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EL ABUELO DE ANITA 4
Algún tiempo había pasado y Renato estaba instalado en casa de su nieta. Por el momento no pensaba marcharse de allí. Estaba muy a gusto. Generalmente por las mañanas ya levantado el, en su bata, después de darse un baño refrescante y saludable mientras desayunaba. O apenas finalizado el mismo, alguien, por este caso César, gateando llegaba hasta el. Abría la bata y el garrote ya apuntaba al cielo. Empezaban a mamarlo. Echaba la cabeza hacia atrás y gozaba a pleno. César se tragaba sus bolas. Las acariciaba con la lengua. Jugaba con ellas. Renato ardí por demás. Hacía años que no se sentía tan pleno. Con tanta potencia.
César arreciaba con su boca ladina y comía el garrote de aquel macho. Lo saboreaba. Disfrutando cada centímetro de poronga que le daba el abuelo de su pareja. Lo fagocitaba. Renato entraba en otro mundo. Gemía y se retorcía en la silla de la ,cocina ante las mamadas de aquel chico que cada se esmeraba en que fueran mejores.
Saltaba la leche por todos lados. En la mesa, en la bata, en el piso, en la boca. César comía toda la crema que podía. Y luego se quedaba lamiendo los restos hasta que dejaba la estaca brillante y limpia. Quedaba arrodillado un poco más. Chupaba las bolas unos instantes. Se ponía de pie. Alcanzaba la boca de Renato. Se daban un largo y profundo beso y luego se marchaba a sus quehaceres.
Otras veces aparecía César desnudo por completo. O con una tanguita de su pareja. Movía su ojete delante de la cara de Renato. Daba un par de vueltas moviendo su trasero. El abuelo lo miraba socarronamente. César daba vueltas hasta que Renato se ponía de pie. Lo tomaba de un brazo. Lo ponía de espaldas sobre la gran mesa de la cocina. Habría sus nalgas. Y en un suspiro taladraba al chico que sollozaba de placer.
La verga dura y parada del muchacho saltaba elásticamente mientras era clavado sin piedad por el abuelo de Anita. No tardaban en acabar. Cargados de lujuria y placer. La blanca crema del chico llegaba hasta su ombligo, pecho. En tanto, el pistón de Renato largaba escupitajos de semen llenando el hoyo del chico que babeaba por pija.
Otras mañanas Renato mientras se duchaba aparecía Anita. Totalmente desnuda. Olía aún a semen y flujos nocturnos. No les importaba. Sus bocas se cruzaban. La saliva se pasaba de una cueva a la otra. Ya el agua los mojaba. Ya los dedos del abuelo se hundían en la vagina sedienta. Ya la chica mordía los labios. A veces la tranca se hundía rápida en el ojete de la nieta. A veces era primero una buena mamada y luego venía la enculada. De pie, bajo la duche ella se abría completamente. Las sacudidas de Renato eran veloces y vibrantes. El culito firme de la chica era rebalsado de espuma blanca. Chorreaba por varios minutos. Ella sacaba la daga regordeta de su anillo y la limpiaba. Esmerándose. Renato gemía y agradecía exultante. Luego podrían besarse durante minutos. A veces Renato le chupaba las tetas incansablemente. Ella tenía entonces varios orgasmos. Retorcida se enmarañaba en contorsiones, y con sus dedos finos acariciaba la espada semi caída del macho, para que se levantara otra vez.
Renato, el abuelo de Anita vivía momentos increíbles junto a aquellos personajes perversos, calientes. Parecía que todos los días querían sexo. Vivian para eso. Era lo único que importaba.
__¡Abuelito me estas dando unos días!!!__ comentaba Anita arrullada en la cama junto a su abuelo Renato totalmente desnuda. Se estiraba y se ponía de pie. Su figura brillaba en la habitación plagada de sol.
__¡Tengo que salir!¡Cuando vuelva la seguimos!¿Quieres?
__¡Como tu quieras mi belleza!!!__ Anita le da un sonoro beso a Renato. Este la mira vestirse y salir rápidamente de la habitación. Es una bella muchacha. Renato se levanta y vuelve al baño a ducharse nuevamente.
Ya es media tarde y nadie ha regresado a casa. Renato se aburre un poco mirando la tele. Suena el timbre de calle. Se levanta y va a atender. Aparece una bella mujer madura. Le sonríe.
__Soy Leila… ¿Están los chicos?
__¡Perdón!
__¡Sí. Anita o César…!!__ replica la mujer de ojos verdes.
__¡No no están, pero tu eres!!
__¡Lástima, soy amiga de ellos, no haber llamado!
__¿Son amigos?
__¡Sí claro, hace mucho tiempo ya!
__¡Bueno pasa, pasa mujer!__ dice Renato y la mujer entra.
__¡Perdón!¿Tu eres?
__¡Ah, soy Renato el abuelo de Anita!
__¡Encantada!__ dice la mujer y le da un beso en la mejilla a Renato. El perfume de la mujer es penetrante y exquisito. Ella se sienta como si conociera la casa. Renato le ofrece algo de beber. Ella acepta.
