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—Repite las normas.
—No entablar conversaciones personales con los clientes, rechazar cualquier tipo de proposición, no hablar los artistas, no tener relaciones con el resto de empleados, no consumir drogas ni alcohol y jamás contar nada de lo que pase aquí dentro— Dijo Jonathan con voz seria.
—Espero que seas tan bueno cumpliéndolas como has sido aprendiéndotelas. — Dijo María, la que sería su nueva jefa, apurando la última calada de su cigarro.
***
Jonathan salió del vestuario dispuesto a afrontar su primera noche de trabajo. El local estaba aún vacío y todas las luces encendidas. A su espalda quedaba una enorme cristalera con cientos de botellas de licores, whiskys y otras bebidas alcohólicas. Dejándole apenas unos metros para moverse se alzaba ante él la barra en la que debía servir las copas. Una barra casi tan ancha como el espacio que tenía él para moverse. Más allá de la barra estaban colocados estratégicamente sillones con sus respectivas mesas. Sillones individuales, para dos e incluso un largo sillón de varios metros colocado en la pared de enfrente. A la derecha y varios metros por encima del suelo un enorme telón rojo tapaba un elegante escenario.
Poco a poco fueron llegando sus compañeros de trabajo, dos potentes rubias y casi clónicas encargadas de llevar las bebidas de la barra a las mesas y otro chico más veterano con cara de pocos amigos que se situaría junto a él detrás de la barra. Los seguratas, completamente de negro y todos rondando los dos metros, paseaban una y otra vez por el local.
Las luces se atenuaron casi hasta quedar entre penumbras y el goteo de clientes fue incesante hasta que se llenó por completo el local y no quedo un sitio libre. Señores mayores trajeados agarrados de la cintura de jovencitas con rasgos del este de Europa era el perfil mayoritario de la gente que allí se encontraba, aunque también los había de mediana edad sin compañía alguna o grupos de hombre de cualquier edad. Las dos rubias iban y venían a toda velocidad y Jonathan y su compañero se afanaban en poner copas lo más deprisa que podían.
Una voz en off dio la bienvenida al “Dream-Club”, el telón rojo de par en par y la música comenzó a sonar de fondo. Dos despampanante morenas aparecieron vestidas de legionarias y comenzaban al ritmo de la música un sexy baile alrededor de una barra metálica que subía hasta el techo. Se quitaron la ropa mutuamente hasta quedarse en un diminuto tanga negro. De una esquina del escenario recogieron una bolsa de plástico y bajaron del escenario por unas escaleras laterales. Uno a uno fueron repartiendo entre todos los clientes un papelito con el programa de la noche y un número. Cuando todos tuvieron su papel, volvieron al escenario y de una nueva bolsa sacaron un número.
—¡Por favor, el número 47, que suba al escenario!
Un hombre delgado cerca de los cincuenta años se levantó eufórico de su sillón y salió corriendo hacia el escenario entre aplausos y vítores. El telón se cerró y en menos de un minuto se volvió a abrir con el hombre sentado en una silla y las manos atadas a su espalda. Las luces del escenario se apagaron y solo un foco iluminaba al señor sentado en la silla. Por su espalda unos brazos lo rodearon y recorrieron su pecho de arriba a abajo. Ese cuerpo salió de la oscuridad mostrándose bajo el foco. Una preciosa chica negra de largo cabello rizado vestida de policía arrancó los aplausos y suspiros de los espectadores. Comenzó con un baile alrededor del hombre restregando sus pechos contra su cabeza y pasándolos a escasos centímetros de su boca. Poco a poco fue despojándose de sus ropas haciendo las delicias del respetable y del hombre que allí sentado mostraba un enorme bulto bajo su pantalón. Metió la mano bajo su tanga y de él sacó un lazo con el que tapo los ojos al hombre. Destapó sus enormes pechos y abofeteó con ellos la cara de aquel hombre que sacaba la lengua y abría la boca tratando de lamer y chupar lo que podía. Tras unos segundos así, la mujer se dio la vuelta sentándose encima del hombre y comenzó a restregar su culo contra su polla haciendo movimientos circulares, enloqueciendo a toda la sala y especialmente al afortunado que rogaba que le soltaran las manos. La muchacha negra se levantó, separo las piernas del hombre y se arrodilló entre ellas.
El telón se cerró a sus espaldas. Unos minutos después el hombre bajaba por una esquina del escenario totalmente feliz y sin ningún bulto que se preciara mientras una voz en off anunciaba la entrada en escena de Jessica Lynn y Madisson.
Jonathan que trataba de mantenerse centrado en la copas para no perder la mente con lo que veía en el escenario despertó al ver que alguien le hablaba directamente a él por primera vez en toda la noche.
—Vaya, tenemos chico nuevo en la oficina.
