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Parte 4
Entregados al placer
Me explicó que debido a sus inseguridades y personalidad, nunca pudo hacer algo emocionante, nunca había disfrutado de la vida y estaba decidida antes de sentar cabeza a gozar un poco los magníficos atributos físicos que tenía, antes de que fueran “exclusivos” de otra persona, sin embargo ella sabía que no podía hacerlo con cualquiera y tenía que tener mucho cuidado pues cualquier error podría arruinar su reputación y su carrera, esta plática lo único que ocasionó fue que me excitó todavía más y yo estaba más que dispuesto a seguir sus reglas.
Me confesó que desde la primera vez que me vio en el primer año, le gusté mucho, era básicamente su tipo y el que compartiéramos el gusto por el inglés le fascinó todavía más, no tardé en ganar su confianza y a partir de ahí decidió que si lo iba a hacer con alguien, era conmigo.
Esa confesión me puso muy contento, para ese entonces los nervios ya habían desaparecido y ahora era pura excitación, expectativa y ansiedad lo que sentía, ella seguía recorriendo mi pierna discretamente cada vez que podía y de vez en cuando rozaba mi pene, además levantaba un poco su falda para que pudiera apreciar su pierna, literalmente mi boca se hacía agua.
Al cabo de varios minutos, giró el automóvil hacia un edificio, el Motel Griego, uno de los moteles más concurridos por todas aquellas parejas que buscan algunas horas de privacidad para entregarse al deseo.
Al entrar, y desde el automóvil, la profesora pidió una habitación, pero la empleada de inmediato dijo:
“La identificación del joven por favor”
Me exalté, pues en ese entonces aún era menor de edad con tan solo 17 años…
“La olvidó en casa, pero déjanos pasar, mira…” La profesora extendió un billete extra.
La empleada lo pensó por un momento, se acercó al carro y me preguntó:
“Joven, ¿está bien?”
Casi muero de la risa cuando me lo dijo, PERO CLARO que estaba bien pensé, sin embargo con la voz más calmada que pude y la sonrisa más honesta que tenía le contesté:
“Hmmm…Sí claro, muy bien”.
La empleada solo sonrió y movió la cabeza, al final nos indicó una habitación y nos notificó que teníamos 4 horas.
Cuando cerramos la cochera de la habitación y por fin estuvimos solos, la profesora me volvió a besar, bajamos del auto y entramos en la habitación. Era una habitación lujosa, alfombrada, con una cama enorme en el centro, adornos estilo griego, un gran espejo al frente, una televisión en un rincón y lo mejor de todo, un enorme espejo justo encima de la cama.
En ese instante me di cuenta que estaba a punto de suceder, ya no había nada que lo impidiera, no sabía ni por dónde empezar pues mi experiencia era nula, la profesora Erika de inmediato notó mi falta de iniciativa, dejamos nuestras cosas en un rincón y por fin se me acercó, me abrazó y me dijo muy tiernamente.
“Por fin te voy a gozar como loca”
Entonces comenzó a besarme, yo respondí al beso lo mejor que pude, además de que por fin pude dar rienda suelta a mis manos que comenzaron a recorrer todo su cuerpo, desde su espalda, sus piernas y por supuesto ese grandioso trasero, todo eso mientras saboreaba sus labios y sentía su lengua invadiendo cada rincón de mi boca.
Ella comenzó a mover sus caderas hacia mi pelvis, yo sentía su entrepierna y también podía sentir sus tetas en mi cuerpo, no quería despegarme de sus labios, busqué el final de su falda con mis manos y comencé a subirla, recorrí sus muslos y busqué una vez más sus bragas pero en esta ocasión no fui por su intimidad, sino que quise sentir sus enormes nalgas con mis manos. La suavidad con la que me encontré es indescriptible, pero además pude sentir la firmeza y el gran tamaño de su trasero. Justo en ese momento ella recorrió mi cuello con sus labios, yo solo podía sentir como mi piel se erizaba mientras sus manos buscaban mi miembro el cual había recuperado la firmeza que había tenido en la oficina.
