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Categoría: Maduras

Dulce Madura 3

Pasaron dos días, y quedé con Encarnación (mi dulce madura) por la mañana para hacer la compra y en subirla para la casa, ya que las bolsas pesarían con todo lo necesario para la semana, pues ella tenía que arreglar unos asuntos de papeles con su hermano y se tenía que desplazar a otra provincia, aunque regresaría en el día.



Salimos, y me dí cuenta que la puerta de al lado se cerraba con mucho sigilo y amortiguando para no hacer ruido en el pasillo común de los vecinos, tan solo había tres puertas por planta, y esa correspondía a la más cercana, en la que habitaba un matrimonio cincuentón, o al menos eso creía yo.



En la puerta del bloque me dice Encarna:



¿Te has dado cuenta?



Si, ya me he fijado, ¿la vecina verdad?



Como no, esa es una fisgona, no me extrañaría que estuviera con la oreja pegada a la pared cuando lo hacíamos



¿Crees que nos oiría?



Le pregunté con preocupación



No te quepa la menor duda, le gusta llevar la vida de todo el bloque y a saber si no se estaba tocando



Noté que la respuesta estaba cargada con buena dosis de morbo, pero desconocía el alcance del mismo. ¿A caso le gustaba que la oyeran gritando? ¿Lo hacía para darle rabia a la fisgona de su vecina? O simplemente ¿Por qué lo había sentido así y no lo podía evitar?



¿Y te quedas tan tranquila?



José, ya te dije que lo único que podían sentir era envidia, además, ya soy mayor como para dar explicaciones, y si se hizo un pajote a costa nuestra, que le aproveche ¿no te parece?



Visto desde ese punto de vista, tienes razón…



Desde luego a mi no me conocían, y si a ella le daba igual, pues a mi menos me importaba, aunque algo de vergüenza ante un posible encuentro, si que me podía dar.



Miré hacia su balconada, y la vi correr la cortina, parece que también nos seguía con la mirada por la calle, la muy cotilla. Se trataba de D.ª Rosa, una señora de 62 años pero que no aparentaba más de 55, bastante delgada sin llegar a huesuda, su rostro también era delgado, casi afilado por la forma de su nariz, coloquialmente la típica "loro" pero toda esa faz quedaba aliviado por el color azul claro de sus grandes ojos. Sus hombros quedaban muy marcados como un cuadro, sus pechos, bueno ¿supongo que tenía pechos? Pero para nada se marcaban en los blusones sin escote, parecía lisa como una tabla. Su cintura era muy estrecha, contrastando con el escalón que un poquito más abajo marcaban sus caderas, sus piernas hasta donde se podía ver, eran muy finas.



Por el camino, al mercado, me comentó Encarna que su marido era un borracho y que se iba al bar bien temprano, desayunaba en el bar, almorzaba en el bar y regresaba a casa a la noche bien cargado, con semejante dieta no se explicaba como podía tener semejante cuerpo más parecido a un hipopótamo por el volumen del vientre y cuya cara siempre estaba roja, para colmo, siempre se le podía ver con un gran puro la mayoría de las veces casi en colilla a punto de caérsele de los labios. Me dijo que en una ocasión, una ambulancia se lo tuvo que llevar por que sufrió un infarto.



Ya una vez hecha la compra, nos despedimos en la calle con un beso muy cerca de los labios, tanto que sentí algo de humedad en la comisura. Yo me dirigí al domicilio con las bolsas repletas y ella se dirigió a la estación de autobús. Cerca del bloque me acordé de Dª. Rosa y si seguiría espiando nuestros movimientos, estos pensamientos parecían premonitorios, pues estaba en el balcón tendiendo, pasé por debajo con la intención de echar una miradita hacia arriba en el momento justo para ver debajo de su falda casi a modo de desafío por su actitud cotillona. El segundo piso quedaba casi a la altura de un primero desde la acera, pues el bloque estaba circundado por unos bajos a los que había que acceder descendiendo un tramo de escaleras.



