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Era época de verano y normalmente vendíamos las reses que ya estaban listas en ese tiempo. Mi padre había tenido una buena temporada en el rancho con la venta de y habíamos ganado mucho dinero. Tenía mucho tiempo que no lo veía tan feliz. Esa noche cenamos toda la familia y mi padre no paraba de sonreír y de arquearse a carcajadas por los estúpidos chistes de mi hermano. Todo iba muy bien. Mi madre nos mejoró la noche contándonos que en un par de semanas vendría mi tía Mary con mi primita de cuatro años del mismo nombre.
–Van a venir al rancho a visitarnos en un par de semanas, mi sobrinita cumple años por esos días y quiero organizarle una fiesta muy linda, quiero que tú me ayudes July.
–Claro mamita, no te preocupes, yo con gusto te ayudo para tener todo listo.
–Yo ya sé que regalarle a la pequeñita –dijo mi padre.
– ¿Y cuál es ese regalo papá? –pregunté.
–Pues un pony para que lo cabalgue cuando venga de visita la chiquilla.
–Bueno, esa es una gran idea papito. Yo creo que le va a encantar –dije.
Yo, por las noches y cuando todos dormían, visitaba a mi potro tan bello en las caballerizas. A llegar junto a él mí olfato era invadido por el aroma a excremento y paja mezclados en uno solo. El cabello de su cola se agitaba de lado a lado y yo acariciaba su lomo dulcemente mientras él acercaba su gran cabeza hacia mí como saludándome.
–No sabes cómo me gustaría estar contigo, pero tengo tanto miedo que me puedas lastimar–. Mi caballo solo resoplaba el tufo de su hocico en aquella noche fresca. Yo seguía acariciándolo y besaba dulcemente su cabeza.
–Esta noche quiero complacerte hasta que estés satisfecho chiquito, yo sé que no has podido montar a ninguna de las yeguas pero yo voy a darte mi garganta hasta que tu polla este saciada –dije mientras lo seguía acariciando.
En mi mente yo tenía la idea de que el realmente me comprendía. Su cola se movía mas rápido cuando estaba cerca de él y en ocasiones relinchaba como si lo hiciera de alegría. Yo me quité la blusa por encima de los hombros y abrasé a mi potro mientras él seguía con su cola moviéndose alegremente. Mi piel tocaba la suya y ambos podíamos sentir el calor del otro. Mi enorme busto rozaba con su dorso tan firme haciendo que por la excitación mis pezones se pusieran erectos y rozaran su piel, estaban completamente duros y sensibles. Se escapaban pequeños gemidos mientras me frotaba eróticamente contra él. Mi respiración estaba agitada. Mi garganta se había secado y mi corazón bombeaba sangre con fuerza y muchísima intensidad. Podía sentir mi pulso en mi cuello como si hubiera corrido quince minutos seguidos. Mi excitación se acrecentó tanto que no pude aguantar más la lujuria contenida toda en mi entrepierna. Me quite los shorts que llevaba y los arroje al montón de paja en la caballeriza.
Puse un pequeño banco que usaba para bañar a mi caballo y lo use para montarme en él. Mi vagina de inmediato sintió su corto pelaje y yo apreté los labios de inmediato mientras sentía aquel duro borde lumbar. Sus patas estaban amarradas para que no tuviera la ansiedad de moverse y yo comencé a moverme de adelante hacia atrás. Mi caballo se mantenía inmóvil mientras yo saciaba el deseo de mi vagina con su lomo tan duro. Los huevos de su columna y los incontables relieves de ella me hacían gemir cada vez más fuerte.
<> pensé. Mis movimientos de cadera eran instintivos. Con cada movimiento un gemido se escuchaba por toda la caballeriza haciendo eco en aquella obscura noche. Me sujete firme del cabello negro de su cabeza y lo monte con más furia y pasión. Una corriente eléctrica invadió mi juvenil figura y mi espalda se dobló hacia atrás dejando escapar mi orgasmo encima del firme lomo de mi caballo mientras levantaba mi vagina expulsando tantos chorros encima de él.
Sentía que me faltaba el aire y me había puesto a descansar encima de mi enorme potro con mi cabeza encima de su cuello. Lo besaba dulcemente mientras seguía recostada en su lomo humedecido por aquel intenso orgasmo que lo había bañado enteramente.
Cuando por fin pude recuperar el aliento bajé de su espalda. Mis piernas aún estaban débiles por aquel orgasmo tan complaciente y me sentía en deuda con el por haberme hecho disfrutar ese placer tan divino. Use el banco que había ocupado para montarme en él y lo puse justo al nivel de la polla de mi amado potro. Su polla enorme estaba escondida en el saco que todos los caballos tienen. Yo me acerque a él y lo besé en su panza.
–Ándale chiquito, saca a ese muchachote para que yo lo pueda besar –dije mientras lo acariciaba con mis manos por toda su polla y testículos.
