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Categoría: Incestos

EL ALCOHOL HIZO SU EFECTO (MADRE E HIJO)

Nuevamente por esta querida página, hasta conocerla estaba ignorando que en Argentina se diera tanto el incesto como en otros países. Hoy estoy escribiendo este relato a pedido de un lector que a su vez es conocido mío.

Me llamo Juan, en ese momento contaba con treinta años bien acomodados por el gimnasio, no era fisicoculturista pero tenía el cuerpo formado, aunque un poco excedido de peso ya que no me cuido con comida y bebida, podría decir que voy al gym pero sin fanatismo, solo lo hago para mantenerme activo ya que mi trabajo es muy sedentario combinando mis horas de ocio cuando estoy en mi hogar.

En casa vive circunstancialmente mi madre, debido al divorcio con mi padre, le doy lugar hasta que pueda encontrar una vivienda que le quede cómoda. Lily, me tuvo de muy joven por eso no se nota mucho la diferencia, hoy cuenta cuarenta y ocho primaveras, ella es obsesiva con el gimnasio y alimentación, por lo que se conserva físicamente bien, pecho y cola duros, abdomen plano, piernas torneadas, ni hablar la tonalidad de piel, trigueña, entre oscura y clara, cuando en verano toma sol adopta un hermoso color cobrizo por los productos que usa.

Todo comenzó, una madrugada en la que llegue pasado de copas, no borracho, pero si mareado y entonado por el alcohol.

Estaba vestida con un camisón transparente, por lo que pude ver, no llevaba sostén, cosa que había notado hace unos días atrás, sobre todo cuando pasábamos los fines de semana sin salir.

Sus turgentes senos se veían apetecibles entre la trama de su atavío, su cola resaltaba, la tanga que llevaba puesta se perdía entre sus glúteos. Ya venía a full por haber estado morreando con una chica, que, llegado el momento de partir a un lugar más tranquilo, me cortó poniendo una excusa que, ni ella entendió lo que quiso explicar.

Todo lo visto y lo sucedido sumado a las ganas de orinar que tenía, hacia una conjunción para que mi miembro estuviera erecto.

– Qué bonito juan ¿es forma de llegar a casa? (dijo riendo)

– Perdón mama, sé que me pase de copas, pero no fui en el auto me maneje con un coche de alquiler.

– No papito, (más risas y fuertes ahora) no lo digo por eso. (Señalando mi entrepierna, dio media vuelta y se retiró a su cuarto aun riendo)

– Buenas noches mami, me doy una ducha y voy a hacer lo mismo.

Se paró bajo el marco de la puerta al mejor estilo de una artista de Hollywood mirándome de reojo.

– ¿Hacer lo mismo?

Me tiro un beso volador con la punta de sus dedos y se perdió en la oscuridad de su cuarto. No sé si era el alcohol, pero nunca la había visto así.

Ya bajo la ducha que está rodeada por unos paneles para salpicaduras de vidrio opaco, comencé el proceso de enjabonado, el agua, más bien fría, para ver si se me pasaba el mareo, deteniéndome en mi erecto miembro, que no perdía su firmeza.

No mido el tiempo transcurrido, pero si estaba consciente que esa enjabonada me llevo al comienzo de una masturbación lenta, comenzaba a disfrutar cuando siento que la puerta del baño se abre, ¿qué otra persona podía ser que mi madre?

– Permiso ¿puedo pasar?

– Su señoría, usted ya está dentro. (Risas)

– Prometo no mirar, mi rey.

– Mama, como si no se pudiera ver el trasluz.

– Bueno al fin y al cabo te lo he visto durante muchos años.

– Si señora, pero ahora es otra cosa, él también ha crecido.

No es que tenga gran cosa, pero creció… catorce cm de largo (lo medí) y calculo nueve de diámetro, que intuyo se veía la sombra a través del vidrio.

– Sí, me doy cuenta señorito.

– ¡¡¡Mamá!!!

Como no veía por el opaco del vidrio, no sabía que estaba haciendo, más bien por el ruido, intuí que estaba orinando, escuche que el chorro estaba discontinuando el sonido, me dije ya está terminando, se iría y podría continuar mi faena, interrumpida por su entrada triunfal.

Que gran error el mío, sin dejar de reconocer que, fue un grato error.

