Había transcurrido el tiempo, pasó el terrible invierno madrileño y llegó la primavera. María seguía teniendo su cita diaria con su extraño amor cibernético y poco a poco estaba segura de sus sentimientos por él. El tenía preparado un viaje a Madrid, cerca de donde ella vivía y había prometido visitarla una vez se estableciera. A María le entró un poco de miedo, pensaba que se avergonzaría de su "profesión", pero él estaba a la orden de la vida y veía más allá de las circunstancias de María. No le importaba ni el presente ni el pasado, sino el futuro de la que pensaba que sería su novia y su mujer.
Llegado a Madrid, llamó a un número móvil, María se puso al auricular y una dulce voz salió por él. Él sabia que con aquella voz no podía se una mala persona y aquella misma tarde se citaron en la plaza de Lavapiés para conocerse: Un extraño cosquilleo recorrió el cuerpo de María entre miedo y un escalofrío de tal vez ¿interés?
Vestía un vestido azul, cortito de gran escote porla espalda y poco escote por delante, de talle corto y una chaqueta blanca de angora. Llevaba un bolsito negro y la verdad que cualquier hombre estaría halagado y orgulloso de llevarla de su mano.
Él tampoco se quedaba corto con su pantalón azul tejano vaquero ceñido al cuerpo y su camisa de manga corta color salmón.
"¿María?", le preguntó con una voz cariñosa en la espalda. Ella jamás había oído una voz tan sensual.
"¿quién eres?", contestó con voz tímida, deseosa de que su respuesta sería afirmativa. Claro que su respuesta era ¡sí!, o ¿quién sino!
Se besaron respetuosamente, y le invitó a dar un paseo de la mano, tras tomar un café. Paseando, contándose mil cosas se les echó la tarde noche.
A María no le importaba, pues la esquina donde ella frecuentaba quedaba distante a aquel punto, y por otra parte, no quería que aquel momento mágico acabara nunca. El la sentó en un banco, le cogió de la mano y con la otra la rodeó la espalda. María quedó petrificada, pues lo que menos quería era que su novio se comportara como un cliente más.
Tras palabras amorosas, su novio le dió un beso en la mejilla y puso la mano en la falda de María. María le dió un beso encantada y aquel instante fue algo maravilloso. Notó algo en su mano. Era un pequeño paquete y de él salió un anillo de compromiso. Era verdaderamente una joya y a su medida. Por dentro llevaba grabadas las iniciales de los dos. Le invitó a cenar a su casa y ella aceptó maravillada y atónita ante tal acontecimiento, sin parar de mirarse la joya que llevaba en su dedo. La mesa estaba preparada y dos velas encendidas alumbraban aquella linda y romántica mesa. En el centro, un gran ramo de rosas blancas y rojas con una nota de amor para ella. Quedó estupefacta. Como el paseo les dió hambre se dispusieron a cenar. Y después de los postres, le llevó a un sofá, al lado había un pequeño mueblebar donde había unas botellas de licor y dos copitas. Le puso una película y música romántica de fondo.
Poco a poco a María le entraba unas ganas terribles de hacer el amor. Nunca la habían tratado así, como a una reina, y le confesó a su "amante perfecto" que no le importaría darle un beso. Se entrelazaron los dos en un beso enamorado y él le quitó el vestido con total suavidad. Se quitó la ropa y la película seguía rodando por la televisión. Entre la cena, todas las sorpresas, aquel ambiente, se dirigieron a una habitación contigua, que era su dormitorio. En ella, sobre la cama, un gran paquete esperaba ser abierto por María. Sacó de él un camisón precioso blanco con otra nota.
Lo abrió y se lo puso. Acto seguido hicieron el amor locamente como dos colegiales. Él encima, ella encima de todas maneras y formas posibles hasta quedar exhaustos y juntos durmieron el resto ya de amanecer que les quedaba.
A la mañana volvieron a hacer el amor y su novio le llevó el desayuno y una flor roja a la cama, con una bandeja. Le dió los buenos días y la acompañó a la ducha, ¡qué baño!. Llenó la bañera con agua y aceite perfumada. Se sumergieron y en ella hicieron el amor jugando con las pompas de jabón.
Ya María nunca volvería a trabajar en aquella esquina, pues ahora viviría para siempre con su amor perfecto.
Me ha encatado, me gusta la historia. Aunque creo que es lo que toda mujer desearía de un hombre. Me ha flipao , pq es una historia sencilla, pero mu romantica y con grandes sentimientos. Te felicito