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EL ABUELO DE ANITA 5
Anita avanzó sin remilgos. Con toda la calentura en la sangre. Haber visto aquella escena la había puesto a mil. Se acercó sonriendo y quitándose la ropa. Dio un beso a su amiga Leila. Acarició la cabeza del abuelo Renato para luego fundirse con el hombre en un largo y profundo beso rojo. Furioso. Con gusto a chocolate.
Se acomodó entre ambos. Aquellas manos ávidas iban y venían por sobre aquel joven y bello cuerpo.
__¡Que bella criatura eres Anita!!__ gemía Leila
__¡Amiga veo que has conocido al abuelo!!__ dijo ella
__¡Es encantador!!
__¡Bueno muchachas no tanta cháchara, vean como sube este!!__ les advertía Renato
__¡Abuelito, eres un salvaje!!
__¡Mmmmm, ya está durito!!__ gimió Leila acariciando la rocosa barra de carne. Los dedos de Leila rodearon aquella pijota. Renato ya estaba caliente como una pipa. El solo chupar los pechitos frescos y parados de su nieta lo volvían loco.
__¡Oh si abuelo chúpame chúpame, ahhh!!!__ gemía Anita. En tanto los dedos de Leila ya estimulaban el clítoris de la chica ardiente. Leila besaba la boca de Anita. Mientras sostenía en sus manos la poronga del abuelo.
Su propia vergaza se estaba levantando por el clima reinante. Se transformaba en un mástil cilíndrico y enérgico. La cuevita de Anita se ensanchaba y chorreaba jugos. Los dedos de Renato alcanzaron el agujero de su nieta. Su culito se dilataba de a poco.
__¡Oh que lindo culito tienes!!__ susurraba caliente el abuelo.
__¡Es todo para ti!!__ contestó Anita totalmente sacada.
Leila se puso de pie y de un tirón ensartó su vergota en la boca de chica. Anita tragó el sable. lamió despacio. Sacando y entrando. Los gemidos de Leila inundaban el sitio.
__¡Ohhh cómela belleza cómela!!__ enviaba la pijota hasta el fondo de la garganta abierta de la chica. La saliva bañaba el hierro. Succionaba. Los dedos de Renato entraron en lo mas profundo del anillo de la nieta. La abrieron dilatando su culo. Ella gemía cuando podía respirara, ya que la tranca vibrante de Leila le llenaba por completo la boca.
Ahora Anita jugaba con las bolas de Leila, está disfrutaba a mares. Se sacudía y aferraba su pijón con las dos manos y lo hundía en la boquita babosa de la chica. Está con sus manos tironeaba un poco de las bolas. Las acariciaba con los dedos y luego hundía sus dedos en la cola de Leila que gemía al punto del llanto.
Anita de vez en cuando también atrapaba el palote de Renato que estaba tan rígido como cuando empezó todo. Lo acariciaba. Lo sobaba. Iba y venía por aquel hermoso tronco al cual ya había probado. Renato resoplaba conteniéndose. Ardía de calentura.
El abuelo se puso de pie y Anita metió en su boca el garrote del hombre. Este miro a Leila y se fundieron en un profundo beso. Sus lenguas chocaron.
Las manos de Renato tomaron las tetas paradas de Leila. Los pezones estaban duros. Excitados. Alcanzó con su boca un pecho y lo metió en su boca sin dudar.
Anita alternaba, la pija de Leila y luego la del abuelo. Acariciaba y jugaba con las bolas de una y de uno. Los gemidos tronaban en la habitación.
__¡Quiero cogerte!!__ solicito el abuelo
__¡Si hazlo abuelo!__ respondió Anita.
Anita se recostó en la cama. Renato levantó sus piernas y llegó con su lengua al orificio dorado. Lo chupo hasta dilatarlo. Rodeaba con su lengua y luego iba hasta el fondo del anillo. Anita tuvo varios orgasmos en aquella situación.
__¡Ya mételo abuelo!!__ rogaba la chica.
__¿Lo quieres?
__¡Sí anda, cógeme!!
Leila acariciaba la espalda de Renato y de vez en cuando tocaba sus nalgas y metía algún dedo en su culito abierto. Esto alzaba aún más el palo de Renato. Se inflaba.
__¡Leila ven aquí y acuéstate!!__ Leila obedecía y dejó su magnífica pijota hacia arriba. Anita la miro un momento.
__¡Chúpala!__ pidió Renato. La nieta se lanzó al instante sobre aquella serpiente vivaz y gruesa. Venosa. Latiendo como un extraño ser de placer y lujuria. La lengua de Anita volaba sobre el hierro.
__¡Oh pequeña como sabes dar placer!__ gemía Leila. Renato avanzó y chupo el culito de su nieta un poco mas. Llenándolo de saliva. Ella explotaba de orgasmo en orgasmo.
