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"Mi mujer y sus dos amigas acaban con mis ganas de follar."
Nos habíamos enfadado porque tenemos una finca con una pequeña piscina en donde a mi no me gusta que venga nadie, ya que es mi sitio de descanso y excepto a la familia a nadie se le ha dicho que ese pequeño refugio es nuestro y sirve para que yo disfrute de la tranquilidad y el sosiego que me aporta, ya que mi trabajo como jefe de ventas de una gran empresa requiere mi atención y un tremendo estrés durante toda la semana. Así pues después de decirme mi mujer que aquella tarde de verano iban a venir dos de sus amigas a pasarla con ella bañándose en la piscina y tomando unos refrescos, yo había decidido, tras la discusión irme a la ciudad y dejarla a ella sola con sus amigas.
La finca que tenemos es de apenas unos mil metros cuadrados, con una casita en la parte trasera y una piscina pequeña pero coqueta en la parte delantera de la finca. Esta está rodeada por un muro de piedra alto y aunque da a una carretera secundaria tanto el tráfico, que es muy poco, como la gente que pasea por allí no pueden ver lo que ocurre dentro de la finca. De la misma manera la piscina está rodeada de unos setos que la delimitan y que hacen que esté más recogida y aun sea más intima, pudiéndose entrar tan solo a través de una arco de hecho de plantas. La heredad se abre con un portalón de hierro del cual solo tenemos la llave mi mujer, mis hijos y yo, por lo tanto la intimidad dentro de ella es total y por eso, entre otras cosas, solemos andar desnudos en la piscina o cuando subimos a casa a comer o a coger algún refresco o algo de comer.
Puestos en situación os diré que me marché a la ciudad muy enfadado y apenas si me acordé de coger el móvil y las llaves del coche.
Anduve merodeando por uno de los centros comerciales y se me ocurrió entrar en una tienda a comprar unos pantalones que me habían gustado al verlos en el escaparate. Mi sorpresa fue cuando al intentar echar mano a la billetera me di cuenta de que con el enfado no la había traído ni tampoco mis tarjetas de crédito ni por supuesto llevaba un solo euro. Abochornado le dije al dependiente lo que había ocurrido y nuevamente deje la compra prometiéndole que volvería al día siguiente y me encaminé con todo mi disgusto para casa ya que no podía hacer nada en la ciudad sin un solo euro y sin tarjetas.
Al llegar y tras abrir el portalón de entrada, oí a las amigas de mi esposa y a ella misma como jugaban en la piscina y cómo chillaban, con una media sonrisa aparqué el coche en el garaje y me fui a saludarlas sin sospechar ni por un momento lo que me iba a suceder allí.
Cuando entré a través del arco de la piscina me tope que dentro de ella estaban las tres mujeres completamente desnudas y tanto por la sorpresa, pues no me lo esperaba como por mi asombro me quedé contemplándolas
Mi mujer, llamémosle Silvia, tenía el pelo corto teñido de rojo con un moreno adorable de todos los días que llevábamos ya en la finca, el pecho un poco caído pues ya tiene 50 años pero una estómago firme y duro así como sus glúteos que son realmente sensacionales y aunque tiene la edad que os he mencionado todo el mundo cree que no sobrepasa los 40 años. Usa una talla 38 de pantalón y una 85 de sujetador.; el pelo de su sexo no se lo arregla y lo tiene todo negro y ralamente ensortijado.
A su derecha y contemplándome con cara de asombro también, estaba su amiga, llámanosle Celia; también una cincuentona separada con mucha marcha el pelo rubio en media melena, unos pechos grandes, yo calculo que una talla 100 con unas aureolas grandes de color café con leche y unos pezones enromes , que supongo por la frialdad del agua, estaban enhiestos y duros y un culo muy llamativo, sino muy grande si mas que el de mi mujer y lleno de carne, el sexo lo tenía totalmente depilado .
