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DYANA, LA VICIOSA

Dyana y yo somos novios desde hace 2 años y, desde el primer momento sabía que nuestra relación iba a ser muy distinta a las que había tenido antes. Ella, morena de pelo largo y negro, ojos verdes, unas tetas grandes al igual que su culo; es muy sumisa, le encanta que la dominen y yo disfruto haciéndolo.
Al principio, jugábamos a atarla, amordazarla y le daba algunas cachetadas de vez en cuando; pero ella siempre me pedía más. Así que poco a poco hemos llegado a tener una relación de dueño-esclava que nos excita mucho.
Por la mañana cuando me levanto, le ordeno que me haga una buena mamada y luego me prepara el desayuno, eso si, completamente desnuda. Luego, cuando me voy a trabajar, la ato por el tobillo a la pata de la cama con una cuerda algo larga para que pueda hacer las tareas de la casa, le cierro la puerta del armario con llave para que no pueda vestirse y conecto la web-cam para poder vigilarla desde el trabajo.
Cuando llego del trabajo, me encuentro la cena lista y ella a cuatro patas (así es como le he ordenado) espera a mi lado a que le diga que tiene que hacer. Por supuesto, luego le obsequio con algún premio o castigo, según como se haya portado.
Una noche, después de haberle dado una buena sesión de azotes y habérmela follado por todos los agujeros posibles, estaba relajado viendo el fútbol cuando Dyana, que acababa de limpiar todo el desorden que habíamos dejado, me dijo:

- Amo, ruego escuche mi petición: me gustaría hacer algo nuevo y distinto.
- ¿Qué te ocurre? ¿No te sientes satisfecha después de que te folle como te mereces?
- No. Necesito emociones fuertes.
- Puta, viciosa. Está bien, ya había pensado en algo. Pero será cuando menos lo esperes. Ahora chúpamela, guarra, y no te dejes nada sin tragar.
- Sí, mi amo. - Y se arrodilló frente a mí, haciéndome la mamada del siglo.

Al cabo de tres semanas puse en marcha mi plan. Esa mañana no tenía que ir a trabajar, pero ella no lo sabía. Me desperté más temprano que de costumbre, ella seguía dormida así que le puse mi polla en la boca y se la metí hasta que no pudo respirar y despertó. Me follé su boca literalmente, luego por el coño y por su culito dejándola empapada de leche. Después me hizo el desayuno y le ordené que se fuera a la ducha.
Le dije que me marchaba a trabajar, pero al cabo de dos horas volvía bien acompañado: un negro de casi dos metros de alto y más ancho que un armario, y una rubia despampanante y lesbiana.
Dyana que no se lo esperaba, al verme enseguida se puso a cuatro patas como le tenía dicho, pero tirándole del pelo hice que se levantara. Le desaté la cuerda y le dije que se tumbara boca arriba en la cama.
Después de una hora en el que el negro y yo nos tiramos a la rubia en el salón, fuimos los tres desnudos a la cama donde estaba Dyana tan obediente como siempre. Inmediatamente la rubia se agachó y se puso a chuparle el coño, mientras el negro y yo a cada lado de la cama, le pusimos nuestras pollas en la boca para que se las comiera.
El negro tenía un miembro descomunal, más de 30 cm. y un grosor que daba miedo. El mío tampoco se quedaba atrás, de unos 28 cm. y bastante gordo.
Dyana consiguió meterse nuestras dos pollas en la boca, saboreándolas con ansiedad. Mientras, la rubia le estaba poniendo bastante húmeda su conchita, lamiéndola sin parar.
Después de unos 10 minutos así, la rubia se levantó y nos hizo una señal para que nos apartáramos. Luego se sentó encima de la cara de Dyana dejando su coño rubio sobre la boca de ella y su ano sobre su nariz. Casi no podía respirar. Luego le levantó las piernas al máximo sujetándolas con fuerza y dejando su coño y su culito a nuestra merced.
El negro, sin pensárselo dos veces, le metió su enorme polla en su culito de un empujón. Dyana gritó como nunca lo había hecho, pero la rubia se encargó de silenciarla pegándole todo su coño en la boca que no tuvo más remedio que lamer.
Yo mientras me masturbaba mirando el espectáculo ya que quería recrearme antes de pasar a la acción.
El negro la taladraba sin compasión, embistiéndola cada vez más y más fuerte. Era una maravilla ver como entraba y salía su pollaza con tanta facilidad. La rubia a veces se inclinaba y le daba unas cuántas lamidas en el coño, para después saltar sobre su cara, metiéndole todo su coño en la boca y su ano por la nariz.
Yo le daba cachetadas en su coño y en su culo, y Dyana gritaba sin parar, de dolor, de placer, de una mezcla de todo. El negro sacaba su polla y le escupía en el gran agujero que había creado con sus arremetidas y luego se la volvía a meter de forma brutal.
En ese momento, me puse a su lado y le metí mi polla por el coño y empecé a follármela de la misma forma que el negro se follaba su culito.
Ella gritaba cuando podía y lamía a la rubia sin parar. Yo le gritaba “¿no querías emociones fuertes? Pues aquí tienes” y le daba más y más fuerte. La rubia le pellizcaba los pezones y se los puso bastante tiesos y rojos. El negro y yo le dábamos cachetadas en las nalgas y ella gemía, suspiraba y aullaba cada vez más.
Los tres nos separamos de Dyana y la pusimos a cuatro patas. Ella tenía toda la cara roja y llena de jugos del coño de la rubia y de su propia saliba. El negro se puso debajo de ella y empezó a follarle el coño de la misma forma que hizo con su culo, así que yo me follé ese culito que tanto me gusta. La rubia mientras lamía nuestras pollas y el coño de ella cuando podía. Le acariciaba todo su cuerpo con la lengua y la besaba.
El negro se cansó de bombearle el coño, así que se sacó su polla y sin moverse del sitio, puso la punta en la entrada del culo dónde estaba mi polla dentro y la metió de un impulso. Dyana gritó “¡no puedo más, me duele mucho, me vais a partir el culo!”, pero era tarde, nosotros ya habíamos empezado a bombear rápidamente y hasta el fondo. No me lo podía creer, dos pollas enormes entraban sin dificultad por el culo de mi novia.
La rubia abría con sus manos el culo de mi novia mucho más, incluso a veces metía dos o tres dedos para dilatarlo más si podía.
Dyana sufría, su gesto era de dolor, los ojos cerrados, la boca abierta y apretando los dientes. Y yo cuando la miraba, le daba cada vez más fuerte, me ponía muy cachondo verla así y sabía que a ella le encantaba que le dieran muy duro.
Así estuvimos bombeando un largo rato, hasta que ya no aguantaba más, así que nos levantamos y la puse de rodillas. El negro y yo nos pusimos a cada lado y ella con la boca abierta esperaba nuestro chorro de leche que fue impresionante; expulsamos un chorro de leche espesa y abundante que se tragó enterita.
La parejita se marchó de casa y allí me quedé junto a Dyana que estaba exhausta en la cama. Cuando me recuperé un poco, la obligué a que me la chupara de nuevo y después me la follé a lo perrito (mi postura favorita) por el coño, mientras comprobé que por el culo le cabía mi mano entera con el puño cerrado.
Luego le pregunté a ella si le había gustado todo y me dijo que sí, que era afortunada por tener al amo perfecto. Ahora seguimos como siempre y, de vez en cuando, le doy sorpresas como éstas e incluso mejores.
Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
  • Media: 4.39
  • Votos: 76
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