Desde jovencita siempre tuve enormes deseos de tener una aventura con un hombre mayor que yo. Pelo canoso, manos curtidas, cuerpo formado, era algo que me llamaba la atención de sobremanera.
Siempre fui una persona bastante tímida, por lo que jamás pensé que sería capaz de llegar a establecer una relación con alguien mayor que yo.
Por aquel entonces yo trabajaba en una empresa de trabajo temporal, por lo que diariamente conocía a multitud de personas.
Un día cité a Rubén, el co-protagonista de esta historia, era una entrevista de trabajo para acceder aun alto puesto en una reconocida empresa. Nada más verle entrar a mi despacho me quedé sobrecogida, le invité a sentarse y comencé con mi trabajo, eso sí, un tanto turbada. Según íbamos hablando la atracción por él fue creciendo. Rubén era un hombre de unos 45 años, pelo canoso, elegante y con una facilidad de palabra que me tenía fuera de lugar. Terminé la entrevista lo más profesionalmente que pude y le despedí diciéndole que estudiaríamos su solicitud y ya le volveríamos a llamar. Le tendí mi mano a modo de despedida y fue la sensación más maravillosa del mundo cuando nuestras manos se unieron por primera vez. No fui capaz ni siquiera de articular palabra, sólo me quedé mirándole atónita. Él se despidió y me dedicó una amplia y fabulosa sonrisa.
Los días pasaban y yo sólo podía pensar en Rubén, a todas horas, no dormía, no comía, pasaba el día entero en una nube, imaginando como sería poder estar a su lado.
El proceso de selección avanzó y llegó el día de la segunda entrevista, era un lunes, el lunes más maravillosa de toda mi existencia. Antes de salir de casa me arreglé, me puse el mejor de mis perfumes y me fui a trabajar con un cúmulo de extrañas sensaciones.
Eran las 11:45, en 15 minutos lo tendría sentado frente a mí, me temblaban las manos , la voz , sentía escalofríos que se apoderaban de todo mi cuerpo. Estaba deseando verle de nuevo y a la vez no podía soportar la idea de no volverle a ver, pues era la última entrevista que haría conmigo.
A las 12:02 llamaron a la puerta me levante a abrir con el corazón encogido, pero no era él, era mi jefe que me pidió si me importaba que hiciésemos juntos la entrevista para así poder ahorrar tiempo. No podía decirle que no, todas mis ilusiones se vinieron abajo, ahora sí que había perdido mi última oportunidad.
La secretaria nos avisó de que Rubén estaba allí, así que le hicimos pasar; allí estaba él, mucho más elegante y bello que la primera vez. Nos volvimos a saludar con un apretón de manos y entonces noté que me sonreía de una manera especial, o quizás no? Era todo producto de mi imaginación?.
Comenzamos la entrevista y yo sólo podía pensar que cada minuto que pasaba era un minuto que me alejaba de él, era la última vez que le vería, ya que la situación no era la más propicia para intentar nada. Mi jefe le hacía multitud de preguntas, tomaba nota de sus respuestas, hasta que después de mucho discutir a cerca del nuevo horario de trabajo, Rubén decidió que no podía salir de trabajar más tarde de las 6, ya que tenía que ir a recoger a su hija al colegio. De repente, me echaron un jarro de agua fría, Rubén estaba casado y tenía una hija!!!. Es hora de retirarse – Pensé.
Como no llegaron a ningún acuerdo, Rubén decidió no aceptar el nuevo trabajo, se despidió muy educadamente de los dos y nos dio las gracias por la atención que le habíamos prestado.
Ahí me quedé, en mi oficina, con un sentimiento enorme de soledad, tristeza y rabia por haber sido tan estúpida, y no haber pensado en la posibilidad de que estuviese comprometido.
Las horas pasaban demasiado despacio, no tenía ganas de nada, solo quería que terminase aquel día, poder llegar a casa e intentar olvidarme de todo. Un lunes que había comenzado lleno de ilusión y expectativas se había tornado gris y desolador.
