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Categoría: Incestos

El Amor Todo lo Puede

Claudia era la chica más gorda de toda la escuela, todos se burlaban de ella por su extremada gordura, excepto yo, que siempre sentía que algo en ella me llamaba la atención, pero cuando trataba de definir que era lo que de ella me llamaba la atención nunca podía hacerlo. Nunca me uní al grupo de los que acostumbraban a gastarle bromas de mal gusto, por el contrario siempre me mostraba amable y la ayudaba en todo lo que estuviese a mi alcance.
En la fiesta de graduación nadie quiso ser su compañero de baile, sólo encontró mi mano tendida esperando por ella. La acompañé durante toda la noche y bailamos cuantos ritmos ponían, a pesar de su gordura bailaba bastante bien y sus movimientos eran muy ágiles, nunca faltó quien se burlara de nosotros, pero al vernos bailar, hubo cambios de opiniones en algunos amigos, hasta llegaron a elogiarnos en alguna que otra oportunidad.
Ambos habíamos cumplido 22 años y mientras platicábamos Claudia me confesó que nunca había tenido novio, que desde pequeña todos lo que hacían era burlarse de ella. En un descanso que dieron al baile salimos a la terraza a tomar un poco de aire, las palabras de Claudia siempre se mezclaban con alguna que otra lágrima contándome como había sido su vida, atentamente pasaba mi mano por sus mejillas y le secaba las lágrimas.
En la terraza continuamos platicando y sin proponérmelo me acerqué tanto a ella que cuando me vine a dar de cuentas casi nuestras caras estaban unidas. Del rostro y el cuello de Claudia emanaba un exquisito olor a perfume, por lo que acerqué un poco más ni nariz a su cuello para olfatearla mejor, ella casi asustada giró su cabeza y como por arte de magia nuestras bocas se encontraron en un leve roce. --¿Qué haces?--, -dijo Claudia- … --¡nada….nada… -dije medio nervioso- … solamente quería sentir de cerca ese exquisito olor que tienes. –Te confieso que de pronto me asustaste—, seguidamente me dio una conferencia sobre el perfume que utilizaba, de donde provenía, etc., etc., etc., y ahora con su consentimiento me hizo señas para que me acercase y la oliera de cerca, en el cuello.
Comencé a disfrutar de aquel exquisito olor, pero la tentación pudo más que mi razón y comencé a besar aquel delicioso cuello hasta llegar a sus orejitas. Sentí como Claudia se estremecía como alcanzada por corrientazos. Decidí ser un poco más audaz y tomando su carita entre mis manos di un largo beso en sus jugosos y vírgenes labios. De lo que esperaba obtener un poco de alegría solamente logré que los ojos de Claudia se llenaran esta vez de gruesas lágrimas y fuertes sollozos.
Sin poder impedirlo Claudia salió corriendo y se me perdió entre los asistentes a la graduación.
Al día siguiente me presenté en su casa para tratar de darle una explicación, su mamá me abrió la puerta y después de las presentaciones de rigor le dije que necesitaba ver a Claudia. Ella muy dispuesta fue en su búsqueda y al rato volvió con la excusa de que no podría atenderme porque le dolía mucho la cabeza y no quería salir de su cuarto.
Tres días estuve yendo en busca de Claudia y solamente obtenía excusas y pretextos, nunca salía a recibirme ni me daba la cara. No me quedaba otra opción que ponerme a vigilarla y esperar que saliese de su casa para poder conversar con ella. Dos días en aquella vigilia me tenían ya bastante aburrido y al borde de la desesperación. Se me ocurrió entonces hablar con otra chica que estuvo con nosotros en la escuela y que la llamase para que fuese a verla su casa porque estaba enferma. La idea salió a pedir de boca, no había ni transcurrido una hora de la llamada cuando Claudia, muy bien arregladita salió de su casa. Apenas había doblado la esquina la intercepté tomándola por un brazo y obligándola a detenerse, me dijo que estaba apurada pues una amiga enferma la esperaba. Le conté que todo había sido un invento mío para poder verla y hablar con ella y nuevamente comenzó a llorar.
--Por favor…no seas uno más en la lista de los que se burlan de mi—, --siempre te he tenido un gran afecto y no quiero que las cosas entre nosotros se echen a perder—, sin darle tiempo a nada volví a besar su boca como aquella noche, pero esta vez sentí que era aceptado y mi cara fue apretada por sus manos como para que no me despegase de ella. --¿quieres ser mi novia?—, le propuse antes de que pudiera reponerse de la sorpresa… --¿lo dices en serio?—, --¡Claro que estoy hablando en serio!—.
Tomándome del brazo regresamos por el camino ya transitado y en pocos minutos nos encontrábamos frente a la puerta de su casa. Nos recibió su mamá y saltando sobre ella y dándole un beso de contenta me presentó como su novio, dándome aquello una gran sorpresa que no esperaba. La mamá de invitó a pasar y me dio un beso a modo de bienvenida, nos acomodamos en la sala frente a la tele y no tardó en que nos trajese algo de merendar.
Cada día iba a visitarla y en realidad no sabían como colmarme de atenciones y hacían todo lo posible porque me sintiese bien y a gusto. Cuando salían a algún lugar de visita, a comer, a pasear, etc., yo siempre estaba presente, nunca olvidaban un detalle respecto a mi. Comprendo que en parte se encontraban agradecidas, de cierta forma, pues en los 21 años que tenía su hija yo era su primer novio.
