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Heterocurioso es aquel hombre que se identifica a sí mismo como heterosexual, pero que no se cierra y de hecho está bastante receptivo a mantener relaciones sexuales con hombres. Al heterocurioso le gustan las mujeres, pero él no se pone límites a la hora de follar.
Partiendo de la definición anterior de lo que es un heterocurioso entonces no es complicado definir y afirmar que un homocurioso es aquel hombre que se identifica así mismo como homosexual pero que no se cierra al hecho de tener relaciones sexuales con mujeres.
Para muchos es difícil de creer ello, ya que la mente de las personas es tan cerrada de que no está abierta a los distintos cambios que da el ser humano, es tan cerrada aun, que piensan que pueden ir en contra de la naturaleza del ser humano imponiendo su pensamiento, y no logra entender que la persona humana por el hecho de serlo despliega variadas personalidades, características, sensaciones, emociones, sentimientos y pensamientos únicos en cada uno de los millones y millones habitantes de la tierra.
*******
—Muy bien cuéntame sobre ti, te voy a dejar decir lo que quieras en esta charla –dice con una voz viril el entrevistador ansioso por escuchar hablar a Diego y encendiendo la cámara para grabar.
—Me gusta que me den por el culo, y no lo niego —dijo Diego entre risas de una forma directa y con la frescura y picardía que lo caracteriza.
—Para los que nos están viendo eso significa ser pasivo —dijo el entrevistador aun riéndose de lo dicho por diego.
—Caramba sabes mucho mi querido amigo —dijo Diego.
—Digamos que he averiguado un poco los términos del mundo gay —respondió el entrevistador.
—¿Alguna vez has hecho has cumplido el rol de activo? —pregunto el entrevistador.
—La verdad es que si, alguna vez sí, pero después de ello siempre he sido pasivo, vamos, que me siento mejor dejando que me follen el culo a follar yo uno —Dijo Diego guiñándole el ojo al entrevistador.
—Dijiste que alguna vez has hecho de activo, ¿eso quiere decir que de vez en cuando te provoca ser el que penetra? —pregunto el entrevistador.
—A hombres no, me gusta tanto la verga que solamente me acuesto con hombres activos que luzcan viriles y machos como tú —dijo Diego con el afán de intimidar al entrevistador, pero este ni se inmuto.
—Si a hombres no, entonces a ¿quién? —pregunto el entrevistador extrañado.
—A mujeres —contesto rápidamente Diego.— Si quieres puedo contar la primera vez de estas experiencias —siguió Diego.
—Dije que te iba a dejar decir lo que quieras así que cuéntanos como fue, no es muy común ello —dijo el entrevistador.
—Bueno todo, tienes razón, no es común escuchar eso, por no decir que es imposible, pero es cierto, creo que si fuera activo sería más creíble, pero lo ocurrido fue hace unos años atrás, cuando tenía 19 años, actualmente tengo 25.
Siempre me identifique como homosexual, desde que tengo uso de razón me gustaban los hombres, sexual y sentimentalmente, mi primera vez fue con un hombre y desde ahí supe que quería ser penetrado siempre, pero la primera vez con una mujer fue una de las experiencias más enriquecedoras en toda mi experiencia sexual, porque me cambio la forma de pensar.
Descargue Tinder, el Grindr de los heteros, movido por la curiosidad que sentía, tal vez la misma que la de un hetero cuando quiere tener sexo con alguien del mismo sexo.
Había muchas chicas guapas y de buen cuerpo, estaba viendo y le di like a la tía que me parecía más atractiva, en ese instante hicimos “match” y se abrió el chat, empezamos a conversar, y no miento al afirmar que Tinder es el Grindr de los heteros pues al instante la chica me propuso tener sexo.
Siempre me sentí a gusto con mi orientación sexual, pero también siempre hubo esa curiosidad así que impulsado por ella concreté el encuentro.
Daniela que así se llamaba ella, era una mujer muy guapa, de 20 años por aquel entonces, cabello rizado, un busto prominente y de trasero imponente, fui hasta su casa, que compartía con una amiga, pero ese momento ella no estaba.
Nada más entrar me beso, al principio me tomo por sorpresa, pero al instante le agarre el ritmo, era totalmente distinto a los besos de un hombre, a parte que siempre a mis los hombres son lo que me toman del rostro, agarran mi trasero, pero esta vez tenía que ser yo.