Una mujer de unos cincuenta años estaba al otro lado de la barra. Perfectamente maquillada y peinada, vestía una elegante chaqueta negra con una camisa blanca debajo, una falda negra hasta las rodillas y medias transparentes por debajo. Lucia orgullosa unos pendientes de oro a juego con un collar del mismo material. No era un bombón como los que salían en el escenario pero a pesar de la edad era guapa y su elegancia y saber estar la daban cierto morbo.
—Eh… si.— Respondió Jonathan sin saber que decir.
—Dime, ¿Cuántos años tienes cielo?— Preguntó echando el humo en la cara de Jonathan.
—18.
—Que jovencito… Me gusta. —Dio otra calada. —Creo que deberíamos irnos los dos a un reservado donde hablar mejor.
—Lo siento, no puedo. — Dijo Jonathan rápidamente y sorprendido por la actitud tan directa de la mujer.
—Jeje, no te lo estoy pidiendo. Te lo estoy exigiendo.
—No puedo. Está prohibido. Son las normas. — Repitió Jonathan.
—Pues creo que no te las han explicado bien.
Y la mujer se dio la vuelta desapareciendo entre la gente. Jonathan buscó un gesto de complicidad entre alguno de sus compañeros pero no encontró ninguno. Apenas un minuto después un hombre de toco su hombro desde atrás.
—La jefa quiere verte.
Jonathan tragó saliva y camino por los estrechos pasillos interiores del club detrás que aquel enviado hasta llegar a una puerta con un cartel de privado ante la cual esperaba María. El hombre se marchó dejándolos a solas.
—Ya sabes cuales son las normas, pero clientas especiales reciben tratos especiales. Y quien está detrás de esta puerta, digamos que… es muy especial. ¿Estas nervioso?
—No…bueno, lo normal— Todo le había pillado muy de sopetón.
—Toma, por si necesitas ayuda— María saco una bolsita transparente con varias pastillas y se las metió directamente a Jonathan en el bolsillo. Acto seguido abrió la puerta e invito con su gesto a Jonathan a entrar.
Entró y la puerta se cerró tras él. Una pequeña habitación sin ventanas sin ninguna decoración. Una cama con un edredón rojo, un tocador y un sillón en el que la anterior mujer estaba sentada, copa en mano, mirándolo directamente.
—¿Te apetece tomar algo?
—No, gracias. No bebo.
La mujer hizo caso omiso y sirvió otra copa.
—Te voy a perdonar esta vez porque veo que es tu primer día y por lo visto María no te había comentado nada de mí, pero desde ahora mismo te lo advierto, a mí no se me dice que no a nada. ¡Desnúdate!
Jonathan se quedó bloqueado durante unos segundos, esa mujer le imponía bastante, pero enseguida comenzó a desabrocharse los botones de la camisa.
—-¿Cómo te llamas cielo? —Pregunto dando un sorbo a la copa.
—Jonathan.
—Bien, Jonathan, cielo, estoy deseando ver que escondes ahí debajo.
Continuó quitándose la ropa hasta quedar completamente desnudo ante aquella mujer que no meneaba un solo musculo y que no le quitaba ojo de encima.
—Tiene buena pinta eso que veo. Quiero verte como un hombre de verdad, ¿Puedes mostrármela dura y grande?
Sabiendo que no se podía negar y menos a estas alturas Jonathan se agarró el miembro y comenzó a meneársela con timidez. De repente la mujer se levantó y camino hasta él.
—Estas demasiado nervioso cielo, quizás con un poquito de ayuda…
Llevo su mano a la polla de Jonathan y comenzó a pajearle suavemente. Su falo comenzó a crecer y endurecerse en manos de aquella mujer al tiempo que se relajaba y su agarrotamiento inicial desaparecía. Creció hasta alcanzar los 20 centímetros. La mujer apoyó la copa en el tocador y la agarro con ambas manos.
—Estas muy bien dotado cariño, ni siquiera me cabe en las dos manos ¿Por qué María te tiene detrás de la barra y no en el escenario? Dime… ¿Sabes dar placer a una mujer con la lengua?
Soltó la polla, camino hacia atrás y subió de un tirón su falda hasta la cintura mostrando un coño completamente rasurado al aire. Las medias le llegaban a medio muslo y no llevaba ningún tipo de ropa interior. Se sentó en el sillón abriéndose de piernas colocando cada una de ellas en los posabrazos.
—Demuéstrame que sabes hacer.
Sin decir ni una palabra Jonathan caminó hasta aquella mujer, se arrodilló y hundió su cara entre sus dos muslos. Enseguida aquel jugoso coño comenzó a emanar fluidos y aquella mujer a emitir gemidos mientras acariciaba a Jonathan en la cabeza como si fuera un gato. Esto no la impedía seguir bebiendo de su copa.
—Eso es rey, dame placer con tu lengua, sin parar mmmmm.
Las fluidos caían directamente a la boca de Jonathan que chupaba y lamia todo lo bien que podía tratando de ganarse el aprobado de aquella clienta especial. Localizó el clítoris con la lengua y comenzó a pelear su lengua contra él haciendo con ello aumentar los gemidos de la mujer.