– Permiso Juancito (dijo abriendo la puerta de la bañera) también necesito un poco de agua sobre mi cuerpo.

– Pero que pasa mama no ves que estoy sin ropa.

– Estamos en igualdad de condiciones (dijo sacándome el jabón de la mano)

No lo podía creer, estábamos ambos en la ducha y desnudos, Lily, sin tapujos, se enjabonaba esa vagina depilada, con labios que apenas asomaban de su entrepierna, como si estuviera sola

– No sé qué está ocurriendo ¿es producto del alcohol? Alguien me dice que está ocurriendo.

– Juan, tranquilo hijo, no te voy a decir que esto es normal, pero quiero normalizarlo con vos, en principio vamos a ver que puede hacer mama con esto. (Se agacho tomando mi miembro, como por arte de magia lo hizo desaparecer dentro de su cavidad bucal).

Sorprendido le dije apartándome.

– Lily… ¡Mamá! (se puso de pie y me silencio con un beso)

Así besándonos salimos de la ducha recorriendo, de esa manera, el trayecto desde el baño a la cama, ambos mojados nos tendimos en ella.

Ya en este punto había perdido toda noción de consciencia sobre quien sería mi pareja sexual esta noche, que intentaría hacer disfrutar al máximo.

Tomo el control de la situación sujetándola por las muñecas para girarla sobre la cama quedando boca arriba, creo le gusto y hasta lo esperaba, dejo escapar un gran y largo suspiro acompañado de un gemido casi inaudible. No quise ser tradicional comenzando con sexo oral, por eso pensé que la primera penetración tenía que ser mucho contacto piel con piel y lo más profunda posible para que su primera impresión sea de mucho placer. Le ordene juntar las plantas de los pies llevando las rodillas hacia arriba lo más flexionadas posible hacia ambos lados, (impresionante la elongación de mi madre).

Me ubique sobre ella, fui acercando el miembro a su vagina a la vez que acariciaba una de sus tetas pellizcando el pezón suavemente, mi intención es rozar sus suaves labios vaginales con mi tosco pene, una vez ubicado en el sitio ideal hice presión hacia adentro muy suavemente para que ingresara de a poco.

Por fin había logrado lo que tantas veces había soñado, con embestidas ahora más fuertes, profundas y sobre todo más rápidas saciaba mi calentura en ese lugar por el que hace treinta años había salido.

No podía ni quería sacarla de ese cálido lugar, fue como el proceso inverso, no estaba naciendo, reingresaba al lugar que me cobijo por nueve meses, esa imagen que rondaba en mi cabeza me excitaba cada vez más al punto de no tener muchas más posibilidades de retener mi semen en mis testículos, explotamos ambos en un tremendo orgasmo, descargue todo el contenido seminal en el útero de mi madre al tiempo que su cuerpo entregado al sexo temblaba cada vez que sentía el líquido caliente se atropellaba contra el fondo de su vagina, haciéndolo saber con gritos de placer, reconozco que nunca había escuchado a una mujer gritar y gemir como lo hizo mi madre.

Estiro las piernas, quede sobre ella un corto lapso de tiempo con mi verga en su interior, al sacarla, ambos nos abrazamos, para esperar el periodo de refracción y tomar nuevamente fuerzas para seguir.

– Mama, debo confesarte que siempre tuve el deseo de cumplir esta fantasía con vos, no te das una idea las pajas nocturnas que te he dedicado.

– La verdad y lo digo sin tapujos ni vergüenza, también lo hice pensando en vos, en esas imágenes borrosas que observaba mientras te bañabas y dejabas abierta la puerta del baño.

– ¿en serio hacías eso de observarme?

– No sabes el morbo que me causa verte, por ejemplo hoy, encima de todo, yo también había bebido de más para desinhibirme y lograr llegar a tener sexo con vos. Desde la separación con tu padre mi libido estaba nula hasta que empecé a mirarte con otros ojos, diciéndome, Lily tiene que ser tu hombre.

– Gracias mami, es hermoso hacer el amor con la persona que amo más en este mundo.

– Así es amor mío, no te imaginas lo hermoso que es volver a tenerte dentro descargando tu simiente en ese lugar que te cobijo durante nueve meses.

No creo en las casualidades, pero ambos pensábamos lo mismo; uniéndonos en el beso más hermoso nunca antes experimentado.

