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~Ese día en el colegio Cecilia lo pasó en las nubes, esperando que las clases terminaran pronto y poder acudir a los brazos de su tío, que ese día le quitaría la virginidad. Finalmente llegó la hora y ahí estaba él, esperándola a la salida. Se dieron un beso de saludo rápido para no despertar sospechas y subieron a su auto. Salieron raudamente al lugar que su tío ya había escogido para la cita clandestina, un departamento que había arrendado por toda la tarde.
Cecilia intuía que la experiencia que viviría sería dolorosa en lo físico al principio pero que después todo se convertiría en placer, según había escuchado a sus compañeras que comentaban sus primeras experiencias sexuales cuando se reunían en los baños del colegio. Ninguna de ellas imaginaba que hoy ella entregaba su virginidad y menos que lo haría a su tío, al que deseaba desde que sintió que el deseo sexual se apoderaba de su ser. Y menos aún sospechaban la experiencia del anterior, que se preocupó de mantener en secreto, sin participar a ninguna de sus amigas que su chochito había sido chupado por su tío y su madre en una misma noche y que ella le había mamado la polla a su tío y la vulva a su madre. Todo con minutos de diferencia.
Su entrada al mundo del sexo había sido en grande y de manera tal que prefería guardar silencio por la relación filial con las dos personas que le ayudaron a despertar el volcán que había en ella. De su tío lo esperaba, pero lo de su madre fue una sorpresa. Jamás habría imaginado lo caliente que pudiera ser en la cama. Y todos estos años sin nadie que la satisficiera, pues no acostumbraba a salir de casa y el único varón que las visitaba era su tío Ricardo. Aunque eran hermanos, Cecilia de pronto no le pareció raro que entre ellos pudiera suceder algo, después de lo vivido la noche anterior. Lo que ellos tenían en común era el deseo por ella y ella había disfrutado de manera increíble a los dos. Casi de manera natural se encontró valorando la posibilidad de estar con ambos al mismo tiempo. De pronto la voz de su tío la sacó de sus pensamientos.
"¿Estás nerviosa?" preguntó equivocando absolutamente su silencio, pero ella no quiso sacarlo del error y asintió con sonrisa tímida.
Un edificio en el centro de la ciudad. Un octavo piso y una puerta que se abre. Dentro, solamente un dormitorio y un baño. Todo dispuesto.
El la acercó y abrazándola la besó con suavidad. Ella devolvió el abrazo y apoyó todo su cuerpo en el de él, devolviendo sus besos con entusiasmo. De los besos pasaron a las caricias y Cecilia sintió las manos de su tío recorrer su cuerpo, ponerse bajo la falda colegial y de ahí subir por su muslo, baja la tela, hasta alcanzar su sexo, que apretó fuertemente por sobre el bikini. Ella abrió las piernas para facilitarle la exploración y llevó su propia mano hacia la entre pierna de Ricardo. Siguieron acariciando el sexo de la pareja mientras sus besos se hacían salvajes.
Ricardo bajó el bikini de la niña y la sentó al borde de la cama. Subió su falda, sacó la verga y abriendo sus piernas la penetró. Un gran dolor le sacó un grito a la muchacha, pero su tío no le hizo caso y hundió su herramienta totalmente, que dejó alojada en la cueva de la muchacha, a la espera de que el intenso dolor pasara. Mientras esperaba que pasara la etapa dolorosa de la pérdida de la virginidad, el la besaba con intensidad, acariciando su cuerpo para distraer su atención de la zona dañada por la penetración.
Poco a poco el dolor la fue abandonando y un calor fue apoderándose del cuerpo de la muchacha. Abrazó a su tío y empezó a moverse para estimularlo a seguir, a lo que este respondió empezando un movimiento pausado de mete y saca, que Cecilia empezó a disfrutar de manera increíble, uniéndose al movimiento pelviano de su macho desflorador, terminando en un orgasmo en que se mezcló el liquido seminal con la sangre entregada como fruto de su primera relación sexual.