—Que bien manejas la lengua cariño, échate en la cama a ver si manejas todo igual.
Obediente Jonathan se tumbó boca arriba sobre la cama con su polla erecta apoyada sobre su abdomen. La mujer gateó hasta él agarrando su polla.
—Le voy a tener que decir a Maria que te suba al escenario, este miembro es de lo mejor que he visto por aquí querido.
Y en un abrir y cerrar de ojos le había puesto un preservativo con absoluta maestría. Se colocó arrodillada justo encima de aquel monstruoso miembro, la enfocó hacia su coño y se la introdujo lentamente arrancándola un lento y arrastrado gemido de placer. Entró del tirón sin ningún problema y apenas quedaron dos centímetros de polla fuera.
Cerró los ojos y comenzó a cabalgar a Jonathan disfrutando de aquella extensa polla. Se acariciaba el clítoris mientras no dejaba de emanar fluidos y fluidos de su vagina sobre aquel miembro. Jonathan agarraba los muslos de aquella mujer y los recorría de arriba a abajo.
La mujer acompañó los movimientos de subida y bajada sobre aquel falo con unos movimientos de adelante hacia atrás provocando su propio orgasmo y cayendo sobre el atlético torso del muchacho.
—Con este aparato llenas a cualquier mujer nene, pero tienes que soltarte más, tener más iniciativa…
Las manos del chico fueron al culo de ella y comenzó un meneo de caderas para volver a frotar la polla que aún seguía en el interior de aquella experta mujer.
—Y todavía no te has corrido…
—Es que tengo aguante— Interrumpió Jonathan.
Se bajó de la polla quitándole el inmaculado preservativo y comenzó una suave paja.
—Quiero ver cómo te corres. ¿Te apetece que te la chupe?
— ¡Si!— Respondió sin dudar.
—Reconozco que es tentadora— Dijo la mujer con una sonrisa en la cara— Pero quizás otro día, te lo tienes que ganar. Ahora mastúrbate.
Y siguió con la paja. Jonathan también agarró su polla y la acompañó en el movimiento. Le dejo seguir solo la mujer y comenzó a desabrocharse la camisa para enseñarle unos bonitos pechos bajo un sostén negro.
—¿Te gustan guapo? Quizás otro día también las pruebes.
Le enseñó los pezones duros y se los acariciaba pellizcándoselos. Jonathan no apartaba la mirada de ellos y aumentaba el ritmo de su paja tratando de correrse para colmar los deseos de la mujer. Ella, agarro con suavidad sus huevos con una mano y se los acarició con dulzura mientras el chico continuaba con su movimiento arriba y abajo. De repente un potente chorro de esperma subió por el tronco de la polla de Jonathan y salió disparado hacia el cielo. Tras él, otro más. Y otro. Y otro. Y así hasta quedarse totalmente vacío. Una abundante corrida que fue a parar al abdomen del muchacho.
—Sí que ibas cargado mi niño. ¿Siempre echas tanto? —Dijo la mujer mientras apretaba su aun dura polla para exprimirle hasta la última gota.
—Solo cuando me ponen muy cachondo— Respondió Jonathan que ante tanto alago comenzaba a venirse arriba y tratar de alagar a la mujer con sus palabras.
La mujer pasó un dedo recorriendo los abdominales del joven arrastrando el semen que allí reposaba y se llevó el dedo a la boca saboreando con ganas los rastros que se había llevado.
—Delicioso. Límpiate y vuelve al trabajo, que tu jefa se va a enfadar conmigo. Nos vemos cielo— Y abrochándose la blusa y estirándose la falda hacia abajo, cogió su copa y salió de la habitación sin mirar atrás.
Cariacontecido ante lo que le acababa de suceder, Jonathan se limpió con lo que pudo, se vistió y salió de la habitación. Y allí, en la puerta nada más salir María, su jefa, esperándole.
—Clientas especiales y pagos especiales— María estiro la mano y le metió en el bolsillo del pantalón un billete de 500€— Y esto no es por lo que haces, sino por lo que no vas a contar ¿Esta claro?
—Si ni siquiera se su nombre…
—Pues mejor.
Unos tacones y cuchicheos se comenzaron a oír avanzando por el pasillo. Jessica Lynn y Madisson venían de realizar su show. Venían únicamente con ropa interior y un botellín de agua cada una. A la derecha venia Madisson, con su melena castaña y unas enormes tetas que parecían salirse del sujetador, una estrecha cadera y largas piernas bronceadas. A la izquierda Jessica, cinco centímetros más alta y también con unos exuberantes pechos, una tripa sin un gramo de grasa y unas largas y finas piernas.
—Gran show chicas. Muy bien esta noche— Dijo María a su paso provocando que ambas giraran la cabeza.
—Gracias— Contestaron al unísono antes de que las miradas de Jonathan y Jessica se cruzaran y sus respiraciones se congelaran durante segundos. Se reconocieron al instante.