A la izquierda de mi mujer se encontraba su otra amiga, llamémosle, Maite; esta es una chica casi sin pecho una talla 60 si acaso, pero con las tetas duras y casi sin aureolas, siendo todo pezón , es delgada con unas buenas caderas y una melena lacia y morena que le llega a los hombros. Lo más llamativo de Maite son sus ojos que son de una azul profundo y con una sonrisa que ilumina todo cuando sonríe; el sexo apenas si lo tenía con una fila de pelos que se adentraba dentro de su vagina, pero que dejaban todo al descubierto, obligando mas a mirar hacia abajo que intentando ocultar. Cuando me vio, se ruborizó y se dio la vuelta pudorosamente.
Perdón, dije sin poder quitar mis ojos de aquellas tres mujeres que aun siendo tan distintas eran todas muy deseables. Perdón, volví a decir, no sabía que estabais así, lo lamento.
La primera en reaccionar fue mi mujer que dijo: Déjalo, ya pasó márchate y déjanos vestirnos y te llamaremos.
Yo aun sin ganas, comencé a darme la vuelta para marcharme cuando oí la voz de Celia que decía: Mujer, no es para tanto, a ti ya te ha visto desnuda más de una vez, a mi me da igual que me vea no tengo nada que ocultar, y estirando los brazos me dejo que la mirara a gusto, y supongo que Maite no tendrá nada diferente así que si quieres quédate Fran, que no pasa nada, ¿no es verdad, chicas? Ante esto mi mujer dijo: Bueno si a vosotras no os importa y miró a Maite que era la más reticente. Esta al verse mirada por todos, bajo sus brazos que le ocultaban el pecho y contestó: “Bueno, total ya lo ha visto todo, así pues que se quede, pero eso si la condición es que el debe estar en igualdad de condiciones, por lo tanto si se queda debe desnudarse aquí delante de las tres”.
Ahí sí que me sentí un poco azorado, pues la verdad es que soy un hombre bajito apenas mido metro sesenta y ocho, soy calvo peso unos 65 kilos y lo peor es que mi pene no es lo que se puede decir muy generoso ya que apenas mide 16 cm. Y no es grueso como suele escribir la gente por aquí, sino mas bien delgadito y lo peor de todo es que en ese e momento y ante aquel trío de mujeres las cuales no me quitaban los ojos de encima, yo estaba totalmente empalmado y ellas lo iban a ver. Por lo tanto pensé en dar una excusa y marcharme, pero por otro lado me apetecía meterme en la piscina con las tres, seguro que alguna teta o algún coño que no fuera el de mi mujer llegaba a tocar. Tras pensarlo nuevamente y después de hacer tripas corazón allá que me quité la camisa y las tres gritaron al unísono un ¡Ohhhhh!, supongo que para darme ánimos, pero aun me sentí mas azorado por ello. M comencé a quitar el pantalón y también las tres apoyadas en el borde de la piscina y mirándome comenzaron a cantar como si aquello se tratase de un striptease. Me di la vuelta para apoyar los pantalones en una silla y ya no me quedaba más remedio que bajarme el bóxer a lo cual las tres chicas aplaudían y jaleaban como si yo fuese a enseñar la maravilla del mundo. Al final me decidí y me los quité de un solo golpe y corrí hacia ellas mientras mi miembro se bamboleaba y yo intentaba llegar a la piscina para que con el agua fría “aquello” bajase y no pudiesen reírse más.
Las tres chicas siguieron mis evoluciones hasta que caí dentro de la piscina y cuando salí del fondo del agua y las miré vi que las tres seguían sonriendo y mirándome el pene, el cual ni por la frialdad del agua yo había conseguido que bajase a su posición de descanso.