No quiero se vayan a llevar la idea de que Claudia, a pesar de su gordura era una chica aborrecible, cierto es que tenía unos kilos de más y desentonaba con el resto de las chicas de la escuela que siempre luchaban por mantenerse en forma excelente, su cara y no es porque ella me gustara, era muy linda, con unos labios pulposos y unos ojazos azules preciosos, naricita fina y respingada, senos no muy grandes, una cintura adecuada y bien formada a pesar de sus libras, salientes caderas y un par de nalgas estupendas, apoyadas sobre unas piernas muy bien torneadas y unos piecesitos bastante pequeños. Nada… que de rebajar unos 10 o 12 kilos y tomar un peso acorde a su edad y estatura, sería una verdadera diosa, sus modales extremadamente finos y educados por provenir de una familia bastante reconocida e intelectual, en sentido general “mi gordita” era una joya, a fin de cuentas, para mi gusto estaba bien así y más que por su físico me llamaban más la atención sus valores.
Con exceso consumía dulces, refrescos, galletas, helados, etc., lo cual motivaba el sobrepeso que tenía. Me tracé un plan y con su aprobación y el beneplácito de su madre lo llevamos a cabo, en lo adelante no más dulces, ni helados y esas cosas que engordan y cada tarde me acompañaba al gimnasio y hacíamos ejercicios. Al cabo de cuatro meses ya Claudia era otra una bella figura iba apareciendo en hasta entonces aquel robusto cuerpo. Mis relaciones con ella eran cada vez mejores, pero no pasábamos de aquellas usuales entre novios que se respetan mucho, besos, alguna que otra caricia, pero sin pasar los límites. En varias oportunidades ella se me había insinuado, pero no deseaba echar a perder aquella cosa tan linda que existía entre nosotros, ya se hablaba hasta de matrimonio entre mis padres y los de Claudia.
En el verano fuimos de vacaciones para una casa que los padres tienen en la costa, una casa espléndida y con todas las comodidades que una persona pueda desear e imaginar, junto a ella le habían construido otra a Claudia, que aunque de menor tamaño, contaba con las mismas comodidades, incluida una pequeña piscina en el patio. La casa principal contaba con tres habitaciones, así que los padres de Claudia ocuparon una de ellas, yo otra y Claudia la otra, llegado el fin de semana comenzaron a aparecer familiares, el tío de Claudia con su esposa, y más tarde mis padres, casi por obligación nos vimos desalojados de las habitaciones que ocupábamos y con cierta pena los padres de Claudia, nos dijeron que fuésemos para la otra casita, pues tenía dos cuartos y estaríamos bien, eso demostraba absoluta confianza en mi forma de ser y actuar, por lo que me puse muy orgulloso de su confianza.
Después de almorzar quise ir a tomar una siesta, pero Claudia prefirió tomar un poco de sol en la piscina. Apenas pude dormir por el calor, decidí entonces ir hacerle compañía a Claudia y de paso darme un buen chapuzón para refrescarme. Cuando salí al patio quedé inmóvil… allí, sobre una toalla estaba tendida Claudia con una diminuta tanga y sus teticas al sol…si me hubiesen visto en aquel momento me creerían una estatua, mis ojos no daba crédito a lo que veían, que hermosa mujer estaba allí recostada, que cuerpo tan deslumbrante, una piel tersa, suave y de un rosado que por los efectos del sol iba tornándose rojizo pálido.
Mi vista recorría su cuerpo una y otra vez sin poder pronunciar palabra alguna. Traté en dos oportunidades de decirle algo, pero solo alcanzaba balbucear cosas que ni yo mismo entendía. Quizás por su complejo de gordura Claudia siempre utilizaba ropas bastante amplias, por eso nunca me había percatado en detalle del cuerpo que tenía, sobre eso, los meses de dieta y ejercicios también habían surtido su efecto. Tratando de comprobar lo que mis ojos veían, lentamente me acerqué un poco más, pero fue lo suficiente como para que Claudia se percatara de mi presencia. Tomando una pequeña toalla que tenía a su lado se cubrió los senos y me hizo señas para que me acostase al lado suyo.
Pensé en aquel momento que no era correcto hacerlo, pero en fin de cuentas éramos novios y nada malo hacíamos con eso. La casita quedaba separada por la otra por una cerca de piedras y arbustos bastante alta y la única entrada era una puerta de madera muy bien trabajada y que tenía puesto su cierre, por lo que para entrar debían llamar primero. Decidí entonces acostarme a su lado y nada más su delicada piel hizo contacto con la mía a la altura de los muslos, sentí el fogaje que despedía por el baño de sol que estaba tomando. Muy delicadamente le di un beso en su boquita y me recosté sobre mis espaldas a tomar el sol.
