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Categoría: Maduras

Doña Clara, la recatada mujer

Doña Clara, la recatada mujer



 



SINOPSIS: Madura mujer de intensa mirada conquista y enerva los sentidos de un joven a quien se entrega en toda su plenitud, además de regalarle el más preciado de sus tesoros… Sólo pidió discreción para no perder el donaire de mujer recatada y conservadora….



 



ECSagardez



Desde la llegada al baile, no pude esquivar su mirada… Algo tenía esa mujer en sus ojos azulados que todo mundo volteaba hacia donde ella se encontraba… Pero nadie podía negar que a pesar de su edad, conservaba una belleza sin igual.



Clara era su nombre y en esa época aparentaba unos 32 años, cuando en realidad sumaba 47… De cuerpo delgado y amplias caderas, poseía un rostro angelical que maquillaba ligeramente, apenas con un sensual rojo carmesí en sus labios y una delgada línea oscura en sus cejas, más el azul cielo de sus párpados que contrastaba con el azul intenso de sus ojos.



Los jóvenes que la conocíamos nos sorprendía la belleza de doña Clara, que acompañaba con una cristalina carcajada, cuando de chascarrillos se trataba, porque sabía disfrutar de los placeres de la vida…



Su vida se circunscribía a su trabajo como secretaria de un despacho de abogados en el puerto de Veracruz y su pequeño departamento que compartía con su hermana Reyna, quien no era tan agraciada como ella en belleza, pero poseía un toque de intensa ternura, cuando se dirigía a los chicos de la cuadra.



La fiesta de quince años de Cecilia, estaba en todo su apogeo… Desde las primeras notas musicales de la orquesta, el festejo invitaba a ser el mejor del año en el barrio, por la gran cantidad de comida y heladas bebidas que diligentes meseros hacían llegar a los invitados…



 



II



Cuando llegué, no dejé de sentir la intensa mirada de doña Clara, por lo que voltee a verla y me llamó al saludarla con la mano… Me acerqué porque no deseaba en lo mínimo despreciarla… Así que me interpeló:



— Chamaco… No vas a bailar conmigo… Te estoy esperando desde hace rato



Quiero decirles que desde pequeño fui bueno para el baile y todos los vecinos lo sabían, por haber ganado varios concursos… Así que a mis 17 años no podía negarme a nada con quienes conocían de mi habilidad dancística…



Así que la invité a la pista y bailamos la tanda completa que la orquesta tocaba… Era una delicia el poder rodear con el brazo la estrecha cintura de doña Clara y al bailar sueltos, tener una pareja que se deslizaba como una gacela siguiendo los pasos como si hubiésemos preparado previamente una coreografía.



Ella no dejaba de sonreir y decirme cuanto disfrutaba el bailar conmigo… Siempre había sido mi admiradora porque le gustaba la forma como me desplazaba cuando de baile se trataba… Era lógico que me sentía halagado… Y además, era la envidia de los muchachos del barrio… Todos querían acercarse a ella, pero siempre los rechazaba…



 



III



Por varias horas la fiesta continúo y entre risas, chascarrillos, anécdotas y baile… Doña Clara y yo mantuvimos una conversación de cosas triviales y sin importancia… Sólo nos interesaba pasar un buen rato de baile y diversión… Sin pensar que esa noche sucederían cosas fuera de lo normal…



En la tanda final que la orquesta había regalado en atención a los anfitriones de la fiesta, comenzó a tocar música romántica para las pocas parejas que ya se encontraban…



Doña Clara me pidió que la llevara a la pista y así lo hice… La música antojaba a la cercanía y al rodearle la cintura con mis brazos, ella acercó la cara hacia mi rostro y pude aspirar el aroma de su perfume "Intermezzo" que tanto le gustaba…



No dejé de experimentar una fuerte descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo hasta llegar a la punta de mi pene, el cual reaccionó de inmediato y se erectó… En un ligero movimiento rocé con mi bulto la entrepierna de doña Clara, quien no hizo ningún aspavientos…



