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Disfrutando a mi amiga cristiana

Saludos amigos, mi nombre es Iván, Colombiano, actualmente tengo 27 años y soy abogado; físicamente soy alto, mido 1 87 cm, rubio de ojos claros y cuerpo atlético. No me puedo quejar de experiencias con mujeres puesto que he tenido la fortuna de intimar sexualmente con mujeres de muchas formas (delgadas, gorditas, morenas, jóvenes, mayorcitas) y pensamientos (tímidas, extrovertidas, etc.) pero hoy les quiero contar una experiencia que tuve de lo más morbosa con una amiga que era cristiana.

Juliana* y yo nos habíamos conocido en la universidad y desde el primer día me llamó la atención su figura física; alta, voluptuosa, un color canela como piel y su cabello negro azabache se mostraba muy sensual pues era largo y le llegaba hasta el final de su espalda y el comienzo de su cola; unos senos grandes y redonditos y lo que más me llamaba la atención eran sus piernas, gruesas y torneadas, exageradamente hermosas y ni qué decir de su rostro del cual lo más hermoso eran sus labios gruesos y rojizos que le harían imaginar morbosidades hasta al más puritano. Hicimos amistad a partir de ver algunas materias en común, y al conocerla fue sabiendo que tenía 18 años, soltera, era la menor de tres hermanos y sus papás eran cristianos y los acompañaba a la iglesia todos los domingos, por lo cual fui concluyendo que no era ese tipo de chica que se la pasa todos los fines de semana de fiesta y era más bien recatada y de casa. La verdad yo tenía unos deseos enormes de llevarla a mi aparta estudio y hacerla mía, besarla hasta lo más profundo de su cuerpo y mostrarle el cielo con mis besos y embestidas, pero no podría ser tan directo, y me mostraba como el “amigo”. Así que después de algunas charlas y reuniones de estudio , sentí que ella ya confiaba en mí, y un viernes después de salir de un parcial que tuvimos juntos, la invité a mi aparta estudio, vivía solo y muy cerca de la universidad. Al principio se mostró recelosa pero terminó accediendo y en menos de un instante estábamos ahí.

El lugar estaba ordenado (debo decir que lo soy, modestia aparte jajaja) y la invite a que se sentara en un sofá-cama que tenía en la confortable sala, mientras saqué de la nevera una botella ya empezada de tequila que tenía y le ofrecí. Al principio no quiso pero a la segunda me aceptó, pidiéndome un poco de limón y sal. Nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar como siempre. Mientras ella hablaba del parcial, yo no podía dejar de mirar su cuerpo; estaba vestida con una blusa de color azul con cuello que mostraba un escote discreto pero hermoso, pero lo mejor de todo eran su leggins negros, los cuales le quedaban apretados y se le pegaban tanto a la piel que cuando ella se sentaba se le marcaban muy rico las piernas y la rayita de la cola. Esa imagen me tenía extasiado…

Cuando nos acabamos la botella, ella ya estaba algo prendida y yo me sentía algo caliente; en muchas ocasiones colocaba un sobre mi bulto para que ella no se diera cuenta de mi erección, incluso cuando me ponía de pie me sentía algo apenado por miedo que notara como se estaba poniendo mi verga de sólo verla; tenía que actuar. Mientras ella hablaba, cogí la botella de tequila y la empecé a girar mientras ella hablaba; al principio no le ponía atención, pero entonces me observó, se rio y dijo:

—¿Qué haces? ¿Jugando a la botellita sólo? Jajajajajaja.

— Jajajaja ¿por qué? ¿Me vas a acompañar?

Ella sonrió, y entre apenada y risueña dijo: juguemos.

Mi verga se puso tiesa (debo aceptar que soy muy excitable jajaja) pero debía mantener la calma: Al principio preguntas subidas de tono, por las cuales supe que era virgen, pero que le daba curiosidad probar ya que en el colegio no tuvo experiencias porque sus padres la cuidaban mucho, y lo que más me excitó, que se masturbaba casi todos los días, y que no sabía porqué, según ella, sólo empezaba a tocarse, que eso le pedía su cuerpo al final del día cuando ya estaba recostada en su cama. Yo ya estaba muy excitado, así que decidí ponerle picante a las cosas y cuando me pregunto ¿la verdad o te atreves? Yo respondí:

—Me atrevo.

Ella se rio y me miró a los ojos y con una mirada picardía e infantil me dijo:

—Muéstramela.

Me puse de pie, me quite el pantalón y el bóxer, y cuando ella vio lo erecto y duro que estaba, al principio se tapó los ojos con pena, pero inmediatamente empezó a mirármelo con curiosidad y un poco de morbo.

—Es grande… ¿Cuánto mide?

—19 cm linda, ¿te gusta?

—¿La verdad? Si… ¿siempre está así de tiesa?

—No, jajajaja la verdad es que tú me tienes así…

Ella sólo se rio nerviosa y no dijo nada. Yo no volví a colocarme el pantalón y así me volví a sentar.

—Ahora te toca a ti ¿la verdad o te atreves?