Con sus manitas me fue ubicando de espalda sobre la cama, sentándose a horcajadas con sus rodillas a la altura de mis orejas, apoyando las dos manos en la cabecera de la cama, con mis dedos pellizcaba sus pezones mientras que con mi lengua recorría sus labios vaginales saboreando sus fluidos agridulces que se mezclaba con lo que yo había depositado, imprimí firmeza a la lengua buscando el clítoris, ella rotaba sus caderas mientras presionábamos ambos el botoncito que ya estaba erecto contra la lengua. Tensó nuevamente su cuerpo curvándolo hacia atrás, ahogándome por momentos, llenando mi boca de su abundante eyaculación.

No termino con las contracciones vaginales que se dio vuelta, sin sacar la concha de mi boca, se agacho dejándome la visión de un culo hermoso, lo tome como una invitación a descubrir su sabor, mientras lo hurgaba con mi lengua, Lily, comenzó muy de a poco, lenta, pausada, sobre todo con muchas caricias, al objetivo propuesto, y se alejaba, mi excitación ya estaba en el punto máximo, cuando ella se dedicó con la misma parsimonia al premio que buscaba, el glande, en donde centro la acción, literalmente lo acariciaba con su lengua. Maestra en el arte del oral, su juego lingual de a poco fue cambiando a una suave presión con sus labios, a la vez que succionaba, no dejaba solo la boca abierta para que valla de arriba hacia abajo, usando sus mano a la vez coordino los movimientos boca, succión, presión bucal, pequeña compresión con su mano, que previamente la había ensalivado a modo de lubricante.

Ella controlaba mis emociones.

En todo el proceso no sentí nunca sus dientes rozar mi pene, sabia como y cuan profundo debía entrar mi verga en su boca y de qué manera, pues no se le escapo nunca.

Continuando mi tarea, alternando entre concha, ano y clítoris, lamia hacia arriba o hacia abajo, haciendo círculos, me aproximaba al ano mientras masajeaba su hermoso culo, retomando el ritmo cansino, metiendo uno o dos dedos dentro del canal vaginal, su lubricación era increíble, escuchaba con claridad los ruidos acuosos que mis dedos hacían dentro, en combinación a esa cantidad de líquido excretado, notando las contracciones vaginales en la punta del medio y el anular.

En un momento ambos comenzamos a tensionar el cuerpo, no puedo decir quien fue primero, lo cierto es que al darme cuenta estábamos los dos entre gritos y gemidos dedicándonos un intercambio de fluidos, yo lo saboreaba por segunda vez y mi mama, probo el líquido que en su momento metió mi padre en su concha para que yo hoy este chupando y cogiendo esa misma cavidad, gracias papa.

Lily comenzó a toser, calculo que se atraganto con el primer chorro de semen que llego a su campanilla, lejos de amedrentarse siguió su trabajo sin desperdiciar ni una sola gota.

Agotados nos abrazamos quedándonos dormidos con un sabroso olor a sexo en toda la habitación.

Al otro día, desperté antes que ella llevando un desayuno la cama, café con leche y unas ricas galletitas de esas que a ella le gustan.

– Buen día mi hombre (se desperezo alzando y estirando los brazos) que bien que he dormido, hacía rato no descansaba de esa manera, gracias por la noche que me hiciste pasar.

– Igualmente mama, lo pase de maravillas, nunca imagine que eras una artista del sexo.

– Gracias hijo (poniéndose colorada) pero vos te encargaste de sacar la zorra en mí.

– ¿Para tanto?

– Creo hijo, que no existe otra cosa que active el morbo más que, como madre tener esa sensación que su hijo ingresa nuevamente por donde te di la posibilidad de venir al mundo y encima llenarme de esa leche calentita que pegaba en lo más recóndito de mi útero.

Por un largo tiempo continuamos cogiendo como si no hubiera un mañana, cualquier lugar era bueno para hacerlo.

Hoy hacemos vida de marido y mujer; como consiguió casa para alquilar nos mudamos allí pues la gente no sabe que somos madre e hijo, creen que es una señora casada con un hombre que tiene menos edad que ella, pusimos en venta mi departamento con aspiraciones de comprar una casa, que pueda ser para siempre nuestro nido de amor.

 
Datos del Relato
  • Autor: luisfa60
  • Código: 68228
  • Fecha: 07-08-2024
  • Categoría: Incestos
  • Media: 6
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2342
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