__¡Suelo avisar siempre que vengo, pero bueno hoy se me paso!__ dice Leila
__¡Está bien, no creo que haya problema!
__¿Ellos tardaran mucho?
__No tienen horarios…
__¡Sí tienes razón!__ ella bebe y deja la copa en la mesita pequeña. Se quita el abrigo que trae en tanto le sonríe a Renato que la mira cono ojos de perro olfateando el hueso.
__¡Eres un abuelo muy joven!!__ dice ella y le muestra los dientes a Renato que piensa que ya está.
__¡Si la tuvieron de muy jóvenes los padres…
__Te mantienes en forma
__Eso dicen, hago lo que puedo, tu eres una mujer muy linda también, tu marido debe estar orgulloso…
__No estoy casada,, nunca lo estuve
__¡Ohh, perdona!
__No es nada. Nunca me intereso tampoco. No te preocupes Renato__ se miraron en un largo silencio. Ella se acercó al lado de Renato.
__¿Y tu?__ preguntó ella
__¿Yo? ¡Eh! Estoy viudo hace tiempo. Estuve casado mucho tiempo. Bien
__¿Bien casado?
__¡Sí claro, la pase muy bien!¡Aunque ahora estoy en otra etapa!
__¡Mira que bien Renato!__ exclamó Leila bebiendo otro trago.
__Estoy experimentando nuevas oportunidades
__¡Eso es lo que siempre creí que debería hacer el ser humano!!__ dice así mientras acaricia la pierna de Renato, que ya empieza a sentir cosquillas en su entrepierna.
__¿No sientes un poco de calor?__ pregunta Leila
__¡La verdad es que si!¿Qué te parece si nos ponemos más livianos?
__¡Me parece bien!__ susurra Leila
__¡Pero aquí no, ven conmigo…!!__ Leila va detrás de Renato que la toma de la mano.
En la cama, sentados al borde, Renato acaricia el cuello y los brazos de la mujer, mientras con su lengua explora la boca de Leila que suspira y gime caliente.
Roza con una mano sus tetas grandes. Llega a apretarlas y sentirlas. Ella en tanto toca el paquete del abuelo de Anita que ya es un fuego incendiando la tarde. Las ropas vuelan por todas partes. Renato siente la fiebre. Ella tiene una tetas hermosas. Llenas. Los pezones oscuros son gordos y duros. Muerde. Prueba el bocado. Lame y chupa sonoramente. Degusta la carne protuberante.
____¡Ay papi eres un animal salvaje!!!__ gime Leila. La chica atrapa la gruesa víbora. Baja hasta la zona y la mete en la boca. Renato arde como volcán. Leila traga. El la deja hacer. Quiere quitar la tanguita que le ha quedado a aquella extraña y hermosa mujer.
__¡Oh abuelo tu pedazo es maravillosos!
__¡Chupa, chupa, asíii!!__ ella hace lo suyo. Con los dedos juega con las bolas de Renato. Los ojos en blanco. La baba cayendo. Esta en los cielos o en los infiernos, poco le importa. Se sacuden.
Leila se ha colocado sobre las piernas de Renato. El le saborea los pechos. Come uno. Luego come el otro. Con sus manos aprieta el hermoso culo de la mujer que suspira, gimiendo como poseída.
Mete un dedo, luego dos. Se pierden en las profundidades de aquel ojete sediento. Ella se abre.
__¡¡Oh, así mi macho, mete tus dedos, ahhh, así!!__ gime loca de placer Leila.
Renato guía su timón hacia el anillo de la diosa. Siente un río de fuego en sus venas. Apoya la cabeza del mástil. Ella le muerde la oreja y resopla. Lloriquea un poco. Se hunde la vara. Ella se contorsiona. Hay un leve sudor en la frente del abuelo de Anita que ya perfora el túnel. Que ya lo excava. Que ya lo penetra. En todo ese remolino es cuando siente algo extraño. Pero que es. Mira apenas. Se da cuenta de que hay otra víbora asomando en la escena.
__¡Pero…!
__¿Qué pasa mi papi?
__¡Tu tienes…!!__ balbucea entre sorprendido y divertido Renato.
__¡Tengo una verga si y va a gustarte!!__ dice firmemente Leila.
__¡No me lo esperaba…pero no me desagrada!!__ dice Renato y mueve un poco más el culo de Leila que salta sobre el abuelo de Anita. Gimen los dos. Tienen resortes. El culo de Leila es también firme y fibroso.
