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Un joven es iniciado, por la mejor amiga de su madre… Dª. Amparo…mujer madura de envidiable aspecto, la cual le seducirá para provecho de su ya anciano marido gay, el joven será violado y sodomizado…pero la situación dará un giro cuando Dª. Amparo le da una explicación a lo ocurrido y es amenaza con difundir toda la historia si no se presta a la nueva situación de amo-esclava.
Me han dicho que la iniciación sexual de las chicas es siempre muy difícil y traumática y que todas las mujeres recuerdan como, cuando y donde perdieron la virginidad. Yo no sé si para los hombres es mas o menos fácil mas o menos difícil, pero sé que mi iniciación sexual la recordare toda la vida.
Vivíamos en Madrid, en una casa de ocho pisos con tres viviendas por piso. Nosotros vivíamos en el segundo y Dª Amparo vivía en el cuarto piso. Yo tenia diecisiete años recién cumplidos cuando la única hija de Dª Amparo, Amparito, se casó. Como Dª Amparo era amiga de mama, antes de la boda vino mucho por casa para hablar de vestidos, invitados, salones, padres del novio, menús para la cena y todas esas cosas de las que las madres hablan antes de una boda. Dª Amparo debía tener unos cuarenta y seis años, pero muy bien llevados. La información oficial que yo tenia entonces, era que había sido guapisima actriz de teatro y que D. Luis se enamoro como un loco de ella. La siguió por media España viendo todas sus representaciones hasta que por fin ella acepto su proposición y se casaron. D. Luis era quince años mayor que ella, aunque delgado y de aspecto distinguido se le veía avejentado, aun mayor de sus sesenta y un años. Tenia aspecto de viejo mientras que Dª Amparo aun se vea lozana y atractiva. D. Luis venia de vieja familia andaluza, con aires de nobleza, ricos terratenientes con olivares y varios cortijos. Después de la boda se asentaron en Madrid donde había nacido Amparito.
Yo no se como había sido de guapa en su juventud, pero a los cuarenta y seis años Dª Amparo estaba pero que muy bien. Era alta, de pelo rubio (¿teñido?) grandes ojos verdes, boca sensual, largo y elegante cuello, prominentes pechos que llamaban la atención, fina cintura, caderas y trasero bien marcados, piernas largas con finos tobillos. Además de su buena apariencia física, se movía con aire de confianza, tenia salero, reía a menudo y contaba chistes y chascarillos con mucha gracia y un mínimo acento andaluz. Difícilmente aparentaba los cuarenta años. Yo recuerdo haberla visto a menudo años antes de la boda de Amparito, pero fue durante esta época anterior a la boda cuando se convirtió en una obsesión para mí. La veía prácticamente todas las tardes en casa. Y aunque siempre iba muy maquillada y con el pelo bien arreglado. Ella decía que cuando venia a casa no se arreglaba por que estabamos en confianza. Así que a menudo bajaba con vestidos o batas andaluzas, muy sueltas con buen escote. Escote que a menudo me dejaba ver su valle de las delicias y buena parte de sus opulentos pechos. Ella parecía haberme cogido mucho cariño y a menudo me abrazaba y estrujaba diciendo – ¡qué guapo es mi Currito! (yo me llamo Francisco, pero ella es la única que siempre me ha llamado Currito). Cuando me abrazaba sus maravillosos pechos se estrujaban contra mí, yo pensaba que mientras me apretara con sus tetas podía llamarme lo que quisiera. Había tardes que bajaba con su bata pero sin sujetador y cuando me abrazaba, o se inclinaba un poco.. Entre los escotes, exhibiciones, abrazos y estrujamientos, yo me acababa poniendo muy excitado y tenia que irme al cuarto de baño a masturbarme como un mico.
Pasada la boda de Amparito, sus visitas fueron un poco menos frecuentes, pero todavía venia una o dos tardes por semana a enseñar fotos de la boda, del viaje de novios, etc. Los abrazos y achuchones se hicieron mas pronunciados y Dª Amparo empezó a decir que qué guapo era y que contenta estaba de no haber tenido un hijo, porque no podría haber sido tan guapo como su Currito.
Recuerdo que en un par de ocasiones entré en la sala cuando ella y mi madre se estaban riendo a carcajadas y cuando yo pregunté de que reían, Dª Amparo dijo:
- Currito mi niño bonito, cosas verdes de viaje de novios que no te puedo contar porque me pondría muy colorada y tu aun eres muy jovencito. – Mientras así decía
ponía su mano sobre sus pechos y con una sonrisa de picara me guiñaba un ojo. A mí la señora me ponía mas caliente que la puñeta, porque la verdad es que con su magnifico cuerpo, su gracia, salero, apretujones y juegos, la encontraba de lo más deseable. Ella parecía no darse cuenta y seguía abrazándome y jugueteando conmigo como si yo fuera un niño y acababa poniéndome de lo más cachondo. Mis visitas al cuarto de baño para pajearme en su honor, cada vez que ella jugaba con su Currito, se convirtieron en una rutina. Claro esta que siendo una amiga de mama nunca me atreví a decir ni hacer nada mas que mirar con cara de tonto y tratar de buscar el mejor ángulo para mirar hacia abajo del escote, o hacia arriba de la falda.