Ya nuestros cuerpos habían alcanzado la misma temperatura y el roce con su muslo, más que accidental yo lo hacía de manera intencional, pues me agradaba mucho aquel contacto con ella. Haciendo un giro y volteándose hacia mí subió una de sus piernas sobra las mías buscando acomodarse entre ellas, al girar la pequeña toalla que la cubría cayó y nuevamente a mi vista estaban aquellas lindas teticas coronadas con hermosos pezones de un rosado muy intenso. Mientras la contemplaba pudo apreciar como aquellos pezones iban irguiéndose y las tetas poniéndose cada vez más firmes. Era una señal de que Claudia se estaba excitando al sentir el roce con mi cuerpo. Cada vez trataba de pegarse más y más a mí hasta que no quedó ni un milímetro de espacio entre nosotros. Sin proponérmelo una tienda de campaña se levantó en aquel lugar, pues mi verga se había ido endureciendo y por la posición que tenía levantaba el short.
Para que Claudia no se percatara de ello comencé a besarla y acariciarla, pero en uno de los movimientos que hizo, tropezó con mi verga y soltó una leve risa, después su mano fue directamente hacia ella y la palpaba en toda su extensión, poniéndome aún más excitado. De pronto encontré una buena excusa para terminar con aquel peligroso juego, y sin darle tiempo a nada le crucé por encima y me lancé al agua, el contraste del calor del sol y la frescura del agua hizo que me relajara y mi verga comenzó a ceder. Claudia se sentó en el borde de la piscina y contemplaba como yo nadaba de un lugar a otro, más que por hacer ejercicios, para extraer de mi mente aquella situación de minutos antes.
No me cansaba de contemplarla una y otra vez y como se había realizado el milagro de la transformación en aquella hermosa chica. Lanzándose al agua nadó junto a mí un buen rato, pero ya el deseo se iba apoderando de nosotros. Cuando me detuve en una de las esquinas de la piscina para descansar un poco, ella se me acercó y me abrazaba fuertemente y sus besos eran cada vez más apasionados, sus piernas que hasta el momento se encontraban apoyadas en el fondo de la alberca se levantaron y rodearon mi cuerpo por la cintura. Como no estoy hecho de madera ni de hierro, al sentir nuevamente el contacto de su cuerpo mi verga comenzó a erguirse, esta vez chocando contra ella, que desde el primer instante se percató de lo que estaba sucediendo.
Desatando aquel nudo en que nos habíamos convertido y pensando yo que terminaría mi suplicio, se zambulló y bajándome el short de un tirón que no esperaba se apoderó de mi verga, la besaba y chupaba una y otra vez, hasta que se agotó el aire de sus pulmones y tuvo que salir nuevamente a la superficie. Traté de subirme el short nuevamente pero ella lo impedía, pues estaba parada justamente encima de él y dándome un empujón muy hábil terminó de sacármelo completamente, ahora lo blandía en el aire como si fuese una bandera y se alejaba de mi nadando hacia la otra orilla de la piscina obligándome a seguirla. Al llegar a su destino lanzó el short con todas sus fuerzas hacia el jardín, que por el peso del agua cayó como a cinco o seis metros de distancia, en aquellas condiciones yo no podía salir del agua y nuevamente me recosté en una de las esquinas, ella se zambulló nuevamente, un poco distante de mi y cuando emergió tenía en la mano su diminuta tanga, que también lazó fuera del agua y cayó justamente al lado de mi short.
Aquello a todas luces era una intencionada provocación de mi novia, me quedé donde estaba y poco a poco ella se fue acercando, de nuevo se enganchó en mi cintura abracándome con sus piernas, pero en esta oportunidad mi verga quedaba justo entre sus piernas a la entrada de una gruta virgen y sin explorar por hombre alguno. Comenzaron los besos y los juegos, mis caricias cada vez iban en aumento y llegó el momento hasta que olvidé donde estaba y lo que estaba sucediendo. Tomándola por la cintura y haciendo un buen esfuerzo la levanté hasta sentarla en el borde de la piscina, abrí sus piernas y mi lengua comenzó a explorar aquella suave y delicada caverna. Mis manos jugaban con sus duros y puntiagudos pezones y las suyas apretaban mi cabeza con fuerza sobre su chochita, como buscando que llegara hasta el fondo de sus entrañas. En pocos instantes pude notar el cambio de sabor entre el agua salada a sus dulces jugos que comenzaban a aparecer.
La verga se me había puesto dura como nunca antes, porque debo confesarles que tampoco yo le he dado mucho uso, solamente había estado con dos chicas anteriores a Claudia, pero de forma bastante esporádica, la mayoría del tiempo de hacía pajas mirando una que otra revista porno.
La suerte estaba echada y lo que debía suceder algún día estaba por ocurrir en aquel momento, nuevamente la tomé por la cintura y le indiqué me abrazara con sus piernas como estábamos anteriormente, poco a poco le fui colocando mi verga en su agujerito, hasta que penetró completa, sentí como algo dentro de ella se rompía al paso de mi verga, realmente era todavía una virgen, pero en definitiva sería mi mujer y era un paso que ya tendríamos adelantado.
Después de recuperarse del dolor causado por la rotura de su coñito comenzó a disfrutar haciendo movimientos que ayudaban en la entrada y salida de mi verga. Descargar toda mi leche en aquella chocha si era una locura, pues podría quedar embarazada. Como estaba a punto de venirme se la saqué y le dije que saliéramos corriendo para la casita y allí terminaríamos más cómodos. Ella lo hizo primero y después de percatarme que nadie nos observaba emprendí una veloz carrera.