Las dos artistas siguieron su camino mientras Jonathan no perdía vista del precioso culo que tenía Jessica, firme y respingón con un casi invisible tanga de hilo blanco.
—Venga, deja de mirar y a trabajar— Le despertó de su paraíso María ajena a todo.
Jonathan volvió a la barra sin poder quitarse la imagen del cuerpo de Jessica semidesnudo pasando ante él. En el escenario una rubia se la mamaba a un musculado rubio, y abajo, algunos espectadores recibían mamadas de sus acompañantes o como mínimo se metían mano. Alguno incluso con dos mujeres a la vez. La noche avanzó entre copas y sexo en el local pero la mente de Jonathan hacía tiempo que se había ido de allí y no prestaba atención a lo que pasaba ante sus ojos.
***
—¿Puedes quedarte un momento? Necesito hablar contigo— Preguntó Lucia a Jonathan.
—Sí, claro.
Eran cerca de las 10 de la noche y todos los alumnos del bachillerato nocturno recogían rápidamente para irse a casa. Lucia ataviada con su bata blanca esperaba paciente sentada tras su mesa de profesora en la tarima. Cuando la clase se hubo quedado vacía Jonathan acercó una silla para sentarse enfrente.
—Mira, esto es muy difícil para mí— Arrancó Lucia— Yo…Ayer me viste allí…y bueno, trabajo allí haciendo ya sabes, espectáculos eróticos— Trago saliva— Yo te lo puedo explicar pero por favor no digas nada.
—Tranquila. No… voy a decir nada— La interrumpió Jonathan.
—Veras, yo…trabajo allí porque no tengo más remedio. Mira, hace un año mi marido…
—No hace falta que me cuentes nada— Volvió a interrumpir Jonathan— No voy a decir nada. Creo que necesito ese trabajo supongo que tanto como tú.
—Pero déjame que te cuente, porque quiero que me entiendas porque lo hago. Hace un año mi marido desapareció y me dejo tirada con una hipoteca… y un pufo de 90.000€ que yo desconocía de apuestas… Era un puto ludópata que nos arruino…y se largó— Los ojos de Lucia se llenaron de lágrimas.
—Supongo que todos los que estamos allí, ninguno queremos estar pero no nos queda más remedio—.
—Ya… y en tu caso… lo siento mucho de verdad, no me imagino lo que has tenido que sufrir—.
—Bastante la verdad. Perder a tus padres de un día para otro y pasar de ser un Ni-ni a tener que sacar a mis hermanos adelante… Es duro pero es lo que tengo que hacer y ahora mismo estar en ese sitio… Es lo que nos da de comer. Te aseguro que jamás voy a decir nada—. Dijo Jonathan mirándola a los ojos.
—Muchas gracias, no sabes lo difícil que es todo esto para mí. Muchas gracias de verdad, voy a estar contigo en deuda para toda la vida—. Replicó Lucia llorando.
Pasaron varios minutos hasta que Lucia se tranquilizó y dejo de llorar. Cuando ya estuvo más relajada ambos recogieron para salir de clase.
—¿Y qué es lo que haces allí? Si se puede preguntar claro…—Preguntó Lucia mientras caminaban por los pasillos del colegio.
—Poner copas. Empecé…ayer—.
—Ah…Entonces ayer…¿Ya viste mi…show?—
—No, justo en ese momento estaba a otra cosa—. Lucia le miró sorprendida— De verdad, estaba haciendo otra cosa, la primera vez que te vi fue allí en el pasillo cuando nos encontramos cara a cara—
—Joder… Que difícil se me va a hacer sabiendo que un alumno me está viendo…—
Ambos se quedaron en un silencio cuanto menos incómodo. Llegaron a la sala de profesores y Lucia se despidió de Jonathan alegando que iba a recoger sus cosas y dándole de nuevo las gracias. Jonathan se marchó a casa pensativo. La situación que se había generado le levantaba cierta intranquilidad pero por otra parte nunca se había imaginado que su profesora escondía semejante cuerpazo bajo esa bata blanca que siempre llevaba abrochada hasta arriba y mucho menos que se dedicaba a esas cosas así que ahora estaba deseando ver que era lo que hacía subida al escenario.
***
Su segundo día de trabajo no fue tan bonito como el primero. Era noche de despedida de solteras y todos los espectáculos eran de strippers masculinos. Las clientas sin embargo no daban la sensación de ser tan especial como el público del primer día. Ni rastro de gente trajeada o con ropas lujosas, y eso se notaba incluso a la hora de servir copas. El alcohol y el ambiente sexual que allí se respiraba hacia que muchas de las asistentes le lanzaran comentarios o proposiciones a Jonathan a los cuales él se veía obligado a hacer oídos sordos.