Una tarde volvía yo del instituto, a eso de la seis, y vi a Dª Amparo que venia cargada con varias bolsas, al parecer bastante pesadas.
Me acerque a ella y le pregunte si le podía ayudar. Me dijo que no solo era guapo sino muy cortes. Cogí las bolsas (no es que parecían, es que eran muy pesadas) y la seguí. Subimos en el ascensor y ella me pidió que le ayudara a llevarlas hasta su cocina.
Entramos a su piso y puse las bolsas sobre la mesa de la cocina. Dª Amparo me dio un gran abrazo (yo pense que estrujaba y refrotaba sus maravillosos pechos contra mí mas fuerte y más tiempo de lo habitual) y dijo:
- Gracias Currito, guapo. No sé que hubiera hecho sin ti, estaba medio muerta cuando me ayudaste. Muchas gracias hijo. – - No hay de que Dª Amparo, no hay de que. Si le puedo ayudar en algo en el futuro no dude en llamarme. – Me dirigí hacia el pasillo, pero Dª Amparo me interrumpió inmediatamente.
- No hijo, ¿no te iras ahora? Por lo menos déjame que te invite a una cervecita y algo de picar. – - Muchas gracias Dª. Amparo, muchas gracias, pero no se moleste. – - Uy mi niño, no es ninguna molestia y es lo menos que puedo hacer después de lo que has trabajado por mí. Anda, vamos al salón. – Pasamos al salón, me invito a sentarme, me pregunto que querría beber, le dije que cerveza. Trajo la cerveza y unas bandejitas con almendras, aceitunas y otras cosas para picar.
- Currito, déjame que me cambie a otra ropa más cómoda. – Pasó a la habitación que había enfrente del salón. Yo me serví la cerveza y empece a picar las almendras. Al levantar la cabeza para beber la cerveza, casi se me cae la cerveza, la cabeza y.. la baba. La puerta de la habitación donde había entrado Dª Amparo estaba entreabierta y vi pasar a Dª Amparo con su falda pero desnuda de cintura para arriba, con los pechos al aire. La visión no duró mas que un instante, mientras ella cruzaba la habitación, lo suficiente para que notara que eran bien grandes y se movían como flanes. Me quede helado, paralizado, sin saber que hacer o pensar. Fue tan breve la visión que en seguida empece a dudar de si de verdad la había visto o si mis múltiples masturbaciones pensando en ella me hacían alucinar. Cuando me repuse un poco del impacto de aquella celestial visión, decidí beber un poco de cerveza, tome un trago y según ponía el vaso sobre la mesa vi a Dª Amparo cruzar la habitación otra vez; ahora sin falda, solo con medias y bragas. Si, de verdad la estaba viendo, no era una alucinación ¡estaba buenisima! Otra vez la visión no duro mas que un segundo, pero ¡Qué segundo! Tenia unos muslazos y un trasero de exposición. Tan buena estaba, que empece a temblar y tremendos escalofríos recorrían mi cuerpo. De alguna forma me convencí de que, no era cierto, que no la veía, que estaba alucinando, con la mano todavía temblando de excitación, tome un buen trago de cerveza, otro, otro y poco a poco deje de temblar como una hoja al viento.
Al poco tiempo salió Dª Amparo ¡qué digo Dª Amparo! Salió la fantasía onírico-sexual de cualquier adolescente. Llevaba zapatos de alto tacón, con medias negras. Una falda negra muy, muy ajustada velaba o desvelaba unas ancas y un trasero ni grandes ni pequeños si no perfectos; un jersey rojo, de fina lana de angora, muy ajustado realzaba sus magníficos pechos. El amplio cuello del jersey caía por el hombro derecho hasta medio brazo revelando un suave, redondo y sensual hombro sin la mas mínima traza de tirante de sujetador. El bello rostro estaba realzado por el maquillaje y pinturas de guerra en los lugares propios: labios, mejillas, pestañas y párpa
dos. La melena rubia, suelta, hasta por debajo de los hombros. Lentamente se acerco a mí, sonriendo, las perfectas piernas moviéndose como las de las modelos en las pasarelas, las caderas en sinuosa cadencia, los pechos bamboleando.. todo era perfecto y mucho mas de lo que yo podía soportar. No se si la ropa era mas cómoda para ella, pero para mi.. No sabia si saltar sobre ella y violarla, si pegar alaridos de placer-terror o si salir huyendo de la casa antes de hacer una barbaridad.
