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Categoría: Confesiones

DIFICIL DE CREER

"De como se cumple una fantasi­a sin siquiera buscarlo."

 

Siempre he sido una persona tímida, retraída y poco sociable, a eso debo de agregar que no soy nada atractivo aunque quizás tampoco soy un monstruo o un tipo muy feo; por tanto lo lógico es que mis experiencias sexuales no fueran muchas pero el caso es que me han pasado varias cosas en este sentido que si las relato todas nadie las creería…No sé por qué razón pero hay mujeres a las que mi timidez y mi seriedad les resulta atractiva aunque esto sea algo que este fuera de toda lógica o al menos de la lógica convencional.  Este relato sirve para ejemplificar lo que antes dicho.

 

Hace un tiempo y cuando recién había entrado a la universidad recuerdo que me inquietaba un poco el aspecto social pues yo no era para nada una persona que acostumbrara tener muchos amigos; a mí nunca me importo en demasía este hecho pero el caso es que como recién iba entrando a la universidad me inquietaba un poco llegar a un nuevo lugar y sin conocer a nadie. Pero por extraño que parezca al poco tiempo me integre a un grupito de amigos y amigas; he de aclarar que yo no los consideraba mis amigos, más bien los veía como mis conocidos y como compañeros con los cuales me llevaba un poco mejor que con los demás. Si soy completamente sincero la mayoría de ellos no me caían bien; me resultaban muy convencionales, muy ordinarios y gente con poca cultura. Aun así me juntaba con ellos y en más de una ocasión lo pase bien aunque procuraba mantener mi distancia  pues la mayoría de ellos acostumbraba beber y fumar mucho (Debo aclarar que yo odio beber y no soporto el tabaco) Como dije también en este grupo de “amigos” también habían chicas, la mayoría de ellas eran chicas comunes, no muy guapas, alegres, amables, con poca o nula cultura y si con muchas ilusiones y deseos difíciles de alcanzar. Una de mis “amigas” tenía buena relación con una chica que a veces acostumbraba juntarse con nosotros aunque no siempre; esta chica se llamaba María pero todo mundo le decía Mari; esta chica sí que en verdad destacaba aunque más por su belleza. Aquí debo aclarar algo, a mi me resultaba muy atractiva aunque posiblemente a otras personas no les gustara la anatomía de ella; Mari era muy delgada, su cuerpo parecía el de una jovencita de 17 años aunque ella en realidad tenía 24 años, su piel era bronceada, su cabello era castaño y caía rizado a su media espalda, su rostro era alargado y afilado aunque armonioso, era acinturada, sus nalgas eran pequeñas pero paradas, sus piernas eran delgadas pero bonitas y atractivas. En resumen que para muchas personas Mari hubiera entrado dentro de la categoría de chicas “flacas y sin carne” Aunque para mí no era así, a mi Mari me gustaba mucho y habían otros chicos que opinaban igual que yo.

 