Ella siguió bailando pegadita a mi y de cuando en cuando seguía rozando con su entrepierna mi bulto, lo cual pareció agradarle… La música nos invitaba a estar más cerca y al calor del baile, ella pegó su pierna para frotarla con mi bulto…



Así permanecimos por varios minutos, que parecieron siglos, pero su frente ya perlaba de sudor, como una señal del intenso calor que sentía y que posiblemente se estaba reflejando en su pubis…



Ninguno hizo un comentario… Mi verga quería liberarse de la prisión que lo oprimía… Hasta que en un acto desesperado y como un murmullo, escuché la voz de doña Clara, quien me decía:



— Chamaco, vamos a mi departamento



Yo me quedé sorprendido, no esperaba esa invitación y menos de una persona a quien todos conocíamos por su recato y conservadurismo… Sin embargo, no podía negarme a aceptarla…



 



IV



Muy discretamente, me salí de la fiesta… Incluso mis amigos ni cuenta se dieron cuando me alejé del salón… Me dirigí a una esquina cercana y minutos después vi salir a doña Clara, quien se dirigió hacia donde estaba y con un beso en la mejilla, me tomó de la mano y nos fuimos de ahí…



Caminando nos dirigimos hacia su departamento… Cuando cruzamos la puerta, todo estaba en silencio… Por lo que le pregunté por su hermana… Pero su respuesta fue que no me preocupara por ella, ya que había salido a visitar a un familiar que vivía en un rancho cercano y se quedaría a dormir en ese lugar y regresaría al dia siguiente por la tarde…



Con esa confesión comprendí que los dos estábamos solos… Me senté en el sofá de la sala y ella me preguntó si se me antojaba tomar algo… Por lo que le pedí un café, ya que la noche había refrescado…



Se dirigió a la cocina y puso a calentar el tradicional café de olla en su estufa y se devolvió hacia donde yo estaba para continuar su plática de cosas baladíes…



El tema del sexo, parecía que estaba vedado en ese momento… Ninguno de los dos pretendía abordarlo… Pero al sentirme solo con esa mujer hermosa… Mi mente elucubraba en lo bello que sería hacerle el amor…



Ella platicaba, pero su azulada mirada se perdía de vez en cuando, al dirigirse al paquete de mi entrepierna, cuya erección de mi verga era notoria…



Hasta que doña Clara decidió romper el turrón… Y se trasladó a la cocina para servir dos tazas de humeante café… Me entregó la mía y tras darle un sorbo a la suya, se disculpó para dirigirse a su recámara…



Demoró algunos minutos, pero el espectáculo que me ofreció al salir me dejó estupefacto… Doña Clara, esa hermosa mujer a la que todos los chamacos del barrio le traíamos ganas, se encontraba sola ante mi con un pequeño camisón de gasa transparente que dejaba mostrar sus encantos íntimos y la línea estampada de un calzón color blanco, además de calzar unas pequeñas sandalias en un par de pies que eran toda una belleza con las uñas pintadas en color rojo, unos arcos y talones perfectos… Sólo alcancé exclamar al verla:



— ¡Guauuuuuuuu! ¡Que belleza¡



 



V



Doña Clara tomó la taza de café y se sentó a mi lado en el sofá… Pero se veía que los dos ya no estábamos en ese momento para pláticas y si para arrumacos…



Así que dejé en la mesa de centro las tazas de los dos y comenzamos a besarnos… Las lenguas se introducían en nuestras bocas como serpientes y con frenesí se entrelazaban, mientras los dos las chupábamos con fuerza salvaje, paladeando el exquisito sabor del café que previamente habíamos ingerido…



Mis manos se deslizaron suavemente por sus pechos y asieron esos pezones que ya se encontraban erguidos y que al tocarlos arrancaron un intenso gemido en la madura mujer…



Ella no quiso quedarse atrás y sus manos fueron bajando el cierre del pantalón hasta que logró liberar el enhiesto pene… Sus ojos azules se abrieron por la sorpresa de ver el grosor y la enorme longitud, por lo que no vaciló ni un instante para besarlo en la punta y como golosa chiquilla introducirlo en su boca en toda su extensión…



