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Categoría: Orgías

Despedida de soltera

La prima Evelia. La hija de la gran puta anunció que se iba a casar. ¿La víctima? En ese momento yo no sabía con quién, pero me compadecí de él. Vaya que el pronóstico no era bueno. Le llevaba 18 años a mi prima. Eso sí, un hombre de trabajo, con negocios que se enamoró del culo de mi prima. No encontraba otra explicación. Le pregunté a mi prima que qué era lo que pensaba y ello me dijo: ¡Estoy enamorada y es bueno en la cama! Si ella lo decía, entonces era verdad.



Nos correspondió organizar la despedida de soltera. Comprar regalitos. uno que otro dildo para cuando el buen hombre estuviera cansado. Un látigo para cuando la cachara en alguna putería, en fin, compramos todo. Hoy nos reímos mi prima y yo cuando recordamos todo eso.



Ella se mantuvo alejada de los preparativos, tenía otras cosas de qué preocuparse como que no se le fuera a morir el esposo que ya había tenido un infarto hacía tiempo. No, no la quisimos cerca. Pero eso sí, nos pidió que si llevábamos striippers que fueron vergudos y que estuvieran ¿cómo dijo? ¡Buenotes!



Así se los conseguimos. Fueron cuatro, todos jóvenes, impetuosos, deseosos y bien dotados.



Encargamos bocadillos, bebidas como cerveza, vinos blanco y tinto, ron, brandy y whisky. En fin, había de todo para que la prima Evelia se la pasara bien. Invitamos a ocho amigas, más Evelia y mis hermanas (2). Obviamente yo me vestí muy sensual para la ocasión y mi prima llegó temprano. Se despidió de su prometido y se alistó para celebrar su despedida de soltera.



Como era lógico, todo comenzó con los bailes de los chicos, uno tras otro. Los juegos, una arrimada por aquí, otra por allá. El ambiente era bueno y de cuando en cuando Evelia celebraba y me ponía una de sus manos en mi muslo. Yo estaba muy caliente. Ella se puso un vestido morado corto, pegado y que le hacía resaltar sus senos y sobre todo, el culazo que tiene. Si de algo estoy segura es que si Evelia no hubiera estudiado bien podría haber vivido de su culo.



Las caricias continuaron furtivamente y eso prometía mucho, pues ambas habíamos pasado buenas sesiones de sexo, con ricas lamidas y metidas de dedo, hasta de compartir dildos.



Mis hermanas y amigas se fueron y sólo quedamos Evelia y yo compartiendo el lugar con los jóvenes que bailaron para nosotros y que estaban muy calientes anhelando nuestros culos. Para las 23:00 horas mi prima y yo estábamos ebrias, quitándonos una zapatilla, quitándonos las bragas y en fin, siendo manoseadas por los jóvenes que también ya estaban alcoholizados. Las bromas y las caricias siguieron hasta que, en mi mayor momento de brutalidad alcohólica hice que se levantara Evelia y se las obsequié a los cuatro garañones que no dejaban de frotarse sus vergas.



Uno a uno fueron besando el cuerpo de Evelia que estaba más caliente que un horno. Yo me sentía, entre los mareos, complacida de ver a esta puta, con nalgas ricas y piernas suaves. Ella frotaba los penes debajo de la ropa interior de los bailarines que no se habían vestido. Algunos frotaban la vulva de Evelia que abría y cerraba los ojos loca de pasión y deseando ser traspasada por alguno de los invitados.



De pronto, uno de ellos la acostó en el sofá y le acercó el pito para que ella se lo chupara. ¡Ufff! ella le dio una mamada sensacional que el tipo puso los ojos en blanco. En menos de tres minutos el chico derramó su crema en la boca de Evelia que en medio de su borrachera sólo preguntó: ¿Qué no hay nadie capaz de cogerme? Y allí comenzó todo. Uno a uno la fueron surtiendo de palos. Ella gritaba de placer al sentir esas vergas dentro. Yo frotaba mi vulva al ver la calentura de mi prima. Jamás supe de alguna despedida de soltera (quizá sí ha pasado) en donde la novia terminaría siendo victimada por cuatro jóvenes con sus penes tan duros como el metal.



Ella bramaba de placer y pedía más verga. Yo me acerqué -completamente desnuda- a ayudarla y a besar sus labios: ¡prima, cuánto te quiero pinche zorra! me dijo y yo no paré de reír ante el detalle de mi prima. Me lo dijo justo cuando sostenía un pene y mientras otro se lo enterraban hasta dentro.



