La veía cada día en el metro, cada mañana, no sé quien era, ni donde iba, .., pero siempre llamaba mi atención la triste mirada que tenía, siempre tan perdida en un punto infinito, absorta de todo.
Era una mujer alta, delgada, morena, pálida, pero lo que más me gustaba eran esos ojos grandes y brillantes, tan oscuros que los mirabas y te perdías en ellos.

Llegué a mi parada, ella seguía no sé hasta donde, bajé y me fui a casa, no tenía nada mejor que hacer, siempre sola, no tenía amigos y mi familia estaba lejos, me había mudado por razones de trabajo.

Después de un tiempo un día en el metro me atreví a decirle algo y resultó ser una persona muy agradable, trabajaba en una librería y vivía sola, también se familia estaba muy lejos,... tan sólo me extrañó una cosa, una cicatriz que tenía desde la barbilla hasta el ombligo y que enseñaba con orgullo, me dijo que no era de ninguna operación, pero no me dijo como se la había hecho.

A partir de ese día cada vez que coincidíamos en el metro hablábamos hasta mi parada, un día me invitó a cenar a su casa y accedí encantada, era la primera vez desde que estaba allí que alguien era amable conmigo y me invitaba a algo, en aquella inmensa ciudad en donde todo el mundo sólo se preocupaba de uno mismo.

Quedamos en vernos en el metro, a la salida del trabajo y esa vez no me quedé sola en mi parada viendo como se marchaba, fuimos a su casa, era una casa bastante pequeña, pero para una sola persona estaba bien, se cambió de ropa y preparó algo de comer, nos sentamos a la mesa en su diminuto salón-cocina-recibidor y cenamos mientras nos conocíamos mejor. Seguíamos coincidiendo en muchas cosas y esta vez sí que me atreví a preguntarle por su cicatriz. Me contó que se la hizo una mujer a la que pertenecía (yo jamás pensé que nadie pudiera pertenecer a nadie), su Ama la había diseccionado en vivo y en directo como castigo ante sus otros esclavos, después de eso se fue de allí para siempre, esa fue la historia, se había ido de su ciudad natal para alejarse de aquella mujer dejando todo a su paso, amigos, familia, trabajo, ...., la verdad es que me alucinó, la escuchaba como si se me fuera la vida en ello, atenta a cada detalle, preguntándome en mi interior qué clase de cosas había hecho Edurne, que era así como se llamaba la chica.

Me dijo que después de la experiencia había decidido hacerse ama que el rol de esclava no le gustaba, me miró y supe lo que pensaba, enseguida le dije que a mí esas cosas no me gustaban, que nunca las había hecho y no quería empezar ahora, -"¿y cómo lo sabes, si no las has probado?" - me preguntó dejándome atónita -"¿quieres probarlo?, " - no supe que contestarle, no quería probarlo, pero la curiosidad me inundaba - "de acuerdo, pero ... ¿esto tendrá un límite?"- pregunté - "Por supuesto" - contestó con un sonrisa en los labios, dichosa de haberme convencido en tan poco tiempo, -" no te arrepentirás ...." - dijo finalmente.

Nos sentamos ante el televisor, no estaba tranquila, tenía tanto miedo que cada vez que ella se movía yo daba un salto del sofá con el corazón en un puño, debió de darse cuenta y ante mi asombro me dijo -" sino quieres no hace falta que empecemos ahora mismo" - se lo agradecí.

Estaba bastante asustada, no sabía si podía fiarme de ella o no, ..., acababa de conocerla y ya sabía a lo que dedicaba su tiempo. Me fui a casa pensando y pensando, parecía que todo había sido un sueño, como cuando estás soñando y te despiertas que parece que por unos momentos aún no has despertado y sigues metida de lleno en el sueño, esa era la impresión que tenía.

Al día siguiente volvimos a vernos, esta vez ya estaba menos asustada, decidimos ir al bar de debajo de su casa a tomar algo antes de volver a casa, "¿qué tal te ha ido el día?"- me dijo, "bien, ¿y a ti?"- no me contestó, sólo se acercó lentamente mientras me devoraba con la mirada y me besó, ... largo y tendido, se despegó de mis labios y me miró -"¿qué tal?"- no pude contestar aún estaba alucinando, ...., bajó la mirada pensando que tal vez no me había gustado, pero la cogí de la barbilla, subí su cara y la besé, ... esta vez yo me lancé.

Subimos a su casa cogiditas de la mano como dos tortolitas, ..., pensé que era la primera vez en mi vida que me besaba con una mujer y no había resultado tan malo, ni tan horroroso, ni nada, ..., todo lo contrario me había gustado mucho. Nos sentamos en el sofá, Edurne sacó unos refrescos, yo encendí la televisión, nos sentamos mientras bebíamos sin decir una sola palabra, creo que ninguna de las dos se lo esperaba, ..., pero surgió.

Llegó el momento, ella me miró de una manera especial, por eso lo supe, ..., me acerqué aún más y la cogí de la mano - "¿estás segura?"- me preguntó, yo negué con la cabeza, ..., -"tengo miedo de que me hagas daño" - dije, ella sonrió y me acarició la cara - "tranquila, no te haré daño"- me fié de su palabra, dejé que me besara sin miedo, que me acariciara todo el cuerpo con sus suaves manos, manos de mujer, ..., que lamiera cada parte de mi, ..., como dos locas nos tiramos en su cama, besándonos apasionadamente, quitándonos la una a la otra la ropa sin ningún cuidado, ..., en un momento dejamos la habitación destrozada, ..., nos tumbamos una frente a la otra, mirándonos, acariciándonos, ..., se acercó y me echó hacia atrás, yo me dejé hacer, me puso boca abajo y sentí como me ató, no dije nada, el juego tenía su morbo, ató sólo mis muñecas a mi espalda, me dio la vuelta y me dijo -"no tengas miedo"- y por primera vez no lo tenía....