Chupa las tetas de Leila. Son sabrosas. Muerde un poco los pezones y siente como ella grita como gata en celo.
__¡Me encantan tus tetas!!
__Chúpalas, son tuyas…!!
Ahora se mueven de la posición anterior. Ella se tira a lo largo en la cama. acaricia Renato la pistola erguida. Las bolas de Leila son redondas perfectas. Están llenas de miel. Ahora la boca se atraganta con la vergota erecta, rocosa, brillante. Leila se sacude gozando.
__¡Oh papi sabes hacerme gozar!!__ exclama Leila frenéticamente.
Renato alza las piernas de Leila por sobre sus hombros. Vuele a meter su sable dentro de aquella trans maravillosa. Leila se retuerce y suspira. Le dice palabras lujuriosas al hombre que la clava sin detenerse. A velocidad constante Renato goza de aquel culo de infarto. Va y viene dentro. Se detiene para buscar aire. De vez en cuando juega con la sabrosa estaca de Leila. Maniobra con ella. La sacude un poco. El ojete de la chica lo succiona. Lo chupa. Jadea Renato enloquecido.
__¡Voy a llenarte ese precioso orto que tienes!!__ promete el hombre
__¡Si dámelo papi dame tu jugo!__ ruge la voz de Leila. Tensa los músculos el abuelo de Anita. Sigue entrando y saliendo del agujero prodigioso de Leila. Ella aprieta la barra de carne con su esfínter, conocedora del poder que tiene.
Renato gime. Siente que su mástil crece el ojete de Leila. Apura sus embestidas mientras riega profusamente el agujero. Lo llena. Lo rebalsa. Leila se levanta y besa la boca del macho. Agitados. Ceden las fuerzas. Los chorros van cediendo.
__¡Me has llenado con tu líquido!¡Es tan bonito!!__ exclama la trans. Muerde los labios de Renato. pasa su lengua por los labios.
Renato saca la espada de su interior. Babosa que chorrea. Las nalgas de Leila gotean.
El abuelo de Anita se va aflojando. Los dos quedan tirados a lo largo de la cama. La estaca de Leila aún apunta hacia arriba. Las manos de Renato llegan a ella. La atrapan. Las caricias son gustosas. Leila goza. Entre cierra los ojos.
La boca del hombre engulle el aparato grueso. Lo traga feroz. Arranca los grititos de Leila. La lengua comienza con el festín. Lo devora sin remilgos. Las bolas llenas y gordas son tragadas por el macho insaciable. A todo esto Leila ha girado y ha llegado para abrir las nalgas del abuelo.
Su lengua se pierde en el hoyo de Renato. La electricidad lo recorre por completo. Se enredan. Las lenguas se desafían. Penetran el dulce agujero. La barra de carne en boca de Renato casi explota. Está muy dura.
Renato se acomoda de tal forma que Leila queda sobre su cuerpo. Ella busca el anillo rozagante y abierto. El anillo que espera. Late. La cabeza de la verga roza la entrada. Leila muerde el cuello de Renato que se contorsiona. Ella aprieta las tetillas.
Por fin la estaca va horadando. Los suspiros de Renato se hacen cada vez mas estridentes. Ya la cabeza ha entrado en las profunda caverna sedienta y fogosa.
Unas embestidas mas y ya el tronco ha excavado por completo. Leila se mueve y lo taladra con gusto. Muerde las orejas.
__¡Papi no sabías que te gustaba tanto la pija!!
__¡Oh siii cógeme Leila!!__ la estaca caliente es una brasa encendida en el ojete abierto. Que chorrea líquidos. Espuma. Los dedos de Leila aprietan las tetillas. Arrancan suspiros de placer.
Las bolas de Leila golpean las nalgas duras de Renato que resopla erotizado. Enloquecido con aquella poronga en su culo. Leila acelera. Se detiene. Vuelve a acelerar.
En esos momentos Anita está abriendo la puerta de su casa. Entra. Nota que algo raro sucede. Ve la cartera en el sillón. Sabe quien es. Recorre los pasillos. Allí lo ve a su abuelo gozando de la pijota de Leila. Se recuesta sobre una pared lateral. No deja que la vean. Observa.
El timón de Leila se inflama dentro de la cavidad. Grita. Se aferra a los hombros del macho que fornica. Chupa sus orejas. Ríos de semen entran con fuerza en el anillo de Renato. La espada de este se hincha. Se pone de pie nuevamente. Solo se bambolea.
Los escupitajos de Leila bañan las profundidades. Se desploman lentamente. Al borde del desmayo.
Anita se frota el clítoris caliente. Su baba cae por la comisura de los labios. Sonríe picara y perversa. Avanza.-
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