Renato metió un dedos dentro del culo. Ella se retorcía y gemía. Luego dos y hasta tres.
__¡Siéntate!__ le dijo en un momento a su nieta, señalando el potente mástil de Leila. Ella abrió sus piernas y se encajó la poderosa poronga en su conchita que chorreaba jugos por todos lados.
Luego, su abuelo, apoyó su herramienta en la entrada posterior. Ella se estremeció. Vibró. Renato empujó y el culito se abrió. Anita tuvo otro orgasmo. Sus espasmos ya eran incontables. Su hoyito latía y presionaba la gran pijota del abuelo que seguía empujando y metiéndola.
__¡Ábrete chiquilla, ¿Lo sientes?__ gemía el abuelo
__¡Sí abuelito, tener dos pijas en mi es grandioso, ahhh!!__ ella saltaba sobre Leila aferrada a sus tetas enormes. De vez en cuando bajaba un poco su cara y chupaba las tetas y les daba una suave mordida. Leila agonizaba.
Renato taladra el hoyito de Anita. Lo penetra. Ella balbucea y gime. resopla.
Ella siente el ir y venir de la inflamada vergota del abuelo. Los jugos se mezclan. Se forma una crema que hace mas fácil la penetración. Anita goza como loca. Las dos pijotas la tiene semi levantada. Es como si levitase. Como si ella estuviese en una película. No le parece real. Una imagen fundida. Soberbia. Completa.
Leila aúlla y comienza a largar su viscosidad. Suelta su descarga fuerte. Acelera las embestidas. Anita siente que su cuevita chorrea. Un hilo baboso se cuelga. Con los movimientos se alarga y luego se corta.
Renato choca sus bolas con las nalgas de la nieta. Las golpea. Hace un poco mas lento el avance. Aprieta las tetitas frescas y duras. Les pellizca los pezones. La gatita grita. Le caen lágrimas. No le hace daño. Pero una tremenda corriente eléctrica la recorre por todo el cuerpo.
Leila besa la boca de la chica. Sus lenguas se encuentran febriles. Largas. Húmedas. Salvajes.
La cogida es intensa y Anita ha tenido otro orgasmo. siente que está por desfallecer. Tanta energía. Tanta movida. Vibraciones que hacía tiempo no sentía. Al tener esas pijas en su interior, la remueven profundamente a la lujuria.
Renato, el abuelo de Anita, apresura las embestidas. Su tranca se hincha. La mandíbula se aprieta. Cierra bien los ojos. Siente que su goce ya viene. No puede contenerse más. Sigue serruchando. Finalmente la tormenta se desata. La leche inunda el ojete de la nieta. Esta se ha tomado del cuello de Leila y se besan y se muerden y se chupan. Por otro lado la pijota de Leila se ha ido durmiendo lentamente y ha salido ya de la vagina empapada de Anita.
Ríos de líquido caen por delante y por detrás. Renato está casi desmayado. Se apoya despacio en la espalda fuerte de la nieta.
__¡Abuelo, que pesas bastante!!
__¡Perdóname mi amor, casi estoy al punto del desmayo!!
Saca su aparato chorreando. Desinflado. Leila sonríe. Anita y ella se besan desquiciadas y divertidas.
Renato se recuesta un poco en la cama. Ellas siguen toqueteándose y jugando. Se chupan las tetas. sus pezones se mantienen duros y erizados. El abuelo se entre duerme satisfecho.
__¡¡Oh Anita el abuelo se duerme!!!__ susurra divertida Leila
__¡Es cierto!¡Es tan buen mozo!¡Y me ha cogido tan bien el culo!
__¡Zorra putona!!
__¿Y tu?__ ríen entre dientes. Ellas se abrazan. La vaina larga y gruesa de Leila descansa para un costado. Las bolas redondas son una tentación para Anita, pero les deja tiempo para que se recuperen. Las dos se clavan dedos en el orto. Anita en el de Leila y Leila en el ojete de Anita. Murmuran y se besan. No tienen interés en descansar. Son jóvenes y vitales.
__¡No pensé que tu abuelo fuera así!!__ comenta Leila y chupa la lengua de Anita
__¡Así como!__ al rato dice Anita
__¡Tan macho, le gusta todo, es un insaciable!!
__¡Te dije, a mi me sorprendió, pensé que andaba en otras cosas!!
__¿Como?
__Que el sexo ya no le interesaba__ dice Anita mamando ahora las tetas de Leila que gime y mete dos dedos en la cueva de su amiga.
Hay tanto olor a sexo, semen, fluidos corporales. Ellas deciden levantarse . Van al baño a pegarse un baño. Renato duerme en otro mundo. Profundamente. No escucha nada.
Leila y Anita se acarician. Se tocan. Se chupan. Se besan. El vergón de Leila comienza a endurecerse otra vez. La estaca se levanta.