- Currito, perdona que haya tardado, pero es que no sabia que ponerme, espero que no te importe que me hay apuesto estos trapillos de estar por casa. ¡Dios, santo bendito! Me cago en los trapillos de andar por casa. Si aquello eran trapillos.. De forma incoherente, murmure algo, no recuerdo que, y ella se sentó a mi lado. Con el hombro descubierto junto a mí, cuando trataba de coger unas almendras su teta se apoyaba en mí, mientras la apertura del jersey se inclinaba hacia delante y me ofrecía una magnifica vista de su embelesadora cordillera. ¡Madre del amor hermoso! Yo sudaba por todos lados. Hacia grandes esfuerzos para dejar de temblar.
- ¿Tienes novia Currito? – - No Dª Amparo. – - Hoy, mi niño no te pongas colorado que somos amigos desde hace mucho tiempo. ¿No te importa que te pregunte estas cosas verdad? – - No Dª Amparo, claro que no. – Dije yo tartamudeando. Ella hizo como que no notaba mi tartamudeo.
- Pero con lo guapo y fuerte que eres Currito, debes tener muchas chicas a tu disposición. – -No señora, no tengo ninguna.
- Ay, Currito no me seas borde, deja de llamarme señora y Dª Amparo que me haces sentir muy vieja. Llámame Amparo o si quieres tía Amparo, pero no seas tan formal. Bueno, aunque no tengas novia ni salgas mucho con chicas, si que habrás hecho el amor varias veces ¿verdad Currito? – Yo debí ponerme de todos los colores. Jamas se me hubiera ocurrido que una señora como Dª Amparo pudiera preguntarme algo asi. Me imagino se me paralizo el cerebro, la lengua, la cara y todo el cuerpo. Dª Amparo mas fresca que una lechuga dijo: – Anda Currito, no seas tímido conmigo que tenemos mucha confianza y podemos hablar de estas cosas. Además, yo ya soy muy mayor, es como si fuera tu mama asi que no hace falta que te pongas colorado. – Después de toser, carraspear, tartamudear, tomar aire veinte veces y conseguir que el corazón dejara de pegarme golpes en el pecho, conseguí decir:
-No Dª Amparo, nunca he hecho el amor. Y usted no es tan mayor, que es muy, pero que muy atractiva.
- Uy mi Currito ¡que galante eres! – Asi diciendo me dio un abrazo en que claramente note sus maravillosos pechos, libres de sujetador restregándose contra mí, mientras ella besaba mis mejillas y de forma accidental tocaba mis labios con los suyos. No se como lo hizo, pero con el abrazo, los besos y otros movimientos la falda se había subido bastante y ahora dejaba a la vista los magníficos muslos. Con el tema de la conversación, los abrazos, los pechos, los muslos, el hombro al descubierto.. yo tenia una tremenda, casi dolorosa, erección que me hacia sentir muy incomodo, sobre todo temiendo que ella lo notara.
- Currito ¿sabes como dar besos de amor? – Ahí si que me quede sin oxigeno, respiración, o latido cardiaco; estoy seguro de que mi encefalograma quedo plano durante varios minutos, descerebrado, completamente descerebrado. Con la intensidad de mi sonrojo hubiera podido hacer de piel roja en películas del más fiel tecnicolor. Cuando recuperé el uso de la palabra articulada, creo que chamulle algo como:
- Do, Do, Do, Do, ña, ña, ¡Doña Amparo! – - Currito, hijo, que me llames Amparo. Además, no tartamudees y, sobre todo, no dejes de respirar tanto tiempo que me asustas; bueno, ¿sabes o no sabes besar? – - No he besado nunca, Amparo. Bueno ya sabe, no he besado.. – Ya te entiendo Currito, ya te entiendo. No me lo explico, un chico tan guapo como tú y todavía sin experiencia. Mira esto esta muy mal, en nuestra sociedad enseñamos todo tipo de tonterías como religión comparada y trigonometría esférica que no sirven para nada y las dos cosas que de verdad necesitan saber los jóvenes: Como hacer dinero y como hacer el amor, son las únicas cosas que no enseñamos. ¿Tú quieres que yo te enseñe? – ¡Madre mía que tarde! Parecía que Dª Amparo estaba experimentando para medir con exactitud lo que hacia falta para que mi corazón diera un salto, saliera de mi pecho y diera carreras por el suelo. ¿Que podía decirl
e yo? ¿Que llevaba meses masturbándome como un mandril obsesionado con ella? ¿Que no quería que me enseñara a hacer el amor, que lo que quería era follar a lo bestia hasta morirme? ¿Que ardía en deseos de tener aquellos dulces pechazos en mi boca y mis manos sobre aquella muslada de alabastro? ¿Que quería estar encima de ella, debajo de ella, de medio lado.. como fuera, pero con ella? ¿Que quería besar sus labios, su cuello, sus pechos, su coño, su culo, sus muslos.. ? Por fin dije:
- Dª Amparo, no, no, no, no se que decir, me da mucha vergüenza. – - Mira Currito, que no me llames Dª Amparo, que no me trates de usted y que a ver si dejas de comportarte como un bobo. ¿Te doy asco? – -Uy Dª.. Amparo claro que no, que me vas a dar asco, si eres guapisima y llevo meses pensando en ti.