Celia al ver que aunque pequeño, aquello seguía pidiendo guerra, acercó su mano hasta él y mientras miraba a mi mujer le preguntó: ¿Puedo? Mi mujer aun sonriendo dijo: Mujer, pídele permiso a su dueño, no a mí. Celia riendo también contestó: “se lo estoy pidiendo, su dueña eres tú”, Jajaja. Ante esta conversación y sin que yo pudiese decir nada, Maite se acercó, y cogiéndome el pene, contestó: Nada, lo que hay en España es de los españoles. ¿O no, Silvia? Ante esto mi mujer ni corta ni perezosa, a pesar de lo estricta que había sido siempre, y que jamás había querido ni siquiera intentar hacer un trío y eso que se lo había pedido yo en innumerables ocasiones, contestó: De acuerdo, lo que hay en España es para los españoles, pero no me lo vayáis a matar entre las dos, que yo os conozco”. Ante esto Celia dijo:”Entre las tres, o tu no vas a participar del festín”. “A partir de ahora se abre la veda y el que lo pille es suyo, ¿vale, Silvia?
Ok, de acuerdo, haber cuanto aguanta ya que se cree tan machito., contestó mi mujer, y dicho y hecho cuando me di cuenta tenia a tres lobas encima metiéndome mano las tres. Mientras Silvia se acercaba a mi oreja y me decía:”Nunca habrías esperado algo así”. Maite seguía con mi pene en su mano y acercándose a mí se lo restregaba por su barriga. Celia se había ido por detrás de mí y cogiéndome los huevos por debajo de mis piernas me los masajeaba. Yo para no ser menos, con una mano acariciaba a mi mujer, pues me daba miedo aun que se fuese a arrepentir y con la otra mano me fui directamente al coño de Maite que me atraía como un imán.
Cuando sentí entre mis dedos la vagina de aquella mujer, aun me empalmé más si es que aquello era posible. Introduje uno de mis dedos dentro y sentí el calor de su huequito en comparación con la fría agua que nos rodeaba, noté como Maite gemía y como Celia le preguntaba a mi mujer:”hasta donde podemos llegar, porque Fran va rápido y ya le está metiendo el dedo en el coño a tu amiga Maite”. Mi mujer un poco descolocada, pero sin dar tregua contestó:”Haced con el todo lo que se os antoje, pero eso sí hay que usar preservativos, que no quiero líos después”.
Por lo tanto, una vez puestas las bases, cada uno se dedicó a aquello que le parecía más divertido, de esta forma yo seguí comiéndole los morros a mi mujer mientras le metía la mano a Maite en el coño y aproveché la coyuntura para meter mi otra manos en el coño de Celia que lo tenía realmente bueno pues es de esos de labios gruesos en los que notas como se te va hundiendo, hasta ese momento, el dedo dentro de su humanidad. Mi mujer no quietaba sus ojos de lo que yo hacía y seguía cada uno de mis movimientos, lo cual aun me causaba cierta congoja al pensar que en cualquier momento iba a montar un escándalo y nos iba a echar a todos con cajas destempladas de la piscina y a m i también de su vida.
En esas estaba yo cuando oí nuevamente la voz de Celia que decía: “Os propongo un juego; le tapamos los ojos a Fran y cada una de nosotras le damos una mamada dentro del agua, a ver si es capaz de adivinar quién se la dio”. Las otras dos chicas asintieron y yo muy ufano pensé, va a ser bastante fácil, ya que mi a mi mujer no le gusta el sexo oral y siempre que trato de practicarlo ella se echa para atrás con lo cual solo tendré que adivinar dos.
Dicho y hecho, me taparon los ojos y sentí como dentro del agua alguien me mamaba mi pene, el placer era inaudito, mas por lo que tenia de morbo que por el mero hecho de que me la estuviese mamando. Me parecía increíble que dos mujeres me la estuviesen mamando por turnos mientras mi fiel, seria y recatada esposa estaba mirando y aun ella iba a ser partícipe de la fiesta que me estaban dando.