Cuando estuve justo debajo, me detuve con la escusa de descansar el peso de las bolsas, y con un descaro enorme, miré para arriba y le pude ver las bragas, como tendía de espaldas a la calle, era toda la zona del culo la que vi, aproveché que no pasaba nadie por la calle y alegando con frotes un supuesto dolor de manos me quedé allí por más tiempo, en un momento se giró para recoger más palillos y me vio, yo permanecí en mi sitio sin moverme, pero lejos de ruborizarse o esconderse, ahora me mostraba la parte delantera con descaro.



Me hubiera gustado quedarme allí, pero ese pequeño desafío no tenía ella la intención de perderlo en resistencia pues mi situación era poco natural, subí y cuando llegué a la planta, de nuevo estaba su puerta ligeramente abierta y ella detrás dispuesta a salir. Por mi cabeza empezaban a rondar un montón de ideas sin pensar en el sexo, como: acusarnos de escándalo, ruidos por la noche, perversión……. No se, pero me puse más nervioso de lo que creía.



Por fin se acercó a mí y me dijo:



Hola soy Rosa



Yo José



Le contesté con cierta molestia por el encuentro que no me apetecía nada.



Se que Encarna ha salido a lo de su hermano…



Coño que bien informada estaba, sin duda tenía bien ganado el galardón de cotilla del bloque, pues Encarna tenía que arreglar unos trámites de cambio de la residencia donde se encontraba su hermano.



¿Ah, lo sabe usted? – le pregunté con cierto rin tintín



Si, hombre, somos vecinas – pero seguro que no te lo ha dicho ella, pensé



Veras, es que mi marido no está y tu me puedes ayudar – me dije para mí, claro se está poniendo de vino hasta arriba



Bueno doña Rosa, suelto las bolsas y ya me dirá



Vale, te acompaño y te ayudo a ordenar… - la muy fisgona, seguro que quería husmear pero me pilló desarmado y no supe que contestar para que se quedara en su casa y no me siguiera



Abrí el frigorífico y comenzamos a meter lo más delicado y perecedero, después me dirigí con el resto de cosas hacia una despensa que quedaba próxima al dormitorio, donde colocamos el resto de cosas, miró hacia la cama y me preguntó:



¿Y tú donde duermes? – ya me estaba tocando las narices, le perdí el respeto y tuteándola le dije



¿A caso es asunto tuyo?



Pues mira si… por que con vuestros polvos no me dejáis dormir – coño, aquello me lo soltó como una puñalada que me heló la sangre y no pude formular palabra, pues la dentadura se me desencajó – Pero vamos hombre, no te enfades conmigo, como te he dicho antes, necesito tu ayuda.



No estoy para ayudas, y menos después de lo que me has dicho. – le dije con voz temblorosa



José, si en el fondo no me parece mal que le des unas alegrías a la Encarna, es más, me parece divino que gente joven como tú nos hagan favores "especiales" - ¿Por qué se incluyó ella? El caso es que el tema estaba tomando un tono dulzón y atractivo



Bueno Rosa, dime que quieres



Lo mismo que le das a Encarna – Ufff....... que directa, que valor le echó.



¿Pero sabes lo que me estás pidiendo?



Si, y si mi marido pudiera dármelo, ni se me ocurriría, pero el muy cerdo no me da una alegría desde……... Ni me acuerdo, es más, me daría miedo que se pusiera en faena por lo que pudiera pasar – me acordé de lo del infarto que me dijo Encarnación. La tentación era muy grande, tanto como lo excitante de la situación, así que reflexioné unos segundos y le contesté.



Esta bien, pero si se entera alguien…



Descuida que yo no gritaré como Encarna, si es necesario morderé algo. Coge las llaves y ven.



Pero ¿no nos quedamos aquí?



Estas loco – comprendí que si quedaba alguna prueba, lo mejor es que quedase en su casa, ella lo podría limpiar o ordenar



Su casa estaba decorada de forma bastante distinta a la de Encarna, los muebles eran más oscuros que los de color miel de mi dulce madura, sin duda era un aspecto bastante más serio o mejor dicho sombrío y clásico de mobiliario. Cerré su puerta y se vino para mí abrazándome



¿Y si viene tu marido?