Mari siempre acostumbraba vestir de forma muy juvenil, a esto hay que agregar que su voz era muy aguda y tenía un tono “freson medio mamuco” que causaba una cierta antipatía hacia ella; según me pude enterar la familia de Mari tenía un cierto nivel económico lo cual encajaba perfectamente con la apariencia de Mari; ella tenía toda la pinta de ser una “princesita mimada” Pero conforme la fui conociendo me di cuenta que no era así, era verdad que si era una chica con ciertas costumbres y actitudes medio “mamonas” pero en lo general Mari era una chica simpática y agradable, es verdad que tampoco mostraba ser muy culta ni sofisticada pero a mí me resultaba muy atractiva. Debido a mi timidez nunca intercambie ni media palabra con ella durante los primeros 10 meses que la conocí, solo la veía de lejos y algunas veces se integraba al grupito de amigos donde yo me reunía pero yo jamás le dirigí la palabra a pesar de lo mucho que me gustaba. Un viernes resulto que iba a haber una reunión de mi salón de clases en un bar cercano; mis “amigos” insistieron que los acompañara y aunque a mí no me gustaban las fiestas ni reuniones esta vez sí acepte pues no deseaba volver a mi casa temprano por motivos familiares. Total que una vez terminadas las clases todos salimos y así en grupo fuimos al bar, como ya lo dije yo fui más para pasar el rato y no volver a mi casa que para beber o bailar o fumar. Toda la noche la pase de una mesa a otra, aparentando que bebía sin control aunque apenas si me había tomado dos cervezas en toda la noche; al principio no la estaba pasando tan mal pero conforme pasaron las horas todos se fueron poniendo borrachos y esto hizo pesado y aburrido el ambiente; yo en lo personal no soporto a los borrachos así que decidí que era hora de irme; mire mi reloj y vi que ya iba a ser medianoche, aun alcazaba el transporte para volver a casa pero debía apurarme. Cuando estaba a punto de despedirme una voz familiar sonó a mis espaldas, aquella voz aguda y con ese típico tono medio mimado me dijo: “Oye, ¿tu casi ni has tomado, verdad? Estas sobrio” Voltee a ver y era Mari, la chica que tanto me gustaba, al parecer estaba también en el bar acompañando a sus amigas que bailaban en la pista y a juzgar por su aspecto estaban más que ebrias. Mire a Mari y me excito la forma en que vestía; lucia un short de mezclilla muy ajustado que dejaba ver sus lindas piernas y resaltaba su pequeño pero parado trasero, traía en la cabeza un ridículo moño de esos que a veces acostumbran usar las niñas “buenas” y  “cool” que a mi modo de ver desentonaba con su belleza. Me miro y me sonrió, yo le conteste que estaba bien y que casi no había tomado, ella me volvió a sonreír y me dijo: “¡Uyyy, pues creo que tu y yo somos los únicos que estamos sobrios en este lugar! Todos están bien pedos, mira... Yo vine a bailar y a pasarla bien pero mis amigas sí que vinieron a tomar, míralas que ridículas, cuando sus padres se enteren las van a matar.” Me señalo a sus amigas y vi que efectivamente estaban muy borrachas, hasta una vomito, Mari se volteo del asco que sintió y me indico que la siguiera. Yo la obedecí y mientras caminábamos note que íbamos rumbo a la salida, detuve a Mari y le pregunte si acaso iba a dejar a sus amigas solas; ella me miro y pude notar que aquel gesto mío que fue espontaneo le agrado, me dijo: “¡No pasa nada! Sus papas van a venir por ellas y se va a montar todo un show, yo no quiero estar ahí para verlo.” Luego me indico que la siguiera y seguimos caminando. Salimos por una puerta al estacionamiento y Mari camino hasta llegar a un auto, lo abrió y así supe que era suyo; era un vehículo no muy lujoso pero el hecho de que tuviera su propio auto revelaba que efectivamente su familia tenía un cierto estatus económico. Una vez adentro abrió la otra puerta y me indico que entrara, yo dude y al ver mi reacción ella sonrió y me volvió a indicar que entrara; yo acepte y me metí. Arranco el vehículo y me dijo: “¡Qué lindo eres! Te da pena que una chica te lleve, ¿no es así? Pero no pasa nada ¿eh? Dime, ¿A dónde quieres que te lleve, te dejo en tu casa?” Yo me negué rotundamente, le dije: “¡No como crees! Acá cerca está la estación, ahí pasa el transporte y me deja muy cerca de casa, es que vivo algo lejos y no, me daría mucha pena que me llevaras hasta allá, además sería muy peligroso, es muy noche y temo que te pase algo.” Ella se rio, al parecer le agrado mi gesto y aunque hubo un ligero estira y afloje al final acepto llevarme a donde pasaba el transporte. Por suerte no quedaba muy lejos de ahí pero lo que en el papel parecía ser algo sencillo se complico mucho. De pronto y al meternos a una avenida esta estaba totalmente saturada, a pesar de ser medianoche había un tráfico infernal, apenas avanzábamos a vuelta de rueda y al poco nos deteníamos por minutos. Era una completa locura de claxonazos y maldiciones cruzadas de un conductor a otro, Mari le dio al clavo a la razón de por qué había tanto trafico tan tarde; era viernes por la noche y además era inicio de mes. A cada minuto que pasaba me iba desesperando más y mas, si la situación no cambiaba no iba a alcanzar el transporte y no habría manera de que volviera a casa, tomar un taxi era la última opción para mí pues mi modesta economía apenas si me daba oportunidad de afrontar un gasto de ese tipo. Mari vio mi rostro de desesperación y me dijo: “¿Tanto deseas irte, no te gusta mi compañía?” Yo negué rápidamente eso y le dije que la razón para mi molestia era que se me hacia tarde y como vivía lejos eso era un problema. Ella se rio y se quedo un momento pensando.