Entonces Evelia se trepó en la verga de uno de los bailarines y comenzó a moverse frenéticamente y luego pidió a otro que le sumiera su pito en el culo. Ni tardo ni perezoso el chico se alistó, llenó de saliva la cabeza de su verga y entró poco a poco en ella. Mi prima jadeba de placer y mientras los otros dos chicos comenzaron a acariciarme. 



Ninguna de las chicas volvió y Evelia y yo nos dispusimos a olvidarnos de todo. Aun si hubiera sido Viernes Santo nosotros hubiéramos comido carne, pues los tipos estaban deliciosos y nosotras, ebrias y calientes.



Seguimos recibiendo una tremenda dosis de palos hasta que cada una tuvo su primer orgasmo. Yo gritaba de placer al estar prendida por dos macanas y mi prima igual. Luego cambiamos, los que me cogieron se fueron sobre ella y los otros me clavaron a mí.



La calentura siguió y ella no pudo menos que pedir que a la hora que los chicos se corrieran, lanzaran su miel sobre su cara. Ella siguió moviendo el culo y preparando a cada uno de ellos para que le aplicaran una rica crema que sin duda, serviría para prevenir las arrugas.



Ellos fueron dóciles, obedientes y no pusieron ningún pero, sobre todo porque la festejada era Evelia. Cuando llegó el momento, ella se hincó y masturbó el pene de uno y chupó la cabeza del pito de otro. Las descargas fueron portentosas, su rostro fue cubierto de leche y ella pedía más. Sin embargo, todos se cansan y los chicos no aguantaron más y tuvieron que marcharse.



Yo creí que todo había terminado, pero Evelia tenía otros planes. Seguimos ebrias pues ella y yo abrimos una botella de brandy y tomábamos de la misma botella. Claro que eso hacía que siguiéramos casi en la inconsciencia.



De repente ella sacó un consolador que comenzó a arrimarme en las piernas y en mi vulva apenas cubierta por mi tanguita. Yo la besé en los labios. Mi prima era la más chingona. La más puta y yo no podía sino reconocer que en ese momento estábamos allí para divertirnos.



Seguimos besándonos y tocándonos. Nadie nos interrumpía y aunque sabía que no era la última vez que estaríamos juntas, sí sentía un poco de nostalgia por no tenerla sólo para mí. Habíamos pasado buenos momentos juntas y ahora ella se casaría y quizá la vería con menos frecuencia que la normal.



Ella me introdujo el consolador en mi vagina y lo movió rápidamente logrando que tuviera un orgasmo delicioso. Yo le devolví el favor y ambas logramos ricos orgasmos. ¿Qué nos pasó esa noche? Nos habían cogido cuatro hombres, nos dimos placer ambas y seguíamos calientes. Lo único que faltaba es que llegara su marido y se lo cogiera frente a mí... ¿Qué?



Nos vestimos y el tipo llegó. Yo terminé de arreglarme en el baño y la borrachera no se me bajaba. Ella le recibió con mucho amor y el pobre tipo supongo que ni imaginaba que se la habían surtido muy rico. Evelia nos presentó y el hombre era como de 1.70, simpático pero ya rebasaba los 45. De cualquier modo yo quería que mi prima fuera feliz. Ellos me llevaron en su auto hacia la casa. En el camino Evelia, aún ebria, le pidió que le tocara las piernas. El tipo miró por el espejo retrovisor, quizá preguntando qué hacer. Yo asentí con la cabeza y él la acarició allí. ¡Llévanos a un motel mi amor! Dijo ella y él casi se desmaya. Ella ya le había dado sus probaditas pero su futuro esposo no imaginaba que ella fuera insaciable. Yo reí y me acerqué a acariciarle sus muslos, logrando que su prometido siguiera sorprendido pero eso sí, mirándome con deseo, pues no dejó de verme las pìernas.



En el motel, ambas nos desnudamos y caímos de rodillas a los pies del prometido y le bajamos la cremallera del pantalón para darle una rica mamada. ¡Ja,jaja!, no debí preocuparme, el tipo tenía el pito dormido y así medía unos 12 centímetros y tras darle una rica mamada fácil superó los 20 centímetros. Se le puso muy duro y nos dedeó a ambas luego de colocarnos de perrito a orilla de la cama. A partir de allí, fue un concierto de palos. Nos dio a cada una y nos hizo gritar de placer, al grado que le pedíamos más y más.



Esa noche, mi prima me concedió el honor de probar la leche de su esposo. Abundante, espesa, rica, realmente me gustó y no pude menos que desearles, una vez que pasó toda la locura, un gran matrimonio.



Su marido nunca me volvió a coger pero ella sí me ha invitado de cuando en cuando a su casa.


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