No te preocupes – fue lo único que me dijo mientras se frotaba fuerte contra mí, me daba la impresión de que esta mujer no tenía ni idea de echar un polvo, pero le devolví los frotes de su vientre contra el mío con mi polla súper dura



Que distintas eran todas las sensaciones, su cintura que casi la abarcaba con las dos manos, su pubis era duro como una piedra redondeada y sus tetas, ¿Dónde estaban que no las sentía? Todo en Rosa era opuesto a Encarna.



Aunque no había perspectiva de ser sorprendidos, nos desvestimos con prisa, y nos fuimos a su dormitorio, que por simetría estaba pegado pared con pared al de Encarna.



Totalmente desnuda se tumbó boca arriba dándose saliva en el coño que tenía una pelambrera castaña y plateada por la parte superior. Comprendí por que no sentía sus tetas, eran minúsculas con un pezón redondito y muy oscuro.



Tiré de mis pantalones y slip para abajo y mi polla cimbreó apuntando a la lámpara



Joder que pollón, ahora comprendo los chillidos de la Encarna, quiero que me folles como a ella, quiero que me hagas lo mismo – me pregunté: ¿a que viene esto ahora? En verdad es una envidiosa como decía Encarna



No te preocupes, te lo haré igual, - me aproveché y le acerqué la polla a la boca y la dejé contrariada, pues se creía que se la iba a meter de primeras en el coño



chúpamela como ella



¿Ella te la chupaba?



Claro



¡Que guarra…!



Pues se tu también guarra



No te preocupes que voy a ser más guarra que ella



Demuéstralo…



No tenía ni idea de chupar una polla, no tenía ni coordinación, ni organización, no me pajeaba mientras lamía, solo lamía la misma zona por donde el frenillo y a veces le daba vueltas al capullo, así que tuve que tomar las riendas y introducírsela entera en la boca.



Hoouugggllll, hoouugggllll, me ahogas coño



¿No querías hacerlo como ella?



Joder para que habré hablado, menuda traga pollas está hecha la vecinita…



Pues prepárate, por que cuando me corra, te lo daré en la boca para que te lo tragues



Eso si que no, ni hablar



¿No decías que eras más guarra que ella?



Pues lo tendrás que hacer o me voy ahora mismo – no lo decía enserio, tenía que follarla como fuera



Vale, vale, pero métemela ya



Así me gusta que me lo pidas



Me fui derecho a aquél coño con su duro promontorio como un hueso sobresaliente como media patata en el monte de Venus, no tan húmedo como el de Encarna, pero… ¿Quién lo tiene tan húmedo como Encarna? Por lo que se me ocurrió darle una lamida para ponerlo más a punto. Con la cara cerca de ese coñito, me resultó imposible no hacer comparaciones:



Sus labios exteriores estaban pegados y formaban un óvalo vertical bastante perfecto y oscuro con rugosidades como si fueran dos escrotos juntos, en conjunto este coño era como la mitad de grande que el de mi dulce madura y pensé que cuando se la metiera se ajustaría mucho a mi polla.



Separé los labios exteriores y quedaron expuestos los interiores que parecían pétalos de rosa y además de color rosa, vaya, vaya con Dª. Rosa, si no fuese por la parte exterior, aquel coño tenía un aspecto totalmente juvenil.



Su clítoris quedaba oculto en un pequeño muñón de carne, después de la rápida inspección, le propiné las primeras lamidas como en mí es costumbre, empecé suave por el exterior haciendo que se excitase y muy lentamente hacia la raja masajeando con la lengua el clítoris y sorbiéndolo con suavidad con mis labios en posición de pronunciar la letra "O"



Joderrr que gustazo, Joderrr, AAAHHHGGG, Joderrr. – se llevó la sabana a la boca y comenzó a morderla para evitar los alaridos subidos de volumen, levanté la mirada y no había obstáculo que me impidiera verla a la cara, como una barriga o unas tetas, al contrario, su barriga se hundía marcando los huesos pelvianos hacia abajo y hacia arriba las costillas, y las tetas, solo se distinguían los bultitos negruzcos de los pezones. Pude comprobar como apretaba los dientes y se le marcaban como para estallar las venas y tendones del cuello.



