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Categoría: Maduras

Despido procedente

- Aquí tiene su carta de despido y el finiquito, consulte con sus abogados pero que sepa que va más de lo que corresponde, no queremos que se haga publicidad de este asunto por ninguna de las dos partes, me dijo la directora de estudios.



Cogí el sobre y salí del despacho pensando como me había encontrado en esa situación, no hacía ni dos meses yo era un profesor de natación en un prestigioso colegio de las afueras de Madrid, soltero y poco vividor mi C.V. pareció encajarles cuando me contrataron para dar clase a una panda de energúmenos hijos de papa y a mi el sueldo me pareció una bendición por lo que mi entrada fue tan fulminante como mi salida, con 28 años y recién licenciado de INEF era la envidia de muchos de mis compañeros de estudios.



Pasó un mes desde mi bautismo con los chavales y todo parecía ir sobre ruedas, la clase de natación la formaban ocho chavales de 16 años y diez chicas de los mismos años, como la piscina era una olímpica corta no eran muchos alumnos y yo necesitaba mantenerme en forma, normalmente les acompañaba en los ejercicios, evidentemente mis cargas de trabajo eran mucho mayores que las de los chavales y cuando terminaban las clases yo solía nadar otro buen rato sólo de modo que cuando terminaba me duchaba sólo y sin molestarles.



Cierto viernes, cuando estaba secándome y abriendo la taquilla para sacar la crema hidratante vi una nota que me habían dejado pegada en un costado en un sobre con algunas fotos mías mientras me duchaba, decía:



“Me gusta tu cuerpo y querría que te acostaras con migo”



La falta de ortografía me llamó la atención y me despistó, las fotos no eran de gran calidad pero se me veía perfectamente, al principio me asusté un poco pero luego pensé que podría se una chiquillada de alguno de los alumnos pero aún no habíamos hecho los exámenes y traté de no darle demasiada importancia. La semana siguiente volví a recibir otro nota con más fotos que cada vez eran más explícitas, en la nota ahora decía:



“Te espero el próximo viernes a las 6 en el cuarto del fondo del bloque 8 de la planta baja, tienes una copia de las llaves en el sobre, espero que seas tan valiente como he soñado”



Tenía toda la semana para pensármelo y tratar de averiguar quien era y que buscaba con esas notas, ni por asomo estaba pensando en una aventura. El lunes traté de sacar de verdad mentira a mis alumnos y fue peor el remedio que la enfermedad, sus risitas adolescentes, sus bajadas de ojos y sus codazos entre ellas me despistaron y preferí tomármelo con calma; las seis de la tarde era la hora de salida de los alumnos y muchos vivían en las inmediaciones del centro por lo que podían entrar y salir sin que lo notase nadie, así que algunos de ellos podrían estar jugando conmigo y no estaba dispuesto a ello por lo que decidí que ese viernes desenmascaría a la persona que estaba jugando conmigo, ese error ortográfico podía darme una pista e investigué los expedientes académicos de todos ellos y menos una de las chicas, todos eran candidatos porque la natación se había vuelto un refugio para todos los borricos parecía ser a tenor de las notas que veía.



El viernes mis clases fueron completamente normales, nadie faltó  y los alumnos se comportaron como siempre, nada dejaba ver ningún comportamiento anómalo o sospechoso, incluso salieron de las duchas antes de tiempo, yo seguí con mi rutina como siempre y la última serie de 800 metros la hice relajado y salí prácticamente como si no hubiese pisado el agua, me dirigí a la ducha y me duché tranquilamente y me arreglé como de costumbre, me puse mis vaqueros de los viernes como yo solía decir, una camisa rosa pálido con cuello Mao que me encantaba y con decisión y lleno de nervios agarré la copia de la llave tras cerrar las instalaciones de la piscina encaminándome al bloque 8.



