DULCE RUBITO 7
Rubito, el dulce chico mueve su trasero en un vaivén de locos y entra en el bar cerca de ese atardecer. Es un hermoso día de enero, en pleno verano en aquella ciudad de locos.
Se sienta en una mesa que da a la vereda, siempre hay gente que va y viene. Tiene una sonrisa relajada y tranquila.
El mozo luego de un rato, le trae una espumosa y fresca cerveza, que Rubito agradece, junto por supuesto el infaltable platito de maní.
Mira descuidadamente el ir y venir de las personas que no conoce y que pasan y a veces levantan la cabeza y miran hacia adentro del bar, con cierta pequeña envidia.
Mira a su alrededor siempre buscón, sonriendo y ya caliente. Siente burbujas en su cuerpo, algo que vibra. Es un pequeño ser en busca de calor humano, de caricias, de abrazos y de una buena verga piensa mientras bebe su cerveza espumante.
De pronto ve a la persona que también lo mira, es desde la salida del los baños. Es alto, es lo que puede ver desde donde está. Nota que el hombre también lo ha visto. Se hace desear bajando la vista y mirando para otro lado. De vez en cuando relojea. Y siempre el hombre lo está observando. Su cuerpo se tensa y vibra, se siente cada vez mas acalorado. Mira la hora en el reloj y ya están tocando las 20 hs de un día que ha sido realmente apacible y bello. No solo por el sol que ha alumbrado todo el día, sino por la temperatura que ha estado realmente soportable.
En un momento gira el rostro para donde estaba el hombre con el cual estaba jugueteando y lo ve que viene caminando hacia él. Se sonroja, pero ya lo tiene a dos metros.
__Hola ¿como estas? ¿esperas a alguien?__ le preguntó muy atento aquel macho apetecible por donde se lo mire, fue lo primero que sintió y vio Rubito.
__En realidad no espero a nadie…
__¿Puedo acompañarte?
__Claro, porque no…
__Que raro que alguien como tú este solito…__ dijo el hombre de unos cincuenta, tal vez un poco más. Anchos hombros, parecía fuerte, una barba de días sin afeitar le daban un toque de play boy maduro.
__Por eso has venido tu a salvarme…__ sonrió pícaro y caliente Rubito.
__Si claro, estoy a tu servicio, a propósito me llamo Horacio ¿y tú?
__Rubito, llámame Rubito, es un apodo que llevo desde que tengo memoria y me gusta…
__A mi también, me gusta como suena, es dulce, y a la vez caliente…
__Guau, nunca me habían dicho que mi apodo es caliente y tu lo has dicho de una manera muy…sexy…sexual…eres muy sexual…
__Y tu también belleza, no sabes lo que me gustan los muchachitos como tu…
__Así que te gustamos los chicos ¿Mucho?
__Tengo el pantalón que se va a abrir solo de cómo lo tengo…
__¿Y que podremos hacer con eso?
__Oh mira ahí viene mi amigo Aldo__ en eso se acerco otro hombre de la misma edad más o menos. También alto, de abundante cabello. Mirada lasciva. Labios carnosos y una nariz prominente, parecido a un árabe o algo así. Rubito con su cara iluminada observo al hombre que le sonreía.
__Hola…__ dijo con voz fuerte y varonil
__El es Rubito
__Hola como estas Rubito encantado de verte…
__Hola como estas
__Muy bien y ahora que te veo mejor…
__Nos estamos yendo a mi departamento ¿Nos acompañas?
__Por supuesto__ dijo aquel macho sabroso.
Era un departamento que estaba en un edificio muy cercano al bar, menos de una cuadra.
__Así que estas cerca de tu coto de caza Horacio…__ dijo Rubito en el ascensor acercándose a Horacio y acariciando su pecho y sus genitales. Notando que estaba duro como una piedra.
__Ahhh nene me urge sacar esto afuera….__ dijo el macho caliente. Aldo en tanto acaricio los hombros del chico y las nalgas, silbando de emoción.
__Ufff realmente tienes una cola exquisita Rubito, ya quiero chuparte toda esa cola…___ mientras Aldo decía así y aflojaba el pantalón de Rubito y como podía metía mano buscando el agujero del joven ardiente y muy sexual.
Entraron, Rubito en medio de los dos machos alzados. Uno desprendía su camisa y otro ya quitaba hasta la tanguita negra que tenía el chico. Aldo metía su nariz entra las nalgas de Rubito que gemía abrazándose a Horacio que estaba de frente a él. Horacio ni lerdo ni perezoso hundía en la boca de Rubito su gruesa lengua hasta la campanilla. Las manos de Rubito bajaban la cremallera del pantalón de Horacio y se prendían al perno del macho que sudaba de calentura y placer.