Por fin nos separamos, ella se quitó la chaqueta para revelar el top blanco que había visto con anterioridad, ahora si no perdí oportunidad y me lance a ese par de enormes y apetitosas tetas, primero las sujeté por encima del top, ella cerró los ojos para sentir mis toque y después llevé mis manos a explorar por debajo de su ropa, primero su vientre y después sus tetas, esos gloriosos senos con los que había fantaseado por mucho tiempo estaban en mis manos, esta vez yo comencé a besarla, ella respondió de inmediato y llevo sus manos a mi trasero, lo apretó justo como yo había apretado el suyo, mis manos seguían recorriendo sus pechos por encima de su sostén, finalmente ella volvió a arrodillarse y desabrochó mi pantalón de inmediato.
No puse ningún tipo de resistencia, solo sentí como mis pantalones bajaban por mis piernas, la maestra Erika comenzó a acariciar mi miembro por encima de mi bóxer, y después metió su mano para tocar mi virilidad.
La sensación era indescriptible, la suavidad de sus dedos y su delicado toque una sensación completamente nueva, mi cuerpo se estremeció de imaginar lo que seguía pues solo estábamos empezando.
Poco después, se levantó y besó mi pene sobre el boxer lo que me sobresaltó, su rostro reflejaba mucha excitación, su respiración era agitada y su cabello comenzaba a mostrar señas de alboroto.
“Voy a pasar al baño…quiero ponerme cómoda…espérame aquí y prepárate.
Tomó su bolso y entró al pequeño cuarto de baño, de inmediato terminé de desnudarme, y comencé a hacerme una paja, muy despacio solo para no perder esa erección que casi dolía, cuando lo vi me sorprendí un poco, jamás lo había sentido así y entonces me emocioné mucho más por lo que estaba a punto de pasar.
Los minutos parecían eternos, juraba que habían transcurrido horas, pero tan solo habían pasado 3 o tal vez 4 minutos, aun así fueron los más largos de mi entonces corta vida.
Yo me encontraba completamente desnudo sentado en la orilla de la cama...cuando de repente escuché la puerta del baño abrirse, mi corazón comenzó a latir todavía más fuerte, la vi y una vez más mi maestra adorable volvía a dejarme sin habla.
Ella salió del cuarto de baño casi desnuda, tan solo tenía una toalla cubriendo su cuerpo, se acercó lentamente hacia mí, su mirada era diferente a las que había visto, por fin podría ver un rastro de emoción en su rostro, una sonrisa de alivio y una expresión de ansiedad en ella.
“Estoy muy nerviosa” dijo mientras se ponía en frente de mí, yo seguía sentado en la cama, aun anonadado por la vista de su escultural cuerpo casi desnudo.
“No tiene porqué maestra, usted es tan hermosa”
“Dime Erika, no me hables de usted, en este momento soy Erika nada más”
Cuando dijo eso, tomó mi mano y lo llevó a su pecho, “Siente mi corazón”
No recuerdo haber sentido sus latidos, lo único que recuerdo era que sentía el calor de su piel, el ritmo de su respiración pero sobre todo esa suavidad que solo el cuerpo de una mujer puede tener.
Finalmente y después de toda la anticipación se inclinó y me beso, cerré los ojos para saborear sus labios y en ese momento sentí como la toalla caía a mis pies, mis manos instintivamente buscaron su cuerpo, estaba desnudo ante mí, no abrí mis ojos pues seguía concentrado en su lengua acariciando la mía, pero mis manos rápidamente encontraron el par de tetas más perfecto que jamás pudiera haber imaginado, comencé a acariciar todo su cuerpo, sus piernas, hasta que no aguanté más, abrí los ojos y por fin pude ver a la escultural profesora de Inglés en todo su esplendor.