El bloque 8 distaba apenas unos minutos de la piscina cubierta y cuando entré estaba prácticamente a oscuras, al ser un edificio que no conocía tampoco sabía como conectar las luces y me encaminé a la planta baja, allí la luz si estaba encendida, no muchas pero si lo suficiente para no darme contra las paredes o ver con claridad la puerta que me indicaban, una puerta gris metálica sin señales o marcas exteriores y que estaba cerrada con llave, con mil ojos puestos por todos los lados, apunté la llave en la cerradura y la metí con suavidad pero mirando a mis lados y mi espalda, unos instantes que me parecieron horas, giré la llave lentamente hasta abrir y ver un hueco negro como la boca de un lobo, la luz del pasillo no permitía ver mucho dentro y me quedé en el dintel de la puerta. Una voz femenina sin edad aparente llegó a mis oídos desde el fondo del cuarto:



- Creía que no vendrías, por favor cierra la puerta y pasa, no tengas miedo que no muerdo, es más creo que tengo yo más miedo que tu.



Obediente hasta el final, cerré  la puerta y pasé a la oscuridad más absoluta sin saber que me esperaba.



- Apenas tenemos media hora y ya que has sido tan valiente disfrutemos de este instante.



- Pero ¿quién eres?.



- Pssss, no hables y ven conmigo, y su mano acarició la mía atrayéndome hacia ella.



Tenía todos mis sentidos alerta pero la oscuridad que nos rodeaba me privaba del principal y conocer a la mujer que allí me había citado, el tacto de su mano era suave como si se hubiese dado crema hacía poco tiempo, sus uñas cortas delataban trabajo manual, olía a limpio un limpio en exceso que me era familiar pero que no conseguía recordar, mis manos se posaron junto a sus glúteos y acariciando su figura pude imaginar que sería una mujer madura de unos 45 años calculaba, con un metro sesenta de estatura y un peso más o menos de unos 45 kilos, sus cadera era suaves y delicadas, sus senos eran pequeños y un poco caídos. Nuestros cuerpos se juntaron y aprecié que estaba desnuda completamente, su pelo era rizado y olía a manzanas, mis labios buscaron su cara y se posaron en su frente limpia y suave, su boca buscó ávida y ansiosa la mía y unos cálidos y húmedos labios me besaron con un hambre feroz mientras sus presurosas manos me desabrochaban la camisa y me bajaban los pantalones.



Liberado de toda la ropa, enredé mis dedos entre sus rizos para separar su cara intentando verla  en esa oscuridad, algo imposible y me conformé en que mis dedos viesen a través de mis ojos. Su lengua buscaba mi boca, lamiendo mis labios y humedeciéndome con sus besos arrebatados y profundos que se metían dentro de mi, sus manos me apretaban contra ella y se aferraban con fuerza en mi trasero empujándome contra su sexo, un vagina húmeda que se abría al contacto con mi pene erecto y que empezaba a rezumar liquido seminal a través del glande.



No había sitio para juegos ni caricias, era una cópula salvaje y mi anónima dama agarró mi pene y se lo metió entre suspiros hasta el fondo, juntándose nuestros pubis y se apretó contra mi. Mi lengua recorría toda su piel, metiéndose en los pliegues de la cara notando las arrugas de una edad incierta pero todavía joven.



- Te quiero dentro de mi, fóllame salvajemente, hazme tuya.



Tomándola de su culo la elevé ligeramente para que ella me rodeara con sus piernas y busque a tientas una pared contra la que apoyar su espalda, no hube de caminar mucho pues apenas medio paso estaba la pared del cuarto y al apoyarla, sintió la fría pared en su espalda pero sin dar muestras de queja, sus labios buscaban mi cuello calentándolo y sus dedos se perdían en mis espaldas con caricias cada vez más agresivas y calientes, su vagina era cálida, confortable y arropaba mi pene con sus labios vaginales cada vez más excitados y hambrientos de mí.  Su pubis me buscaba para no perder el contacto de piel con piel en ese masaje que excitaba su clítoris cada vez más erecto.



- Sigue amor, no pares, métemela hasta el fondo.