Su tío se levantó y se desnudó, en tanto le explicaba que había procedido así, bruscamente, para aminorar el impacto de la primera penetración y su pérdida de virginidad. Ella comprendió y le agradeció con una sonrisa. Hizo ademán de desvestirse pero su tío la detuvo, pidiéndole que siguiera vestida con su uniforme, que le excitaba mucho verla así teniendo sexo. Con una sonrisa de complicidad, la niña se dejó su uniforme y sentada en la cama se apoderó de la verga de su tío, que empezó a chupar con deleite.
Cuando Ricardo sintió que las fuerzas le abandonaban, la apartó y la depositó en la cama, metiendo su cara entre sus piernas y empezó a mamarle la vulva, metiendo su lengua por todos los rincones de la húmeda cueva de la niña que se movía con desesperación por las sensaciones que le producía la boca de su tío en la vagina, hasta que sus jugos empezaron a fluir de su sexo en señal de rendición total al goce sexual.
Aun no se recuperaba de la reciente acabada cuando el tío le pidió ponerse en cuatro pies, en el suelo. Ahí estaba la muchacha, con su uniforme pero sin bikini y con la falda subida, mostrando todo su trasero para que Ricardo dispusiera del mismo. Este acercó su verga y la puso entre los muslos juveniles que se le ofrecían, metiéndolo con lentitud, disfrutando de la sensación de sentir la cubierta húmeda que cubría su barra de carne, hasta que sus bolas chocaron contra los muslos de Cecilia, a lo que siguió un violento meter y sacar al que ambos se entregaron desesperadamente. Era la primera copula en forma que tenían, sin dolor de por medio y disfrutándola a plenitud.
"Dale, tío, dale"
Acicateado por el pedido de la muchacha, Ricardo aumentó el movimiento de su cuerpo y su verga parecía haber perdido todo control, entrando y saliendo con velocidad increíble desde el interior de la ardiente joven, que quería más de lo que estaba recibiendo.
"Más, más, siiiiiiiiiiiiiii"
Cecilia había perdido todo control por el entusiasmo que le imprimía a su cuerpo, que se movía alocadamente empujando el cuerpo de su tío, contra el cual sus cachetes luchaban.
"Siiiiiii, rico"
Finalmente se rindió al placer y soltó sus jugos, que cayeron por sus piernas mientras ella perdía las fuerzas y quedaba casi desmayada con la cara contra el suelo y la polla de su tío aún metida en su vulva. El orgasmo de la niña había sido tan intenso que creyó que no podría soportar sensaciones similares nuevamente, pero al cabo de unos momentos sus deseos por seguir experimentando las exquisiteces del sexo que le brindaba su tío. Sentía que en él había encontrado el maestro ideal para su inicio.
"Ahora quiero verte desnuda" le dijo Ricardo mientras la ayudaba a desprenderse del uniforme, hasta dejarla de pie frente a el, exhibiendo su hermoso cuerpo que el tío tanto había deseado y que ahora se le entregaba sin reservas. "Es todo tuyo" dijo la joven mirándolo con intensidad y disfrutando de antemano las delicias que su tío y su verga podían brindarle.
La llevó a la cama, donde la depositó con delicadeza y abrió sus piernas, colocándose entre ellas, con su herramienta en ristre. Subió sus piernas y las puso en sus hombros y poniendo la verga a la entrada de la vulva de la muchacha, se quedó mirándola, como disfrutando el momento que estaban por vivir ambos. Ella devolvió su mirada con unos ojos vidriosos de deseo y tomando su instrumento, lo ayudó a meterse en su gruta, para después tomarlo de las nalgas y acercarlo a ella. Sus cuerpos se movían acompasadamente, el metiendo mientras ella empujaba o el sacando mientras ella retiraba su cuerpo, hasta que sus movimientos perdieron control y se entregaron con desesperación a la copula, entre gritos y frases obscenas.
"Mijito, dale, dale" repetía ella con los pies en alto, viendo como la verga de su tío entraba y salía de su vagina. Sus propias palabras la estimulaban e imprimían nuevas energías a su cuerpo enloquecido por el placer que recibía.
"Toma, mijita, toma, toma"
"Eres rico, mijito, rico"
"Te deseaba tanto, mijitaaaa"
"Y yo a ti, mijitooooo"
"¿Te gusta?"
