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~.El negro se colocó entonces entre sus piernas. El cuerpo blanco describía una X sobre las sábanas... puso la punta del garrote contra el pequeño agujero y presionó... gimió, pero trató de relajar el esfínter como estaba enseñada a hacer. Poco a poco, la verga entró por el estrecho canal. Sintió un dolor intenso, a pesar de todos sus esfuerzos por relajarse y hacer más fácil la penetración... creyó que iba a partirla en dos. Gimió y lloró mientras el negro la violaba por el culo...
Cathy: Cuando desperté, estaba de nuevo sobre la plataforma de madera, sujeta a la pared por una cadena unida a un collar metálico, vendada, amordazada y con las muñecas y los tobillos atados. Recordaba con vaguedad lo ocurrido en las últimas horas o días, no sabía bien. Las drogas que me inyectaba mi amo me habían hecho perder la noción del tiempo. El cuerpo me dolía horriblemente, en especial, la entrepierna y todas las coyunturas.
Recordé cómo había sido desflorada por aquel enmascarado y en mi confusión, creí haber visto el rostro de mi padre en el hombre cuya verga había atravesado por primera vez mi coñito virgen. Pero no podía ser posible. Las lágrimas acudieron a mis ojos. ¿Y era cierto lo que había dicho mi madre? ¿Venderme a un potentado árabe para que me desvirgara de nuevo, después de haberme reconstruido el virgo? Lloré amargamente. Comencé a pensar que no tenía ninguna esperanza de escapar de aquel sitio.
Largo rato después, una de las puertas se abrió y apareció mi amo. Para entonces, yo había caído en una profunda depresión. No me importaba ya qué ocurriría conmigo. Quería morir. Shen me colgó del techo de nuevo, pero no me vendó los ojos ni me amordazó.
-Bien, putita, lo hiciste muy bien. Voy a darte un premio... te lo mereces. Ni siquiera te corriste, a pesar de que tuviste ganas, ¿verdad?
Me negué a responder. Un trallazo del látigo cruzó mi espalda y yo seguí en silencio. Shen tuvo que darme tres azotes en la espalda y dos sobre los senos antes de que respondiera como me había enseñado:
-Sí... mi amo.
-Bien, eso está mejor... en premio a tu buen comportamiento, he decidido que eres digna de llevar la otra marca de nuestro clan...
Comprendí que volvería a marcarme con hierro y me estremecí. ¿Dónde colocaría la nueva marca? En aquel momento me daba igual. Shen no ocultó su propósito. Trajo un brasero con el instrumento metálico calentándose hasta ponerse al rojo blanco. Si con eso pensó que iba a asustarme y a hacerme pedir clemencia, se equivocó. Mi rostro era una máscara fría e inexpresiva.
Sólo cuando aplicó el metal hirviente a la piel de mi monte de Venus, y el olor de la carne achicharrada se extendió por el aire, lancé un alarido desgarrador. De inmediato, la vista se me nubló y lo vi todo negro. Perdí el conocimiento.
Lu: Había grabado el vídeo de la sesión de desfloramiento de la puta blanca. Su padre se la había cepillado con verdadero afán. De hecho, una vez que la curamos bien, y la dejamos reposar un día, el muy cerdo había vuelto a montarla. Claro que la chica no se enteró de nada. Estaba hasta el culo de droga. A la muy cerda al final hasta le gustó. Se había corrido con su padre dentro y su madre mamándole el coñito recién desvirgado. Vaya puta que estaba hecha.
Por supuesto, Shen y yo recibimos el premio a nuestros afanes. Además de follar a su padre y a su madre, los dos tuvimos la oportunidad de corrernos dentro del coño y del culo de la chica. Sí, había sido rico penetrarla al mismo tiempo. A pesar de que hacía poco que había sido desvirgada, su cuerpo joven tenía la elasticidad necesaria para poder albergar a dos vergas en su interior al mismo tiempo, una en su culo y otra en su coño. Le habíamos dado con verdadero gusto. Y cómo habían disfrutado sus padres del espectáculo. Todo lo tenemos en un vídeo que será un éxito cuando salga a la venta como película porno. Sin hablar de lo que ganaremos con las fotos. Estaba hecha una verdadera guarra.
