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Cuando té vi, parecía mentira, tenerte de nuevo enfrente mío, después de 11 años, pero bastaron un par de palabras para esfumar el tiempo, y sentirnos los adolescentes que éramos cuando nos conocimos.
Siempre me gustaste: tu pelo ensortijado y negro, como tus ojos; y tu boca... el marco perfecto para unos dientes de marfil. Después de contarnos nuestras historias, y traer nuestros recuerdos, sentí el roce de tu mano en la mía, y entonces todas mis fantasías aparecieron nuevamente frente a mí, y me perdí...
Nos citamos para esa noche, ambos sabíamos como iba a terminar, yo estaba con mariposas en él estomago; ansiosa y a la vez asustada. Me puse mi mejor ropa de encaje, el mejor perfume, respire hondo y fui a tu encuentro. Vos estabas increíble, como siempre, mas allá de todo, como un dios griego.
Cenamos, todo perfecto, siempre pense que eras un caballero, y no me defraudaste. Después de la copa y la caminata, terminamos donde correspondía: en tu departamento.
Te diste cuenta que estaba nerviosa, y después de tomar un trago del vino que serviste, me sacaste la copa de la mano, y la hiciste a un lado; sin mediar palabras me llevaste al sofá, me hiciste sentar, lo que fue una suerte, porque mis piernas ya no respondían. Fue entonces cuando en medio de un millón de estrellas sentí la suavidad de tu boca, primero en mi mejilla, y luego bajando hacia el cuello, mi hombro, mientras deslizabas suavemente el bretel de mi vestido, yo estaba muriendo, te tome la cara, y mirándote fijo acerque mi boca a la tuya para saldar una deuda que ya tenia 11 años.
Fue lo más hermoso que me ha pasado desde entonces, cuando tomaste mi cara con tus manos y sosteniéndola contra la tuya, con tus manos en mi cabello, nos fundimos el uno con el otro.
Lentamente fuiste sacándome la ropa, y yo con mi boca desabotonando tu camisa, encontrándome a cada paso con esa maraña de bello que cubría tu torso. Hasta que llegue a tu pantalón, levante la cabeza y té vi, con los ojos en mi, esperando, como una fiera que espera el momento adecuado para dar el zarpazo, te desabroche el cinturón y termine de desnudarte, sin dejar de mirarte.
Cada caricia, cada beso, cada trazo de humedad, era un pedazo de cielo, sentí tu boca en mis pezones, lamiendo, besando, mordiendo, chupando como un niño, mientras yo no terminaba de dar gracias por este momento. Entonces sentí tu mano deslizándose hacia abajo, pero más abajo, hacia mis tobillos, y allí empezó a subir por mis piernas, hasta mis rodillas, luego los muslos, y empezaron a jugar con mi entrepierna, finalmente te escabulliste entre la humedad de mi sexo, y tus dedos entre juegos se introdujeron lentamente en mi interior. Sentiste mi gemido en tu oreja, que se mojo al chuparla y volviste a besarme mientras me introducías tu mano, con un ritmo lento pero seguro, y acelerándose a cada paso.
Yo no daba mas, y tampoco quería terminar tan rápido, entonces te empuje hacia atrás y tome mi turno, deslizando mi lengua por tu pecho, hasta llegar a tu vientre. Sentía tus manos en mi pelo, que parecían seguir empujando hacia abajo, y a la vez se resistían a hacerlo, hasta que llegue a tu miembro erguido y empece a jugar con mi lengua, mientras veía como tus ojos se cerraban y tus labios se mordían.
Empece por el glande , y fui bajando hasta introducirlo todo lo que pude en mi boca, entones empece a succionarlo como si fuera el elemento vital que en verdad era, una y otra vez. Evidentemente quisiste recompensarme, y te arreglaste para irme acomodando de tal forma que tus manos llegaron nuevamente a mi vagina, y entonces el ritmo de tu penetración era mas acelerado. Entre chupada y chupada tenia que detenerme a gemir por el placer que estaba sintiendo, hasta que finalmente me volcaste suavemente en la alfombra, y abriendo mis piernas te introdujiste en mi, dejándome tocar el cielo con las manos: te sentí una y otra vez, en medio del ensueño, sentía como seguía mojándome, y lubricándome, cada vez mas, hasta que sentí el temblor en mi cuerpo, que acompañe con un grito de placer que hizo que todo mi cuerpo se contrajera, y volcando la cabeza hacia atrás empecé a susurrar.
-Siii, asiii, asii!!!!
Entonces aumentaste tu ritmo, y te vi otra vez mientras tu semen se volcaba dentro de mí, y vos también gritaste.
Ahhh, Siii!!
Te volcaste sobre mí y te abrace con mis piernas, estuvimos así un rato, entonces te levantaste y me tomaste de la mano, y me llevaste a la cama, cuando te recostaste al lado mío, te abrace y me acurruque sin saber si estaba soñando.
Desperté al otro día, con el vello de tu pecho entre mis dedos que te acariciaban.
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