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Dueña de mi hermana y madre (Cap. 8): Mini esclavas

Las mini esclavas en dos días habían descubierto su yo interior, el ser esclavas, y mientras tanto ellas eran felices arrojándose a los pies de su Ama Dueña y Señora, las infelices de sus mamás a cada minuto sufrían más por el cansancio por haber servido como mulas durante todo el día anterior a excepción de cuando se fueron a dormir a sus jaulas y aun así seguían estando sometidas para seguir como mulas de carga 16 horas diarias obligadamente más las horas que su Ama dispusiera, y en caso de haber fiesta de noche en el reino, el descanso se cancelaba hasta terminar la fiesta y dejar todo limpio y recogido, esas eran las reglas de su nueva y tormentosa vida.



Ya se sabían la rutina, llegaban besaban los pies de la patrona, buscaban sus utensilios y a dejar la casa como un espejo y al termino de sus horas eran recogidas para llevarlas al segundo turno para hacer exactamente lo mismo pero estando ya más cansadas. A su Ama eso no le importaba, lo que a su Ama realmente le importaba era hacerse rica sin importarle que tan cansadas estuvieran las perras o que tan rápido se chupaba su juventud y energía, total al ya no servir a su propósito simplemente las echaría a la calle ya cansadas y las reemplazaría por unas más jóvenes.



Las perras después de dejar las mansiones como espejo en todos los ámbitos fueron llevadas ante su Alteza para entregarle íntegramente las ganancias del día y besarle los pies, ya que era un requisito si es que deseaban ir al bebedero y al comedero cada día, por lo que las esclavas besaron los pies delicada y respetuosamente y de inmediato dirigirse a comer su alimento permitido. Las mini esclavas saludaron a sus mamás y les contaron lo mucho que disfrutaron el día siendo útiles a su Ama y que eso las hacía muy felices, ya habían aprendido a barrer, trapear lavar vidrios, dar masajes de pies y hasta servir como meseras y lo que más les gustaba era estar en contacto con el frio del suelo por el calor al estar haciendo sus tareas a custro patas, y que eso le daba mucho orgullo a su Ama.



En ese momento las perras se dieron cuenta que habían perdido por completo toda autoridad sobre sus hijas y que ya no podrían recuperarlas nunca, ya que ahora ellas consideraban su vida muy útil estando de rodillas y lamiendo pies. Al verlas así de rodillas tan alegres a los pies de su Ama y dándose cuenta de que con ellas ya no había reversa hacia una vida normal, se les quitó el hambre por la tristeza de haber perdido a sus hijas en tan solo dos días y que no recordaran la tortura que pasaron en la mazmorra. Solo pasaron a beber agua y de ahí directo a su jaula llenas de lágrimas por la escena que habían tenido que presenciar y sin poder decir nada.



Esa noche las mini esclavas durmieron echadas a los pies de la cama de su Ama por si en la madrugada se le pudiera ofrecer algo de ellas. Las mini esclavas habían comprendido que aunque su horario era de 16 horas, si su Ama las requería, ellas gustosamente debían servirle.



Esa noche la poderosa y absoluta dueña de todas las perras decidió que ya no le era suficiente tener unas cuantas perras y aunque su negocio de ropa con entrega a domicilio le generaba muchas ganancias, ella quería ampliar su imperio de esclavas en renta a domicilio.



A la mañana siguiente antes de llevar a las perras a cumplir con sus trabajos hizo llamar con un silbato a su sequito de perras que apenas al llegar se arrodillaron todas ante su Ama y así poder comunicarles que tenía nuevos planes para ellas, las perras calladamente y mirando al piso escuchaban atentas las órdenes recibidas de su Alteza.



A toda la perrada que aún permanecía de rodillas se les dio la orden de ir por sus familiares de sexo femenino y que por ningún motivo quería excusas de no haber podido para evitarles la pena de tener que castigarles, y a ella evitarle la molestia de sacrificar su valioso descanso en tener que estarlas educando en cosas tan básicas y elementales como lo era seguir una orden al pie de la letra. Esa mañana toda la perrada salió a cumplir las órdenes expresas de su Alteza, incluso su hermana menor y su madre que ya eran esclavas anteriores fueron encaminadas para recolectar más familiares que sirvieran a los propósitos de su amada y venerada Dueña.



Apenas se fue la perrada para la recolección de más esclavas, el Ama llamó a una de sus mini esclavas para ordenarle que le trajera el teléfono, la mini esclava cumplió l orden a la brevedad y al regresar con el inalámbrico besó los pies a su Alteza mientras que ella llamaba por teléfono avisando que por motivos fuera de su control las perras no iban a asistir ese día.



Las clientas no tuvieron más remedio que aceptar quedarse sin servicio doméstico por ese día, ya que su Alteza previamente les hizo firmar un contrato donde dejaba claro que con cualquier reclamo por parte de las clientas en contra del Ama, ella notificaría de que sus clientas estaban empleando a chicas como esclavas, de esta manera su Alteza se protegía de que nadie se interpusiera en su contra. Terminada la llamada ordenó a la mini perrita llevarse el teléfono y comenzar todas con sus obligaciones cotidianas.


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