- Nada mas pensando o también haciendo, ¡pillín! – Mientras decía esto, hizo un clarisimo y obsceno gesto con su mano, como sujetando un tubo, moviéndola de arriba a bajo delante de su ingle que no dejaba ningún lugar a dudas. Por enésima vez esa tarde estaba avergonzado, con la cara como el proverbial tomate y sin saber que decir.
- Bueno, bueno, ya veo por tu cara que no solo pensabas, sino que también hacías. Mira, no te avergüences, para mí es un honor que un chico joven y tan guapo como tu se ponga caliente pensando en mi. Anda tontin, no seas tan vergonzoso y dame un beso. – Yo viendo que se me abría el cielo, humedecí mi labios y los puse sobre los suyos. Me encanto la sensación, de mis labios contra los suyos. Separe mi boca de la suya y me quede parado sin saber que hacer o decir. Con una leve sonrisa Dª Amparo dijo:
- Currito.. Así no vas a partir muchos corazones. Mira, déjame hacer a mi. – -¡Leche! Puso una mano en mi nuca, se inclino, puso sus labios sobre los míos, jugó con su lengua hasta que yo abrí mi boca. Con su mano empujo mi cabeza contra la suya, metió su lengua hasta tocarme la campanilla, cuando yo conteste introduciendo mi lengua en su boca, ella suavemente la mordió. Mientras jugueteábamos con nuestras lenguas cogió una de mis manos y la puso contra uno de sus pechos. ¡Dios que sensación! por primera vez en mi vida tocaba una teta con mis manos, aunque fuera a través del jersey. Dejando mi mano en su pecho, llevó la suya a mi ingle y suavemente la movía de arriba abajo. Dado el tamaño de mi erección no tuvo ningún problema para identificar mi pene y suavemente lo acariciaba sobre mis pantalones. Yo creí que me habia muerto y habia ido al cielo. ¿Como poder describir las cien mil sensaciones que me invadían: tocando su pecho, notando su mano sobre mi pene, mi lengua, la suya.. ?
- ¡Ozu Currito! Parece que vas ser buen estudiante aprendes rápido. A ver, ahora hazlo tu. – Yo no me hice de rogar. Puse mi labios entreabiertos sobre los suyos y metí mi lengua en su boca y puse mi mano sobre su pecho.
Ella separo su boca de la mía y suavemente dijo:
- Por debajo del jersey Currito, por debajo. – Metí mi mano debajo del jersey y.. ¡Cristo bendito! Aquello era la gloria, tocando la maravillosa, cálida y firme teta de Amparo ¡que maravilla! Cuando pensaba que aquello era el no va mas, Amparo dijo:
- La otra mano Currito, con la otra mano acaríciame entre los muslos. – ¡Anda la leche! Le tocaba entre los muslos, suaves, sedosos y subí hasta la braga ¡Coño, Amparo no llevaba bragas! Toqué su vello púbico, los labios de su coño estaban bien húmedos. Me puse a cien, ya no sabia lo que decía ni lo que hacia.
- Amparo te quiero desnudar. – - Y ¿quien te lo prohibe hijito? – Con el mismo cuidado con que un sacerdote desvela el objeto más sagrado de su religión, yo cogí su jersey con ambas manos y lentamente lo icé. ¡Que maravilla! Que par de pechos magníficos. La tez clara, las grandes areolas rosa intenso y los pezones duros y puntiagudos. Como un loco hundí mi cabeza entre aquellos pechazos y besaba, chupaba, estrujaba, mordisqueaba..
- Calma, mi niño, calma. Tienes que aprender, entre el máximo placer y el dolor hay una línea muy fina, procura no cruzarla. Me estas dando mucho gusto chupando mis teticas estrujando y besando, pero cuando muerdes me haces daño. A algunas mujeres les gusta que les hagan un poco de daño, a mi no. Así, así, chupa Currito chupa. – Aquello era la gloria ¡que carnazas! ¡que tetas! ¡que tía! Puse a Amparo de pie.
Noté que la falda tenia una cremallera a un lado.
La abrí y la falda callo al suelo. ¡Dios bendito! Amparo habia venido bien preparada para seducirme, poco a poco a pesar de mi inexperiencia me daba cuenta que aquello no era casualidad; que ella seguro que no iba por casa todos lo días con zapato de tacón alto, medias negras, liguero de encaje gránate oscuro sujetando las medias, sin bragas y sin sujetador y con un finisimo jersey de angora. La muy zorra se habia preparado, pero.. ¡Qué bien lo habia hecho! ¡Qué buena estaba! Tenia la tripa plana, sin estrías, bien conservada, las caderas redondas y bien prominentes, el pubis cubierto con vello castaño oscuro. No podía ver el sexo tapado por el frondoso bosque, pero la muslada era impresionante. Muslos bien torneados, macizos no fofos, tirando un poquito a gruesos, tentadores, deseables, yo los tocaba, palpaba, sobaba sus ancas maravillosas, palmoteaba sus cachetes, estaba como un niño en una pastelería: Había tantas cosas que deseaba, que quería, que no sabia por donde empezar. Yo subía y bajaba como pájaro en jaula, besaba un pezón, mordis-queaba un cachete; sobaba un muslo, estrujaba una teta ponía mi mano en su sexo. ¡Dios que festín! Por fin Amparo decidió poner un orden.