Dije el primer nombre que se me ocurrió, o el de la que yo quería que fuese la que me estuviese mamando:”Maite”. Se oyó a coro decir “Nooooooooooooo”, seguido de unas risas, pero no te vamos a decir quién es quién hasta que terminemos las tres. Dicho esto, nuevamente sentí como otra boca se metía mi sexo dentro y este estaba a punto de estallar con tantas emociones. Mientras notaba esto, de pronto y sin que hubiese habido ni la más mínima indicación, sentí el dedo de una de mis bellas damas que se introducía por mi ano de un solo golpe. El dolor al principio y el placer se unieron dándome más ganas de eyacular, lo cual sucedió sin que fuese capaz de resistirme, por lo tanto me vacié por primera vez aquella tarde en la boca de una de las chicas.
Salió tosiendo por el agua y por mi semen tragado y yo me quité el vendaje dándome cuenta de que la que me lo había estado haciendo no era otra que la fría de mi mujer.
No me lo podía creer, jamás me había dejado hacer algo así, y de pronto delante de sus amigas se estaba convirtiendo en otra persona, en una mujer mucho más abierta y complaciente.
Al darse cuenta de lo sucedido, Celia volvió a tomar la palabra “Oye de eso nada, esto no se acaba aquí, tú te has corrido, pero que pasa con nosotras; ya te puedes esmerar y darnos a cada una un buen servicio, porque yo estoy tan caliente que voy a estallar”.
Con lo cual, me cogió de la mano y me sacó de la piscina, viniéndose tras nosotros las otras dos chicas.
Llegamos a las hamacas que tenemos puestas en una zona de la piscina y mientras yo me quedaba de pie, Celia se sentó y cogió mi pene, el cual ya había bajado a su ser y sin más miramientos se lo metió en la boca y se puso a chupar como una posesa. Silvia se tumbó en la hamaca de al lado y pensando que yo ya no iba a volver a funcionar, como me ocurría siempre con ella, se echo a dormir con las piernas entre abiertas y los brazos tapándole los ojos, para que no le molestara el sol. Celia se sacó mi pene de la boca y haciéndole señas a Maite le dijo que fuese junto a mi mujer, a la vez que decía en voz alta:”Silvia, no te muevas de cómo estas, que tu maridito te va a comer el coño”. Yo me dispuse a ir hacia allá, pero Celia nuevamente me retuvo y otra vez comenzó a chupar mi pene mientras entre las piernas de Silvia situaba su cabeza Maite. Silvia, aun pensando que era yo, abrió un poco más sus piernas para que se pudiese “trabajar” más a gusto y siguió con los ojos cerrados y los brazos puestos encima. Maite ni corta ni perezosa, y como si aquella no fuese la primera vez que lo hacía, abría poco a poco los labios de mi mujer y le metía le lengua hasta el fondo mientras Silvia daba grititos de placer. Al ver esto, mi pene comenzó a revivir nuevamente y empezó a pedir guerra, por lo tanto y dándose cuenta de ello Celia se tumbó en la hamaca y me puso a mí encima de ella, yo comencé a chuparle los labios, el cuello y a tocarle sus tetas grandes y con los pezones duros como piedras. Sentí como ella metía su lengua dentro de mi boca y como recorría mis orejas metiendo apenas la puntita, produciéndome un placer indescriptible. Baje por su cuerpo y llegue a sus piernas, las cuales abrí para introducirme en su cueva del placer, allí, noté como sus gruesos labios vaginales se abrían ayudados por sus propios dedos para dejarme entrar bien dentro. Metí la cabeza todo lo que me fue posible y me dispuse a tomar mi festín. Comencé a chupar a succionar y a tirar del clítoris y de los, labios mientras mi pene ya duro de por sí, seguía poniéndose más. Mientras esto ocurria oía a mi mujer en la hamaca de al lado como no cesaba de gemir y después de haber abierto los ojos y saber que era Maite la que se la estaba comiendo, como ella a su vez intentaba con sus manos llegar a las tetas de Maite para acariciárselas y darle las gracias por el placer que le estaba dando. Yo seguí a lo mío hasta que noté como Celia se corría por primera vez aquel día, a la vez que notaba que mi mujer también hacia lo mismo después de haber sido comida como una maestra por Maite. Celia, bajó sus manos, me cogió de la cabeza y me subió hasta su boca, comiéndome la mía y susurrándome:”métemela, no me dejas así, por favor métemela de una vez”: Dicho eso, y sin volver a preocúpame por los condones, metí mis 16 cms, dentro de aquella amiga de mi mujer, mientras estanos miraba desde al lado. Cuando vió lo que yo hacia con su amiga, sin cortarse un pelo, vino a nuestra hamca mientras dejaba sola a Maite y metiendose entre mis piernas se puso a chuparme el culo. Aquello ya no podía ser mejor, era la primera vez que mi mujer hacia algo así. Yo ya no podía más y nuevamente comencé a echar esperma fuera. A la vez que yo me corría, nuevamente, Celia tambien se corría con lo cual mi mujer llegó a chupar mi esperma con los flujos de Celia. Dándose la vuelta atrajo hacia si a Maite y le estampo un beso en la boca llena de los fluidos de los dos.
