contarle a nadie más me hacía sentir mucho mejor conmigo mismo, me permitía liberar mi mente e incluso mi alma de muchas cargas que me llegaban a atormentar.

La segunda vez que hablamos solo hicimos eso, hablar, sin nada de paja, pero si algo de “coqueteo” con gestos, movimientos y toqueteos, esa segunda vez el vínculo comenzó a crecer aún más, convirtiéndose en una interesante amistad, sin ninguna otra clase de sentimientos involucrados, haciendo que quedáramos de hablar por tercera vez, y eso llevo a una cuarta y así sucesivamente.

Durante las muchas veces que me conectaba a hablar con Sebastián, obviamente nos hicimos también muchas pajas, por esos días tenía mi lívido al tope, me encantaba su cuerpo, sus gestos, la supuesta inocencia que pretendía demostrar, ya que él me decía que él era inocente (lo que en parte era cierto, puesto que me había dicho que solo tuvo un par de experiencias sexuales con hombres) y que yo era un pervertido a causa de mi fetiche con la ropa interior, lo que me parecía aún más divertido y excitante; ninguna de las veces en que hacíamos la video llamada me cansaba de verlo tocarse y masturbarse, él iba al gimnasio y se notaba; pero además de esas sesiones de cibersexo, el llegar a compartir en nuestras charlas tantas cosas sobre la vida de cada uno: anhelos, sueños, gustos, frustraciones, recuerdos alegres y dolorosos, además de nuestros nombres reales y datos de contacto más allá de Skype (cosa que fue muy difícil para mí, ya que soy extremadamente reservado con respecto a mi bisexualidad). Todas estas cosas hicieron que llegara el momento en que pactamos que debíamos vernos en persona, acordamos una fecha tentativa de más o menos un mes y una ciudad intermedia entre Bogotá y Manizales para el encuentro, la ansiedad que teníamos por estar frente a frente se hizo cada vez mayor, además el viaje llego a aplazarse varias veces debido a compromisos de cada uno, pero tras superar estos inconvenientes por fin todo estaba listo y acordado, el gran día llego.

Me sentía muy nervioso por ir a encontrarme con “Sebastián”, durante el viaje muchas cosas vinieron a mi mente, sentía nervios, incluso algo de miedo, jamás había hecho algo así, además ya que soy completamente del closet tuve que mentir a mi familia y amigos sobre dónde y con quien iba a estar durante los días en que estaría fuera de la ciudad; el viaje se me hizo muy largo debido a la mezcla de emociones que tenía en mi cabeza, cuando por fin llegue lo llame para saber dónde estaba, el aún se encontraba viajando, espere por alrededor de 30 minutos en el terminal hasta que por fin llego, como lo estaba esperando a un lado de la entrada de la plataforma de llegada, era difícil que él me viera,  por lo que cuando lo vi llegar él no me vio a mi inmediatamente, me di cuenta de que él era aún más alto y acuerpado de lo que se veía por Skype, incluso hasta más guapo, un vez me vio nos saludamos con un apretón de manos que me llenó de aun más nervios y por lo que vi a él también, podía sentirse la mezcla de emociones que cada uno tenía en su interior, además de la inevitable tensión sexual producto de tanta espera y ansias de vernos por fin en persona.

Fuimos a buscar un restaurante para almorzar, mientras hacíamos esto cruzamos muy pocas palabras, producto del nerviosismo que sentíamos por lo que sabíamos que habría de ocurrir, almorzamos y luego fuimos a conseguir un hotel, el plan era dejar las maletas allí e ir a dar una vuelta por la ciudad y conocerla, ya que ninguno de los dos había estado antes allí, pero cuando ya estábamos en la habitación e íbamos a salir, le dije:

—¿Vamos?

Él sonrió y me dijo con mucho nerviosismo y a la vez seguridad:

—¿Y de lo otro qué?