Así que recordé lo que siempre me gustaba que me hagan y se lo hice a ella.
La arrincone contra su puerta que ya estaba cerrada, restregándole mi paquete en su entre pierna, que por cierto era algo nuevo para mí no sentir otro paquete restregado al mío, nos besábamos con pasión y con bastante lengua.
Se quitó la blusa, y automáticamente me lance a mamarle las tetas, sus pezones estaban bien paraditos, los chupe tanto que se los deje muy rojos de lo rosaditos que eran.
Mi verga estaba a mil, ni yo mismo me lo podía creer, y por mi mente cruzo una idea, quería probar si como dicen que los hombres son mejores mamando verga que las mujeres, o solo es un mito, así que con fuerza la hice arrodillar, me baje el cierre de la cremallera mientras ella de rodillas miraba como sacaba mi polla, que estaba babeante.
Al instante ella se la metió a la boca y se la trago hasta perderse por completo, lo único que podía ver esa su nariz pegado a mi pubis aspirando el olor de mi recortado vello púbico.
La chupaba con maestría, ahí descubrí que lo que pensaba era un mito, ya que toda persona puede hacer cosas increíbles y hasta más.
Le follaba la boca, presionaba mis dos manos contra su cabeza y le hacía tragar mi verga hasta el fondo pues eso me gusta que me hagan a mí, le taladraba la garganta hasta dejarla casi sin respirar.
Charcos de saliva caían al piso y resbalaban pos sus senos, exhausta por lo que estaba haciendo, se puso de pie y me llevo hacia el sofá, yo torpemente camine hasta dejarme caer en el sofá, ella se quitaba el resto de sus prendas mientras yo me masturbaba lentamente.
Una vez queda completamente desnuda, ella se sentó sobre mis piernas, rosando su clítoris con mi polla, era una sensación nueva, me arranco la camisa y mis botones salieron volando.
Ella se sobada y sobada y yo ya estaba cansado de los jueguitos así que, sin extender más el tiempo, le clave mi verga dentro de su vagina, al hacer eso, Daniela gimió como una perra en celo.
Daniela cabalgaba como toda una experta sobre mi verga, yo le apretaba fuertemente las nalgas y sus pechos rebotaban como dos globos llenos de agua, los únicos sonidos que se escuchaban eran sus gemidos, nuestras pieles chocando y la hebilla de mi correa pues aún tenía los pantalones hasta los tobillos.
Me saque los zapatos con mis mismos pies, y me despoje del pantalón, medio me levante del sofá, y nos acosté sobre el sillón mirándonos fijamente, en otras ocasiones era yo quien estaba abajo y con las piernas al hombro de un hombre, pero esta vez era yo quien estaba encima y ejerciendo el rol de macho dominante.
Le tapé la boca con una mano, y la embestí con todas mis fuerzas, era gratificante ver como ponía los ojos en blanco cada vez que le refundía mi verga hasta el fondo, emitía gemidos que eran ahogados por mi mano.
Finalmente decidí cambiar de posición, el perrito era ahora, escupí sobre mi verga, escupí sobre su culo, y se la dejé ir toda de una sola estocada, tal y como una vez me lo hicieron a mí, ella grito del dolor, pero no me importaba pues estaba disfrutando, y cuando disfruto nada ni nadie me saca de ese trance, pero aun así ella se quedó quieta y no hizo intento por zafarse.
La empecé a romper el ojete a vergajos y ella solo gritaba del placer, me decía que siga y que no me detenga, eso provocaba en mi algo que hacía que mi sangre hirviera, ahora sentía lo que sentí que se los hombres activos que follan varios culos.
Varios minutos después de estarle dando polla, me corrí dentro de ella, felizmente fue en el ano, así ya no estaría con la preocupación de que se comprase la pastilla del día después.
Me senté un rato en el sillón, mi verga esta roja y palpitante pero ya flácida después de haber terminado, ella se fue al baño y mientras pasaba eso, yo me limpié la polla, me puse la ropa, y salí de su casa, caminaba en la calle con el pecho descubierto pues, mi camisa no tenía botones.