Lo único que tenía puesto era su braga que ya había visto en la oficina, no pude evitar recorrer su cuerpo con la mirada varias ocasiones, ella sonrió como colegiala y preguntó:
“¿Te gusta lo que ves?
“Eres perfecta…eres hermosa…wow”
“Ahora sí corazón, te voy a coger hasta que quedes seco”
Me recosté en la cama, mientras ella se ponía encima de mí, su mirada siempre fija en mis ojos, el contacto de mi cuerpo desnudo con el suyo es una de las sensaciones más maravillosas que aún recuerdo, comenzó a besarme frenéticamente, sus muslos chocaban con los míos, mis manos recorrían todo su cuerpo, no quería dejar rincón alguno sin explorar, hasta que volví a encontrar su entrepierna, sus bragas estaban bañadas en sus líquidos, comencé a bajarlas pero me detuve para poder volver a insertar mis dedos en su feminidad, estaba tan húmeda, no sabía que una mujer fuera capaz de mojarse así.
“¿Qué quieres bebé?” Me preguntó sin dejar de besarme y moverse.
“A ti, te quiero a ti Erika”
“¿Quieres sentirme, quieres estar dentro de mí?
“Si, mucho, no hay nada que quiera más en este mundo”
“¿Es tu primera vez?”
“S…si”
“¿Quieres que te haga hombre mi amor?”
“Por favor Erika, ya no aguanto”
“Yo tampoco, ya no aguanto”
Entonces Erika retiró sus bragas, tomo mi duro miembro, y comenzó a frotarlo en la entrada de su raja, la sensación era increíble, el líquido lubricante que ambos producíamos estaban mezclados, estaba tan cerca de por fin ser uno con mi profesora, mientras tanto yo seguía recorriendo sus tetas con mis manos.
Después de un rato de seguir así, me susurró
“Hazme el amor Alex”
Y si decir más, deslizó mi pene en su húmeda rajita, sentí como las capas se abrían paso ante la entrada de mi verga, ella lanzó un grito de satisfacción, dolor y excitación, de un solo intento entró todo mi ser, ya estábamos unidos, en ese momento nada más importaba, solo quedaba seguir ahogándonos en puro placer.
Parte 5
La consumación del deseo
Ella comenzó a cabalgarme, sus gemidos eran constantes y los intercalaba con algunos gritos, yo aún estaba pasmado por la sensación, mi pene se sentía extraño, sentir como me envolvía el interior de Erika era una sensación muy placentera, cada vez mi verga entraba y salía sentía el mundo detenerse a mi alrededor, comencé a sentir sus fluidos sobre mis muslos, sus tetas enfrente de mi rebosaban sin control, las tomé y las apreté suavemente, también deslizaba mis manos a sus piernas, no quería dejar de tocarla, los sonidos que envolvieron la habitación eran los de nuestros cuerpos chocando mezclados con los dulces gemidos de la voraz profesora de inglés.
Perdí la noción del tiempo, ella se movía de arriba abajo, y en ocasiones realizaba movimientos circulares con su cadera que me hacían sentir el cielo.
“Sientes eso mi vida, sientes eso” Dijo jadeando
Sí, claro que lo sentía, la punta de mi pene estaba tocando algo, no sabía que era, todas esas sensaciones eran nuevas para mí.
“Si mi amor, te siento toda”
“Es mi cuerpo, te quiere te desea, cógeme, Alex, cógeme…”
Sus movimientos se intensificaron, mi pene estaba tocando muy profundo dentro de su ser, ella solo se movía y comenzaba a tener espasmos involuntarios, señal de que la excitación que tenía Erika estaba en su máximo punto, yo respondí a sus embates subiendo mis caderas al ritmo de sus movimientos.
“¿Qué haces? – Dijo Erika en medio de un grito ahogado.
“¿Te gusta mi amor? – Le respondí con intensidad.
“Es muy profundo, estás llegando muy profundo…” Decía entre sus gemidos, pero sin dejar sus frenéticos movimientos.
