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Dueña de mi hermana y madre (Cap. 7): Mamás sometidas

Al terminar de escuchar las propias palabras de sus hijas de estar convencidas y de acuerdo en ser unas esclavas, y de lo útiles que se sentían se retiraron al bebedero de esclavas para poder apagar su sed y después pasaron al comedero por su alimento permitido. Al terminar se dirigieron a besar los pies de su Ama deseándole una buena noche, para después resignadas encaminarse a sus jaulas respectivas.



Mientras tanto, la esclava hermana menor del Ama ordenaba al nuevo grupo de esclavas jóvenes que solo podrían irse a sus jaulas hasta haber terminado de barrer y trapear todo el reino y que este debía ser limpiado a cuatro patas y en absoluto silencio. Las mini esclavas asintieron y cumplieron la orden, la esclava adiestradora se retiró a su jaula después de haber cumplido sus 16 horas laborables.



Las mini esclavas estaban contentas de sentirse parte importante en el mantenimiento de su nuevo hogar, esto les ayudaba a realizar sus obligaciones diarias sin ninguna queja, y en el caso de darse cuenta que eran forzadas, sería después de haberse acostumbrado y ya no soportarían estar sin hacer nada, por lo que su esclavitud sería desde ese momento automática.



La mejor manera de hacerlas obedientes y sumisas fue haciéndoles creer que su colaboración era lo más importante mientras que la verdad era muy distinta. Al ser un número grande de mini esclavas al guardar silencio absoluto su desempeño fue mayor al concentrarse en lo que hacían, por lo que terminaron pronto y pudieron retirarse a sus jaulas para dormir.



Al día siguiente al despertar y mientras el Ama era atendida dándole el desayuno, la bañaban y vestían, las mini esclavas aprovecharon ese poco tiempo libre que tenían mientras el Ama terminaba de arreglarse, dijeron a sus madres que las dieran de baja en la universidad, ya que no pensaban regresar por la simple razón de que les gustaba estar ahí con su Ama, y que gracias a ella se sentían útiles, mientras que con ellas nunca se sintieron así. Las mamás no podían creer lo que sus hijas habían pedido.



No transcurrió mucho tiempo antes de que el Ama requiriera a las mini esclavas incluyendo a su hermana menor, por lo que tuvieron que salir como balas de cañón para llegar lo antes posible y postrarse a los pies de su distinguida y amada dueña para después de besárselos deberían esperar las órdenes para llevar a cabo.



Pocos segundos después las esclavas mayores incluyendo la madre del Ama fueron llevadas a sus lugares respectivos para cumplir sus obligaciones. Durante el traslado al trabajo las esclavas llevaban taladrando en sus cabezas lo que sus hijas habían expresado pocos minutos antes de ser requeridas y ellas trasladadas.



No sabían que les dijeron a sus hijas o como las convencieron de abandonar una vida de libertad para después ser sometidas de por vida, pero de lo que si se dieron cuenta es que a sus hijas les agradaba mucho ser así, aunque no entendían el porqué, sin embargo accedieron y dieron de baja de la universidad a sus hijas correspondientes, entendieron que de alguna manera sus hijas habían sido convencidas de que la esclavitud era su mejor opción y que si ellas no les apoyaban, las jóvenes podrían llegar hasta el punto de ya no querer estar con ellas y eso a las madres si les partiría el alma. Las esclavas domésticas fuero siendo entregadas en sus respectivas mansiones para limpiar y ganar dinero para du dueña.



Ese día se les hizo igual de pesado o tal vez aún más pesado que el día anterior, ya que en ese momento su cuerpo estaba cobrándoles factura de tanto ejercicio del día anterior al estarlo forzando durante 16 horas continuas, sin embargo eligieron soportar el dolor en vez de tener que soportar un castigo propinado directamente de las manos de su Ama.



Las mini esclavas empezaban su segundo día a los pies del Ama, seguían dando su mejor esfuerzo para servir a su dueña siguiendo en la idea que era una labor voluntaria por ser cada día mejor, estaban convencidas de estar en completo silencio pensando que así se concentraban más en sus obligaciones.



Cada una de las mini esclavas entendieron cuáles eran sus tareas, ya sabían quienes atendían los pies del Ama, quienes debían abanicarla, quienes eran las meseras que le traían sus alimentos, bebidas y servían de mesas de servicio y quienes debían mantener la casa limpia, todas siempre de rodillas.



En pocas palabras, ya las mini esclavas se sentían como peces en el océano, en sus cabezas ellas sentían que su libertad era estar sometidas, y por ende no deseaban dejar de hacerlo jamás, se dieron cuenta que ellas habían nacido para ser sumisas y por eso se sentían tan cómodas así.



En ese momento se dieron cuenta que su libertad no era estar fuera y de pie, al contrario, ellas se sentían libres haciendo lo que a ellas les gustaba o sea estar trabajando como mulas de carga a los pies de su dueña, mientras tanto sus madres padecían estando siendo obligadas a trabajar como burras sin obtener ni un peso por su esfuerzo diario no solo limpiando 16 horas, sino también a los pies del Ama.


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