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Ahora fui yo, quien con mis dos manos atraje su boca hasta la mía y volvimos a comernos mutuamente. Estaba al borde de descargar, sabía que no duraría mucho pero tenía que probar su coño. Con mi pene en mano acerca mi glande de su dulce entrada, nos miramos a los ojos, una mirada de sin retorno, de un antes y un después...
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Capítulo 2: La separación
Fue ella que con sus manos sobre mi culo me atrajo y con un impulso de su pelvis se introdujo mi sexo en el suyo. Simultáneamente emitimos une gemido, nos quedamos quietos otra vez mirándonos fijamente... Sin movernos, su vagina hacia pequeñas presiones sobre mi verja que respondía como respirando, hinchándose y relajándose. Sabiendo que no podría aguantar mucho más, empecé un va y viene lento, sintiendo todas la paredes de su cabida. Al borde del orgasmo, intentando hacerlo durar lo más posible, con la ayuda de su vagina que seguía presionándome para contener mi placer. Pero cuando vio que lo inevitable se acercaba, empezó ella a mover sus cadera, le respondí con un saca y mete digno de un poseído. Entre gemidos, lágrimas y con sus uñas clavadas en mis nalgas, le di un último impulso intentando llegar lo más profundo de su alma para ofrecerle todo lo que era. Una descarga descomunal, chorro tras chorro fui llenándola hasta quedarme seco. Ella gritaba, sin contenerse, sin vergüenza solo su placer. Sin la mínima palabra, veníamos de traspasar una barrera inconfesable.
Mi cuerpo cubrió el suyo, exhausto pero satisfecho, sintiendo sus manos recorrer toda mi espalda del cuello al culo y vive versa. Así estuvimos muchos minutos, nuestras respiraciones ya relajadas, conseguí dormirme.
Me desperté con los movimientos de su cadera, volviendo a pedir más. Mi sexo respondiendo a cada uno de sus movimientos, volviéndose a hinchar cada vez más. Tenía los ojos cerrados como si fuera un sueño, la bese y dejándome caer al su lado, con mis brazos la puse sobre mí. En esa posición, pude alimentarme con sus pechos a la altura de mi boca. Sujetándola por las caderas le ayude a cabalgarme cada vez más salvajemente. Me era imposible domarla, su ritmo fue aumentando, rebotaba sobre mi pelvis. Mis manos sobre sus nalgas, intentaban limitar la carrera y mantener mi sexo en lo más profundo de su cuerpo. Otra vez me hizo gozar en su interior. Ella emitía gemidos, sin parar a cada estocada. Por fin saciada, se dejó caer a mi lado y las dos bocas arriba, nos retiramos a los brazos de Morfeo.
Como os podéis imaginar, la mañana fue de las más difíciles. Con un retraso de más de una hora, llegue al trabajo y con cara de haber trasnochado toda la noche. En resumen un día fatal. Pero menos mal que las ocupaciones me impidieron perderme en pensar en lo sucedido. A ella sí que el tema le dio dolores de cabeza. En el camino del retorno, claro que mi suegra acaparo todos mis pensamientos. No era la primera vez que le era infiel a mi mujer pero era solo una infidelidad? Era diferente a la vez que le rompí en culo a su mejor amiga? Bueno solo éramos novios, pero creo que para miera comparable. En cambio para ella?
Llegue a casa sobre las 20h, al contrario de otras veces, había un silencio y una penumbra (las persianas cerradas) inusuales.
- Carmen?
Nadie contestó, fui a su cuarto, estaba a oscuras, acostada en la cama. Me acerque. Pasándole la mano por el pelo, lo tenía húmedo y pegajoso. No se movió ni un centímetro
- Estas bien?
- ... Fatal...
- No te pongas así, lo que paso, paso. No tienes la culpa.
Dándose la vuelta, pude constatar que debió de estar llorando todo el día. Tenía la cara destrozada por la pena.
- Como que no tengo la culpa?! Claro que tengo la culpa! Tengo TODA la culpa!... Como pude hacerle eso a mi hija?
...
- Porque yo no lo impedí. Porque yo también lo necesitaba. Porque yo también te deseaba... Podemos tener remordimientos, pero no matamos a nadie.
- No tenía que haber bebido...
- Carmen si crees que fue por el alcohol, te estas engañando a ti misma. El vino te dio la fuerza, la valentía, pero lo que paso era lo que más queríamos que pasara. Te voy a decir, todas las noches me masturbe pensando en lo rico que seria, mas todo el fin de semana cuando hacia el amor con María, pensaba que te lo hacía a ti.
- ... si pero es mi hija, mi carne.
- Lo mejor en estos momentos es que me marche.
- ... Pero... a dónde?
- Me cogeré una habitación en un hotel cerca del trabajo. Tranquila ya le contare cualquier cosa a María "que queda más cerca", "que necesitas tu intimidad", lo comprenderá no te preocupes.
