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Categoría: Masturbación

Despertar

Siendo todo un niño de 12 años empezaba a tener ciertas reacciones hormonales. Yo seguía pareciendo un niño de 8 o 9 años, (siempre he aparentado poca edad) bajito pero corpulento, sin señales de bigote ni patillas, pero bastante vello corporal (por aquel entonces solo en mi pubis); pero empezaba a tener unas erecciones interminables, casi dolorosas. Desde siempre solía autoestimularme de forma tímida (sin yo saber lo que hacia), me tumbaba bocabajo en la cama, desnudo, y friccionaba mi pollita con las sabanas, la almohada y mis propios abdominales mientras pensaba en niñas, en braguitas blancas y en rajitas. Nunca llegaba a correrme por lo que pasaba largas horas restregándome contra la cama, en la noche, en la siesta, desesperado en una erección sin salida. Para postre yo tenia principio de fimosis, es decir, cuando me empalmaba, la piel no descubría el capullo; afortunadamente el pellejillo, el jirón de piel que envuelve era muy elástico, era capaz de retraerlo con cierto dolor, pero el glande estaba tan sensible que nunca lo sacaba por q solo tocarlo me hacia ver las estrellas, cuando estaba empalmado solo el ojito del glande asomaba entre los pliegues de piel, brillante y espumoso. Yo sabía por mis amigos y voces lejanas que había que "machacársela" de arriba a abajo, pero claro a mi eso me dolía. En esa situación me encontraba cuando fui introducido en la masturbación.

Ese año en mí grupo de amigos del colegio apareció alguien nuevo, un repetidor: Marco. Era dos años mayor pero parecía un hombre entre niños. Un día, después de jugar fútbol, Marcos y un amigo suyo nos dicen, "hey niños, vamos a hacernos una gayola bajo la grada"; mis amigos parecieron tan sorprendidos como yo, algunos ya habían probado el acariciarse pero la mayoría no. Al final accedimos a la parte de abajo de una grada prefabricada los dos mayores y tres niños contándome a mi, nos acomodamos apoyando la espalda en las barras, y los chicos mayores empezaron a contar una historia sobre una chica que "se hizo un dedazo" en el baño de tíos del instituto. Entonces los mayores empezaron a bajarse los pantalones por las rodillas mientras que nosotros, tímidos pardillos, nos desabrochamos los botones de los vaqueros. Tras bajar los calzoncillos, los pesados bultos que ocultaban los calzoncillos de los repetidores saltaron fuera y empezaron a mirar al cielo, a mi me parecieron enormes. Marcos estaba circuncidado y se hacia las pajas con violencia, usando toda la superficie de la mano, mientras que su amigo, usando solo tres dedos; índice, corazón y pulgar, no retrasaba el pellejo de la tranca para machacarla. Mis amigos y yo no perdíamos detalle con ojos de plato y las pollitas asomando por la bragueta, quería aprender a hacer eso. Siguieron relatando supuestas historias de chicas conocidas del grupo hasta que se pusieron más y más tensos, se empezaron a arquear y se corrieron, lo que fue MUY rápido, eyacularon sobre sus manos un liquido blanquecino y denso que yo nunca había visto, no tenia nada que ver con el liquidillo que me rebosaba por el pellejillo cuando me frotaba. Ellos exhibían sus corridas entre risas, entonces Marcos olió y pego un lametazo al semen depositado en su mano... y yo me muria de la curiosidad....le dije a Marcos "Déjame probarlo" !!!!!!!!¿¿ yo mismo me quede a cuadros, nunca he tenido atracción por los chicos pero ese secreto me comía, uno de mis amigos se rió ostentosamente. Estábamos todos levantándonos para volver al vestuario, yo y Marcos éramos los últimos en abandonar la grada así que acercó su mano, me acerqué olí el tasto salado y luego lamí un poco con la punta de la lengua, la primera vez que notaba ese sabor salado y denso, y la única que he probado el semen ajeno. El chico se quedé un poco chocado, pero yo mas aún, tarde mucho en entenderlo pero supe que en ese momento estuve a punto de ganar reputación como gay con 12 años y sin tener ningún interés por los niños, pero eso me daba igual, quería llegar a casa e intentar masturbarme.