Doña Clara lo chupó de tal manera que me hacía ver estrellas… La mujer conservadora y recatada, era una experta en mamar verga…



Su forma de lamerlo y chuparlo, me transportó a otra dimensión… Ella siguió su labor, por momentos se lo sacaba de la boca, para meterse uno a uno los testículos y lamerlos con hondo placer…



Poco a poco me fui acomodando de tal manera en el sofá, hasta que logré que pusiera sobre mi rostro su vagina y así saborear la humedad que su bonito calzón retenía, producto de la secreción de fluidos que emanaba de su vulva y que denotaban la gran calentura que le producía el toqueteo de mis manos…



Cuando pude hacer a un lado su calzón, logré introducirle mi lengua hasta lo más profundo y le rozaba sus labios superiores… Logré asirle el clítoris, por cierto de grandes proporciones, pero que al sentir el roce de mis labios se irguió de tal manera que era todo un espectáculo ver la forma en que ella arqueaba el cuerpo, como signo de que estaba por terminar en un fenomenal orgasmo…



Con un enorme grito, doña Clara… Cerró los ojos y las piernas que por un momento me quitaron toda forma de respirar… Era la señal inequívoca de un orgasmo gigantesco… Poco a poco fue aflojando la presión de sus muslos, mientras yo sorbía todos los fluidos que de ella emanaban…



Jamás pensé que la recatada de doña Clara pudiera disfrutar el sexo oral de tal manera y además el que fuera una excelente mamadora… Pero así fue…



 



VI



Yo disfrutaba de sentir la humedad de su boca en mi verga… Era algo indescriptible que me transportaba hasta lo más recóndito del placer… Por lo que no pude evitar descargarle chorros y chorros de esperma que doña Clara fue tragando a la velocidad de un rayo y posteriormente, con la lengua lamerlo hasta dejarla reluciente de limpia… Fue algo inenarrable ver sus ojos en blanco, porque era señal de que estaba gozando…



Cuando culminé de eyacular… Ella se levantó y me invitó a pasar a la recámara… Así que me tomó de la mano y condujimos nuestros pasos hacia el aposento…



A un lado de la cama una lámpara encendida mostraba la intimidad de las noches de masturbación de doña Clara, quien jamás se había sabido en el barrio que hubiera tenido marido alguno… Pero se veía que las cuestiones amatorias no le eran totalmente desconocidas…



Ella procedió a quitarme el pantalón y la playera que portaba… Me bajó los calzoncillos y con sus manos empezó a masajear el pene, hasta lograr de nuevo su erección… Enseguida se sentó en la orilla de la cama y comenzó a chuparlo con tal fuerza que mis ojos se fueron cerrando, porque me estaba gustando esa forma de mamar…



Cuando percibió doña Clara que mi verga estaba como un mástil, bien parada… Se desnudó y acostó en la cama, paa decirme:



— Chamaco, metémela toda… Quiero sentir tu pájaro en mi panocha



 



VII



No pude rechazar la invitación y volví a meter mi rostro entre sus muslos, para saborear de nuevo los salados sabores que despedían sus fluidos y fue una delicia ver como cerraba los ojos, escuchar sus ligeros gemidos de placer y observar el arqueo de su cuerpo que anunciaba otro orgasmo, el cual sobrevino en toda su intensidad, cuando levantó su espalda y cintura para arrojar más y más fluidos…



Ella clamaba y pedía ser introducida… Así que la sujeté de los pies y me fui introduciendo uno a uno sus dedos, hasta saborear su exquisitez y puse mi verga a la entrada de su panocha, la cual le introduje poco a poco hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas…



Ella no dejó en ningún momento de lanzar gemidos de placer al sentirse totalmente penetrada y empecé las embestidas, con un mete y saca a toda la extensión del miembro que mostraba la dilatación de su agujero vaginal…



En su cara se notaba la desesperación, cuando el pene salía… Lo que ella pedía a gritos era ser penetrada… Así que empecé el bombeo con mi verga y ligeros movimientos peristálticos que hacían que gimiera de placer… Ya no pude más y al incrementar la velocidad de la penetración, una descarga recorrió mi cuerpo, desde la cabeza hasta la punta del pene… Y se produjeron varios chorros de esperma que fueron a estrellarse en los músculos vaginales de la otoñal doña Clara…



