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Doña Celeste, la mamadora
ECSagardez
Colocaba en la puerta del zaguán de mi casa el letrero que indicaba: "Se renta departamento… Informes aquí"… Me encontraba arriba de una escalera, cuando a mis espaldas se escuchó una voz cantarina con un sonido casi celestial…
Al volver el rostro hacia la voz que me hablaba, me sorprendí porque era la de una madura mujer, la cual no había sido agraciada por la naturaleza, ya que tenía el pelo pajizo, la cara redonda, nariz aguileña, ojos negros grandes y labios gruesos, además de tener un cuerpo horrible con senos imperceptibles y caderas planas, así como piernas flacas y unos pies totalmente descuidados…
La miré de arriba abajo y no le encontré ninguna belleza. Lo único que tenía bonito era su voz, porque al hablar denotaba mucha sensualidad. Me preguntó lo siguiente:
- Joven… Me podría mostrar el departamento que renta…
Por lo que asentí con la cabeza y descendí de la escalera para conducirla a lo largo del zaguán hacia el lugar donde se ubicaba el departamento vacío…
Desde que entró a la vivienda le gustó la ubicación de la recámara, la cocina, la sala comedor y el baño… Todo independiente para sentirse cómoda. Era tanta su alegría, que daba vueltas como si estuviera danzando y decía:
- ¡Oh! La… la… ¡Oh! La… la… ¡Oh!... La… la… Justo lo que queremos mi esposo y yo…
Tras consultar en cuanto se rentaba, para esa época 200 pesos mensuales, más un mes de depósito… La enigmática madurona no puso ninguna objeción y se despidió, no sin antes decirme:
- Más al rato, regreso con mi esposo para que lo vea y si le gusta, te paguemos de una vez la mensualidad y la fianza…
II
Era curioso… Pero esa mujer que no fue agraciada por la naturaleza, me había conquistado con su voz y en mi turbación, ni siquiera le pregunté el nombre… Aunque intuí que debía apartarle el departamento, porque se emocionó mucho cuando lo vio…
Me dirigí de nuevo a la escalera y quité el anuncio en ese momento… Mientras hacía otros quehaceres ordenados por la abuela, pasaron como dos horas, cuando oí que tocaban a la puerta del zaguán…
Me dirigí a la puerta y al abrirla me topé de nuevo con la enigmática y madura mujer, quien venía acompañada de un hombre, quizá más joven que ella, pero que también no era muy agraciado por la naturaleza… Sin embargo, se veía entusiasmado y al pasar a ver el departamento, se emocionó al igual que su cónyuge y pidió que en ese momento se le hicieran los recibos de pago…
Cumplidos los trámites y dándome los 400 pesos, pregunté a nombre de quién se pondría el recibo, enseguida me respondió que sería el suyo: Alberto T… Su enigmática esposa, alborozada como se encontraba, tras haber conseguido un departamento para dar rienda suelta a su intimidad, también, sin preguntarle, me proporcionó el suyo y se llamaba Celeste Q…
III
El nuevo vecino, de oficio trailero, salía con frecuencia a la ciudad de México o al sureste del país… Pero eso si, se le veía enamorado de su mujer, porque le traía regalos de los lugares a dónde llegaba. Ambos derramaban miel cuando se encontraban en su departamento y las recepciones de la señora Celeste resultaban excitantes, porque no les importaba nada más que dar rienda suelta a sus instintos sexuales, por los intensos gemidos que se escuchaban de la pareja…
En alguna ocasión, cerca de la medianoche, me subí a la azotea y muy silencioso me acerqué al tragaluz que daba a la recámara del departamento para espiarlos y cual no sería mi sorpresa ver a la señora Celeste haciéndole tremenda mamada a su marido, quien pese a tener una enorme panza, se veía que tenía una verga de grandes proporciones, porque sobresalía y la madurona mujer se la introducía y la sorbía con gran placer…
Se veía que don Alberto disfrutaba las tremendas mamadas de doña Celeste, porque cerró los ojos con denodado placer, en el momento en que le aventaba tremendas descargas de leche, que la señora se tragó de un solo golpe y no hizo ninguna señal de asco. Al contrario se sacó la verga de la boca y la tomó con la mano para restregarse la punta en la cara…
En esa época yo tenía como 15 años de edad y el ver la forma en que mamaba doña Celeste me resultó algo novedoso en cuanto a lo que leía en las revistas pornográficas… ¿Qué mujer?
Si ¿Qué mujer?, superaba la fealdad de su rostro y cuerpo con esa tremenda forma de culpar y mamar… Ahora entendía por qué don Alberto le prodigaba tanto cariño y el por qué la consentía demasiado… Era lógico que estaba enculado…
IV
La escena me puso a cien y no tuve más remedio que irme al baño a pajearme, mientras olía un viejo y sucio calzón que otra inquilina había dejado por ahí, cuando desocupó una vivienda…
La imagen de ver como mamaba doña Celeste, estuvo latente en el momento en que me hacía la pajuela… Mi grado de excitación era terriblemente alto y me jalaba el prepucio con tal fuerza que parecía que me lo desprendería… No fue necesario imprimir tantos movimientos, sólo lo necesario para correrme y aventar esperma a todo lo que daba… Después me bañé, porque la calentura no cedía y deseaba seguirme masturbando…
A partir de ese dia, empece a ver a doña Celeste de otra manera… Constantemente le preguntaba si no se le ofrecía algo y su tanque de agua siempre estaba lleno. Por lo que ella notó mi cambio, ya que pasé de la indiferencia al sumo interés… Incluso se volvió más solícita.