Cuando llegamos al dormitorio, todavía mojados, ella buscó una toalla y se encargó de secarme bien, deteniéndose por largos períodos y dedicándole un buen tiempo a mi verga que todavía estaba por explotar. Pasado el efecto y los deseos de venirme, cómodamente acostados en la cama mi verga tocó su fondo y nos unimos en un jadeante, desesperado e intenso follar. Nuevamente llegaron los deseos de correrme y tuve que extraer mi verga, la apretaba fuerte para no venirme, hasta que cesaron los deseos.
Tomé un pote de crema que había sobre la cómoda e indicándole que se arrodillara en la cama empinara bien sus nalgas. ¡Que clase de culo más hermoso tenía la muy condenada!...ya no era tan grande y voluminoso como antes pero lo estrecho de su cintura hacía que este se pronunciara bastante… Antes de comenzar el plan que tenía en mente me di gusto acariciándolas y besándolas, era como besar a un recién nacido, su piel tan blanca, rosada por el sol las hacían más espléndidas y apetitosas, mi lengua recorrió todos sus exquisitos rincones, pero ante la insistencia de mi erecta verga que no aguantaba más aquel martirio, le fui colocando bastante crema a la entrada de su agujerito y me unté también en mi polla, con bastante delicadeza evitando un rechazo inoportuno empecé a masajearla e ir tratando de introducir mi dedo en su culito, con la ayuda de la crema pude lograr una rápida dilatación y cuando estuvo a punto deposité allí mi verga para su entrada triunfal, en un principio no entraba, por lo que tuve que untarle más crema y continuar con las labores de dilatación, ya casi le entraban dos dedos y decidí el ataque final, esta vez si entró con menor dificultad y con solamente la punta dentro empecé a bombearla con cuidado, la entrada y salida se mostraba más fácil y cada vez le proporcionaba una porción mayor, cuando estuvo toda dentro y ella se movía como buscando más comprendí que era el momento oportuno, la sujeté fuertemente por sus caderas y fue aumentando el ritmo de mis embestidas, hasta tal punto que Claudia gritaba y gemía de placer mientras que ella misma se acariciaba su conchita buscando mayor satisfacción.
Al fin exploté dentro de aquel hermoso culo y hasta sentí miedo porque mis chorros de semen no cesaban de salir, era uno detrás del otro, cuando pensaba que había terminado comenzaba de nuevo, mis piernas en un instante me traicionaron, quizás por la posición que tenía, pero las sentía débiles, por lo que sin sacarle la verga la recosté sobre la cama y continué cabalgándola como si anduviese trotando sobre un corcel, ella mordía la almohada para no dejar escapar sus gritos de placer y lujuria y daba puñetazos sobre el colchón. No tarde mucho tiempo en venirme de nuevo y descargar todo lo que quedaba dentro de mí. Ya con mi verga bastante flácida me recosté junto a ella y nos dormimos, calculo que por espacio de 30 o 40 minutos.
Desperté asustado con el temor de que hubiese transcurrido mucho tiempo y fuimos juntos a la bañera a darnos una buena ducha. Nos vestimos y regresamos a la casa. Claudia tomando la iniciativa narró que yo todo el tiempo había estado durmiendo y ella tomando sol y bañándose en la piscina, lo que fue creído por todos. Todos los días repetíamos la misma escapada, pero nos íbamos directamente a la cama, le encantaba follar igual que a mi y los gustos que nos dábamos eran tremendos.
Al año de habernos graduados citaron para una fiesta de homenaje y en el mismo lugar volvimos a reunirnos, yo como siempre, del brazo de Claudia hice mi entrada triunfal y orgulloso por la hermosa mujer que me acompañaba, la cual sería sin dudas la atracción de la fiesta.
Estando todos reunidos una pregunta no se hizo esperar… ¿Por qué Claudia no habrá venido a la fiesta?... es que todos a la que esperaban era a la chica gorda de siempre y hacer la noche burlándose de ella y no a la que hacía buen rato tenían delante y que yo había presentado como mi esposa.
Claudia no pudo aguantar más su risa y al hacerlo se le marcaron unos hoyitos en las mejillas que descubrieron su verdadera identidad… una de las chicas allí presente mirándola bastante asombrada exclamó: --¡señores… señores… atiendan acá… miren bien a esta chica cuando se ríe—, ¡Por Dios, si es Claudia en persona!—, todos quedaron sumergidos en un asombro total, las chicas corrían a abrazarla y besarla y los chicos se acercaban a mi ansiosos de saber como se había producido aquella fabulosa transformación… tomados ambos del brazo respondimos a una voz con la misma frase…¡EL AMOR TODO LO PUEDE!... Los que hacía un año atrás se habían negado ser sus compañeros de baile, ahora rogaban y se disputaban tener el privilegio de tan sólo bailar una pieza con ella…de forma muy merecida los rechazó a todos y bailamos juntos toda la noche… en un momento de descanso me pidió salir a la terraza, al mismo lugar donde por primera vez se habían rozado nuestros labios y nos fundimos en un fuerte beso.
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 2500
  • Fecha: 14-05-2003
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5.42
  • Votos: 73
  • Envios: 4
  • Lecturas: 3347
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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5 comentarios. Página 1 de 1
jaime
invitado-jaime 24-04-2004 00:00:00