- Mira Currito, no lo vas ha poder hacer todo en un día, así es mejor mi alma. Así volverás otros días y te enseñare mas cositas. Mira, ahora te voy a enseñar algo de lo mejor que hay en esta vida. Asi diciendo, con diestras manos soltó mi cinturón, abrió la bragueta y dejo que mis pantalones cayeran al suelo. Con gesto fluido (claramente, no era la primera vez que lo hacia) cogió el elástico de mis calzoncillos y los bajo hasta el suelo. Sin perder comba se puso en cuclillas delante de mi, con las piernas abiertas y cogiendo mi pene, ya bien duro y enhiesto, en sus manos dijo: – Currito, mi alma, buen instrumento tienes, espero que no crezcas mucho mas por que como te crezca un poco mas esta verga.. Puedes hacer mucho daño con un aparato asi. Ahora, mi niño, aprende y disfruta: aprende como se chupa una verga y disfruta de la mamada de un verdadera experta. – ¿Cómo describir el éxtasis? Aquello era increíble Amparo recorría su lengua por mi verga como si tocara la flauta, a veces se la metía toda en la boca, otras veces la cogía con su mano y me masturbaba, de repente lo dejaba y con su lengua jugaba sobre mi glande. A parte del placer y gusto que me daba, aquello era ver como un maestro artesano ejercitaba toda su maña y todo su arte.
Claro esta que no me pude contener, en poco mas de un minuto con un aullido me corrí como una bestia y eyacule en su boca. Amparo con autentica glotonería, no solo se lo bebió todo, si no que con una mano me ordeñaba la verga para estar segura de no se desperdiciaba ni una gota.
- Lo siento Amparo, estaba tan excitado que no me dio tiempo a avisarte que me llegaba el orgasmo. – - Mira Currito -dijo ella, mientras relamía mi leche alrededor de sus labios- no andes buscando palabritas cuando tu y yo estemos solos. – No has tenido un orgasmo: tu te has corrido como un toro. No hace falta que me avises de nada, me encanta la leche de macho y me beberé toda la que me quieras dar. ¿Te ha gustado mi chupada mi niño? – - Amparo es el mayor placer que he tenido en mi vida; eres y estas buenisima. – Mientras a si decía yo me arrodille a su lado para jugar con aquellas tetazas que me tengan fascinado. Las cogía con las dos manos, las estrujaba, retorcía, besaba, chupaba ¡Dios que fuentes de placer! Amparo me animaba y hasta ponía sus manos debajo de las tetorras, como si fueran bandejas y levantándolas, las ofrendaba a mi boca.
- Currito, parece que te gustan mis teticas, ¿eh viciosillo? – - Amparo de teticas nada, que tienes un par de melones inmensos y me gustan mas que untar pan en la salsa. – - ¿Sabes lo que es un cubano? Amante – - No Amparo ¿qué es un cubano? – - Hoy mi niño, vas a ver. – Amparo se irguió se fue al sofá y se sentó en él con las piernas bien separadas y me dijo que me acercara a ella. Me acomodo entre sus piernas, cogió mi verga que estaba medio caída, la puso en su boca y aspiro como un aspirador. Ni que decir tiene que mi nabo empezó a prestar atención. Enseguida se puso duro. Amparo lo saco de su boca, cogió sus tetas con ambas manos y juntándolas, escupió un par de veces en el delicioso valle y puso mi picha entre sus tetas. Con sus manos bajaba y subía las tetorras y cuan
do la punta de mi capullo asomaba por entre las dos montañas de la gloria ella le daba un lametón con su lengua. No sé que me daba mas gusto, el pajote fantástico que me hacia con sus tetorras o el ver a un artista en el zenit de su arte. Ver el arte de Amparo manejando sus pechazos era como ver a Velaquez manejar los pinceles o a Rodin manejando el cincel. ¡Que gracia! ¡Que sutileza! ¡Que eficacia! ¡Que salero! ¡Que tía! ¡Que tetas! Yo babeaba, ponía los ojos en blanco, tocaba los tetones, acariciaba su cara y murmuraba cosas incoherentes.