—Me atrevo…

Mi pene parecía que me iba a estallar. Juliana me tenía súper excitado, tanto que no sabía que pedirle de todo lo que pasaba por mi mente…

—Mmmmmm Juli, quítate el leggin y muéstrame…

Ella se puso de pie, y empezó a bajarse el leggin despacio. Yo disfrutaba aquel espectáculo extasiado, viendo como quedaba al descubierto un panti de encajes rosa y a su vez como se lo quitaba para mostrarme un coñito depilado, esbelto y hermoso. Ella se levantó y se puso frente a mí, mostrándome su vagina, la cual se veía moradita con unos labios vaginales bastante pronunciados.

—Ufff Juliana, que vagina tan hermosa tienes…

—Gracias jajajajja –sonrió apenada.

—¿puedo olerla?

Yo noté que ella ya se estaba calentando, a tal punto que notaba por encima de su blusa cómo sus pezones se habían puesto duros. Al hacerle la pregunta me miró deseosa y dijo:

—Haz lo que tú quieras.

Le pedí que se pusiera en 4, yo me acomodé detrás de ella y puse mi cara en medio de sus piernas. Aspiraba ese coño hermoso… era un olor algo fuerte pero yo sabía cuál era ese aroma, era el olor a sexo… No me pude resistir y pase mi lengua por en medio de la rayita que formaba su vagina, el sabor me volvió loco; con mi lengua empecé a lamer su clítoris, mientras que mis manos las coloque en su cola, la cual apretaba emocionado de la sensación de placer que me despertaba Juliana. Ella suspiraba profundo y movía sus caderas como buscando mayor contacto con mi lengua. Notaba como su sexo lubricaba y yo probaba el sabor de esos líquidos exquisitos que me volvían loco. Use mi mano izquierda y metí mi dedo índice por su vagina. Ella jadeó y empezó a gemir suavemente, lo cual me ayudó a descubrir su punto G, el cual estimulaba, esta vez con mis dos dedos, haciéndole caricias mientras Juliana se mojaba más y más ante mí. Ella parecía desesperada; jadeaba continuamente y movía sus caderas ansiosa, cambiaba de lado constantemente su cabello y sólo repetía: mmmmm si, si, así… Yo seguía dándole dedo, esta vez con mi dedo gordo y pasándole mi lengua para que no se perdiera ni una gota de sus jugos vaginales cuando de un momento a otro, ella se arquea y empieza a temblar, veo como de su chocho empieza salir un líquido aún más espeso y constante, se había venido en mi cara, suspira profundamente y la escucho decir, “ay métemela por favor, métemela, si esto es nomas con dedos imagínate penetrándome…”

Yo me coloco detrás de ella y acomodo mi pene en la puerta de esa fosa del placer; la sujeto con fuerza de sus caderas y empiezo a penetrarla. “Suave, suave, asiiii” me decía mientras yo iba guardando mi verga en su vagina. Empecé a metérselo y a sacárselo despacio; mis manos recorrían toda su espalda y acariciaban su cabello; cuando la pude meter por completo ella emitió un suspiro que inundó la habitación: era mi señal para embestirla con buen ritmo. Hice un nudo de su cabello en mis manos y empecé a cogerla con fuerza, mi verga entraba y salía de su vagina constantemente mientras se escuchaba el golpear de mi abdomen con su cola cada vez más duro; yo sentía que quería atravesarla, me sentía muy cachondo, mi pene estaba a full y con mi mano que agarraba sus caderas ya sentía que aruñaba su piel de la fuerza que la clavaba. Ella gemía fuerte, y yo quería más, sobretodo ver esos senos enormes que aún no había podido ver, solo tocarlos por encima de su ropa. La voltee, recostándola en el sofá, besé sus labios con delicadeza mientras le quitaba la blusa: tal como había pensado, no llevaba brasier. Eran unas tetas grandes, redonditas y el aro de sus pezones era pequeño, rosado y delicioso. Lamia uno y con mi mano apretaba un poco el otro pezón, al punto de pellizcarlo con suavidad. Seguí haciéndolo por largo rato hasta que me acomode al borde del sofá cama, la acomodé recostada frente a mí, puse sus piernas en mis hombros y de nuevo a partirla, esta vez con la vista de sus senos y su cara frente a mí, sus gestos, la forma como cerraba sus ojos y se mordía los labios me volvía loco, sus senos brincando al ritmo de cada embestida… estaba disfrutando de lo lindo cogerme a Juliana, sacando esa fiera en celo que se escondía detrás de esa niña recatada e introvertida y eso me gustaba. Continué dándole con más fuerza hasta que sentí que no podía más… Saque mi verga de su húmeda vagina, mojada de sus líquidos vaginales y expulsé todo mi semen tibio y espeso el cual fue a parar a su abdomen y sus senos, ella suspiró y se apretó los senos, untándose mi leche alrededor de ellos, de sus labios se escuchó un “qué rico” el cual fue lo mejor de la noche. Después de acabar nos fuimos a bañar juntos, antes de enjabonarla yo le besé su espalda y le di un rico masaje con mis manos sobre sus hombros. Salimos de la ducha, nos vestimos y ella miró su reloj, al darse cuenta que estaba un poco tarde, y tenía llamadas perdidas de su padre tuvo que irse, no sin darme un rico beso de despedida y prometerme que vendría más seguido, como así pasó.

*Nombre real.

Datos del Relato
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