Llegaron las 8 de la tarde, por fin era hora de regresar a casa, salí de mi oficina y me dirigí a la parada del autobús, paré en el kiosco a comprar la prensa y de pronto oí una voz tras de mí que me decía: - ¿Me dejas que te acerque a casa?. Es muy tarde y debes estar cansada.- Me parecía estar en un sueño, mi corazón latía con tanta fuerza que pensé que iba a explotar. Me di la vuelta y era él, Rubén, mi Rubén , aquella persona que había dado un sentido a mi vida desde el primer momento en que le vi. Nos quedamos mirándonos unos instantes , se acercó y me besó. Fue el beso mas tierno, dulce y excitante de toda mi vida.
Vamos al coche? – Me dijo.
Era como si el mundo se hubiese parado, no me importaba nada ni nadie, solo él.
Nos quedamos hablando en el coche, me dijo que s e había enamorado de mí desde el primer momento en que me vio, y que no se había atrevido a decirme nada antes por miedo al rechazo. Estuvimos hablando de multitud de cosas, riendo, disfrutando y eso hizo que me fuera relajando. Pero había algo que rondaba mi cabeza y no sabía como abordar el tema. Y su hija? Estaba casado? Tenía que saberlo. Por fin me armé de valor y conseguí preguntárselo de una manera muy sutil. Se echó a reír y me dijo que llevaba esperando esa pregunta desde el principio de la conversación, ya que durante la entrevista había notado mi cara de asombro y de tristeza cuando comentó que tenía que ir a buscarla al colegio. Casi me muero de vergüenza!! Había notado lo que yo sentía por él a pesar de haber intentado disimularlo a cada instante. Me contó que era divorciado desde hacía 6 años. Uff! Por fin pude respirar tranquila, ahora era todo para mí.
Se estaba haciendo tarde, así que le pedí que me acercara a casa. Cuando llegamos me volvió a besar y yo sólo pude decirle una palabra. - ¿Subes?.-
Nada más cerrar la puerta de mi apartamento comenzamos a besarnos con pasión. Yo no podía más, sólo deseaba que me poseyera, quería ser suya y hacerle disfrutar como ninguna mujer lo había hecho antes.
Fuimos a mi dormitorio, muy delicadamente me tumbó sobre la cama y comenzó a besarme.........el cuello, los hombros, desabotonaba mi blusa mientras iba deshaciéndose de parte de su ropa. Me acariciaba el pecho, , quitó mi sujetador y besaba mis pezones con suma delicadeza, yo no podía soportarlo más, me entregaba al placer que producía el roce de sus labios en mi piel. Era maravilloso. Los mordía y acariciaba con su lengua una y otra vez, despacio, muy despacio, rítmicamente.
De pronto noté cómo sus manos se deslizaban por debajo de mi falda. Poco a poco fue quitándome la poca ropa que me quedaba. Recorría con su lengua cada parte de mi cuerpo, subía y bajaba una y otra vez, sin descanso. Lamía mi clítoris; enloquecida, tomé su cabeza y presionaba su cara contra mi cuerpo. Una explosión de orgasmos se desencadenaba dentro de mi cuerpo, no podía articular palabra, sólo gemir y pedirle que no parara.
Ahora me tocaba a mi hacerle rozar el cielo como él había hecho conmigo. Terminé de quitarle la ropa y allí apareció ante mí una desafiante verga. Tenía que hacerle probar su misma medicina, así que sin más dilación la puse en mi boca y comencé a meterla y sacarla, una y otra vez, cada vez la notaba más dura y tensa, sabía que estaba a punto de explotar, pero no quería parar. Le oía gemir y pedirme que le dejara poseerme. No quería que terminase aún, pero ninguno de los dos podía más. Yo estaba a punto de conseguir mi ¿4º, 5º, 6º orgasmo?, ya había perdido la cuenta. Me senté sobre él y comencé a meter su pene dentro de mi. Rubén agarraba mis pechos con fuerza, rodeaba su cuerpo con mis piernas, su respiración se aceleraba, en su rostro aparecían expresiones de lujuria que hacían que me excitase cada vez más, mis pezones estaban cada vez más duros. Las embestidas eran más rápidas , más profundas, estábamos llegando al final de aquel camino, los dos juntos, al unísono. Sólo un último gemido, una exhalación y el beso más tierno y dulce que jamás se puedan imaginar.
Me ha encantado tu relato, por lo que puedo ver es el primero que has escrito, me gustaría que siguieras escribiendo. Te felicito de corazón , es uno de los mejores que he leido. Sigue así