Yo seguía a lo mío, lame que lame, le introduje un dedo en su cavidad para pajearla despacio y su coño casi ceñía el dedo como una dentadura cuyos dientes haciendo círculo fuesen de carne blanda y húmeda pero marcando un calibre no muy ancho.



Al poco tiempo escuché un AAARGGG gutural y soltó la sabana ensalivada, tuvo un buen orgasmo, que a mí me puso a parir, tenía una erección bestial y mi capullo se infló como un globo a punto de explotar, le acerqué la polla de nuevo a la boca para que viese como me había puesto, la agarró con una mano abriendo los labios hasta donde podía y se la introdujo, esta vez si movía la piel pajeándome y manteniendo el capullo dentro de la boca a distintas profundidades según el ritmo de la paja, proporcionándole frotes con la lengua.



Al poco, noté que me corría, pero no hice ningún gesto que me delatase, para que no pudiera arrepentirse a última hora y la sacara, evitando que me vaciara dentro, tenía dentro de mí sentimientos de querer follarla y joderla por traicionera.



Contuve todo lo que pude la corrida para reventar más fuerte, hasta que exploté con un fuerte empujón que ella contuvo con su mano que estaba de por medio evitando que la ahogase, aunque su afilada nariz tocaba mi pubis, escuché:



HUMMGLUMMM – a la vez que me golpeaba con la mano que tenía libre dándome puñetazos en mi zona lumbar, pero mi peso y la posición me ayudaban a quedarme en la misma posición hasta que mi polla comenzaba a tranquilizarse. Ella apartó la cara como pudo y otro palpito de mi polla lanzó otro chorreón a las sabanas, mi verga seguía goteando y mojando la blanca tela.



Quiero que te lo tragues – sabía que tenía una buena cantidad de semen en la boca que mantenía prieta, sus ojos parecían salirse de las órbitas, adiviné que lo retenía en la boca para escupirlo, me adelanté y pellizqué sus orificios nasales para que tragara, y tras unos 15 segundos:



JAAHGGG, AGHHHJAAGGG, - tosió con desesperación y tragó, - ¿satisfecho?



Si, era por si acaso… - la besé en la boca que parecía resistirse a abrir, y me hice paso con mi lengua venciendo su resistencia, nuestras lenguas se volvieron locas y noté un sabor ácido debido a mi semen.



Mi polla no había perdido dureza, estaba muy excitado y tras el juego oral, me dispuse a follarla con fuerza. Al ver mi intensión, se quedó sorprendida



¿Más todavía? ¿pero de donde has salido?



Voy a calmar el hambre de polla a este coño



Madre mía, ¡que no tengo 20 años! Me has dejado bien…



Pues tu coño dice otra cosa



Aproximé al capullo a la entrada y comencé a ejercer presión, aquello estaba duro, al contrario de Encarna, tuve la sensación de estar follando el culo de mi dulce madura por la forma que todo oprimía mi falo, me retiré y le dí un buen restregón de saliva, lo intenté de nuevo y ahora si, ella apretaba los labios y arrugaba el rostro, mientras iba entrando sin pausa todo el rabo hasta tocar aquel duro pubis con el mío



Aleluya, aleluya, como necesitaba esto, bendito seas José, Dios te bendiga amor…



¿Te das cuenta como lo necesitabas?



Si, si, si, como te noto, como me llenas, ¡tu si que entiendes a las mujeres!



Mi ritmo creció en rapidez y profundidad, chocando con golpes secos con su pubis, mi segundo orgasmo tarda bastante, así que tenía la certeza de que ella se vendría antes que yo, quise mantener el ritmo para no corredme antes que ella, pero por unos instantes sentía que iba a fallar, la presión de aquel coño a mi polla era demasiado excitante y estaba apunto, cuando…



Dios mío ya, ya, más, ya, ya, dame más, ya, más ah, ah, ah, más… - dijo Rosa



Yo también me voyyy – le dí una embestida final con un fuerte empujón y nos corrimos juntos con un alarido que apagamos sellando nuestras bocas.



Buena suerte


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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