Sentí como nuevamente mi pene desaparecía y trataba de esconderse, pero aquello aun no había terminado y las chicas no estaban dispuestas que quedara así.
Subió mi mujer a buscar unos refrescos y unas cervezas mientras yo me quedaba en la piscina charlando con las chicas.
¿Qué te gustaría hacer?, preguntó Maite. “Pues la verdad, es que me encantaría follarte a ti, pero no creo que “mi amigo” se levante para otra sesión”, contesté yo, tratando de ser honesto con las chicas. A ver, dijo Maite, déjame intentarlo, y sin más preámbulos se acercó a mí se puso de rodillas y se metió mi fláccido sexo en la boca, comenzando a darle lametones y llevando su lengua hasta mi ano y volviendo nuevamente a comenzar. Celia se acercó por detrás de ella y comenzó a acariciarle sus tetas mientras me miraba a mí. En esta situación llegó mi mujer y dejando las bebidas encima de la mesita auxiliar, se puso de pie detrás de Celia y metiendo su mano entre las piernas de esta comenzó a acariciar el coño de ella mientras con la otra mano ella misma se masturbaba.
Maite seguía chupando mi sexo sin cesar, con lo cual mi pene empezaba a dar señales de vida. Nuevamente noté como metía un dedo dentro de mi ano y comenzaba a hacer círculos, al sentir este placer mi pene se desperezó por completo y nuevamente se dispuso para la guerra. Agarré a Maite por la cintura y me la llevé a la otra hamaca mientras mi mujer y Celia comenzaban a besarse en la boca mientras recorrían sus cuerpos con las manos. Yo seguía a lo mío y nos besábamos furiosamente Maite y yo mientras explorábamos nuestros cuerpos sin dejar ningún hueco sin tocar. De esta forma pasee mis labios por sus senos, tironeando despacio pero con un poco de fuerza de sus pezones y tratando de comer un poco de su desaparecida leche. Baje por su cintura hasta llegar a su ombligo, donde me entretuve en meter mi lengua y jugar con sus pliegues. Al fin llegué a su sexo que desprendía un suave olor a sexo y me invitaba a entrar. Le abrí las piernas y metí mi cabeza, jugué con su clítoris y metí dos dedos dentro d su vagina la cual estaba complemente mojada. Noté como le venía la primera oleada de placer y como llegaba su primer orgasmo, metí todos sus jugos dentro de mi boca y me fui a buscar la suya, pero cuando llegue arriba me encontré con que allí estaban esperándome las bocas de Silvia y de Celia que sin esperar un segundo se apropiaron de mi boca con sus jugos y entre las dos me los chuparon hasta dejarme la boca limpia del sabor de Maite.