Llegó por fin el ansiado tercer día en el que se repetía el guion del primer día. Gente selecta en el local y Jonathan ansioso de ver el espectáculo. Se concentró en su trabajo para tratar de bajar sus nervios pero le resultaba difícil. Comenzó como el primer día, con dos strippers desnudándose en el escenario y bajando a repartir folletos entre el público. Un nuevo afortunado salió y disfrutó de los magreos de aquella chica negra y por fin una voz en off anuncio el espectáculo de Madisson y Jessica Lynn.
Jonathan abrió los ojos de par al mismo tiempo que el escenario se abría apareciendo en él una cama redonda con dos enfermeras en ella. Madisson y su ansiada profesora. Vestidas con un vestido blanco que apenas las llegaba a tapar el culo, un gorrito blanco, ambas prendas con una cruz roja, y unos guantes de látex.
Comenzaban poniéndose una especie de termómetros e informaban al público mediante gestos lo calientes que estaban. Entre besos y caricias una desnudaba a la otra exhibiendo sus cuerpos frente al público. Cuando finalmente Jessica mostró sus pechos a los espectadores el miembro de Jonathan ya se había empalmado todo lo que sus apretados boxers le dejaban. Contemplo desde la distancia aquellas maravillosas tetas que se mantenían firmes desafiando a la gravedad. Todos sus ojos se centraban en ella, Madisson era una simple figurante para él aunque deseo ser ella cuando esta comenzó a lamer los pezones de Jessica. Recorría sus tetas mientras metía una mano bajo el tanga de Jessica y la masturbaba con suavidad. Se intercambiaron los papeles y luego fue su profesora la que le devoraba las tetas a su compañera.
Varios miembros del público ya habían liberado sus respectivos y se la meneaban, o se la hacía menear a su acompañante, al son del show.
Se arrodillo Jessica para quitarle el diminuto tanga a su amiga y pasar a devorarle el coño. Una imagen que Jonathan se prometió no olvidar jamás. Estuvo así un par de minutos hasta que nuevamente cambiaron las tornas y Madisson desnudo por completo a Jessica para que Jonathan viera desde la distancia una vagina que parecía estar bien rasurada y como su linda profesora se retorcía ante los lametones de otra mujer.
De entre las sabanas de la cama sacaron dos enormes consoladores que introdujeron en sus cuevas una a la otra comenzando a masturbarse a un ritmo frenético. Un minuto después ambas llegaban al orgasmo y se corrían a chorro en un squirt brutal que dejó toda la cama empapada. Con los ojos de Jonathan como platos y las dos mujeres comiéndose la boca apasionadamente en la cama empapadas de sudor se cerraba el telón del escenario.
Jonathan se vio obligado a ir al baño y en 30 segundos llenar la taza con una corrida larga y deseada.
Ir a clase al día siguiente era un suplicio para él. Allí la ardiente Jessica se convertía en una tierna Lucia que daba matemáticas con total naturalidad, sin embargo para el chico verla subida a la tarima andando por ella con una bata blanca le recordaba a cuando horas antes la había visto subida al escenario con un corto vestido blanco y no pudo evitar una terrible erección durante toda la clase.
Cuando acabó la clase todos sus compañeros fueron recogiendo y saliendo menos él, que hacía tiempo sentado en su sitio.
—¿Pasa algo?— Le preguntó Lucia— Es hora de salir ya—.
—Voy, voy. Puedes salir que ahora salgo yo.
—No, es que tengo que dejar cerrada la clase.
Jonathan se mantuvo cerrado observando como Lucia con los brazos en jarras le miraba incrédula desde la tarima. Viendo que no tenía escapatoria, acabo levantándose mostrando la terrible erección que tenía bajo el pantalón.
—¡Vaya! —Exclamó Lucia poniéndose roja al instante y agachando la cabeza.
Jonathan salió de la clase y se quedó en el pasillo que ya estaba vacío apoyado en la pared. Tras él Lucia abandono la clase cerrando la puerta con llave.
—Yo creo que me voy a quedar un rato aquí— Le informó Jonathan a lo que Lucia asintió con la cabeza y se marchó sin decir nada.
Pasaron los días y Lucia/Jessica no salía de la mente de Jonathan. Se estaba convirtiendo en su obsesión. Verla subida en la tarima era una erección segura. No todos los días coincidía su clase a última hora así que los días que no tenía que esperar sentado sin moverse hasta que venía el siguiente profesor y conseguía bajar aquel bulto.
Llego el siguiente show y tras verla en acción, igual que el primer día, Jonathan tuvo que ir al baño y masturbarse pensando en su profesora subida en un escenario. Y al día siguiente a última hora tuvo que volver a esperar a que se quedara la clase vacía para levantarse y enseñarle su erección bajo el pantalón a Lucia la cual le esperaba para cerrar la puerta.
Durante dos semanas más se repitió este guion.
Jonathan estaba en su mundo viendo un nuevo show de Jessica cuando una conocida voz le interrumpió.
—¿Eso esta así porque te alegras de verme o por las chicas de allí arriba?
La mujer que le había casi obligado a acostarse con ella el primer día se encontraba frente a él aludiendo a su marcado paquete.