Ella sintió como el caliente esperma rebotaba en sus entrañas y también no dejó de lanzar el grito característico de que había tenido otro orgasmo, porque se pegó a mi cuerpo, en una clara invitación a no dejarla de penetrar, hasta que exhaustos caímos los dos en la cama, uno sobre el otro…



Deveras que fue un súper coito el que tuve con la recatada doña Clara… Sin sacársela quedé encima de ella y los dos cerramos los ojos, mientras nuestras respiraciones sonaban agitadas…



La tranquilidad a nuestros cuerpos fue llegando… Y sin sentir, la flacidez de mi pene hizo que se retirara de la húmeda vágina de doña Clara, como señal de que todo habia concluido…



 



VIII



Exhaustos, sudorosos y fatigados nos quedamos dormidos por varios minutos… Cuando de pronto sentí entre mis piernas la húmedad de algo que succionaba mi pene… Era ella, quien intentaba con su boca erectar mi verga, la cual se negaba a revivir…



Pasaron cinco o diez minutos… No puedo precisarlo, pero si sentí como poco a pocoo mi miembro fue respondiendo a la caricia, hasta quedar como un mástil…



Doña Clara no perdió el tiempo y se sentó encima de él, para clavárselo hasta el fondo… Ella jineteaba y movía su cuerpo en forma acompasada… Por la posición en que se encontraba, pude tocarle sus pies y comencé a masajearle las plantas y agarrarle los dedos… En tanto ella seguía sus frenéticos movimientos…



Para que no se quedara sola en el mete y saca, poco a poco fui levantando mi cintura para acompañarla y hacerle sentir que toda la longitud de mi verga era de ella y que no hubiera nada que la hiciera desistir del goce irrefrenable que mi pene le proporcionaba…



El tiempo pasaba y los movimientos de ambos, además de rítmicos se volvían más frenéticos, hasta que ella gritó de nuevo y dejó caer todo su cuerpo sobre el mío… Mis huevos recibieron la humedad que su vagina despedía y la presión intensa de su orgasmo…



Mientras yo seguía bombeando con mayor energia, hasta que de mi verga, salieron despedidos cuatro o cinco borbotones de leche caliente que rebotaron en los músculos vaginales de doña Clara…



Ella se zafó y buscó con su boca mi verga, hasta alcanzarla y recibir aún un pequeño hilillo de esperma… Por lo que se apresuró a limpiar con su lengua mi pene y dejarlo impecable…



¡Ah! Que doña Clara… La verdad es que me hizo gozar, más de lo imaginable…



 



IX



Cuando todo volvió a la tranquilidad, nos fuimos al baño y mientras ambos nos enjabonábamos, dejábamos que el agua corriera en nuestros cuerpos para darle el relax que necesitaban, luego de la intensa jornada de sexo…



El agua fue como un relajante… Nos secamos y así desnudos nos fuimos a la cama, para quedarnos apaciblemente dormidos… Nada enturbió la felicidad que a los dos nos embriagaba…



La luz del sol se filtró por el resquicio que permitían las cortinas de una de las ventanas y ambos despertamos al unísono… Miramos el reloj del buró y eran las siete de la mañana… Pero nuestros ojos se negaban a abrirse… Fue ella, la que dijo:



— ¿Chamaco, te vas a ir o deseas desayunar conmigo?



Mi respuesta fue lacónica:



— Desayuno contigo



Pero jamás me imaginé que ya me esperaba algo… Entre la sábana que a ambos nos cubría… Doña Clara metió la mano y volvió a buscar mi verga, para tocarla y correrla hacia arriba y hacia abajo, como si me estuviera masturbando… Cuando sintió que ésta crecía, me dijo al oído:



— Tienes una verga deliciosa y además muy gruesa… Te felicito chamaco



No respondí, pero ella debió adivinar en mi sonrisa, que sus palabras me halagaban y alimentaban mi ego…



No tardó mucho doña Clara, para meter su cabeza entre la sábana y posar su boca en mi verga para darle los buenos días a través de otra tremenda mamada…



De pronto, la sabana voló por los aires y me dejó desnudo en la leve oscuridad de ese cuarto, para decirme apenas con voz audible:



— Chamaco, te voy a regalar algo que jamás di, ni cuando mi difunto marido me lo pidió alguna vez



Era la primera vez que escuchaba que doña Clara se refería a haber tenido esposo, así que le pregunté:



— ¿A qué se refiere Clarita?