Aldo ya llegaba con su propio molusco hasta el anillo juguetón perfumado como una rosa del desierto. Se abría, se dilataba. Ya se entregaba a esas caricias exaltadas y desquiciadas de ese macho que apenas conocía.
__Ohh no sabes el sabor de esta abertura Horacio, es exquisita, ahhh me encanta este ojete…__ En tanto Horacio manoteaba la pija del chico que también estaba erecta y erguida, necesitada de caricias, eran reciprocas porque Rubito mientras jugueteaban con las lenguas, posaba sus manos sobre el machete brioso del macho que tenia de frente.
Aldo se ha quitado toda su ropa entre chupada y chupada, el culo de Rubito esta dilatado y húmedo, como le gusta a Aldo cuando se coje a un jovencito, y ya son varios. Se pone de pie y Rubito saca mas la cola hacia atrás, Aldo repasa las nalgas con su vara muy parada y dura, no es tan grande, pero seguro lo hará gozar al chico que sigue con la poronga de Horacio ahora al agacharse la mete en la boca y hace que el macho gruña y suspire mas profundo.
Aldo se mete despacio en las profundidades del joven que gime, y empieza a lloriquear al sentirse penetrado. Rubito sopesa en sus labios las bolas de Horacio que pega grititos de lujuria al sentir esos labios en las pelotas, lo excitan de manera descontrolada.
__Ohhh no sabes lo que es este culo Horacio, es precioso y tan apretadito, ohhh cariño de donde saliste nene…ahhh me gustas…__ decía Aldo yendo y viniendo en las carnes vibrantes de Rubito que gime y se retuerce mamando la manguera que le ofrece Horacio, las bolas las come sin piedad, haciendo que Horacio gruña y apriete fuertemente las muelas.
Aldo besa la nuca del dulce Rubito. Le chupa las orejas, y Horacio pellizca las tetillas del joven. Duras, sabrosas, todo eso lo hace conmover al joven y dulce Rubito que se siente penetrado y lleno, Aldo saca la vara. Horacio aprovecha y trae contra si al joven Rubito, llegan a un sofá enorme, se sienta Horacio con su machete apuntando al techo, le pone, por si hiciera falta, un poco de gel aceitoso a Rubito, y este se va sentando dando la espalda a Horacio. El chico obediente se va sentando en la espada y la hunde hasta las bolas. Es más gruesa que la de Aldo y siente como se va inflamando a medida que entra en su agujero infernal.
__Ahhh papi sigue, sigue ahhh métela, siii, ahhhh__ gime el chico Horacio está hundido con su pedazo dentro del chico y este empieza a levantarse y vuelve a caer, se detiene un momento con la grupa alzada y es Horacio quien sube y baja las caderas enterrando su poronga dentro del túnel resbaladizo y dilatado.
Aldo se arrodilla, y mete en su boca la pija de Rubito, la mama, la besa, lame la carne febril. La miel no tardara en saltar al exterior. Chupa las bolas del joven. Están duras y llenas. Gime el chico, al sentir la lengua por delante y la poronga hundida en su agujero.
___Ahhh me vas a hacer acabar…ahhh Aldo siii siii ya viene mi leche ahhh papiiii__ Rubito se va en la boca de Aldo el macho no deja escapar una gota. Traga todo. Se mantiene duro porque sus manos acarician su pedazo.
Rubito salta sobre Horacio que mantiene su espada dura y potente, rocosa. Horacio saca al jovencito de su estaca y se coloca de perfil, hace que Rubito se acueste dándole la espalda y lentamente busca el culito y la poronga vuelve a perderse totalmente dentro del ojete rabioso y abierto del chico. Aldo se acerca a la boca del mamon y mete su verga. Los labios rodean el pedazo. Coje la boca del chico, va y viene dentro. Las manos de Rubito aprietan las bolas de Aldo que gruñe sacado, desquiciado. Llega con sus dedos hasta el agujero del macho que se abre deliciosamente a los deditos de Rubito que se hunden en el ojete de Aldo.
__Ahhh tu si sabes dar placer nene, ahhh, sabes tratar a un macho y me encanta ahhh ahhh ahhh__ la leche sale como una tremenda explosión de líquidos que entran de una en la boca del joven, tragando toda la leche que le da Aldo. Horacio entusiasmado apura sus embestidas. Se agarra de los hombros del chico, los muerde, y con un desgarrador sonido se va vaciando en las entrañas de Rubito que siente el líquido caliente inundando su interior, chorreando por los bordes. Los machos quedan buscando aire y nuevas energías. Volverán a cogerse al chico, lo harán gozar y gozaran de él un buen rato más.-