Sacaba a pasear al parque mi perro Jarocho, y de pronto me tropecé con Luis, tenía la mirada seductora y los labios insinuando estampar un cálido beso a quien se lo pidiera.

Ciertamente, yo jamás me atreví.

Corrí tras Jarocho ya que se alejaba presuroso, y mientras corría Luis me miraba.

Mis carnes alborotadas, corrían por todo lado junto conmigo, y él fantaseaba.


Yo creía ser un jamón para un hambriento Luis, pero, distaba mucho de esta forzada imaginación.

La verdad es que con el mundo recorrido de él yo siempre sería, aquella chica que detrás de Jarocho corría.

Corría sí, pero a mi jardín, donde tenía un rinconcito que servía para hacer las golosinas que yo quisiera con mi cuerpo, y sin importar que pensara nadie.

Cogí la manguera, la puse al máximo, y entonces me dispuse a mojar mi camiseta para que se notaran mis tetas.

Yo me acariciaba suavemente, cuando El me siguió.
También su amigo Tadyr, y me gritaron, eh loca, deja de mojarte.

Tadyr me dijo al oído si yo quería que me hiciera un lavadito de vagina que él la hacía muy bien, yo tendría que tragarme en cambio la pija de Luis.

Todo sería sano me aseguró, sin penetrada.

Me chupo el clítoris de mil formas mientras al rededor de mi vagina hacía círculos con su dedo.
Lo jalaba, lo chupaba, lo estrujaba, y mientras yo pensaba nada mas pasaba, el Jarocho se tragaba su pene y el lo sacaba y lo ponía.

Luis se degaja chupar la pija mientras acariciaba mis senos. Rico rico mi Jarocho decía Tadyr, y seguía mordiendoselo su pene y haciendo que él se revuelque de placer.

Al darme cuenta del asuntito, esto no me gustó nada y los dejé solos y me fuí a coger mi consolador.