 

No sé por qué razón presentí que aquel momento iba a ser crucial en mi futuro próximo y como veremos a continuación no me equivoque; ya habíamos llegado al cruce con otra calle y el semáforo estaba en rojo cuando Mari volvió a hablar, me dijo: “Oye, ¿y si pasamos la noche en casa de mi hermana? Vive acá cerca, a unas dos cuadras, ahí hay suficiente espacio para ti y para mi, así pasamos la noche ahí y ya luego mañana puedes irte con más calma a tu casa, ¿Qué dices, vamos?” Yo me apresure a negar esa posibilidad, aquello se me hacia un exceso de mi parte y era también darle molestias a una tercera persona que ni la debía ni la temía como era la hermana de Mari; al oír mi negativa ella me miro y dijo: “¡No pasa nada, no es ninguna molestia! Además mi hermana me debe algunos favores así que no tendría derecho a decirme nada si invito a su casa a un amigo mío; yo por mi parte si aviso a mis padres que me quedo en casa de mi hermana me darían permiso, tu solo avísale a tus papas que te quedas con un amigo y vas a ver que no te dicen nada.” Aquí debo de aclarar que mi decisión se vio influida por el hecho de que no deseaba volver a casa por el mal ambiente que había en ese entonces, yo termine por aceptar su propuesta y ella se alegro. Dimos vuelta a la izquierda al llegar al semáforo y como Mari lo había dicho solo recorrimos unos metros y se estaciono frente a una casa de dos plantas, las luces adentro lucían apagadas lo que incremento mis recelos, no me agradaba la idea de llegar a una casa ajena y despertar a sus inquilinos. Metimos el auto a la cochera y entramos a la casa, yo me quede en la entrada pues aun sentía pena de despertar a la hermana de Mari, esta entro a la casa y prendió la luz y al ver mis recelos sonrió y me animo a entrar, me dijo: “¡Ándale, pasa, no hay nadie!  Mi hermana debe de estar ahora mismo retozando con su novio en las playas de Cancún, pasa con confianza.” ¡Vaya, entonces estábamos solos! Era como si me hubieran concedido ese deseo y sin pedirlo; me senté en el sillón de la sala y Mari se fue a la cocina, al poco volvió con una bolsa de chicharrones, un six de cervezas y una bolsa humeante con palomitas de maíz. Se sentó a mi lado y así comenzó una larga platica que me resulto muy entretenida; estuvimos dos horas platicando, yo me acabe la bolsa de chicharrones y Mari se acabo ella sola casi toda la cerveza, aun así al final ella estaba sobria. Durante la plática note que mi timidez y mi forma de ser le divertían y agradaban a juzgar por la sonrisa que se dibujaba en su rostro y también por lo mucho que se rio durante nuestra charla.

 

Ambos miramos el reloj y vimos que ya era tarde, eran las dos de la mañana y pensé que Mari tendría sueño, cuando le dije que ya era hora de dormir ella volvió a reír como si hubiera dicho algo muy divertido y dijo: “Tú no eres normal, es decir, tu eres diferente a todos los chicos de la escuela, ningún chico haría lo que has hecho; es más hasta mi primo de 14 años creo que no hubiera dejado pasar la oportunidad de querer manosearme o al menos robarme un beso en todo este rato que estamos solos.” Yo me sonroje y esto la hizo reírse bastante, se acerco a mí y me acaricio la mejilla al tiempo que me decía: “No cabe duda que eres un hombre muy especial, eres tan especial que quiero saber que se siente tener sexo contigo; no sé, me da mucha curiosidad saberlo.”  Yo me quede boquiabierto, trate de decir algo pero solo balbucee como un idiota. Por suerte Mari tenía toda la intención de tener sexo pues tomo el comando de las cosas, se acerco a mí y me beso y acto seguido desabotono mi pantalón y me lo fue quitando poco; yo estaba turbado, su boca sabía bien aunque el dulce sabor de su rímel contrastaba con el olor a cerveza que despedía su aliento. Yo estaba como hipnotizado y acto seguido sentí la pequeña mano de Mari sacando mi pene; basto con que lo masturbara un poco para que se me pusiera duro, la chica me miro con satisfacción al ver mi pene erecto y dijo: “¡Uyyy, lo tienes bien grueso! Y además de todo lo tienes muy moreno, y aparte de todo con vellos, si no fueras tú te diría que te afeitaras y que te exfoliaras pero en tu caso se te ve muy bien, me encanta”. Y acto seguido Mari se inclino y me lo comenzó a chupar, le costó trabajo pues su boquita apenas si podía tragarse la cabeza de mi pene así que se conformo con lamer mi verga por todo el tronco y el glande. Ella parecía feliz, me decía: “¡Mhhhh, se te marcan las venas en tu verga! La tienes muy buena, cuando me la metas me vas a destrozar.”