- Currito, deja de hacer ruidos como un tonto hijo ¿te gusta el cubano? – - Joder Amparo, y como no me va a gustar si es la leche de bueno. – - ¿No me la quieres hincar en mi conejillo? – - Amparo, coño deja de burlarte de mi, claro que te la quiero meter, tengo unas ganas de follarte.. que no veas. – - Vale mi amor. – Amparo se echo en el sofá, se esparranco y dijo:
- Ven aquí cielo, ven aquí y follame todo lo que quieras, métemela hasta el corvejón, rómpeme el coño, follame como lo que soy: una puta viciosa; hazme tuya para siempre ángel mio. – Me subí encima del sofá, me puse entre sus piernas y la ensarte con mi lanza enfurecida. ¡La leche bendita! Aquel coño era maravilloso, cálido, húmedo, acogedor, suave, ajustado, aquello no hay quien lo pueda describir, mi sensación de varón triunfador, estar encima de Dª Amparo, mi fantasía de meses, dominando mi primera mujer, mi primera follada, su sabiduría, mi placer.. Si en el Cielo no dan algo asi.. ¡no quiero ir al Cielo!
- Para, Currito, para no te corras todavía, te quiero enseñar otra cosa. – Yo deje bombear su almeja, y con mi verga metida hasta lo más profundo dije:
- ¡Coño Amparo, quiero correrme! – - Claro que si, pichoncíto mío, pero te puedes correr haciendo otra cosa, sácala mi amor, sácala. – La saque, Amparo me llevo detrás del sofá. De debajo del sofá saco unas cuerdas y dijo:
- Mira pichón te voy a enseñar algo maravilloso, dame tus manos. – Le di mis manos. Ella puso cuerdas alrededor de mis muñecas, me hizo doblarme sobre el sofá y luego las ato a las patas de delante con mucha tensión. Yo no me daba cuenta de lo que pasaba. Ver a aquel cuerpazo glorioso moverse a mi alrededor, las tetas bailando, el culo temblando como un flan, mis ojos pegados a sus curvas, sus carnes y no prestaba atención a lo que ella hacia.
Cuando quise darme cuenta mis muñecas y mis tobillos estaban atados al sofá y yo, doblado sobre el, no podía moverme. Amparo se sentó en el suelo detrás de mí, cogió mi picha con una mano y empezó a tocar la zambomba mientras su lengua sabia chupeteaba alrededor de mi ojete.
- Te voy a hacer el mejor beso negro de tu vida, pichón mío. – La grandisima marrana metía su lengua dentro de mi culo.
Después note como metía un dedo, después dos y los giraba y dilataba mi esfínter. Alternaba, dedos, besos, lengua, dedos.. Yo dije:
-Amparo me vuelves loco. ¿Cómo puedes besar mi culo, so marrana? ¿No te da asco? Sigue, sigue putorra que me das mucho gusto. ¡Que guarra eres, pero que bueno.. ¡
- Luis, ya esta listo ven. – Amparo paso por debajo mis piernas y empezó a chuparme la picha con gran entusiasmo. Cuando mas embelesado estaba con sus chupeteos note como algo gordo me entraba en el culo.
- ¿Que me metes en el culo Amparo? – Volví mi cabeza y ¡Hostia bendita! El vejestorio de Don Luis, lleno de arrugas y de babas me había ensartado como a una aceituna.
Me estaba dando por culo, sus sarmentosas manos acariciaban mi pecho y su asquerosa boca chupaba y besaba mi cuello.
- No, nooo, cabrones no me hagáis maricón. Jodío vejestorio, sácala, sácala cabrón que te mato. Amparo te voy a dar de hostias. – ¡Hijos de puta!
Yo estaba angustiado, supongo que porque a mi edad pensaba que si me daban por culo una vez ya era marica de por vida. Chillaba y berreaba como un berraco. Pero.. atado como estaba era todo lo que podia hacer.
- Currito, capullo, deja de chillar, mi niño que no te pasa nada malo. Mira angelito, cuando acabe Luis me la puedes meter a mí en el culo todo lo que quieras. Aguanta un poquito mi ángel, ya veras, te acabara gustando y cuando me des por culo a mi.. no veas el gustirrin que te voy a dar. – ¡Que cabrona aquella zorra! Me había engañado y seducido como a un idio
ta, llevaba meses planeándolo. La muy guarra estaba haciendo de chula para el marica de D. Luis. Como todas las mujeres fueran tan falsas y calculadoras como la jodia Amparo los hombres íbamos de culo. Yo trataba de moverme y escaparme pero entre las cuerdas y los dos no podía hacer nada. Tenia una furia, una ira, un cabreo.. Amparo seguía chupándomela, D. Luis seguía porculizandome y yo empecé a pensar, lo comido por lo servido. Amparo chupaba de maravilla y pasados la sorpresa y el dolor inicial, lo del culo, mientras ella me hacia una mamada profunda, hasta me gustaba. El vejestorio asqueroso que con entrecortados vahídos se me estaba beneficiando dio unos grititos, se agarro a mi pecho como un loco, tuvo unos espasmos y se cayo al suelo. Amparo siguió haciendo maravillas a mi butifarra con su boca.