Anita se arrodilla. Mete el cipote en su boquita. Lo chupa. La espada se pone mucho más rígida. Leila gime y suplica por más. Las bolas de Leila se vuelven a llenar, sienten la lengua de la chica. Anita las lame. Las moja mucho mas que el agua de la duche. Leila cierra el grifo.
__¡Vamos a la cama!__ sugiere Leila. Con la vergota dura. Ellas van de la mano. Miran a Renato que duerme en otro mundo.
Anita vuelve a comer la tranca. Leila le acaricia el cabello largo. La chica succiona y succiona. Los ruidos de la saliva acompañan el ronquido suave de Renato.
__¡Oh, así chiquita, así, ahhh!!__ gime entrecortadamente y casi sollozando Leila. Aprieta los dientes. Se conmueve. Suda. Sus gotas salen casi a borbotones. Somnoliento y todo Renato se despierta. Ve a las chicas. Se emociona. Lentamente se va incorporando, mientras su nieta traga el sable empinado.
En un instante se deja llevar y se acerca a las dos. Acaricia con sus dedos el cipote de Leila. Lo huele. Se inclina y lo mete en su boca. Lo baña con su saliva. Ahora las dos bocas hacen delicias en el tronco cada vez mas duro y alzado. Bañado por ambas salivas. De vez en cuando nieta y abuela se cruzan con sus lenguas y se chupan. Pareciera que se enroscan. Vuelven a buscar el garrote. Leila traga saliva y suspira. Las bolas casi revientan de leche. Se hinchan. Las lenguas las rozan y las acarician. La cabeza esta brillante. Las lenguas se posan en ella suavemente. Juguetean una y otra vez y Leila levanta vuelo. Araña los cabellos y las sábanas suaves.
__¡Así, ahhh, chúpenla, ahhh!!__ es casi una súplica. Los dedos de Renato, en tanto, acarician y se meten en el culito rosado y abierto de su nieta. Ella respondiendo hace lo mismos con el ojete del abuelo.
Así es que tanto hurgar y hurgar. Renato se pone de pie. Monta a horcajadas a Leila y quiere de a poco meter esa vergota en su cola fogosa.
__¿Quieres que te la meta abuelito?__ pregunta Leila
__¡Métela, anda, dámela!!!__responde Renato sintiendo la cabeza en su entrada.
__¡Yo la guiaré!__ dice Anita y tomando la vergota la pone en la entrada febril. Renato suspira al sentir la barra que lo va comiendo. Gruñe. La vara entra de a poco, pero rápidamente se acomoda hasta el tronco. Renato abre la boca y comienza a subir y bajar de aquella tremenda poronga. Su culo se abre. Anita pasa la lengua de vez en cuando a medida que sube y baja el hombre de aquel garrote sublime.
__¡Ahhh que lindo culito tienes, eres un macho insaciable, ahhh, ábrete para mi!!
La espada va y viene en el ojete del hombre que disfruta de tamaña fruta ensartada en el. Gimen los cuerpos. Arden arrebolados, como en una borrachera feroz y demencial.
Anita acaricia los pechos del abuelo. Mordisquea su cuello. lo frota en la espalda con sus tetitas jóvenes, maduras.
Sale de un tirón Renato y le entrega la vergota a su nieta. Ni lerda ni perezosa Anita monta sobre Leila. Su culito se asoma feliz. La tranca entra sin mucho esfuerzo. La poronga va y viene en el dilatado agujerito. Renato besa en la boca a Anita y luego a Leila. Observa la penetración. Leila se aferra a las nalguitas de la amiga. Las abre. las golpea suavemente. Chilla la nieta de Renato. Aúlla por momentos.
El mástil sale del anillo de la chica y es el abuelo quien ocupa ese lugar nuevamente. Leila está a punto de estallar. Cada nuevo movimiento la ponen a mil. Taladra mientras el hombre cabalga. Sus lenguas se encuentran. Anita muerde el cuello del abuelo. Apasionadamente masajea sus tetillas y bombea con sus manos la vergota dura del abuelo. Se la mete a la boca. La saborea. Quiere extraer el néctar de aquella boa. Sus masajes son de alta velocidad. El hombre sin remedio lanza chorros de esperma en la boca de su nieta.
Leila empieza a sucumbir. Renato sale de allí. Atrapan la pijota entre nieta y abuelo. La acarician. La besan. Esperan con ansías el líquido que viene. Leila grita mientras su aparato lanza y lanza leche. Ambos se alternan para beber de aquella fuente. Leila cree que va a morir. Cae casi desmayada sobre la cama. Le duele todo. Los dos aún están ordeñando el aparato que lentamente sucumbe a los saqueadores.
Luego los tres quedan estirados y acostados, uno junto a otro en la cama. Se tocan. se dan besos tiernos. Ríen. Están totalmente agotados..-
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