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Categoría: Incestos

Diana y yo II

Diana me abrió la puerta para que yo entrara. Se había puesto apresuradamente una salida de baño debajo de la cual sabía yo, que no había otra cosa que su cuerpo desnudo, sus mejillas estaban arreboladas y sus ojos brillaban mas de lo habitual; su hermosa boca tenía los labios entreabiertos. Su aspecto que emanaba sexo, mas la visión de los hechos de los minutos anteriores hizo que mi cuerpo temblara de emoción. No pude evitar desearla intensamente. Sin pensarlo dos veces le agradecí que me hubiera abierto y mientras lo hacía agaché mi cabeza hasta la altura de la suya y la bese levemente en la comisura de los labios. Bajó la vista, murmuró algo incomprensible y se dirigió a su habitación. Me dirigí a la mía y luego de desvestirme entré al baño a ducharme. Ya debajo de la lluvia en mi mente se repetían sin cesar las imágenes de la belleza de mi hermanita desnuda dándose placer, gimiendo, estremeciéndose, modiéndose el labio inferior mientras llegaba al orgasmo. A medida que mi mente recreaba esas imágenes mi pene retomaba su erección pareciéndo tener vida propia. Comence a masturbarme . Casi inmediatamente eyaculé, lo que no alcanzo para disminuír la erección ni para calmar mi desasosiego.
Sequé mi cuerpo, me coloqué el pantalón corto de mi pijama de verano y salí del baño para ir a mi habitación.
Nunca supuse que al salir del baño me encontraría con Diana, quién al igual que yo había tomado una ducha e iba a su dormitorio.
Ambos nos sorprendimos por igual y quedamos y sin saber que hacer. Yo, porque mi erección hacía que la fina tela del pantalón del pijama formara una carpa imposible de disimular. Ella, porque vestía un fino camisón color rosa pálido que sólo le llegaba un poco mas abajo de la cintura y que era absolutamente transparente.
Me repuse casi inmediatamente de la sorpresa y decidí continuar con la idea que se había cruzado en mi mente en el momento en que toqué a su ventana para que me abriera la puerta y que comencé a ejecutar cuándo me incliné para besarla en la comisura de los labios.
Tenía que enamorarla, tenía que ser mia.
Avancé hacia ella y mientras tomaba cada una de sus manos con las mias le dije en vos baja mirándola a los ojos:
-Hermana querida, que hermosa estas.-
Sus mejillas adquirieron esta vez un tono púrpura y a lo único que atinó, fue a bajar los párpados y a quedarse en silencio.
La atraje hacia mi y mientras la volvía a besar suavemente, esta vez directamente en los labios, le dije:
-Mañana, que es sábado, te invito a salir conmigo.-
Volvió a quedar en silencio.
Me separé de ella y me dirigí a mi dormitorio. Cuándo me dí vuelta para cerrar la puerta ella se dirigía al suyo a paso rapido.El corto camisón me permitió una vez mas tener una excelenta visión de sus nalgas desnudas.
Me acosté sumamente asustado, pues si contaba algo a mis padres no sabía como iba a salir del atolladero. Sin embargo estaba felíz ya que al besarla habia apoyado mi verga empalmada contra su bajo vientre y había podido sentir contra mi pecho sus pezones duros y erectos. Repasando lo sucedido en la última hora y planificando la ejecución de mi idea, me dormí placidamente.
Datos del Relato
  • Autor: osrose
  • Código: 23699
  • Fecha: 14-02-2011
  • Categoría: Incestos
  • Media: 4.61
  • Votos: 31
  • Envios: 3
  • Lecturas: 2898
  • Valoración:
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