El gozo y el éxtasis que los dos experimentamos era evidente, nuestros cuerpos parecían haberse adaptado casi de inmediato, la escena era surrealista y morbosa, no solo tenía enfrente el erótico cuerpo de mí amada maestra, sino que también podía ver el espejo que teníamos sobre nosotros, al vernos reflejados, al ver los movimientos tan salvajes que hacíamos un pensamiento cruzó por mi mente…”esto no es hacer el amor, esto es coger como salvajes”.
Conforme la intensidad subía, Erika parecía acercarse más al clímax, yo aguanté correrme por el deseo de seguir experimentando el tremendo placer que estaba sintiendo, de repente ella empezó a perder el control de sus propios movimientos, su cuerpo se estremeció, sus espasmos fueron más frecuentes y su rostro perdió todo rastro de decencia:
“Oh Dios…dios…dios mío, me corro, por dios…bebe, mas, asi bebé..más, más, más…ahhhhhhhhhhhh”
Erika lanzó un grito de satisfacción, ni ella podía controlar su propio cuerpo, por lo que se volcó hacia mí, sin embargo no salí de ella, aún seguía penetrándola.
La abrace, su cara estaba en mi pecho, podía escuchar su respiración, como si hubiera corrido un maratón kilométrico, su espalda estaba empapada de sudor, sus líquidos bañaban mis muslos…
“eso…eso fue maravilloso” Dijo mientras intentaba recuperar aire…
Entonces me miró, la maestra con la que fantaseaba tanto tenía una expresión muy diferente a la que yo estaba acostumbrado, su rostro era un desastre pues estaba llena de sudor y su peinado había perdido toda forma, pero aun así me pareció la mujer más hermosa del mundo.
Comenzó a besarme, eran besos suaves pero apasionados, justo en ese momento no pude evitar mover mi cadera, aún estaba erecto y aún estaba dentro de ella.
“Nooo…espera, no te muevas…”
Ella se contrajo y me suplicó
“Estoy muy sensible…se siente demasiado”
Nunca debió decirme eso, sabía que era la oportunidad. Volví a mover mi cadera para que mi pene recorriera su interior…ella se estremeció y volvió a decir:
“no por favor, es enserio se siente mucho”
Ella se quitó de encima para evitar que siguiera con mis movimientos, quiso recostarse junto a mí, pero yo estaba decidido a correrme en ese momento, ya no aguantaba más y entonces perdí el control.
Erika apenas se estaba acomodando a mi lado cuando yo me volví hacia ella, junté la fuerza que aún me quedaba para someterla, ella estaba completamente agotada, por lo que no podía poner mucha resistencia, me puse encima de ella y volví a buscar su vagina con mis dedos, ella no quería que la tocara, parecía que en verdad estaba muy sensible, pero al final mi fuerza pudo más y no tuvo otro remedio más que abrir sus piernas
“Despacio, hazlo despacio…”
Y entonces mi pene encontró la entrada a su ser y con la anticipación desbordándose una vez más por volver a sentir su interior, me deje ir con todas las fuerzas.
“Ohhhhhh……Dios!!!!!!!!!!!”
Erika gritó al sentir como la volvía a penetrar, ahora sí estaba decidido a liberar todo lo que había acumulado a lo largo del día y comencé a mover mis caderas de manera instintiva, aunque al parecer no muy efectiva pues al cabo de un rato ella me detuvo…
“Espera bebé, espera…” - Entonces, alcanzó una de las almohadas que estaban cerca… “Ayudame…” Y la colocamos justo debajo de su cadera para que tuviera una mejor posición.
Volví a alinear mi pene en su rajita y lentamente volví a entrar en ella… “Oh si papi, que rico” Dijo Erika con su dulce voz y sus ojos entrecerrados.
La verdad es que su idea había sido muy buena pues estaba mucho más cómodo y la penetración era muy profunda, lo que me facilitó subir el ritmo de mis movimientos, la posición era muy placentera y sentía todo su ser con cada embestida.