"¡Siiiiii!"
El peso de sus palabras, unido a la intensidad del movimiento de sus cuerpos y al erotismo de lo que vivían, les hizo llegar al orgasmo al mismo tiempo, dejando una mancha de semen bajo sus cuerpos como señal de la excitación que vivieron mientras sus cuerpos se unían en la incestuosa copula.
Cuando recuperaron la calma, se dedicaron intensos besos en señal de agradecimiento mutuo por la felicidad que ambos habían alcanzado.
"Nunca pensé que esto pudiera ser tan exquisito"
"Es que tu naciste para disfrutar del sexo, cariño"
"Con un maestro como tú, cualquiera disfruta así"
"Bueno, los años dejan experiencia, que la deposité en ti, amor"
"Gracias, tío, fuiste formidable"
"Contigo es fácil ser así"
"¿Por qué?"
"Porque eres joven, bella y absolutamente dispuesta a disfrutar del sexo"
"¿Te gusta que sea así?"
"Me encanta, amor"
"¿A quien habré salido así?"
"No sé, pero me gusta que seas tan ardiente"
"¿Habré salido a mi madre?"
"No sé"
"¿No?"
La última pregunta de la muchacha quedó grabada en la mente de Ricardo, como una semilla en terreno fértil. ¿Qué quiso decir con la insinuación? El no había tenido nunca nada con su hermana, eso era un hecho. Entonces, ¿por qué insinuó lo contrario? ¿O era solamente una inocente pregunta de una sobrina que suponía que si él podía tener sexo con ella bien podría haberlo hecho antes con la hermana? Extraña pregunta, en todo caso, que llevó sus pensamientos a su hermana, tan sola desde hacía un par de años, sin un hombre que la satisficiera en lo sexual. Y aún se conservaba en la plenitud de sus formas, aunque nunca había prestado mayor atención a ello pues jamás la miró con otros ojos que los de hermano. Por otra parte, era a su hija a la que le había echado el ojo y su atención estaba centrada en la muchacha y no en la madre. Pero ello no significaba que ahora que pensara en Susana no la viera como lo que era, una mujer deseable y falta de atención, por lo que suponía que estaría insatisfecha sexualmente. Esos pensamientos lo sacaron por un momento del lado de su sobrina y sintió cierta excitación al pensar en su hermana como una mujer con la cual poder tener sexo. Nunca antes se lo había y fue la pregunta de Cecilia la que lo sumió en el recuerdo de su hermana, produciéndole una excitación que no hubiera imaginado. Casi sin poder dominarlo, su instrumento se paró y quedó como un mástil apuntando al techo.
Le pidió a su sobrina que se parara y se pusiera encimo suyo, con los pies a cada lado y la fue bajando lentamente sobre su polla, la que finalmente quedó apoyada a la entrada de su vulva. "Déjate caer" le ordenó y ella obedeció, sintiendo como el trozo de carne se perdía en su interior, produciéndole increíbles sensaciones que ella empezó a disfrutar intensamente, moviendo su cuerpo arriba y abajo. El la tomó de los senos y se aferró a ellos mientras la muchacha subía y bajaba, agitando su sudoroso cuerpo sobre el suyo, hasta que con un estremecimiento soltó sus jugos vaginales en un orgasmo que le hizo temblar todo el cuerpo.
"Rica, rica, rica" repetía Ricardo moviéndose arriba y abajo en busca de su orgasmo. La muchacha seguía moviéndose con desesperación en medio del salvaje orgasmo que tenía.
"Susana, rica, mijitaaaaaaaaaaa" alcanzó a decir cuando una corriente de energía le invadió y su semen salió desesperado vaciándolo completamente. Ella, que había terminado de entregar sus fluidos, se dejó caer sobre el pecho de él y así quedaron ambos, abrazados, mientras Ricardo terminaba de expulsar el resto de energía que había en su cuerpo.
La muchacha se apretó a él, sonriendo complacida por lo que había escuchado cuando su tío acababa. No le molestó que el pensara en otra mujer mientras le hacía el amor, al contrario. El hecho de que su tío deseara a Susana le hizo pensar que ella podría sacar provecho de esta situación.
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