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Dueña de mi hermana y madre (1): Comenzando la esclavitud

Por órdenes directas de mi Ama estoy desnuda y arrodillada ante la computadora para relatar cómo fue que mi hija mayor o mejor dicho nuestra actual Ama logró ponernos de forma definitivamente a sus pies de por vida siendo sus esclavas personales. Siendo mi hija mayor desde chica de un carácter bien definido nunca permitió que le dijeran que hacer, ella siempre tomo sus decisiones, todo lo contrario en mi personalidad, ya que siempre que tomaba una decisión después me auto preguntaba si sería lo correcto o no y mi segunda hija o sea la menor, aun no tenía esa capacidad de decidir o saber que le convenía o que era lo correcto.



Al morir mi esposo mi hija mayor siendo la de carácter más fuerte, decidió que al ser yo de carácter débil y su hermana aún muy inmadura, sería ella la que tomaría las riendas de la casa, pasando aun encima de mi siendo su madre. Empezó dando órdenes simples como “ven y dame masaje de pies ahora o mañana quiero el desayuno temprano en la cama”, poco a poco fue dándome más órdenes y al ver que yo no reclamaba nada, sino que al contrario, me esmeraba por cumplir lo que se me indicaba, mi hija mayor se percató de lo débil de mi carácter, tomando así ella la decisión de declararse Ama nuestra y así tomo el control total de nuestras vidas.



Nuestra Ama acaba de ordenarnos desnudarnos y estar de pie ante ella con las manos a la nuca, pecho erguido y las piernas tan abiertas como para poder inspeccionar todo nuestro cuerpo, y por supuesto tenemos estricta y definitivamente prohibido articular una sola palabra o siquiera respirar sin su aprobación. Al terminar la inspección nuestra Ama nos ordenó depilarnos desde las axilas hasta los pies, poniendo más dedicación en nuestra zona intima, ya que era poco estético y agradable a su vista ver todo un grupo de raíces emergiendo de nuestra vagina, por lo que ordeno un depilado laser de manera inmediata y así evitar el crecimiento de vello otra vez, ya que afectaría los planes que tenía para nosotras.



Una vez completada la depilación de nuestros cuerpos, nuestra Ama nos hizo vestir unos uniformes de sirvienta francesa tanto a su hermana menor como a mí, ya que nos habíamos convertido en sus esclavas, sus juguetes o cualquier cosa que el Ama deseara, inclusive si quería nos hacía actuar como sus mascotas. Nuestra Ama se acercó para colocar y ajustar unos collares de perro con apertura electro magnética, lo cual hacía imposible el intentar quitarnos dichos colares, ya que el magnetismo impedía siquiera mover el collar ni medio centímetro.



Dichos collares lucían una placa brillante donde quedaba totalmente legible que somos esclavas y quien era el Ama. Los collares tenían un dispositivo el cual nos dejaba recibir una cierta cantidad de descarga eléctrica cuando desobedecíamos una orden y no terminaba dicha descarga hasta corregir nuestra rebeldía. Eso nos enseñó quien daba las órdenes y que quisiéramos o no, nos pareciera bien o no la orden había que obedecerla y llevarla a cabo sin protesta alguna, se nos fueron puestas tanto muñequeras como tobilleras que iban unidas mediante una cadena que nos limitaba la libertad de movimiento de tal manera que si queríamos correr y escapar caeríamos además de recibir la descarga del collar antes descrita. Nos tenía totalmente a sus pies siendo sus esclavas absolutas, lo cual no le fue nada difícil gracias a mi carácter blandengue y al ser su carácter bastante dominante infundía mucho miedo y sobretodo inseguridad en mí, por lo que decidí recomendar a mi hija menor callar y obedecer nada más.



La cerradura de la casa era operada solo por huella digital, lo cual solo estaba autorizada la huella del Ama y así podía salir de la casa sabiendo que sus esclavas no podrían escapar. Nuestra única libertad permitida era mantenerle la casa como un espejo y servirla en todo cada vez que ella llegara a casa o nos llamara a su presencia, lo cual debía ser caminando solo a cuatro patas, una vez ahí lo primero que debíamos hacer de manera inmediata era besar y lamer los pies de nuestra Ama absoluta, al igual que hacíamos cuando ella llegaba de la calle debíamos descalzarla, besarle los pies para continuar con masajes, llevarle una bebida y abanicarla el tiempo que ella dispusiera y creyera necesario.



Teníamos la obligación de siempre permanecer desnudas y a cuatro patas, a menos que tuviera visitas debíamos vestir uniforme de sirvienta francesa, el cual solo incluía una tanga dejando nuestras nalgas descubiertas, un semi vestido de gasa negra en total transparencia que dejaba en total exhibición nuestras bubis, unos tacones negros que hacían juego con la demás indumentaria y para finalizar un delantal pequeño donde debíamos tener a la mano lo necesario para un buen servicio con las visitas de nuestra Ama, y por supuesto una cofia, era un verdadero uniforme de esclava.



A los pocos días de tomar el control de nuestras vidas no anilló la nariz como si fuéramos bueyes y así podernos colocar tanto en nuestro collar como en la nariz la correa, la cual si no las ponía en el collar era con la intención de usarnos como perras mascotas, sin embargo cuando la sujetaba la correa en la argolla nasal, si le placía jalaba fuertemente de ella haciéndonos caer a 4 patas de manera brusca provocándonos una tortura difícil de soportar causado por el dolor. La relación familiar que alguna vez existió había muerto, ahora solo éramos vistas como muebles que usar, accesorios, esclavas o simples mascotas, nuestra vida había cambiado por completo.



Cierto día una amiga de nuestra Ama organizaría una fiesta, nuestra Ama ofreció llevarnos como atracción principal, por lo que solo le bastó activar la descarga eléctrica del collar para hacernos saber que debíamos presentarnos a la brevedad a sus pies. Al llegar ante nuestra Ama, se nos ordenó introducirnos en una camioneta negra propiedad de nuestra Ama con vidrios totalmente oscuros, nos metió en unas jaulas para ser transportadas, nos amordazó y sujetó nuestras tobilleras y muñequeras a las jaulas, dejándonos totalmente inmóviles y sin posibilidad de poder emitir sonido alguno. Al estar en jaulas para transportar perros nuestra visión era totalmente nula, por lo que ignoramos a donde éramos llevadas.



Por fin nuestra Ama se detuvo en un lugar que ignorábamos la ubicación, ya que al ser esclavas teníamos prohibido salir de la casa del Ama. Fuimos descargadas de la camioneta aun dentro de las jaulas en las que habíamos sido metidas como las perras que somos; enseguida se nos llevó a una mansión donde habíamos sido contratadas primero como meseras del evento y después para divertir a los invitados con el uniforme de sirvientas, pero que a la vez nos hacía lucir en total desnudez generado por la tela de gasa transparente. Fuimos la atracción de la fiesta.



Al terminar el tiempo de cenar la anfitriona de la fiesta ofrecida anunció que era el momento de empezar la diversión, por lo que tanto a mi hija menor y a mí nos pusieron de nueva cuenta las cadenas sujetadas a las tobilleras y muñequeras, nos sujetaron la correa nasalmente y nos pusieron un antifaz lo que nos impedía ver hacia donde fuimos conducidas.


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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