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Categoría: Confesiones

Desobediente

Me dio todas las instrucciones de cómo debía esperarlo. Seguí cada una de ellas a detalle. Me puse mi lencería nueva, color turquesa, y mi bata de seda blanca. Prendí las velas, dejé los aceites sobre la mesa y puse la música designada. Me recosté sobre la mesa. Abrí levemente la bata como me ordenó. Lo esperaba ahí con las piernas abiertas, para que al abrir la puerta sea a mí, a su disposición, lo primero que vea.

Había creado un ambiente sexy, pero él aún no llegaba. Así que no me pude resistir. Tomé uno de los aceites y lo vertí sobre mis pechos y en mi abdomen, dejando que mojara mi tanguita. Empecé a tocar mis piernas, masajear mis tetas, provocarme poco a poco. Pasaba mis dedos por mis hombros, mis brazos. Así empecé a mojarme cada vez más, estaba muy caliente. Pensar en todo lo que él me haría me ponía muy cachonda.

Hice mi tanga a un lado, y empecé a tocarme.  Cerré los ojos y sin darme cuenta me estaba masturbando y gimiendo a todo volumen.

No le escuche entrar, supongo que al verme así, sin seguir sus órdenes, hizo que se acercará a mi lenta y silenciosamente. Estuvo observándome sin que yo sepa hasta antes de alcanzar mi orgasmo. Estaba al borde, cuando golpeó sus llaves sobre la mesa, y me dijo: “esto no es lo que te ordene”. Me hizo a asustar y a mi orgasmo también.

Me acerqué para besarlo, y mientras me bajaba de la mesa sexymente le dije: "es que no me pude resistir, mírame".

Me miro de pies a cabeza mientras caminaba hacia él. Estaba a nada de rozar sus manos, cuando me dio la vuelta, golpeándome contra la mesa, dejando mi trasero listo para ser golpeada.

Me dijo: “te miro, pero tu solo debes provocarme a mí”, soltó su correa y empezó a azotarme. “Cuando te doy una orden la obedeces” y otro correazo.

Hubiese sido un buen castigo si no hubiera disfrutada de cada uno de sus reproches. Empecé a gemir sin control, me pego de nuevo y me dijo: “te gusta esto, ¿no? Eres una perra”.

Me giré me puse frente su cara y le respondí: “creo que te voy a desobedecer más seguido”. Le guiñe el otro mientras me daba la vuelta. Y caminaba hacia la sala.

Era un amo no podía permitir que le faltara el respeto de esa manera. Así que fue a la sala. Me paro, me amarro las manos entre sí. Me cargo, y me abrió de piernas en la mesa. Luego vendo mis ojos. E hizo lo necesarios para que me moviera en lo más mínimo. Fue por algunas cosas, pero no sabía cuáles.

Por fin regresó y me dijo, voy a tocarte con ciertas cosas si no adivinas te penetro con estas o te látigo dependiendo de lo que sea. Arranco mi tanga, y empezó el juego. El cual obviamente me excitaba demasiado.

Empezó con el primer objeto, empezó a pasarlo por mi concha mojada. Me dijo:” vas arrepentirte de ser una zorra desobediente”.

Ese lenguaje me hubiera molestado en cualquier momento, pero ahí, solo me excitaba más.

Me dijo: "¿sabes lo que es?". Yo solo sentía algo grande, como un miembro, pero sin venas, no era plástico algo más firme. Empezó a penetrarme con el lentamente, vamos adivina o lo tendrás dentro de ti. Dije contenta "una berenjena". El río y me penetro hasta el final, “cerca un pepino”, siguió penetrándome sin piedad con esa verdura, que si que era dura.

Vamos por el siguiente, era algo frío bastante grueso, parecía de vidrio o metal, podía notar que eso no entraría en mí.

“Tres dos uno” dijo lleno de ganas. Levantó mis piernas, llenó el objeto de lubricante y empezó a meterlo poco a poco por mi ano. Fue un dolor inigualable. Mi sorpresa fue al sentir que empezó a vibrar, nunca había sentido algo así.

Me dijo si la próxima no adivinas empezaré a penétrate por ambos lados.

Empezó a pasar por mi piel algo peludo, un tipo de látigo. Rápidamente dije un látigo peludo. El me pego en mi concha y me dijo: "el nombre exacto es?" Me puse a pensar, pero no lograba adivinar. Fue con otro latigazo. Y me dijo puedo cumplir lo que dije, pero tengo una idea mejor.

Se levantó, me dejó, las vibraciones en mi ano aumentaron, empecé a gritar, era un orgasmo de otro tipo. Estaba por empezar a chorrear, en ese momento se detuvo, que tortura era esa.

Escuché que trajo algo grande. Lo instalo o algo así se escuchaba. Puso algo en entre mis piernas. Mientras empezó a pasarme el látigo por mi cuerpo nuevamente. Era algo muy estimulante y esos pequeños golpes que te retuercen de dolor pero que te hacen mojar. Empezó a sonar como si algo se encendiese. Y empezó a haber movimiento a mi alrededor. Entonces lo que tenía en mi concha empezó a moverse a penetrarme. Era una sex machine, no puede ni analizar esa idea, cuando mi ano empezó a vibrar, estaba como una diosa. Me dejo disfrutar unos segundos y luego metió su pene en mi boca.

Me estaba ahogando, no me dejaba respirar, lo metía hasta el fondo. Por un segundo lo saco de mi boca, en ese momento las penetraciones aumentaron de velocidad y eran más profundas y violetas, las vibraciones eran demasiado fuertes. Volvió a meterlo en mi boca, la estaba penetrando a su gusto.

No podía ni pensar de lo excitada que estaba. Se vino en mi boca, y yo tuve un squirt impresionante, mi primero. La máquina se detuvo y las vibraciones más eran leves.

Me quitó la venda, soltó mis manos y me dijo: "¿me vas a volver a desobedecer?" Y le dije: "no nunca". Me abrazó, y me besó.

Nunca me había sentido tan sucia, mis piernas aún temblaban y sentía cómo seguía chorreando mi líquido por ellas.
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