- ...Te vas ya ?... Ahora?
- Si cojo mis cosas y me voy a buscar un hotel.
- ...No por favor, espera un poco...
- Esperar que? No ves que lo pasas mal, y eso es lo último que deseo.
- ... No me dejes ahora... (Empezó a sollozar)
- Creo que si me quedo... volverá a ocurrir.
- No... No te marches... No volverá a pasar... te lo prometo.
Viendo el mal momento que pasaba, pensé que quedarme sería lo mejor.
- Vale... Te preparas, me cambias esa cara de escándalo y te invito a cenar fuera. Quieres?
- Si, dame 10 minutos. (Su cara cambio al instante)
Espere en el salón, con un whisky en mano. A los 15 minutos, llego con un vestido negro que le quedaba maravillosamente bien. Una modelo de las buenas.
- Estas guapísima, me tendré que cambiar yo también sino...
- No, tu también estas muy bien con ese traje. Vamos?
Fue ella que eligió un restaurante, al llegar me imagine pagar un pastón. Un cochero me cogió las llaves mientras entrabamos. En la recepción una monada nos preguntó.
- Tienen reserva?
Yo: - No, están completos?
- No pero, se suele reservar, voy a ver que se puede hacer. Para dos?
Yo: Bueno su usted puede cenar con nosotros?
Carmen: Me dio un cachete ("tal madre tal hija" me pensé)
- No, no puedo hoy.
Se fue a preguntar al encargado, que con la cabeza acepto. Volviendo a su mostrador.
- Tenemos, una mesa para dos en el centro de la sala, les conviene?
Yo: - Si muy bien (mirando hacia Carmen para ver su agrado)
Toda la cena, un camarero al lado, "que pesado el tío". En mi mente, no había cabida para otra cosa que la cantidad que iba a pagar por esta cena. Carmen escogía todo lo más caro de la carta del menú. Ella no tenía los precios, pero yo sí. No estaba para esos gastos. Me arrepentía de no haberle propuesto una tortilla en casa. Finalmente acabamos de cenar y pidió con la boca pequeña la cuenta al camarero. Cuando vi que eran 360€, casi me va mal.
- Esta cena es para mí.
Dijo Carmen depositando su tarjeta de crédito en la bandejita. Yo sabía que el dinero no le faltaba, por lo que no insistí. Pero en ese momento, me sentí un "gigolo" (como se dice en Francia).
Volvimos a casa, todo siguió normalmente. Me fui fumar mi cigarrillo en el jardín y llame a María. Carmen se fue acostar.
- Hola cariño, que tal?
- Bien, me invito a cenar fuera tu madre.
- ... hay... que bien... Como te lo pasas... eh
- Si, y tu estas bien? Estas como sofocada?
- ... no es que... estaba haciendo ejercicio... pero bien.
- Los niños que tal?
- ... Bien... durmiendo... bueno te dejo... que quiero acabar con mis ejercicios... e ir acostarme.
- Vale. Pero te encuentro rara.
- No... Tranquilo... No pasa nada...
- Hasta mañana entonces.
- Si te llamo... yo. Te quiero...
- Yo también.
Me coño hacia mi mujer? Bueno "ejercicio" dijo ella. "Crees que es como tú?”
Llegaba el fin, de semana, pero esta vez era María que viajaba a Valencia con los niños. El viernes por la noche, Carmen y yo los fuimos a buscar a la estación de tren.
Los niños me saltaron al cuello nada más verme. Carmen también tuvo su manifestación de cariño por parte de su hija. Las dos se iban cogiéndose del brazo, yo con un niño en cada mano. En el coche Carmen subió atrás con los niños mientras María subía a mi lado. La encontré extraña.
Yo: - Hola mi Amor, ni siquiera un besito para tu marido que echas tanto de menos.
- Hola mi Amor, no me di cuenta. Muaaahh
- Que tal te fue tu semana... de ejercicio?
- Bien, es que quiero estar en forma para cuando llegue el verano.
- Lo veo bien.
Al llegar a casa, cenamos, María estaba acostando los niños.
Yo: - Que tal estas?
Carmen: - Bien, un poco rara, pero bien.
- Tu este tranquila, que no fue para tanto.
- Ya, pero verla, la quiero tanto...
En ese momento llego María
María: - De que hablabais?
Yo: - De la alegría que estemos todos reunidos.
- Si yo también estoy contenta, nos vamos a dormir? Estoy cansada del viaje.
- Si me fumo un cigarrillo y ya voy.
Carmen: - Yo recojo esto y también me voy a acostar, hasta mañana.
María: - Te ayudo...
- No vete a acostar con tu marido, que este lo arreglo yo rápido.
- Vale, gracias mama, hasta mañana.