V
En una ocasión mis abuelos salieron a un pueblo de Veracruz, llamado El Tejar, donde un compadre de ellos los había invitado a una tamaliza… Eran fiestas de nunca acabar, por lo que decidí quedarme, pero mi abuela no contenta con mi decisión, me encargó que lavara el tanque del agua correspondiente al departamento de doña Celeste…
No me hice del rogar… En cuanto partieron los abuelos, me quité el short y en calzoncillos me introduje al tanque para lavarlo… Estaba tan ensimismado haciendo mis tareas de limpieza, cuando oí que alguien me citaba:
- Pssss… Pssss… Pssss… Pssss…
Me devolví hacia la entrada del tanque y para mi sorpresa, era doña Celeste, quien me llevaba un vaso de agua de naranja, mi favorita, la cual me bebí con avidez, debido al calor que en esos momentos hacía y que me refrescó sobremanera…
No me había percatado de que al estar en calzoncillos, mi verga se había salido por el agujero. Pero doña Celeste si dirigió su mirada hacia el miembro, lo cual fue como una descarga eléctrica, porque se me erectó de inmediato…
Ella sonrió levemente y su feo rostro se transformó en una máscara libidinosa, porque yo apenado me metí de nuevo al tanque para seguir lavando las paredes, cuando de pronto siento que alguien está atrás de mi y me está tomando de la verga…
Doña Celeste no perdió la oportunidad y lo único que hice fue sentarme para recargar mi cuerpo en una de las paredes del tanque, mientras ella me desabrochaba el calzoncillo y me tomaba la verga con la mano…
Ya no pude más y la invité a que me la mamara… La sugerencia llegó en el momento exacto, porque enseguida se metió la verga en su boca, con los labios me apretaba sugerentemente el miembro, mientras su lengua pasaba por el glande… La verdad me estaba sintiendo a toda madre…
Con las manos me apretaba los huevos y eso me tenía súper empalmado… Mi mente no estaba ya en el tanque del agua, sino en otra galaxia… Doña Celeste si que mamaba fenomenal y denotaba ser una golosa de la verga…
Ella siguió su mete y saca en la boca, cuando sentía que empujaba para explotar en ella, calmaba su labor y me daba la oportunidad de recuperarme… No cabía ninguna duda de que era una guarra para el sexo oral…
La boca de doña Celeste era en ese momento una vagina, porque en mis impulsos hacia delante, la verga entraba y salía, se la metía de nuevo y se la sacaba. Hasta que ya no pude más y dentro de ese tanque se escuchó un grito desgarrador… Mi pito explotó y lanzó sémen como nunca había disparado…
Mi líquido seminal se fue a estrellar en la garganta de doña Celeste, quien no hizo ningún intento por despegarse de mi verga. Parecía que deseaba más miembro, porque su boca llegó hasta mis pelos… Fue una venida como pocas he tenida en la vida…
VI
Al término de la sesión de sexo oral que me dio doña Celeste, ella me besó, pero la verdad sentí repugnancia e hice la cara hacia un lado, para que sus labios se estrellaran en mi mejilla…
Ella sólo sonrió y me preguntó con esa voz cantarina y celestial:
- Pequeño ¿Acaso no te gustó? Debo decirte que te vi cuando nos espiabas en el tragaluz… Y se que corriste al baño para pajearte la verga… ¿A poco no era una de tus fantasías que te la mamara?
Tenía mucho de razón doña Celeste…
Todo lo que decía era verdad… Por lo que enseguida me dijo:
- En este momento no me puedes coger, porque estoy en mis días… Pero ya habrá oportunidad para que me metas esa gran verga que tu tienes para un muchacho de tu edad…
Era lógico que enalteció mi ego… Porque ya para mis 15 años, mi verga medía 18 centímetros con 6 de grueso. Pero debía reconocer que don Alberto la tenía más grande… Y ese miembro satisfacía plenamente a doña Celeste.
VII
El tiempo pasó y no se volvió a repetir otra escena similar… Doña Celeste y don Alberto eran muy comelones y denotaban estar felices… Al poco tiempo de vivir en el departamento, en la empresa donde trabajaba el señor rifaron varias casas y él tuvo la suerte de sacarse una…
Por lo que no tardó ni dos semanas, cuando llegué de la secundaria… La mujer fea de cantarina y celestial voz se había marchado y no pude seguirle la huella…
Aunque si quedó en mi recuerdo, la mejor mamada que he recibido en mi vida. Y todavía hoy, en el otoño de mi vida, la recuerdo y vuelvo a fundir mi mano con mi verga para hacerme una tremenda pajuela…
Jamás supe de doña Celeste y de don Alberto, sólo me enteré que un dia balaceó a un compañero de trabajo en un taller mecánico y pasó sus últimos días en la cárcel…
También trascendió entre algunos conocidos que ella jamás lo visitó en la cárcel y que se fue de Veracruz con otro trailero… Era una mujer no agraciada por la naturaleza, pero muy facilita para encontrar hombres dispuestos a aceptar que ella se las mamara y ponerse a coger… Porque eso si, le gustaban las vergas grandes…
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