Esa noche salimos a cenar con Alicia, e ignorando que yo ya sabía por medio de Inés, la hija de Dulce, que le había comentado lo sucedido entre nosotros en el viaje, y lo que le había sugerido a su hermana de tener sexo conmigo. me dijo que su hermana se sentía muy sola, y que deseaba que nos acompañara a comer. Pasamos por su hermana, era mayor que Alicia, tenía 42 años y más alta que Alicia, delgada, de generosos pechos, sus ojos eran verdes. de pìel blanca, por lo que imagine que el difunto esposo de ella era moreno, por las características de su hija Inés. La ciudad donde estábamos, era la cabecera del Departamento, era pequeña y casi toda la gente se conocía, porque de una manera u otra se conocían de chicos, por las escuelas, institutos y colegios, o bién por los deportes, se saludaban con casi toda la gente. Durante la comida, la pasamos amena, Dulce en cierto modo me atraía y yo a ella, me miraba detenidamente coqueteando y se cruzaban miradas con su hermana. Al terminar de cenar casualmente una pareja de esposos, vecinos de Alicia iban hacia su casa, y Alicia me dijo que ella se iría con los vecinos y que yo llevara a Dulce a su casa que vivía en el otro extremo de la ciudad, y aprovecharía para terminar unos apuntes, mientras yo regresaba. Con Dulce aún visitamos un lugar cerca de su casa para tomar una cerveza, esa noche no pasó nada. Durante un año estuve visitando la ciudad por el asunto de los negocios, y en ese lapso fuí cinco veces, yo seguía follando con Alicia e Inés, y siempre flirteaba con Dulce, ella estaba seguro que deseaba hacerlo conmigo, pero algo la detenía ella me decía que la gente la conocía, y que entre estas personas siemore, habían chismosas, y además le daba pena que sus hijos se fueran a enterar. (El varon tenía 20 años, y estudiaba en la universidad en la capital de El Salvador, e Inés que ya andaba pellizcando los 17 años) Poco a poco se iba diluyendo la idea de Alicia de que Dulce se acostara conmigo y que gozara de la hermosa verga mía, tal y como ella le decía a Dulce constantemente, ya eran tres años de viudéz, y la verdad es que cada vez que la veía estaba más guapa, notaba su esmero en su arreglo, cuando yo llegaba, pero no se atrevía al paso definitivo. Pero se dió. en la última visita de ese año, Tenía que viajar al terreno del cultivo de la plantación de Palma africana, y Alicia efectuar pagos de planilla, y no sé si era verdad o no, ese día no se levantó de la cama, aduciendo sentirse muy mal yo llamé a un médico para que la oscultara, pero por su servicio en el hospital me dijo que llegaría en dos horas, ella llamó a Dulce y le pidió el favor de acompañarme al litoral pacífico. En el trayecto la notaba nerviosa, su mirada se iba a mi entrepierna, no se que pensaba pero la notaba excitada, bajo un arbol estacioné el vehículo y sin más la acerqué hacia mi y la besé ella me correspondió, y le dije que ya faltaba poco, que llegaramos al hotel de la playa, y que continuaramos lo iniciado, ella se pegó mas a mí y coloqué mi mano sobre su muslo descubierto, su falda era corta y sentada aún más, fuí subiendo hasta sus bragas, al tocar por encima su vagina, estaba húmeda, ella correspondiendo me tocó sobre el pantalón, con una mano yo desabroché el cinturon., y abrí la cremallera, y ella se encargó de liberar mi verga, estaba durísima, y empezaba a brotar líquido, la sacó toda, y me dijo que era inmensa y gruesa, se agachó para empezar a chuparmela, lo estaba haciendo delicioso, yo baje un poco la velocidad, seguía dandóme y mordisqueando suavemente, y solo alcanzé a decirle, métela más porque me corro, le llené la boca de semen, corrían por sus labios chorros de semen cayendo sobre su barbilla y su blusa, terminó de limpiar con su lengua, y la guardó cuando empezamos a pasar las primeras casas del pueblo.
Ya en la habitación, nos duchamos juntos, completamente desnuda esa mujer era una barbie, su cuerpo delgado esculpido, cintura fina y muslos y pantorrillas estupendas, estrecha de cadera, pero nalguitas duras, y unos glamorosos pechos de pezones rosados y paraditos, su vagina de bellos suaves y sedosos, su vaginita rojita, y hermoso clítoris, así mojados, sin secarnos, la llevé a la cama y empezé a besarla con deleite, mi boca y lengua recorriendo su cuerpo, sus pezones se endurecían al contacto, chupando su vagina se corrió rápido, ansiaba ser penetrada, me lo pedía y yo a propósito seguía acariciando su vulva con mi lengua, gemía, sus gritos los ahogaba en la almohada, subí a besar su boca, y mi verga fué desapareciendo lentamente en su caliente y mojada panocha, deslizó suavemente, se la metí todita, seguía mi ritmo, me dijo que se iba a venir le dí más rápido, empezo, a gemir, me fuí al fondo y me derramé en ella, cuando se estaba terminando de sacudirse la corriente eléctrica que surcó su espalda, que orgasmo el de los dos.
Dos mujeres adorables, hermosas, y porque no decirlo calientes en la cama, con nececidades de macho por su viudés, pero lo más maravilloso fué tenerlas juntas en la cama, pero esto será relatado en otra ocasión, lo único malo es que no podía por Lógica tener a las tres, el secreto de Inés y yo se mantuvo.