- Suéltame Amparo, coño, desátame. El marica de tu marido ya se ha corrido, ya me puedes desatar.. – Ella siguió chupándomela un ratito y por fin, pasando otra vez por debajo de mi arco pubico desató mis tobillos y muñecas. Note que D. Luis ya no estaba en la habitación el viejo maricón había desaparecido como había venido, sin dejarse notar Yo frote mis manos y tobillos para desentumecerme. Sin que yo dijera nada, la guarra de Amparo limpio mi culo con su lengua. Yo medio llorando pregunte:
- Porque has hecho esto Amparo, porque, porque me has hecho un marica para toda mi vida. – - No seas tonto Currito. Porque Luis te haya hecho un hombre follando tu culo no quiere decir que seas marica. El que yo te de por culo con mi lengua, o con mis dedos ni me hace a mi un hombre ni a ti un maricón. – Yo estaba enfurecido. Cogí a Amparo por los pelos con una mano mientras con la otra la abofetee.
- So puta dime lo que pasa, dímelo. – Amparo me miro con odio en los ojos.
- Currito, no vuelvas a pegarme o no vuelves a verme en toda tu vida. Si quieres que te las razones de lo que pasado, pídelo, pero no vuelvas a pegarme. – - Lo siento Amparo, explícame que ha pasado aquí. – - Mira Currito, no sé que te habrán dicho a ti tus padres, pero yo le digo a todo el mundo que de joven yo fui una muy prometedora actriz de teatro clásico. Y una mierda. Yo era putilla de cabaret. – Cuando tenia veintidós años tuve un descuido y me quedé preñada. No me di cuenta hasta que estaba de tres meses. Por las razones que fuese no quería tener un aborto, a los cinco meses empezaba notarse mucho, no sabia que hacer. Desesperada se lo conté a un barman del cabaret que era mariquita, muy buena persona y nos habíamos hecho muy amigos. Él me consoló y me aseguro que ya encontraríamos alguna solución. Dos dias mas tarde el barman me dijo que tenia una solución. Uno de sus amantes (Luis) era de una familia muy rica y muy conservadora. Los padres no podían tolerar la idea de que el hijo fuera de la cascara amarga y le habían dicho que si no se casaba y tenia hijos lo iban a desheredar. Luis quería hacerme la siguiente proposición. Nos casábamos, nos íbamos a vivir a Madrid donde nadie nos conocía. – Cuando tuviera mi hijo (Amparito) estaríamos casados y el hijo seria legal. Nada mas teníamos que pretender que estabamos casados yo podría follar con quien quisiera sin dar escándalos, el seguiría con sus amigos, sin dar escándalo y podríamos vivir de las rentas de la fortuna y las tierras que le dejarían sus padres. Quizás no era el ideal con el que sueñan las chiquillas de quince años. Pero mejor que hacer de puta con un hijo que alimentar ya era. Nos casamos y .. vivimos felices. Ni a Amparito ni a mi nos ha faltado nunca nada, yo he tenido muchos amantes, y Luis también. Él se ha portado muy bien conmigo y quiere a Amparito mas que muchos padres biológicos quieren a sus hijos. Ahora que es viejo le cuesta encontrar amantes así que yo, por el afecto que le tengo y por lo bueno que ha sido con nosotras, de vez en cuando, me traigo a algún chaval guapo (como tu mi ángel) a casa y cuando estamos en plena faena el se beneficia un culito de chaval que buena falta le hace a l hombre. – ¡Manda huevos! ¡Que tía! Todo esto lo contaba con el mismo tono de voz con el que otros describen como hacer una tortilla o como barnizar una silla. ¡Cómo la cosa más normal y natural del mundo!
- Asi que tu me has seducido para que el marica de tu marido me pudiera desvirgar el culo. En realidad para violarme. – - No exactamente Currito, tu me gustas mucho, pero no soy celosa y te puedo compartir con Luis. – - Amparo, ¿recuerdas que hace un mo
mento me dijiste que si te pegaba no me volvías a ver? – - Si, Curito lo recuerdo muy bien. – Sin decir nada mas con la mano izquierda la cogí de los cabellos y con la derecha le di diez o doce hostias con todas mis fuerzas.
Cuando solté sus cabellos se cayo al suelo medio desmayada. La cogí por los sobacos, la levante y sentándome en el sillón la tendí sobre mis piernas y empecé a azotar como un salvaje aquel culote maravilloso. Amparo, empezó a gritar y llorar pero pronto se acabaron las fuerzas y lo único que hacia era gimotear. Cuando la mano me dolía y no podía pegar mas, deje de azotarla y la puse de rodillas frente a mi. La cachonda, segura de si misma y dominante Amparo, no estaba tan dominante ni tan segura con churretones de rimmel cayendo de sus ojo marcando surcos en su maquillaje.
- Amparo, ¿Sabes porque te he pegado? – - No, Currito dijo gimoteando. – - Porque no solo eres una mala puta, pero estas haciendo de chula para el marica de tu marido y porque encima has tenido los huevos de amenazarme. Tu a mi no me amenazas so guarra. Vendré aquí cuando quiera, te follare como y cuando quiera y si rechistas te monto un escándalo en la vecindad de mil pares de cojones y os denuncio a la policía a ti y al marica de tu marido como corruptores de menores. ¿Te enteras de quien manda aquí? – Me pareció que un relámpago de ira cruzaba sus ojos. Rápidamente cogí su pelo con mi mano izquierda y levante mi mano derecha. Amparo bajo los ojos con humildad y dijo:
- Si Currito, tu mandas. – - Vamos a ver si nos enteramos todos. Dile al marica de Luis que venga aquí. – Llamo a Luis y el viejo, acobardado vino al salón.
