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Categoría: Maduras

Deseos de adolescencia : Silencio

Aquellos primeros días después de los sucedio, como es normal no podía quitarme a Paula de la cabeza, ni siquiera los escotes de mis compañeras ayudaban.



Los exámenes estaban al caer, así que llevaba varios días encerrado en casa estudiando sin verla, aunque siendo sincero creo que era más por vergüenza que por los exámenes.



No sabía cómo debería actuar a partir de ahora, sabía que lo mejor era seguir con normalidad, pero los examenes me brindaban una magnífica excusa para evitar enfrentarme a esa situación.



Una tarde, después de unas cuantas horas de estudio, me llego un mensaje de Paula que decía -Estoy en casa, ¿tienes un rato para hacerme una visita?.



Por unos segundos valoré seguir estudiando un montón de aburridos apuntes, pero el estar con la mujer que no me había podido quitar de la cabeza, inclinó rápidamente la balanza.



- Dame 5 minutos y voy - contesté  a su mensaje.



Pensé que era la mejor manera de quitarme mis estúpidos temores, además era ella la que me lo había pedido, yo solo tenía que dejarme llevar por la situación y seguro que no iba a ser tan complicado como se me pasaba por la cabeza.



Baje después de arreglarme un poco y quitarme el viejo chándal que tenía de andar por casa.



Llamé a su puerta con más nervios que otra cosa, pero la reacción de Paula al abrir la puerta no me ayudó mucho.



Estaba hablando por teléfono, nada más verme acercó su dedo índice hacia mi boca para mandarme guardar silencio, mientras decía - No, muchas gracias, no estoy interesada.



Cerramos la puerta y la seguí hasta el salón, la oía hablar de manera muy cordial como si lo estuviera haciendo con alguna amiga.



Iba caminando detrás de ella y podía ver como sus piernas se perdían en una gran camiseta blanca varias tallas superior a la suya, a la que le había recortado ampliamente las mangas para estos días de calor, por donde se podía intuir el lateral de sus generosos pechos.



Estuvimos un rato sentados en el sofá, de vez en cuando me hacía muecas haciéndome entender que su amiga no se callaba ni debajo del agua, y Paula cada vez parecía de estar más aburrida.



Como daba la impresión de que tenía para rato, se acomodó subiendo sus pies a mis piernas, llevaba unas inmaculadas uñas rojas, cogí uno de sus pies y comencé a darle un suave masaje que ella me agradeció gesticulando una cara de placer.



La situación se puso interesante cuando cambié de pie, sus piernas se entre abrieron y por el hueco que dejaba la camiseta pude entrever la ausencia de ropa interior, fue el tiempo justo para que mi corazón empezara a latir más y más rápido, por mi cabeza no dejaban de pasar miles de fantasías.



Continúe como puede con el masaje a la vez que mi polla se iba hinchando bajo sus pies.



La breve visión de su entrepierna provocó que mis manos se fueran olvidando de los piés y fueran avanzando lentamente por sus piernas hasta donde alcanzaron mis brazos.



Ha estas alturas Paula ya se había dado cuenta de mi descubrimiento y mordiéndose los labios subió un poco la camiseta dejando una completa visión de su coño.



Mis ojos se abrieron como platos, contemplando que ahora estaba rasurado, tan solo coronado con un poco de vello en la parte más alta.



Mi corazón parecía bombear fuego por mi cuerpo que ardía de pasión.



Acaricié mi creciente pene por encima del pantalón, y un escalofrío recorrió mi cuerpo encendiendo el deseo de poseerla en el momento.



Nuestras deseosas miradas se cruzaron al tiempo que con su dedo índice me invitaba a acercarme.



Gateé por el suelo hasta llegar a los pies de Paula, me recibió mordiéndose los labios deseosa de lo que iba a suceder, levantó nuevamente la camiseta permitiéndole contemplar hermoso coño.



La visión del ahora despoblado clitorix y los labios vaginales acentuaron mis ganas de deleitarse con tan apetecible manjar, así que sin mucha demora por contemplarlos me sumergí en un mar de saliva, saboreando hasta el último de sus rincones.



Mi ansiedad succionadora solo era frenada por Paula cada vez que tenía que responder algo a su amiga, era entonces cuando colocaba la palma de su mano en mi frente y me empujaba hasta separarme, en ocasiones dejándome con la lengua fuera intentando alcanzar su ya húmedo coño, entonces ella tomaba aire y respondía a su interlocutora, sus intervenciones en la conversación se fueron reduciendo y en las mayoría de los casos eran monosílabos.



