Ella, una mujer madura, con una juventud qué de su cuerpo salía. Se sentía mucho más joven de lo qué aparentaba. Cuando paseaba por las calles todos la miraban, y siempre habia alguién qué le decia: "Eres una señora muy bonita, aún joven, no se porque caminas solita." Ella guardaba en su corazón un leve rencor hacia los hombres, el primer amor de su vida, el padre de sus hijos, y al qué amó más qué a nadie, vilmente la habia traicionado. No le importó cuanto lo amaba, él era todo para ella. ¡Cómo sufrió! Aquél hombre qué decia amarla con todo su corazón, hoy era otro, la engañaba sin remordimientos. Después cómo un niño malcriado, corria a su lado llorando y diciendole:'Perdóname amor, eres la única qué ocupa mi corazón. No puedo vivir sin tí, ninguna mujer me hace tan feliz cómo tú." ¡Qué mentira más gigante! Si ella era la única mujer qué lo hacia feliz, entonces, ¿porqué le era infiel, porqué la humillaba de esa manera?.
Siempre Luisa terminaba perdónandolo, porqué aún lo queria y porqué habían procreado tres hermosas criaturas, gracias a ese amor qué todavía en su pecho habitaba. Una tarde Luisa salió de compras con su hija de diez años, la más pequeña. La niña casi llorando le dijo a su mamá qué tenia hambre. Luisa decidió ir a un restaurante pequeño qué no estaba muy lejos de las tiendas. Allí se sentó con su hija en una mesa qué quedaba frente a la entrada. La niña muy contenta leía el menú, queria comer de todo. Ya Luisa sabia lo qué queria, se cuidaba mucho y comia poco, por eso conservaba una bonita figura. De momento miró a la puerta de la entrada......¡Dios mio, no era cierto lo qué sus ojos veían! ¡Su adorado esposo Arturo, entraba al restaurante con una mujer muy joven, bonita, la abrazaba, la besaba, parecían muy felices!! ¿Cómo podia ser esto posible? La niña estaba de espalda a la entrada y no vió nada. Arturo no se dio cuenta qué su esposa e hija estaban allí, estaba muy entretenido con su nueva conquista.
Se sentaron en una mesa de esquina, no miraban el menú, se cogían de las manos, él la acariciaba y ambos seguían besándose. Luisa no pudo evitar qué las lágrimas rodarán por sus mejillas. La niña al verla llorando le preguntó: "Mamá, ¿qué te pasa, porqué lloras?" Luisa se limpió sus lágrimas con coraje y dijo: "¡Vamonos de aquí hija, no me siento bien." "¡Pero mamá - replicó la niña- yo tengo mucha hambre!!" Luisa enojada y alzando la voz le dijo: " ¡Te dije qué nos vamos de aqui y ya. Comeremos en otro lugar!!" La niña se puso a llorar. Luisa volvió a mirar una vez más para aquella esquina y pudo ver a su amado Arturo besando con pasión a aquella joven mujer. Ese fue el día más amargo en su vida. Nunca olvidaría esa escena tán romántica entre su esposo y otra mujer.
Cuando llegó la noche, Luisa no podia dormir, su lágrimas no cesaban de mojar su linda cara. Escuchó un ruido.... su marido acababa de llegar. Frente a la cama habian dos maletas. Arturo miró a su mujer y al equipaje. Tranquilo le preguntó: "Luisa, mi amor, ¿qué significa estó, porqué esas maletas están ahí? ¿No me digas qué te vas de viaje?" Luisa se sentó en la cama y llorando le dijo: "No, yo no me voy de viaje. El qué se va de aqui eres tú y para siempre. Hoy te he sacado de mi corazón, no quiero volver a verte nunca más." Arturo estaba sorprendido, no podia creer lo qué habia escuchado de labios de su esposa. "Pero, ¿porqué? ¿Qué te pasa Luisa, te has vuelto loca? Dime, ¿porqué me botas de mi propia casa?" Luisa sin dejar de llorar, pero un poco más tranquila, le contestó: "Todo ha terminado entre nosotros. Ya ésta no es tu casa, es la casa de tus hijos. Vete con esa joven a quién besabas y acariciabas con mucha pasión. Hoy pude ver con mis propios ojos tu infidelidad y cómo me humillabas. Gracias a Dios qué nuestra hija no te vio, te hubiera odiado cómo ahora te odio yo. Vete y olvidate de nosotros. Qué encuentres en ella lo qué yo no te pude dar, aunque se qué te di demasiado, te amé con toda mi alma, pero no lo supiste valorar."
Han pasado cinco años. Luisa vive muy feliz junto a su hija qué ahora tiene quince años.... y junto a su hijito de cuatro años... el hijo qué Arturo no conoce cómo hijo, porque cuando él se fue ni ella sabia qué tenia dos meses de embarazo, nunca se lo dejó saber. Mientras tanto Arturo sufre en silencio... no es feliz, aún extraña a su familia y siente qué quiere a Luisa todavía. Luisa tiene un corazón grande y puro, donde guarda el gran amor qué siente por sus hijos. Dentro de su pecho quedó aquél vacío.... habia olvidado por completo a Arturo. Aún se siente joven, con ganas de vivir y disfrutar la vida. Han pasado por su vida pretendientes qué le ofrecen las estrellas y la luna.....quisiera volver a amar, llenar ese hueco qué le dejó un hombre malo.... pero qué dificil es encontrar a un hombre qué te ame de verdad. Qué te haga sentir y despierte en tí esa pasión dormida y esas ansias de un placer desbordante de lujuria. Luisa quiere volver a enamorarse, pero dos cosas se lo impiden.....sus hijos y el temor a volver a sufrir un engaño, una traición.
Luisa guarda en secreto el deseo de volver a hacer el amor y sola en su cuarto se imagina a un hombre joven y cariñoso, y aunqué es todo imaginación, sentía qué ese hombre la hacia sentir mujer y con eso todas las noches se complacía. Por las calles muy elegante camina.... una mujer madura, con un cuerpo tan ardiente cómo una hoguera, pero muy seria y correcta. Los hombres la miran y la desean. Pero a la misma vez la respetan y solo algunos le dicen: "Hola señora bonita, siempre elegante y muy atractiva." Luisa sonríe, da las gracias y a todos disimuladamente observa. ¿Dónde estará ese hombre qué con calor sus brazos esperan? El amor de una mujer siempre deja huellas, Luisa aún no se enamora, pero piensa qué algún día ese amor qué tanto espera, lo encuentre en la calle, en una tienda, en la escuela, o en la iglesia. Cuando ese amor llegue ahí se quedarán sus huellas. Lo importante ahora son sus hijos y vivir una vida plena. Arturo no es feliz, su joven mujer nunca ha podido darle lo qué una vez aquella mujer tan madura cómo él le regaló, un amor incondicional.
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