Mi caballo movía la cola y había comenzado a relinchar de nuevo. En un par de segundos aquel miembro tan enorme comenzó a sobresalir vigorosamente de entre aquella pequeña bolsa. Lucia majestuoso y bestial como siempre. Lo tomo delicadamente entre mis manos y podía sentirlo crecer poco a poco. Mis manos ya no podían cerrarse por la circunferencia tan amplia de su miembro tan viril. Volvió a relinchar de golpe mientras movió fuertemente la cola de nuevo. Yo me acerque poco a poco a él y al estar tan próxima a su miembro, este reacciono al calor de mi aliento levantándose aún más. Lleve su glande de peculiar forma a mi boca y pude sentir como mi vagina se humedecía solo con probar en mis labios su sabor a macho. Mis labios húmedos y suaves besaban tiernamente su monstruoso miembro y el reaccionaba resoplando fuerte y relinchando de la misma manera. Su pene era tan duro como el acero y golpeaba en su vientre por la excitación. Yo tenía que tomarlo con fuerza y llevarlo a mi boca mientras me masturbaba intensamente. Mi caballo trataba de mover sus extremidades por la ansiedad de querer montar una yegua por la excitación y yo no paraba de mamarlo. Mi caballo se acercaba cada vez más al orgasmo con cada uno de mis lengüetazos y yo también lo hacía con las yemas de mis dedos.
–Ya mi amor dame tu lechita –dije mientras jalaba a toda velocidad su enorme verga con ambas manos, implorando desesperadamente con mi lengua por su abundante semilla. Unos segundos después relincho fuerte como si lo golpearan en el trasero con una fuerte palmada y eyaculo a borbotones. Su espeso semen me bañaba por completo. Mis senos estaban por completo empapados de su leche y mi boca estaba rebosante. Llena y a punto de ahogarme con ella. Pase la que pude por mi garganta y la demás cayo lenta y suavemente por mis senos acariciando mis pezones mientras descendía. No había llegado al orgasmo pero no me importaba, estaba satisfecha por haber hecho gozar a ese animal que tanto amaba. Hubiera deseado estar con él, pero no podía ni siquiera imaginar el daño que un pene así podría hacer en mí, aun joven vagina. Lo bese en su frente y puse su cabeza entre mi pecho abrazándolo con cariño. Me limpie su leche con una manta sucia que había por ahí y volví a la casa plena y satisfecha, y con el sabor de su semen aun en mis labios. Dormí con mi cuerpo pegajoso lleno de su semen seco por cada centímetro de mí.
Al siguiente día mi padre llego a la casa con uno de los transportes que usábamos para mover a los caballos. Me había dado curiosidad y le pregunte:
– ¿A cuál de los caballos traes ahí papa?
–A ninguno hija, aquí traigo el regalo para tu primita.
–Vaya, el pony, ya lo trajiste que bien
–Sí, lo conseguí esta mañana, ahora solo falta que ella le ponga nombre.
–Yo creo que le va a encantar –dije mientras el pony bajaba por la pequeña rampa metálica.
Mi padre lo metió a una de las caballerizas. Tenía un color café claro y un cabello muy lindo que caía por su espalda. Yo me mordí el labio con una curiosidad impaciente. Quería descubrir cuál era la forma de esa polla. Me moría por descubrirlo y me propuse esa noche hacerlo.
Espere a que todos durmieran y fui a hacerle una visita. Estaba comiendo un poco de alfalfa cuando llegué. Abrí la puerta de su lugar y la cerré detrás de mí. De nuevo el olor a excremento llenaba el lugar. Su altura era notablemente diferente. Sus patas eran cortas y tenía la cabeza más gruesa y gorda. Yo me agache para poder ver su miembro tomándome de su vientre como punto de apoyo. Su polla extrañamente colgaba. Era mucho más pequeña que la de un caballo pero el grosor era casi igual. Yo no espere ni un segundo y lleve mi mano hacia su pene acariciándolo con fuerza y haciéndolo crecer entre mis manos. Cuando por fin creció no tenía más de 45 cm de largo no era tan grande como mi potro y por ese momento se me ocurrió una idea de la que me arrepentiría después. Fui a la bodega por algunas de las feromonas que usábamos para que los potros se pusieran más ansiosos por montar a una yegua. La verdad en ese momento por la excitación no pensaba muy bien las cosas. Regrese de inmediato a donde estaba el pony y tenía aun la polla enorme.
Me desnudé por completo e hice lo más estúpido que pude hacer. Rocié las feromonas encima de mi cuerpo. El pony empezó a relinchar como loco solo después de algunos segundos. Estaba con la polla dura como un fierro y se movía de arriba abajo como un péndulo. Yo me apoye en la reja que cerraba su caballeriza y me agache lo más que pude para que el me montara. Sin dudarlo aquel caballo en miniatura puso sus extremidades delanteras por encima de mí colocándolas en la reja y su enorme polla desesperadamente trataba de encontrar mi húmeda vagina. Yo lo dirigí con una mano y cuando entro sentí por primera vez el dolor. Más de la mitad de su gruesa y larga polla entro de golpe. ¡Nooooo! –Grite con fuerza mientras tallaba mi dentadura superior con la inferior tratando de soportar aquel duro dolor-. El pony embestía con fuerza y profundidad una vez tras otra. Primero era solo la mitad, luego un poco más de la mitad, después casi 35 centímetros estaban dentro. Mi vagina nunca se había sentido tan destrozada. Mis ojos estaban en blanco y gritaba de dolor. Tanto era mi sufrimiento que no me importaba si me escuchaban en el rancho, no lo podía soportar. Después de un minuto medio que me pareció una eternidad aquel miembro duro como hierro se hizo blando como un malvavisco y lleno mi interior con litros de leche espesa. Su enorme miembro se inflaba cada chorro y dejaba salir su semen en mi interior como si quisiera que tuviera a su pony. Cuando el caballo en miniatura termino descendió de mi espalda relinchando y con las patas algo débiles yo caí sobre la paja y rendida mi vagina sangraba y se derretía con el fluido pegajoso que la inundaba por completo.Esa noche no pude dormir del dolor, continuara…
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