 

Yo pensé que lo había dicho a modo de preocupación pero acto seguido me demostró que no era así, se levanto y se comenzó a desnudar; se quito el short y luego sus panties color rosa y quedo ante mí su coño; era una rajita muy bonita, con un poco de vello y se veía casi virginal así que acerque mi cara y la comencé a lamer de forma un poco torpe. Pero por suerte Mari lo gozaba pues oía sus pujidos y sentí su mano tomarme por el cabello como incitándome a que continuara; su coñito estaba muy limpio y despedía un ligero aroma floral que suponía era de algún perfume o de un producto de higiene intima. Así estuve unos minutos, yo era torpe pero por suerte Mari tampoco era muy exigente, se calentó mucho y se recostó abriéndose de piernas invitándome a penetrarla. Yo ni tardo ni perezoso me acerque y sin más le metí mi verga en su pussy; me costó un poco de trabajo pues estaba muy estrecha pero como ya estaba mojada mi pene pudo entrar más fácilmente. Yo sentí muy rico y por tanto no espere mucho para empezar a embestirla con fuerza, ella me miraba a los ojos y veía sus gestos, en verdad parecía gozarlo, me tomo del cuello y me beso, lamio mi cuello y mis orejas y yo hice lo mismo, mi verga entraba y salía de su dulce puchita sin mayor problema, era como si nos hubiéramos acoplado a la perfección. Ella gemía y gritaba y yo sentía que no iba a poder aguantar mucho mas, así que salí de ella y me senté con el pene apuntando hacia arriba y la invite a que se sentara en él; ella se apresuro y se sentó sobre el, yo estaba impresionado, tenía sobre mi y montándome a la chica que me había robado mil suspiros en los últimos meses, el solo ver su cuerpecito brincando sobre mi me volvía loco de pasión; yo sentía como sus nalguitas chocaban contra mi cada vez que se movía, eso me enardecía tanto que con mis manos las tome y las apreté a  placer, le dije a Mari: “¡No sabes cuantas veces soñé con tenerte así Mari! Siempre que te veía vestida con esos pantalones pegaditos que usas soñaba con poder cogerte así.” Ella sonrió y me dijo: “¡Si, lo sabia! ¿Por qué crees que me los ponía?, me excita muy cañón el pensar que te la jalas pensando en mí, me encanta el saber que te gusto tanto.” Me beso y así estuvimos abrazados y cogiendo mientras nos besábamos una y otra vez, parecía como si fuéramos novios aunque esto no era así. Sentí muchas ganas de acabar y ella lo percibió, se levanto y se hinco frente a mí y con una sonrisa me dijo: “¡Anda, dame leche, la necesito! La necesito para madurar, ¿no ves que aun estoy chiquita? Además de que me encanta la leche de macho.” Abrió aun más la boca y saco la lengua de forma perversa. Yo me levante y comencé a masturbarme frente a ella, Mari era muy golosa pues hasta el liquido preseminal que me salía lo lamia y se lo comia; entonces ya no pude mas y entre gemidos arroje una buena cantidad de mis mecos calientes y espesos sobre su hermoso rostro. Ella abrió la boca y se trago una buena parte, la otra se la embarro en la cara y mientras se relamía los dedos me dijo: “¿Te gusto? Esto puede ser el inicio de algo muy grande, ¿tú qué dices?” Yo le sonreí y ella me lamio y chupo la verga, yo sentí feo pues estaba sensible de la verga y sus lamidas me dolían un poco. En una cosa Mari tuvo razón: aquello fue el inicio de algo muy grande pues juntos vivimos muchas cosas, para otra ocasión relatare algunas cosas que vivimos juntos.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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