Mira Luis, como vuelvas a tratar de pillarme de sorpresa otra vez te muelo a palos. Voy a venir aquí cuando quiera a follarme a la putorra de tu mujer. Si prometes no hacer ruido te dejare mirar. De vez en cuando quizás te deje que me la chupes, igual yo te doy por culo alguna vez y el día de tu santo, quizás te dejare que mientras tu mujer me la chupa tu me des por culo. ¿Te enteras?
- Si Paco, me he enterado. – - Anda chúpamela cabrito. – El viejo puso cara de gustirrin y empezó a chupármela. No era ni la mitad de bueno que lo que hacia su mujer, pero.. no estaba mal. Mientras el viejo me la chupaba yo miraba a Amparo a mis pies. Ella tenia una cara de confusion pero a pesar de la paliza que le había dado, seguía estando buenisima y aquellos melonazos suyos me volvían loco. Al verla asi, rendida, dominada por mi me excitaba aun mas. Mi pija se empalmo bien empalmada.
- Luis, ahora chúpale el culo a Amparo. – - Paco, que a mi las mujeres.. me dan mucho asco. – - Chúpale el culo o te inflo a leches. – El vejete le chupo el culo, cuando me pareció que estaba bien lubricado, le aparte y dije:
- Mira Luis, mira, como le follo el culo a la puta de Amparo. – Sin mas ceremonia, agarre las caderas de Amparo y envaine mi espadón en su culo. Ella respingó y pego grititos pero yo sin hacer caso metia y sacaba mi verga con embeleso. ¡Que bueno! Aquel culo era casi mejor que su boca. Esa mujer era un manantial de placer, me volvía loco de gusto. Me incline sobre ella, cogí sus tetorras con mis manos y macere su culo a conciencia. Amparo como buena yegua, culeaba, cogió mi ritmo y se empalaba al máximo, tenia miedo que se metiera hasta mis huevos. ¡Dios que hembra! No me pude contener mas y derrame toda mi leche dentro de su culo, mientras abrazado a ella, magreando sus tetas, en éxtasis, susurraba:
Amparo, amparo..
Como pude me levante, cogi mi ropa, fui al cuarto de baño y me asee un poco. Cuando volví al salón, Luis se había ido y Amparo se había puesto la falda y el Jersey. Me pareció el momento de imponer autoridad.
Me cago en la leche Amparo, quien te dijo que te vistieras.
Ella me miro sorprendida, pero al ver el gesto duro de mi cara, rápidamente se saco el jersey mientras decía:
- Hay, perdona Currito, hijo no sabia que todavía me querías en pelotas. – - Como no te voy a querer en pelotas, so guarra, si tienes unas tetas que me vuelven loco. Recuerda, aquí mando yo. A partir de ahora nada mas follas conmigo y cuando me de la gana vendré aquí y te follare por donde quiera. ¿Me has entendido? – - Si pichón, tu eres mi amo y único amante. – - Así me gustas, jodia, así me gustas. – Como premio le di un besazo en la boca y un par de suaves azotes en el maravilloso culazo y salí del piso. Mientras bajaba por la escalera silbando, iba bien satisfecho de m
í mismo. Había ido a casa de Amparo como un tierno corderillo dominado por una mujer y salía de allí tres horas después como fiero león, amo de la manada y follador experimentado. Cuando entre en casa me sentía muy bien, en la cumbre de una montaña, el rey del mundo.
- Paco, ¿donde has estado? Me tenias preocupada. – - Lo siento, mama, – Me incline, le di un beso en la mejilla a mi madre y con toda la frialdad del mundo me invente un cuento sobre la marcha.
- En el portal me cruce con Dª Amparo, le ayude a subir unos paquetes y resulta que se le habían fundido los plomos, así que la ayude a arreglarlos pero tenia una lampara haciendo un cortocircuito, así que pase tiempo haciendo de electricista, arreglando varios cables y aparatos. – - Podías haber llamado diciéndome donde estabas, pero me alegro mucho de que ayudes a Dª Amparo. Además de ser muy amiga mía es muy buena persona y como D. Luis ya esta muy viejo, me temo que para arreglos así no tiene a nadie. – - No te preocupes mama, que a partir de ahora la visitare al menos una vez por semana a ver si necesita algo. – - Gracias hijo. Bueno me voy a preparar la cena. – Cuando mi madre salía de la habitación, me di cuenta que con sus cuarenta y cuatro años estaba bien rica, tenia buen tipo, alta, buenos pechos, cintura estrecha y un trasero.. ¡Vaya por Dios!
Con un poco de suerte, igual convencía a mama de que necesitaba un electricista..
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