—Las dos cosas— Respondió Jonathan con una sonrisa.
—No mientas cariño, se te da fatal ¿No te gustaría estar allí arriba con esas dos?
—Claro.
—No vales para eso.
—¿Y eso porque?— Preguntó al instante Jonathan herido en el orgullo.
—Porque si el otro día estabas cortado conmigo… ¿Qué harías allí arriba nene? Es una pena porque con ese aparato… Pero ahí solo valen hombres de verdad.
—¿Y que es según tu un hombre de verdad?
—Un hombre de verdad es el que consigue lo que él quiere por sí mismo y el que sabe tratar a una mujer cielo. Una mujer necesita un hombre que la domine, no un pasmarote que la diga que si a todo.
—Quizás debí haberte violado el otro día— Dijo Jonathan manteniendo su mirada fija en los ojos de la anónima mujer.
—Quizás si lo hubieras echo… quizás ahora estaría tragándome hasta el último centímetro de tu polla— Respondió la mujer mordiéndose os labios sexymente.
—Quizás te viole hoy.
—Pobre niño, aun no eres un hombre— Dijo acariciando con ternura la cara de Jonathan como si fuera un bebe— Demuéstrame que eres un hombre de verdad. Súbete a ese escenario y fóllate a esas zorras como un hombre. Si lo consigues, yo misma me atare a la cama y dejare que me violes.
Acto seguido la mujer se dio la vuelta y desapareció entre las luces oscuras. Jonathan giró la cabeza hacia el escenario donde Jessica y Madisson se despedían del público tras el show. Necesitaba follarse a Jessica inmediatamente. No es que le motivaría demasiado violar a aquella mujer, pero sus palabras sí que le habían motivado a hacer lo que tantos días llevaba deseando hacer. Costara lo que costara.
***
—Te deseo muchísimo— Dijo Jonathan apoyando al mano en la cerrándola de golpe. Arrimó su cuerpo clavando su polla sobre el culo de Lucia. La pegó contra la puerta y la rodeo de la cintura con el brazo que tenía libre. Arrimó aún más su bulto al duro trasero de la profesora— No puedo controlarlo.
Como todos los días Jonathan había permanecido sentado en clase hasta que esta se había vaciado y podía levantarse con su erección en el pantalón. Se había levantado y había caminado detrás de Lucia hasta la puerta de la clase y con las palabras en la mente de la mujer la noche anterior, estaba decidido a conseguir lo que quería.
—Jonathan por favor… ¿Qué haces?
—Quiero hacerlo contigo— Lucia se revolvió y se puso cara a cara con Jonathan. Apenas les separaban centímetros a uno del otro.
—Suéltame por favor.
—No. Quiero hacerlo contigo. Una vez al menos— Agarró una mano de Lucia y la llevo directamente a su paquete— Mira como me pones. Déjame hacértelo…
Lucia intentó apartar la mano pero el chico no solo no la dejo sino que comenzó a frotar la mano de ella por encima de su bulto en el pantalón.
—Estate quieto que nos puede ver cualquiera. Que ahora pasan las de la limpieza, está el bedel…para…
—No hay nadie— Dijo Jonathan comenzando a desabrocharse la bragueta— Te deseo y estas buenísima. Te lo voy a hacer aquí mismo— La beso por el cuello.
—No me hagas esto…
Jonathan sacó su gran polla y llevo la mano de Lucia a ella. La agarró casi obligada con la mano de Jonathan encima y este comenzó a mover la mano haciendo que la de Lucia le comenzara a hacer una paja.
—Mira que polla tan grande tengo para ti, te lo voy a hacer me dejes o no. Aunque solo sea una vez.
—¿Una vez?
—Agáchate preciosa, No voy a aceptar un no por respuesta. Quiero sentir esos labios alrededor de mi polla.
Y empujándola de un hombro hacia abajo Jonathan hizo que Lucia acabara arrodillándose ante él dispuesta a engullirse su miembro.
—Pensaba que eras diferente…— Dijo Lucia mirando fijamente el enorme trozo de carne que tenía ante ella y sin pensarlo más, abrió la boca y se metió dentro el rosado capullo del chico.
—Dijiste que no dirías nada— Dijo sacándolo de la boca. Lo metió de nuevo y lo volvió a sacar— Y ahora me estas chantajeando— Se la volvió a meter a la boca.
Por un milisegundo dudó de lo ético y moral que estaba haciendo pero rápidamente esos pensamientos le abandonaron.
—No te estoy chantajeando guapa, esto es algo que simplemente…iba a pasar tarde o temprano— Dijo Jonathan con voz entrecortada fruto del placer que estaba recibiendo.
—Ya claro, seguro que…—Decía Lucia mientras seguía mamando aquella verga— ibas a callarte…que tu profesora…trabaja de eso…si no follo contigo— Lucia miraba con sus marrones ojos los verdes de Jonathan sin pestañear.
—Si no te gusta… a ver si luego no te corres cuando te folle cariño… Y ya vale de hablar y déjame disfrutar de tu boquita.