este cuento estuvo fantastico te felisito muchisimoes el mejor cuento que he leido en esta paguina heres vastante bueno para escrivir sigue asi .

caro
invitado-caro 15-05-2003 00:00:00

te felicito por que eres una persona con grandes sentimientos y que lograste pasar la barrera que muchos hombre no entienden y que no en un cuerpo hermoso esta la felicidad sino que esta dentro de cada uno de nosotros

oscar
invitado-oscar 15-05-2003 00:00:00

Asi es mi querida palstilina, me ganaron el concepto de aplauso, pero se quedaron cortos, ya que tu te mereces todos y si son de la clase de Ensordecedores mejor, ya que una artista como tu es lo que se merece, asi que continua que parece que me estoy volviendo un Plastilinadicto con tus dosis de erotismo, sensualidad y romanticismo amalgamados en un relato que no tiene comparacion con algun otro, muchas felicidades y exito te pronostico. Gracias por escribir con esa calidad y cantidad. Atte: Tu Fan #1 Oscar C.S.

navari
invitado-navari 14-05-2003 00:00:00

Quisiera felicitarte, por ese gran talento que tienes para escribir. Tus historias son bien exitantes. Pero debo decirte que para mi esta a sido la mejor de todas por que involucrastes aqui a el amor. Te deseo mucho exito sigue asi.

viridiana escudero
invitado-viridiana escudero 14-05-2003 00:00:00

creo que plastilina es el mejor escritor de cuentos eroticos que hay . no se de donde saca tanta imaginacion para cuentos como este pero lo que si digo es que un aplauso muy merecido a esta persona que me hace estremeser con sus cuentos eroticos de verdad un aplauso muy merecido .

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