María se metió en nuestra habitación. Yo volví para la casa, mi suegra estaba recogiendo.
- Bueno me voy a dormir. Hasta mañana Carmen.
Le di un beso en la mejilla, ella me lo devolvió. Mirándome como entraba en mi habitación, cuando me daba la vuelta. Folle con mi mujer pero algo había cambiado, no tenía esas ganas del pasado fin de semana. La sentía distante y creo que ella también. El fin de semana, siguió igual, Carmen haciéndose lo más posible cargo de los niños para dejarnos nuestra intimidad.
Era domingo por la tarde, yo estaba durmiendo una siesta antes de volver a llevar a mi familia al tren.
- Rocío: Papi! Papi!... estas roncando... como Jorge.
Fue como una descarga eléctrica en mi cabeza.
- Como quién? Como quien dijiste Rocío?
- Jorge... el amigo de mama.
- Y cuando oíste roncar a Jorge, mi vida?
- Por la mañana antes de ir al cole.
Me quede mudo, no sabía qué hacer "la hija puta, con su ejercicio". Me cerebro era como una botella de cola cerrada que vienes de sacudir durante 10 minutos. Carmen no vino a la estación los lleve yo solo. No sabía cómo entrar en el tema, con los niños al lado. Tenía miedo et furia al mismo tiempo. Quiera llorar y al mismo tiempo echarme sobre ella.
"Tú que crees que eres el solo que puedes hacer..." Mande a tomar por culo al mi angelito.
Despidiéndome de mi familia desde el andén, mirando fijamente a mi mujer. Creo leyó en mi mirada, porque su rostro cambio inmediatamente.
Me hizo un singo, para indicarme que me llamaba. Yo asentí con la cabeza. El tren se marchó, y seguro con el mí matrimonio.
En el code, de vuelta a casa de Carmen, mi mente no paraba, me divorcio, me rindo...
Nada más entrar, cuando Carmen se acercó a mí... La cogí en brazos y la lleve hasta su habitación, la tire en la cama y empecé a besarla, magrearla. Desabrochando mi pantalón, quitándome toda la ropa.
Ella sin decir palabra, casi asustada por la violencia de mis actos. Le quite también su ropa, se dejó hacer, solo me miraba, con los ojos llenos de incomprensión.
La puse boca arriba en la cama, cogí mi sexo con la mano, me pajee y se lo introduje entero de forma brutal. Ella pego un grito, la había lastimado. Pero seguía sin oponerse. Empezó un mete y saca endiablado, ahora si se manifestó, gimiendo, cogiéndome las nalgas para que fuera lo más adentro posible.
- Si... Dame... Dame todo... Haz me tuya...
- Toma... Toma...
- Que gusto... Me corro...!!!
A los dos minutos, explote en su interior y me deje caer sobre ella, que me abrazaba y me acariciaba la cabeza, la espalda, el culo.
Mi cabeza entre sus pechos, explote a llorar, como inconsolable, mis lágrimas corean hasta su canalillo. La había violado, y ella sumisa se dejó hacer. Acabo de unos minutos enlazados, me baje para ponerme a su lado yo también boca arriba. Entonces Carmen rompió el silencio.
- No fui yo...
- No tienes culpa de nada, pero mi matrimonio llego a su punto final.
- Que dices... No, no quiero que la dejes.
- Es ella que me dejo.
- Se enteró de lo nuestro?
- No, me entere yo de lo suyo! Rocío sin querer o queriendo, me hizo saber que lleva un hombre a casa,... en mi cama! Esto ya no puede seguir así.
- Pero tu también le pusiste los cuernos no?
- Pero qué clase de putas sois!?
- Perdón, no te quería enfadar.
Otra vez, la versión sumisa de Carmen me llamo la atención.
Yo: - Discúlpame por lo sucedido...
- No tienes por qué disculparte, tenía ganas que ocurriera y miedo a la vez de perderte.
- Pues de aquí en adelante, va ocurrir mucho y no tengas ningún remordimiento.
Le di un beso y con la ternura que me falto antes.
Yo: - Quiero hacerte el amor otra vez, chúpamela...
Acato la orden, y bajando su cabeza hasta mi ingle, cogió mi falo y se lo metió en la boca. Después fue bajando su cuerpo hasta ponerse arrodillada entre mis piernas, sin parar de mamármela.
Yo: - Quiero que me mires a los ojos.
Elevo ligeramente la cabeza y venia como me fija a los ojos, deglutiendo mi tronco.
Yo: - Quiero que seas mi amante.
Liberando su boca. Para contestarme - Si
- Quiero que seas mi puta
Haciendo la misma maniobra - ... Si
- Quiero que seas mi perra
- Si
- Dilo tú! Dime que eres?
- Soy tu amante...
- Que más?
- ... Soy tu puta... soy tu perra
- Y yo quién soy?
- ... mi Amo.
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