Vaya polvazos. Esta chica tendrá una estupenda carrera como puta. Tiene un culo y un coño de lujo. Los cuatro los usamos a más y mejor, durante casi una semana, antes de que pasara al quirófano, donde su padre, que al fin y al cabo es un cirujano plástico muy respetable y hábil, experto en reconstruir virgos, le hizo un trabajo excelente. Ahora está ahí, la muy cerda, dormida, mientras se cura de la operación y del tatuaje que le hemos dejado sobre el monte de Venus. Debería sentirse orgullosa de llevar la marca de nuestro clan: el dragón. Ganaremos buen dinero con ella.
Shen: Cuando la puta se recuperó, volvimos a narcotizarla y la llevamos por helicóptero al yate del hombre que pagó por montarla. Era un tipo negro, alto y fornido, con una barba oscura poblada, el cabello largo, recogido en muchas trencitas, y con bastantes ganas de desvirgar a una blanca. Un cacique africano que se había hecho rico a punta de petróleo y de caza ilegal.
La rubia despertó en una habitación cerrada, acostada boca arriba y con las piernas y los brazos bien abiertos sobre una cama ancha. La habíamos encadenado de tal modo que no podía moverse. Estaba completamente desnuda, le habíamos eliminado todo el vello superfluo y puesto unos anillos de oro en los pezones y en el monte de Venus. Se veía hecha una perra, con la raja abierta, a disposición de quien quisiera cepillársela.
Lu entró desnudo, llevando el látigo, y le ordenó a la rubia obedecer y guardar silencio. Yo filmaba todo en un cuarto aledaño, gracias a las cámaras de circuito cerrado, hábilmente camufladas. La puta tenía una expresión ausente y la mirada perdida. Comprendí que había llegado un punto en que ya nada le importaba.
El negro se llamaba Idrissa. Entró y al ver a la mujer blanca tendida en la cama, desnuda y con las piernas abiertas, sus pupilas se dilataron de placer. Se despojó de la túnica larga que envolvía su cuerpo firme y bien formado y la chica se asustó cuando vio la verga enhiesta y preparada para violarla de inmediato.
Lu dio un trallazo encima de la cama, que tuvo la virtud de sacar a la rubia de su marasmo, y la amenazó con castigarla si no se comportaba como la virgen temerosa e ignorante que era. Ante el miedo dibujado en los ojos azules de la chica blanca, el negro rió con burla. Se tendió sobre ella y comenzó a magrear sus tetas y sus nalgas. La puta se revolvió, furiosa, y trató de zafarse del abrazo forzado, a pesar de que era inútil. Sus brazos y sus piernas estaban firmemente encadenados a la cama, y todo el peso del árabe la aprisionaba contra el colchón.
El hombre que la había comprado se apoderó de su boca e introdujo su lengua lasciva entre los labios de la rubia, que se revolvió con asco. Pero aquello, lejos de incomodar al negro, lo excitó aún más. Su polla se fue irguiendo contra la blanca y suave piel del abdomen de la chica, que luchaba desesperadamente por zafarse de sus cadenas.
Lu e Idrissa intercambiaron palabras en un idioma desconocido para la rubia, y el negro se sentó sobre el escote de ella, inmovilizándola por completo. Puso las rodillas a cada lado de su cabeza y ella supo de inmediato lo que el hombre quería. En efecto, le metió el capullo en la boca y la obligó a mamar. Dominando su asco, la chica chupó la verga como Shen le había enseñado y notó como se ponía aún más dura y grande. Jamás había mamado a un negro y le dio miedo los estragos que aquella herramienta haría en su coño recién reconstruido.
Pronto, sin embargo, Idrissa comenzó a gemir y a revolverse, y ella supo que el orgasmo inminente. El chorro incontenible surgió, bañando su boca y cara con el líquido blanco y caliente que mojó también sus tetas. Sabiendo lo que se esperaba de ella, la rubia chupó y lamió la verga hasta dejarla limpia. Para su asombro, ésta no había perdido nada de su dureza. Siguió mamándolo, con la esperanza de que se olvidara de la violación inminente.
Sin embargo, después de un buen rato de estar follando en su boca, Idrissa se incorporó y fue a colocarse entre las piernas de Cathy. Puso el capullo contra la raja y de un movimiento brusco, entró en ella. La chica gritó. El impacto fue tan brutal que ella sintió cómo el frágil tejido recompuesto se desgarraba en su interior. El dolor fue muy intenso y comenzó a llorar y a gemir, lo que sólo consiguió exacerbar el deseo del negro, que se la siguió metiendo a fondo. La gozó con verdadera violencia, mirando complacido cómo la sábana se manchaba con la sangre de la puta.