Debo admitir que no tardé mucho en sentir que iba a correrme, la sensación era demasiada…
“Eri, Eri, voy a terminar Eri” Le dije sin bajar el ritmo de mis caderas.
“Lléname Papi, lléname, quiero sentir como te corres, no te salgas”
Erika me rodeo con sus piernas para asegurarse que no fuera a salir. Por un instante recordé todo lo que se decía acerca del sexo sin protección y los embarazos, pero francamente no me importó en ese momento, solo quería sentir lo que era terminar dentro de una mujer.
Y sin más llegó el momento del orgasmo, sentí como eyaculaba como nunca, la cálida sensación nublaba mi mente y mi cuerpo parecía perder toda su fuerza mientras que Erika también se estremecía y gemía con dulzura al sentir mi leche recorriendo su ser.
Después de ese momento de puro y absoluto éxtasis, nos recostamos, ella me abrazó y yo puse mi brazo a su alrededor, comencé a acariciarla tiernamente y ella me besaba dulcemente los labios, fue un momento hermoso que deseaba nunca fuera a terminar, a tal grado llegó nuestra relajación que sin decir mucho, me quedé dormido.
“Amor, despierta bebé, ya despierta…”
Cuando reaccioné, vi a Erika recostada sobre mi, además de su cuerpo desnudo, también sentí una manta sobre nosotros...al parecer no era buena idea pasar frío después de sudar como lo habíamos hecho, estábamos acurrucados como un par de amantes.
“Pero que hermosa vista” Le dije, y ella volvió a besarme tiernamente mientras continuamos con las caricias mutuas.
“Ya es hora de irnos bebé” Dijo después de un rato, miré el reloj y me di cuenta que ya casi eran las 6 de la tarde, no me había dado cuenta pero el tiempo había pasado volando después de esta genial experiencia.
Eventualmente nos levantamos y tomamos un baño juntos, mientras nos duchamos volvíamos a besarnos con pasión, yo no dejaba de recorrer su cuerpo mientras que ella jugaba con mi pene, al cabo de un rato lo puso duro otra vez y ella se arrodilló para aplicarme un oral de ensueño, pero por desgracia no pude terminar, la hora estaba encima.
Después del baño, nos vestimos, entre jugueteos y más besos, en un punto determinado, casi volvemos a desnudarnos para volver a hacer el amor, pero ella recapacitó pues tenía que ir a dejarme a casa y después se reuniría con su prometido para cenar.
Salimos del Motel a las 7 en punto, por el camino platicamos de muchas cosas, la mayoría de lo que habíamos experimentado esa tarde, ella me confesó que esta había sido sin duda alguna una de las experiencias más excitantes de toda su vida, pero que no podía volver a pasar nunca.
Yo sentí una gran decepción, pero a la vez estaba contento de que hubiera tenido mi primera vez con una mujer como Erika.
Al poco rato llegamos a mi colonia y ella se estacionó a un par de cuadras de mi casa, no sabía cómo despedirme por lo que dije lo primero que se me ocurrió en tono de burla:
“Ya no me preocupo por la calificación ¿verdad?”
“No tontito, ya no...yo me encargo de eso”
El silencio se apoderó del auto después de eso, pero no fue incómodo, al contrario, yo seguía en las nubes por lo que acababa de suceder y ni siquiera podía disimular mi sonrisa, ella me miraba fijamente con ojos de ternura más que de amor y al final dijo:
“Me voy a arrepentir de esto...pero, pásame tu número de celular...si necesito algo, te hablo, ¿va?”
Mi sonrisa se extendió más y le di mi número…
“Sabes, en estas semanas de vacaciones voy a salir más temprano de la escuela...espera mi llamada”
Nos dimos un beso y me bajé del auto...no podía creer lo que había pasado y lo que faltaba, si tan solo en ese momento hubiera sabido lo que aún me esperaba con la profesora Erika, en definitiva no lo hubiera creído.
Continuará…
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