Mientras caminaba por la calle, pues me sentía tan bien, que desde ahí yo mismo di un cambio, es decir mi mentalidad se abrió, y ya no catalogo a las personas ni a mí mismo en un solo estándar de acuerdo a su opción y rol sexual, más bien entendí que la naturaleza del ser humano es tan cambiante y tan impredecible, que no se le debe encasillar en tan solo un pensamiento.
—Wao, muy buena e interesante tu historia, y la reflexión tuya al final muy acertada —dijo el entrevistador.
—Así es y es muy importante para aprender y tolerar todo lo demás —dijo Diego.
—Bueno diego ya para despedirte ¿Qué les dirías a las personas que te están viendo? —dijo el entrevistador.
—Pues lo único que les puedo decir y por experiencia propia se los recomiendo, que abran su mente y que no solo se centren en una cosa, tiene que probar, tener experiencias para saber qué es lo que les gusta. —finalizo Diego.
—Disculpa ¿cómo te llamas?, se me olvido tu nombre —pregunto Diego.
—Gabriel —respondió el entrevistador.
—Gabriel, ¿te importaría si te ayudo con eso? —Pregunto Diego señalando a la erección que tenía Gabriel.
—Disculpa, es que tu historia me ha puesto muy cachondo y pues… además, yo no soy gay, ni bisexual, ni hetero curioso —dijo Gabriel muy calmado y amable.
—Pero ¿cómo lo sabes si ni siquiera has probado? —dijo Diego con una sonrisa lujuriosa.
Gabriel respondiendo la sonrisa con una igual de lujuriosa que a la él, se puso de pie, camino hacia donde Diego estaba sentado, se bajó el pantalón y con sus manos bruscamente guio la cabeza de Diego hacia su verga, quien automáticamente se la metió a la boca y comenzó a chuparla con pasión.
Gabriel como todo un macho dominante, no dejaba tranquila la boca Diego cuya garganta estaba siendo atravesada por el contundente falo.
Diego no podía ya casi respirar, pero aun así seguía mamando verga, pues era lo que le gustaba, y por otro lado era lo que deseaba desde que Gabriel entro a su casa.
Gabriel se terminó por quitar toda su ropa mientras Diego le seguía mamando la verga.
—Para un momento, que ya casi me la arranas con la boca —dijo Gabriel sarcásticamente.
Acto seguido Diego se puso de pie, se quitó toda la ropa, y mientras Gabriel sentado abierto se piernas en el sofá, Diego al verlo se sentó sobre la verga erecta de su amante de turno, cabalgándolo de la misma manera que la chica de la cual había hablado anteriormente.
Gabriel se sentía loco al sentir esa experiencia nueva, esa sensación que se tiene cuando tu verga está entrando en un lugar tan estrecho y cerrado como el ano, es única.
Diego tocaba los pectorales de su amante, velludos y trabajados en el gimnasio, mientras que Gabriel, amasaba aquellas nalgas que le llamaron la atención desde que entro a la casa.
Estuvieron un buen rato así, hasta que Gabriel, autoritariamente le ordenó que se pusiera de perrito en el sofá, escupió el culo de Diego y con una mano tomando su cabello, y con la otra guiando la verga al ano de su receptivo amante, y se la introdujo de un solo golpe.
Diego gemía placenteramente, diciéndole palabras que enaltecían el ego de su macho, no tanto mucho tiempo para que Gabriel finalizara la entrevista, pero esta vez más personal.
Por cada trallazo de leche que expulsaba Gabriel de su uretra, más le jalaba el cabello a Diego, en total fueron 5.
Agitados se separaron, y se sentaron el uno al lado del otro.
Gabriel comenzó a sonreír y eso no pasó desapercibido por Diego, quien le pregunto el motivo, Gabriel señalo la cámara y ambos esta vez rieron, pues la cámara aún estaba prendida y había grabado su encuentro sexual, lo cual no era parte de la entrevista.
—Igual la editare más tarde, te pasare una copia —dijo Gabriel.
—No es necesario, igual la veré por internet —contesto Diego.
—No me refería a la entrevista hablada, me refería a la entrevista de tu culo con mi verga —le dijo Gabriel riéndose.
—Y entonces, Gabo ¿cómo defines esto? —pregunto Diego triunfante y jactancioso.
—Yo soy heterocurioso supongo, pero tú eres lo que yo definiría como un homocurioso —contesto él.
*****
Gracias por leerme.
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