Me deshice de las dos mujeres, las cuales siguieron besando a Maite, y me preparé para penetrarla. Le abrí un poco más las piernas y entre con todo lo que tenía. Sentí como ella se acomodaba a mi pene y comenzamos a movernos al mismo ritmo. Noté como las tres chicas seguían besándose y tocándose sin parar mientras les venía un orgasmo y otro se les iba. Empecé a notar que me iba a correr de nuevo y así se lo hice saber a Maite. Ella se soltó de las dos amigas y me saco el pene de su vagina, se dio la vuelta y me ofreció su culo, lo abrió con sus dedos y me pidió que entrase allí y que me corriese dentro de ella. Yo, sin dudarlo volví a entrar, y como todo esta lubricado conseguí de un solo empellón entrar hasta el fondo. Sentí su gemido de dolor y a la vez el placer que sentía al notarme dentro, a la vez que me di cuenta de lo cerrado que estaba aquel delicioso agujero y de cómo se amoldaba a mi pene. Sin más me deje ir y sentí correr mi semen dentro de su caliente culo. Noté como se iba saliendo de él y como Celia metía su cabeza por debajo para chupar lo que salía del culo de Maite y después de chuparlo se lo daba a mi mujer, que como una posesa se comía todo lo que le daban sus amigas.
Yo noté como se iba quedando mi pene fláccido y como se salía del culo de Maite y como me entrando un sopor y un cansancio con unas tremendas ganas de dormir.
Pero aun no se había terminado aquello. Me estaba quedando dormido cuando sentí que me zamarreaban y la voz de mi mujer que decía:”Oye, ¿qué te crees tú, que vas a follarte a mis dos amigas y a mí me vas a dejar sin un buen polvo? Ya puedes espabilar.”
Diciendo esto se tiró en la hamaca con las piernas abiertas y dijo nuevamente “Venga, ven aquí, cómeme el coño y méteme la polla hasta los huevos”. Las dos amigas, se echaron a reír y Maite dijo: “Espera que te lo ponemos a tono”. Dicho esto se acercaron las dos a mí y poniéndose una al lado de la otra comenzaron a chupar mi pobre pene, el cual ya no podía mas, pero ante los lametones de aquellas dos hembras y nuevamente que comenzaron a chuparme desde el escroto hasta el culo incluyendo a él pues volvió a resurgir. Maite se acercó más a mí y dándome un beso en los labios bajo hasta mi ano y abriéndolo un poco metió su lengua dentro, mientras Celia seguía chupando mi pene sin parar y Silvia desde la otra hamaca nos miraba mientras no paraba de meterse los dedos en su coño y luego se los llevaba a la boca para chuparlos.
Cuando sentí que ya estaba con fuerzas para un nuevo ataque, me levanté y me acerque a mi mujer a la cual le metí mi pene en su boca y ella lo admitió y además lo relamió a pesar del sabor que debería tener después de haber pasado por tantas bocas vaginas y culos. Tras chuparlo sin parar, me hizo bajar y que yo le relamieses su coño mientras lo hacía levanto su trasero y me enseñó su virginal culo ofreciéndomelo para que se lo lamiera, cosa que hice sin dudarlo, en ese momento y cuando estaba bien lubricado, una vez más el dedo de Maite se introdujo dentro del culo de mi mujer, mientras noté como el dedo de Celia también se metía en el mío. Ellas dos se besaban y yo metí mi polla dentro de mi mujer mientras notaba el dedo gordo de Celia en mi culo y Silvia tenía el dedo de Maite en su culo. Así una vez más, Silvia se corrió y yo hice lo propio, aunque he de confesar que prácticamente no me salió ni una gota de lefa, pero hice lo que pude. Me Salí de mi mujer y allí entraron las bocas de sus amigas para chupar lo poco que habíamos podido dejar nosotros en la vagina de mi mujer.
Yo completamente destrozado, me tiré en la hamaca vacía y me quede dormido mientras oía como mi mujer nuevamente se volvía a correr, en la boca de sus dos amigas.
Cuando desperté ellas estaban vestidas y preparadas para marcharse y yo seguía desnudo y tumbado en la hamaca. Se acercaron a mí y dándome un beso en la boca y acariciando mi pene se despidieron, mientras mi mujer preguntaba:” ¿Qué vas a cenar esta noche?
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