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Categoría: Maduras

Dos amantes perdidos

Me quedé viéndola sentado en la cama mientras que mis ojos la desvestían con la mirada, Virgo traía una truza negra muy excitante, me sacó de mis pensamientos cuando la sentí húmeda solo con nuestros besos de encuentro, ¿en qué piensa? Me pregunto Virgo, solo atine a contestarle con una expresión..Wow que delicia eres bella.



Ella con una sonrisa me dijo: me gustan tus besos, yo sin desprender la mirada le conteste es muy bonita, sin pelitos, por eso me le quedé viendo, me paré como un rayo, no podía desaprovechar la oportunidad la agarré por la mano y la puse sobre la cama.



La tomé por la cintura ya estaba erecto se la recargué entre sus piernas, ella besándome con pasión mientras mi pene seguía restregándose entre sus piernas, me gusta no lo niego, pero solo en mis sueños más locos me imaginé esto tenerla a Virgo toda para mi le pregunté, ¿desde cuando no lo haces?- ella respondió, desde hace mas de 2 semanas.



Mi pene no se detenía de acariciar ese cuerpo y su vagina húmeda, le dije, ven, déjame sacarte toda la ropa, la llevé sin soltarla y le quité la ropa de un solo movimiento, dejó ver su cuerpo, pero mi calentura pudo más que la visión, la abracé y empecé a besarla por el cuello, mi mano fue a sus senos, empecé a acariciarlos, y con la otra mano en su nalga la coji empujándola contra mi, ella se dejaba hacer todo.



Le quité la truza mientras iba besándole las tetas y me detuve para levantarlas con las manos y besarle los pezones, se los mordía, los besaba, los chupaba queriendo comerlos completamente, de ella empezó a escurrir por su sexo hilitos de flujo, estaba súper caliente, me dijo, chupamelo, siento caliente mi concha, la acosté sobre la cama y en lugar de penetrarla me dirigí a su concha, y empecé a lamerle su labios, ella gemía, no decía nada pero no tomé en cuenta su silencio, la penetré con mis dedos y mientras chupaba y mordía delicadamente su clítoris me dediqué a darle dedo sin piedad.



Virgo empezó a gemir, hasta que le llegó su orgasmo, cada vez que metía mis dedos en su vagina emanaban flujos, blanco y cremoso, la jalé hasta la orilla de la cama y la penetré, con un poco de dificultad, la penetré hasta el fondo, ella gimió y alocadamente empecé a penetrarla sin piedad, sus tetas se movían, con sus piernas me abrazó por la cintura y me empujaba para entrar cada vez más rápido, sentí que iba a terminar, le acomodé las piernas, después ella levantó su tronco, quedando al vacío sus tetas, la volví a penetrar y Virgo gimió de placer, ahí me mostró su vagina, estaba cerradita, casi sellada como una virgen en celos.



Mientras la estaba chupando empecé a acariciar su culito, y ella apretaba sus escasas nalgas, abría la boca como si le faltara aire, empecé a penetrarle con mi lengua más rápido cada vez mas, me volteé y así la estuve penetrando por algunos minutos, ella empezó a entrar en otro orgasmo cuando mis dedos acariciaban su clítoris y mi lengua entraba y salía de su vagina, empezó a gemir fuerte y se vino en mis dedos y en mi boca, yo empecé a sentir mi eyaculación venir y aceleré el paso, ella no terminaba de tener su orgasmo, cuando me vacié, eso le prolongó el orgasmo, al sentir mi leche caliente vaciarse en sus entrañas.



Nos quedamos así un rato, Virgo acariciaba mis cabellos permitiendo que entrara más adentro de ella, volteó la cabeza hacia mi y me dijo – Gracias.


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