Lucia reflejaba odio es sus ojos pero aun así la mamada se podría calificar como magnifica. Tragaba toda la polla que podía para sacarla succionando apretando los labios mientras al mismo tiempo la recorría con la lengua. Con la mano pajeaba el resto de polla que no podía abarcar con la boca. Jonathan disfrutaba de su sueño.
—Que bien la chupas cielo, eres magnifica— Decía mientras la acariciaba la cabeza— Ya estaba cansado de tener que ir al baño cada vez que te veía…bufff…creo que a partir de ahora te pediré una mamada cada día…
Jonathan se había metido por completo en el papel de chantajeador y poder disfrutar de una mujer así a diario era demasiado tentador.
—Levanta, ya va siendo hora de que te folle bien preciosa.
—¿Podemos ir a otro sitio?— Dijo Lucia incorporándose— Porque a estas horas pasan las de la limpieza.
—¿Y a dónde quieres ir?
—La sala de profesores ahora está vacía y se puede cerrar desde dentro.
—Como quieras— Respondió Jonathan guardándose la polla como pudo en el pantalón— Espero que este vacía de verdad porque si no va a ser peor para ti.
Salieron de la clase dejándola cerrada y avanzaron por el pasillo totalmente vacío y donde lo único que se escuchaba eran los tacones de lucia al caminar hasta llegar a la puerta de la sala de profesores. Lucia la abrió y entro. Detrás entró Jonathan y con los dos ya dentro Lucia cerro con llave desde dentro.
La sala no era especialmente grande. Más larga que ancha, una gran mesa de madera ocupaba casi toda ella. Cuatro sillones de cuero a cada lado y otros dos presidiéndola. A la derecha una estantería con escasos libros, un microondas y una máquina de café, y a la izquierda varios cuadros abstractos adornaban la pared. Jonathan se sentó en uno el sillón presidencial que tenía más cerca y rápidamente se desabrochó el pantalón para sacarse la polla que aún seguía erecta.
—Ya me empezaba a apretar— Dijo apuntando con la punta de su miembro a Lucia— Súbete a la mesa cariño.
Lucia se acercó y se sentó en la mesa.
—Súbete, súbete. Ponte de pies— Lucia obedecía dudosa— Y desnúdate.
—Que frio… Ni a una mujer sabes calentar— Dijo Lucia con saña mientras comenzaba a desabrocharse los botones de la bata.
—No estás aquí para calentarte, estas para cumplir mi sueño mi amor.
—Y deja de llamarme mi amor, cariño y cosas así por favor— Lucia ya se había quitado la bata y la había tirado sobre un sillón y ahora empezaba a desabrocharse los botones de la blusa.
Jonathan no respondió y la dejo que continuara desnudándose. Dejo la blusa sobre la bata y siguió por el pantalón. Primero se quitó los zapatos de tacón quedándose con un sujetador negro y un estrecho tanga también negro. Sin ningún pudor ni reparo, echo los brazos hacia atrás y se quitó el sujetador. Sus pechos se mantenían firmes sin él.
—Espera— Interrumpió Jonathan— El tanga te lo quito yo. Ven, siéntate aquí en el borde— Lucia camino hasta el borde y se sentó enfrente de Jonathan— Zorra.
El brazo de Lucia se estiró y abofeteó a Jonathan en la cara a lo que este respondió con una irónica sonrisa. Acercó su cara a la entrepierna de Lucia y lamió por encima del tanga.
—Tiene pinta de estar delicioso zorra.
Jonathan se llevó otra bofetada, esta vez más fuerte. Volvió a sonreír y aparto el tanga con un dedo descubriendo el tan ansiado coñito de Lucia. Un coño perfecto y totalmente rasurado. Le dio un beso y lo recorrió un par de veces de arriba abajo con la lengua.
—Y cuanto más fuerte me pegues, más fuerte te voy a follar, zorra.
Lucia abrió la mano pero se contuvo de volverle a pegar. Jonathan volvió a jugar con su lengua y su coño comenzó a humedecerse a pesar de todo.
—Me encantan las zorritas como tú Jessica, tan indignada y tan mojada— Dijo con cara de victoria hurgando en su interior con dos dedos
Lucia se mordía los labios, mezcla de rabia y de gusto, y comenzaba a respirar más agitadamente.
Jonathan se recostó en el sillón y tirando de las caderas de Lucia la hizo ponerse en pie. Agarró su tanga y tiró hacia abajo hasta las rodillas.
—Quítatelo— Ordenó Jonathan y Lucia se agachó para quitárselo. Al agacharse la melena de esta envolvía el rabo del muchacho— Y ahora vas a follarme como una zorrita deseosa de polla.
Lucia parecía a punto de estallar ante las provocaciones que recibía pero tampoco podía negar la calentura que había ido acumulando. No era de piedra, acababan de comerle el clítoris y un miembro de ese calibre no se veía todos los días.