Un ruido húmedo y sordo llenaba nuestros oídos cada vez que entraba dentro de ella, un golpeteo cada vez más rápido y enérgico que arrancaba los suspiros más profundos de su alma. Agarrando con firmeza su culo subía y bajaba el cuerpo de mi dulce anónima sin aparente esfuerzo. Nuestras bocas se comían la una a  la otra, sus labios mojados mordieron mi cuello, algo que pocas veces dejo hacer y me inundó una ola de placer que me nubló la vista en ese sitio tan oscuro. Sus dientes jugaban con mis labios y una lengua dura y juguetona me inundaba todo.



- Me estás volviendo loca, no pares mi niño, no pares.



El eco de su voz en mi cabeza actuaba de combustible y mis testículos se llenaban de esperma para inundar esa vagina hambrienta, golpeaban su perineo cada vez que llegaba hasta ella en una comunión de sexos perfecta. Clavó sus dientes en mi hombro derecho y unos pequeños grititos me anunciaban su éxtasis.



- Me corro niño, me corro, me corro, si, si.



Su vagina me empapó escurriéndose sus calientes jugos entre mis desnudas piernas, mi ritmo también delataba que mi orgasmo estaba a punto de llegar y sus palabras me dieron el empujón.



- Córrete dentro mí mi niño, quiero tu leche dentro de mi.



Un chorro de semen inundó su vagina mientras mi pene aún seguía dentro, tres latigazos que me llegaron hasta las uñas liberaron toda la tensión que había acumulado, mis espasmos y una respiración entrecortada le dieron la pista de que yo ya había llegado al final.



- Que rico mi niño, mmmm.



Permanecimos abrazados unos minutos o quizás horas, aún no se bien porque el tiempo se paró hasta que su voz me despertó de mi relax. Había sido un polvo expres, porque dudaba que apenas llevásemos veinte minutos allí dentro y yo no estaba acostumbrado a relaciones tan rápidas.



- Cielo, ahora quiero que te vistas aunque sea a oscuras y vuelvas a salir, te pido que no espíes quien soy y si lo haces así nos volveremos a ver el viernes que viene con un poquito más de tiempo, esto ha sido un aperitivo de lo que podemos hacer y un beso se posó en mis labios sedientos.



Obediente y con mi pene ya en estado flácido goteando semen me vestí como pude y salí sin girarme, me dirigí de nuevo a la piscina para ducharme y meditando que me había pasado y si volvería el siguiente viernes a verme con mi extraña desconocida, yo me preguntaba quien sería, las pistas que tenía eran contradictorias, por el físico no podía ser alumna, por la falta de ortografía y su olor, no podía ser profesora, tampoco podía ser una madre pues las fotos me fueron tomadas en horas lectivas, el caso es que ese enigma que corroía.



Los siguientes viernes volvió a repetirse hasta esta semana que la directora de estudios me citó en su despacho, antes de la reunión me dio un sobre con unas fotos tomadas con una cámara de infrarrojos que debía ser del laboratorio de ciencias en las que se me veía a mi y la desconocida mujer follando en uno de los cuartos de matenimiento, su discurso fue breve.



- No podemos tolerar esto en las instalaciones docentes, usted con su vida privada puede hacer lo que quiera pero aquí en el centro no.



Yo estaba mudo y creí adivinar cierta dosis de envidia de la directora y tímidamente pregunté:



- ¿Y a ella qué le va a pasar?



- Se le ha abierto expediente y su empresa ha sido informada, pero al no ser personal del centro no podemos hacer nada salvo solicitar que no vuelva limpiar en el centro.



- ¿Y quién ha realizado las fotos?



- No se lo puedo decir, pero la alumna que las realizó también será expedientada pero no se hará público para evitar acciones por su parte.



Con alguna duda más de las que tenía cuando entré salí del despacho de la directora y me encontré sentadas en su puerta a una de mis mejores alumnas, Belén y una de las mujeres que limpiaban las aulas al terminar y con la que me cruzaba cuando me marchaba por las tardes.


Datos del Relato
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