Después de ese día mis días de colchón y almohada se habían acabado. Habiendo visto al amigo de Marcos pajearse fue pan comido. Esperé a la noche en mi cama, silencio, oscuridad y tacto. En vez de intentar hacerlo de arriba abajo descapullando, lo hice cogiendo mi pene desde la base usando solo tres dedos para acariciar el capullo, más fuerte, más rápido, sentía un gran placer, y tensión, empecé a separar las piernas y a arquearme hasta tocar el colchón solo con los tobillos y la cabeza, y después la explosión, mi primer orgasmo entre gemidos ahogados. Me derrumbo. Paz. Relajación. Tiritones. Líquido transparente brotando por los pliegues de mi prepucio. Sabor suave de niño impúber. Preadolescencia.

Tras esa noche perdí tensión e insomnio y empecé a divertirme. Todos los días, por la noche, en la ducha, antes de que volvieran mis padres... probaba nuevas formas de masturbarme, de acariciarme, pero nunca me atrevía a tocarme el capullo, siempre lo estimulaba a través de la piel. Además empecé a tener reuniones mas o menos organizadas con mis amigos para masturbarnos, al principio contando historias en parques oscuros, luego con revistas, después en casa de alguien que estaba solo viendo una peli porno... siempre he pensado que esto de las pajas con más gente eran cosas cercanas a la homosexualidad y al tabú, pero todos, al menos por aquel entonces, lo tomábamos de manera natural. Esas sesiones eran en ocasiones bastante numerosas, en una llegamos a ser 12 viendo una película, mientras un amigo enseñaba a otro como masturbarse haciéndole el mismos la paja, quizás eso fue demasiado; el olor, el sonido húmedo, los gemidos.... yo quería quedarme sólo en casa por una temporada.

Un día mis padres me anunciaron que se iban de viaje el fin de semana y tras mucho discutir conseguí quedarme solo con la excusa de preparar un examen. Por entonces yo tenía un promedio de dos o tres pajas de diarias y un calentón permanente. Justo dos días antes de quedarme solo, estaba en la cama pajeándome con la colcha y la sábana apartadas cuando al correrme noté pequeñas gotas de semen en mi pecho, me estaba corriendo de verdad por primera vez, ya no era un liquidillo transparente. A esas primeras gotas las siguieron una multitud de ellas mas pequeñas que se extendían por todo mi pecho mis abdominales y mi pubis, estaba empapado de mi semen, lo probé, y supe que me lo iba a pasar muy bien el fin de semana.

Para cuando llegué del cole el viernes mis padres ya habían desaparecido. Me desnudé completamente, cogí la película porno que le había comprado a un niño en el cole, unos cigarros robados de mi madre y me dirigí al salón. Me estuve machacando durante toda la película, escupiéndome (otro truco aprendido de mis sesiones colectivas) cada media hora o así me corría en el pecho, estaba tan orgulloso de mi nueva lechecita que en vez de limpiarla me la restregaba por el pecho y la saboreaba, para al cabo de unos minutos volvía al tajo, me masturbe en el salón en la cocina, en la cama de mis padres, frente al espejo..... Al final del viernes estaba pegajoso, el pelo de mi pubis estaba apelmazado, olía a pescado, y tenía todo el pene de rojo, la parte de glande que podía ver estaba toda roja y palpitaba, pero yo solo obtenía placer. Ese finde no paré, incluso me puse un condón por primera vez para masturbarme, lo cual era bueno por que así podía ser muy bruto sin hacerme daño. Me pajeé viendo la peli, las revistas, anuncios de la tele.... Tras esa experiencia estuve 3 días sin masturbarme, todo un record para un chaval de 13 años.

Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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