Tras decirme eso se recostó y dejo expuesto su bulto, que se veía muy apetecible sobre un jean, hacía mucho que no estaba con otro hombre así que mi nerviosismo natural se convirtió en un fuerte y excitante escalofrió que me puso el corazón a mil, inmediatamente le agarre el paquete y sentí un gran bulto que estaba en plano crecimiento y le dije con un gran deseo y morbo:

—¿Sabe hace cuanto no cogía una verga?

Él sonrió y yo seguí acariciándolo, tome su mano y la puse en mi pecho para que sintiera como mi corazón parecía que fuera a estallar, luego el acerco su mano a mi bulto que ya estaba casi completamente erecto, le desabroche el cinturón y el pantalón, ahí pude ver que traía puestos los slips que le había visto muchas veces por el chat, eso aumentó más mi excitación, ya que sabía que se los había puesto para mí, le baje los pantalones a los tobillos y el hizo lo mismo conmigo, yo traía unos boxers blancos que compre exclusivamente para verme con él, mi gusto por la ropa interior también se había convertido en su gusto también; continúe cogiendo ese pene grande y grueso que ya estaba completamente erecto y lo saque por un lado del calzoncillo, definitivamente era más grande de lo que imaginaba, ufff me encanto esa verga aún más, empecé a chuparlo de forma incontrolable, me encantaba su sabor, su calor, su grosor, era un completo deleite para mi boca; lo mamaba mientras veía su cara de placer, cosa que me excitaba aún más. Tras un rato de disfrutarla me quede quieto con su verga dentro de mi boca y le hice señas para que fuera el quien dirigiera el movimiento, tomo mi cabeza y empezó a moverla para usarme como si fuera un instrumento de masturbación, esto me encantaba demasiado, estuvimos un par de minutos así cuando llego mi turno de disfrutar del sexo oral, me recosté en la cama y el bajo mis boxers a la altura de las rodillas, contemplo mi verga por un momento con una expresión de morbo por chuparlo hasta que se lo metió en la boca, me encantaba el calor de su boca y la dedicación con que lo hacía, esa mamada espectacular empezó a descontrolar mi ser, lo agarre de la cabeza y empecé a mover mis caderas como si le follara la boca, una completa delicia; él se la saco de la boca y se me acerco para darme un beso, siempre fui muy cerrado a besar a otros hombres, lo había hecho raras veces, pero fue inevitable no corresponderle, al principio suavemente, luego de forma más intensa, jugando con nuestros labios y lenguas mientras nos tocábamos uno al otro aún más fuerte, tanto roce nos forzó a desnudamos por completo; nos ubicamos sentados en medio de la cama frente a frente besándonos y masturbándonos uno al otro, acariciando nuestros cuerpos de forma aún más fuerte de lo posible, agresiva y excitantemente, todo esto ya me tenía a mil y llego el momento en que no quería soportar más y me recosté para que el aumentara el ritmo con que me masturbaba, fue así que sentí como los chorros salían de mi pene e inundaban su pecho y el mío, tras el increíble orgasmo que me dio, tome su pene e hice lo mismo que el hizo conmigo, cuando derramo su leche, en medio de gemidos y contracciones involuntarias causadas por el placer, la mayoría de ella cayo en mi mano, era caliente y espesa; nos seguimos besando y luego nos fuimos a bañar juntos, tras estar limpios del resultado de nuestra excitación y lívido acumuladas desde hacía mucho tiempo, con la satisfacción de haber hecho realidad lo que desde hacía ya un par de meses deseábamos enormemente, nos vestimos y salimos a conocer la ciudad, sabiendo que lo que había pasado era solo el comienzo, aún faltaban muchas cosas que deseábamos con ansias hacer, pero habíamos acordado desde antes que la primera vez iríamos suave, ya que a él nunca le habían metido una verga, su culito era virgen!  Y la idea de desvirgarlo me fascinaba, lo que sucedió al volver al hotel en la noche lo contare en otro relato…

Datos del Relato
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