Con tal emotividad, con tal dinamismo finalmente con tal espectacularidad recurre una mujer casada para despedirse de su marido. Amanece al meterse a la ducha para despertarse dandole una grata bienvenida matutina secandose y cubriendose con una toalla su cuerpo magnificamente hermosísimo igualmente detallista en talla mediano entrando a su recamara teniendo a su marido profundamente dormido, comienza a prepararse como vistiendo su uniforme diario de trabajo al peinarse su cabellera largo agarrandolos con sus ganchos para el cabello y finalmente colocandose su bincha para mantener fijo su cabellera.

Acercandose al lado donde esta profundamente dormido su marido aprovecha para moverle la sabana de la cama, de ahí, procede cuidadosa y lentamente deslizarse el pantaloncito corto junto con su calzoncillo sentada se dobla al meterse en su boca el pené de su esposo que empieza a endurece adquiriendo un tamaño de un verdadero perro caliente que al visualizarlo le enarbece a tal extremo que la excita y porsupuesto la calienta por saborear empezando a chuparselo claramente en el sentido de comerselo como desayuno que la alegra y la deja golocear el tremendísimo perro caliente que posee su marido esta dormido.

Al concluir le limpia la punta de su pené de su marido volviendolo a vestir con su calzoncillo y su pantaloncito corto al cubrirlo con la sabanas de su cama le encanta hacerselo cuando esta profundamente dormido y no se percata nada que le hace su esposa al despedirse al dirigirse a su trabajo.

Coge su cartera y su saco sale y se asegura cerrar perfectamente la puerta de entrada sin hacer mucho ruido y cruza frente a la acera para esperar y abordar la chiva que la lleva fuera de la barriada con destino a su trabajo.