Afortunadamente, aquello no duró mucho, y el negro eyaculó dentro de su coño, empapándolo con su semen. Cuando se desplomó encima de ella, musitó unas palabras, que Lu tradujo oficioso:
-Dice que le encantaría preñarte con su leche y ver cómo crece tu vientre con un hijo negro dentro de tu barriga blanca...
La puta se estremeció y miró a Lu asustada. Pero él se limitó a reír. Idrissa se recobró rápido y se incorporó. Ella pensó que eso sería todo y respiró con alivio, pero se equivocaba. La verga negra estaba aún dura, y lejos de sentirse satisfecha. Lu zafó sus piernas y brazos de las cadenas y la ayudó a tenderse boca abajo. Cuando comprendió lo que ocurriría, quiso rebelarse, pero Lu le cruzó la espalda de un trallazo, que la puso quieta de inmediato.
-Mámalo -ordenó. Idrissa metió otra vez la verga en su boca y ella debió mamar el capullo y chupar los restos de sangre de su himen que aún lo cubrían. Dominando su asco, lo chupó hasta dejarlo limpio y plenamente erecto de nuevo.
El negro se colocó entonces entre sus piernas. El cuerpo blanco describía una X sobre las sábanas. Lu le había puesto unos almohadones bajo las caderas para levantarlas y hacer más fácil la penetración. Idrissa puso la punta del garrote contra el pequeño agujero y presionó. La rubia gimió, pero trató de relajar el esfínter como estaba enseñada a hacer. Poco a poco, la verga entró por el estrecho canal. Sintió un dolor intenso, a pesar de todos sus esfuerzos por relajarse y hacer más fácil la penetración. La polla era mucho más gruesa que la de Shen y ella creyó que iba a partirla en dos. Gimió y lloró mientras el negro la violaba por el culo, pero eso únicamente lo enardeció más. Por fin terminó, lanzando un rugido gutural, mientras su polla derramaba su leche y escapaba del estrecho agujero hacia los muslos de Cathy.
Con el cuerpo bañado en sudor, el negro sacó la verga, aún medio erecta, de entre las nalgas, y se derrumbó a su lado. Ella lloraba, histérica. Todos los agujeros de su cuerpo habían recibido el líquido viscoso y blanco. Estaba hecha una verdadera cerda, pensó Lu entonces. Pero qué hermosa se veía sobre la cama, con los agujeros abiertos y el cuerpo brillante de sudor, chorreando leche después que el negro la había montado por todos ellos.
Idrissa ya se levantaba y quería seguir follándola, pero Lu lo detuvo en seco. Le recordó que había pagado por desvirgarla y gozarla por tres rounds y que ya había recibido lo dicho . Si quería montarla de nuevo, tendría que pagar más. El negro miró con gula a la rubia, que aún sollozaba, miró sus tetas llenas de semen, su coñito aún sangrante y su culo abierto y se dijo que se le antojaba penetrarla de nuevo. Preguntó el precio y Lu dijo una suma deliberadamente alta, porque no quería que la maltratara mucho y quería marcharse pronto por donde había venido.
Pero ya Idrissa decía que sí, iba hacia una mesa, abría una gaveta y sacaba dos abultados fajos de billetes de a cien dólares y los lanzó al regazo de Lu. Sin esperar a que este concluyera de contar, el negro se acercó a la rubia y tirando de su cabello, la obligó a que le mamara el capullo. Ella sintió el sabor de su propio culo en la punta de la verga, pero se limitó a reprimir el asco y chupó la polla hasta que estuvo de nuevo erecta.
Lu terminó de contar e hizo un gesto de aprobación a Idrissa, que continuó follando en la boca de la puta. Sólo hasta mucho tiempo después, cuando había vuelto a repasar todos sus agujeros y la había bañado de semen por segunda vez, la soltó, satisfecho. Para entonces, a ella le dolían todos los huesos y tenía el culo y el coño en carne viva, para no hablar de las mandíbulas, casi descerrajadas. Satisfecho, el negro fue hasta la gaveta y sacó un objeto. Se acercó a la rubia y lo dejó caer sobre sus pechos. Era un largo collar de perlas legítimas.
-Es suyo -le dijo a Lu, para que se lo tradujera a la puta. Cuando ella lo oyó, miró a Idrissa con ojos interrogantes.
-Dice que nunca le había dado tanto placer desvirgar a una mujer, y que te da esa joya por la otra que te quitó -tradujo Lu. Bajó la vista avergonzada. En ese momento, Lu inyectó un somnífero en su muslo y ella se sumergió de nuevo en la inconsciencia. Poco después, el helicóptero nos llevó de regreso a la isla.
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