Ella respondió:



— Quiero que me metas tu pájaro en el culo



Una invitación de esas no se puede rechazar… Así que con la mirada busqué algo y encontré en el buró de su lado un tarro de crema para el cuerpo… Así que le hice señas y comprendió de que se trataba, por lo que tomó el frasco y lo abrió para sacar algo del contenido, el cual untó en gran cantidad en mi miembro…



Le indiqué que se pusiera de a perrito… Pero me dijo que quería hacerlo de frente, porque deseaba ver mi rostro de satisfacción por la entrega de algo tan preciado para ella…



Así lo hice, la acosté y le levanté las piernas hasta que mostró su ano, le unté también un poco de crema a su alrededor, al tiempo que un dedo buscaba la dilatación de su centro… Ella sólo lanzaba ligeros gemidos…



Así seguí jugando con su ano, mientras mi boca saboreaba la exquisitez de sus talones, los cuales mordía ligeramente y parecía gustarle, además de meterme en la boca uno a uno sus dedos para chuparlos y relamerle en toda su extensión sus hermosos pies…



Dos de mis dedos penetraron a todo lo largo y mostraron la dilatación de su ano… Por lo que procedí a ponerle la punta de mi verga que con la crema se deslizó enseguida… Ella lanzó un ligero quejido de dolor, pero no hizo intentos por zafarse… Así que me detuve para apaciguar un poco su sufrimiento…



Una embestida más y clavé mi verga hasta la mitad… Ella me dijo que aguantara tantito hasta que se adaptara, porque le estaba doliendo…



Así lo hice y esperé por dos o tres minutos, hasta que la penetré en toda su totalidad y me quedé esperando alguna reacción… Pero de sus ojos azules sólo salieron unas lágrimas… En verdad que estaba sufriendo… Pero a la vez le estaba gustando…



Cuando comprendí que ya se había adaptado al grueso y la extensión de mi verga, comencé el movimiento de meterla y sacarla en toda su extensión, hasta que ella misma dio muestras de cooperar un poco con movimientos circulares y de los músculos rectales que apretaban mi pene…



Fue una delicia, la forma en que manejaba sus movimientos doña Clara que apresuré mi bombeo, hasta que ella me dijo que no me viniera… Me detuve por un instante y ella hizo algo que me transportó a otro mundo…



Los movimientos de sus músculos rectales, fueron tan intensos que sentí como si me estuviera ordeñando la verga… El esperma empezó a fluir de tal manera que inundé su ano… Terminé de inmediato y me zafé…



Mientras yo veía como de su vagina que estaba frente a mi, salían fluidos y más fluidos, los cuales chupé y lamí porque tenían un intenso sabor agridulce que eran todo un deleite…



 



X



No debo negar que pasar esa madrugada con doña Clara fue toda una grata experiencia y me demostró que la recatada mujer, era toda una experimentada en el arte del amor…



Debo decir que las experiencias con doña Clara se repitieron muchas veces… Pero siempre me exigió discreción, porque no quería perder el donaire de mujer conservadora y porque, la verdad, no había nadie del barrio de su mayor interés…



Jamás su hermana se percató de nuestra relación,, porque ambos supimos guardar la compostura y sólo dábamos rienda suelta a nuestros deseos, cuando salía a visitar a sus familiares a un rancho cercano al puerto de Veracruz…



Toda una delicia bailar y coger con doña Clara, la mujer recatada y conservadora que cualquier joven, sin duda, hubiera deseado conocer… Una experiencia más que no podré olvidar…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 8.8
  • Votos: 5
  • Envios: 0
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