Hizo de tripas corazón y subiéndose encima de Jonathan agarró esa polla que prácticamente no le dejaba cerrar la mano alrededor de ella, y la enfocó hacia su entrada. El capullo de Jonathan entró dentro provocando un gemido en ambos y Lucia comenzó a dejarse caer introduciéndosela hasta donde le entraba.
—Eso es cariño, lo estás haciendo muy bien— Jonathan estaba en el paraíso y agarrado a la cadera de su chica disfrutaba viendo como por fin conseguía estar dentro de ella.
Lucia se meneaba muy despacio, como si tendría que darle tiempo a su cavidad a adecuarse al tamaño de la polla de Jonathan, un Jonathan que parecía estar en trance, en otro mundo con la boca abierta y los ojos medio cerrados.
—Como te he deseado y por fin eres mía Lucia— Dijo de pronto despertando y llevando sus manos a las dos tetas de Lucia. Y de ahí se abalanzó a comerlas despertando nuevas sensaciones de placer en Lucia que se agarraba a su cabeza y trataba ahogar sus gemidos mordiéndose una mano.
Jonathan se agarró al culo de su profesora y separaba las nalgas y las pellizcaba al tiempo que mordía los durísimos pezones que tenía en la boca.
—Dime, ¿Qué te parece mi polla?— Preguntó.
—Es… grande…muy grande…
—¿Te gusta? ¿Te sientes llena?
—Shh…si…joder…cabrón de mierda— Dijo muy a su pesar, era absurdo mentir cuando estaba chorreando y botando encima de ella.
Lucia se veía obligada a aumentar el ritmo y tratar de cabalgarle más rápido. Ambos trataban de retener sus orgasmos para tener uno aun mayor cuando no aguantaran más.
—Ya vale, bájate… me toca follarte bien.
Sudando Lucia se bajó y fue prácticamente obligada por Jonathan a darse la vuelta y echarse sobre la mesa, aplastando sus tetas contra la fría madera y dejando su culo en pompa para ser penetrada desde atrás.
—Dios mío que culito tan prieto, algún día te lo romperé— Dijo Jonathan frotando su polla contra el clítoris de Lucia— ¿Quieres que te cuente un secreto mientras te follo como una perrita?
Froto su capullo y comenzó a meterlo con suavidad, disfrutando de cada centímetro que avanzaba y sintiendo como las paredes vaginales de Lucia se abrían ante su entrada triunfal.
—Me encanta tu coñito, me lo voy a follar todos los días quieras o no ¿Te cuento el secreto?
Comenzó un mete-saca a ritmo suavecito.
—Dame las manos— Lucia echo sus manos hacia atrás y Jonathan pudo cogérselas juntando las dos sobre su espalda y sujetándole ambas de la muñeca con una sola mano— Jessica, eres una zorra excelente, estas a punto de correrte ¿A qué si?— Lucia solo respondía con gemidos— Allá va el secreto: dentro de poco, cariño, voy a empezar a hacer shows yo también.
La respiración de Lucia se paró durante unos segundos, los suficientes como para que Jonathan sacara toda su polla de dentro y le embistiera lo más fuerte que pudo llegando a levantarla incluso los pies del suelo haciéndola recobrar la respiración y soltar un grito de dolor.
—Y voy a pedir follarte allí todos los días— Y dio otra embestida— Quizá te rompa el culo allí— Y otra más. Lucia no tocaba el suelo de ninguna manera.
Con la mano que tenía libre Jonathan soltó un azote lo más fuerte que pudo en una nalga dejándola los cinco dedos marcados.
—Esta es por la de antes zorra— Cambio de mano y la sujetó las muñecas con la que le había dado el azote y con la otra mano le azotó la otra nalga— Y esta también, para que aprendas a quien no pegar.
Y comenzó a follarla lo más fuerte y duro que pudo. Entraba y salía chocando su cuerpo contra el de Lucia provocando un sonido que ahogaba Lucia con sus gemidos mezclados con las lágrimas que le caían de dolor quizás más emocional que físico. Su ardiente coño no entendía de emociones, solo de una bestia penetrándola como si se acabara el mundo y respondió como debía, con un largo e intenso orgasmo. Empapó el suelo con sus fluidos creando un charco bajo ella.
—Espero que te guste la leche— Escuchó en medio del éxtasis. Salió arrastras de la mesa agarrada por los brazos y cayó al suelo doblegada encima de su corrida. Sintió un tirón de pelo continuado que la dejaba mirando hacia arriba donde solo veía la monumental polla de Jonathan. De repente todo se hizo blanco.
Jonathan se corrió sobre su cara, una enorme corrida que la llegaba desde la frente hasta la barbilla cerrándola los ojos. Incluso por el pelo. Toda la cara llena de semen.
Jonathan contemplaba orgulloso su obra de arte. Con la polla aun dura y chorreando aun las últimas gotas se la metió a la fuerza a la boca.
—Mañana después de las clases aquí te espero, mi amor.
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