Verla tan angustiada porque no se diera cuenta su amiga de lo que estaba sucediendo, me excitaba más y hacía que me emplease con más empeño, hasta que llegó el momento en el que Paula no aguantó más y con una de sus piernas me separó hasta hacerme caer al suelo mientras intentaba controlar su respiración, se despidió con urgencia de su amiga y lanzando el teléfono al sofá se acercó a diciendome - Prepárate que hoy no lo vas a olvidar.-



Me desabrocho el cinturón con fuerza y sin dejar de mirarme fijamente metió la mano dentro del pantalón agarrando mi pene con fuerza. Me me susurro al oído -Llevo con esto metido en la cabeza en toda la semana, aún no eres consciente de lo que me has provocado.



Siguió desabrochado el pantalón dejándolo deslizar hasta el suelo, me beso con más energía que nunca mientras guiaba mi pene para frotarlo con su coño.



Metí una de mis manos por la manga de la camiseta y agarré con firmeza uno de sus pechos deseoso de chuparlos a lo que ella me correspondió apretando con más fuerza mi pene.



-Acompáñame- me dijo mientras me guiaba por la casa agarrando fuertemente la polla.



Llegamos hasta el baño, encendió el agua de la ducha y dándome la espalda se puso a buscar algo en el armario del lavabo, yo inquieto sin saber que hacer no dejaba de contemplar el cuerpo de Paula, incluso comencé a masturbarme suavemente hasta que al inclinarse para coger algo de la repisa su coño quedó expuesto, no dejé pasar ni un segundo y agarrando mi polla la introduje en el coño de Paula, aun seguía tan húmedo que entró hasta el fondo con mucha facilidad.



Al sentir como entraba, ella dió un respingo de sorpresa y me miró fijamente a través del espejo con los ojos bien abiertos, comencé a sacar lentamente mi polla hasta el último de los centímetros, y volvía a meterla.



El placer que sentía al entrar y salir de paula era indescriptible, lo hacía lentamente, sintiendo la fricción entre nuestros sexos.



Paula intentó quitarse la camiseta, pero se lo impedí volviendo se la a bajar, y en su lugar saqué su pechos por las amplias mangas, y los sostuve con las manos que difícilmente podía cubrir, los acaricié, apreté y estrujé disfrutando de ellos, una vez me percaté que los pezones estaban bien duros jugué con ello mientras los miraba a través del espejo, primero los acariciaba haciendo círculos alrededor de las aureolas o jugando con ellos entre los dedos pero cuando la excitación fue aumentando comencé pellizcarlos suavemente lo que sacó de Paula unos sonoros gemidos.



A la vez que iba acelerando la frecuencia de mis penetraciones, llegó el momento en el que comenzaron a ser tan intensa que me era imposible sujetar sus pezones para poder pellizcarlos, y sus pechos se apartaban hacia los lados para volver y chocar el uno con el otro al ritmo de las embestidas.



Deslicé una de mis manos por su cintura hasta alcanzar su vientre para así poder acariciar su clítoris mientras seguía penetrandola más rápido y fuerte cada vez.



El espejo comenzaba a difuminar nuestras siluetas debido al vapor que desprendía la ducha y ya era imposible vernos el uno al otro.



Sin esperarlo a Paula le flaquearon las piernas y tuve que sujetarla por la cintura, pensé que se había resbalado, pero de repente le volvió a pasar y pude sentir como temblaba todo su cuerpo  y no se podía sujetar, la agarré con fuerza para que no se cayera y sin sacar mi polla, nos sentamos en la baza del baño, pude ver la mirada perdida de Paula y no puedo negar que junto con los calambres que le daban me asusté un poco.



La abracé con fuerza para que no se me escurriera y esperé a que lentamente sus espasmos fueron cesando, tras un profundo suspiro y con una debil voz me susurró -Me has hecho sentir lo que ningún otro hombre- apoyó su cabeza en mi hombro y quedó inmóvil unos minutos más.



Una vez vi que ya estaba más relajada la dije que me había asustado un poco y ella se rió en alto, me dio un dulce beso en la mejilla y me susurró -La próxima vez puedes seguir un poco más.



Tras unos minutos de silencio, se levantó sacando mi ahora flácido pene, y me dijo -ven que es para esto para lo que te he llamado-, nos pegamos una rápida ducha enjabonándonos  mutuamente con lo que mi pene volvió a pedir guerra.



Una vez ya duchados me hizo sentar en uno de los extremos de la bañera mientras ella traía un bote de espuma y una maquinilla, se arrodilló ante mí y embadurnó mis huevos de espuma,  acariciándolos con suavidad.



Mientras apartaba con una mano mi pene con la otra comenzó a rasurarme con mucha delicadeza, Paula tenía dibujada en la cara una sonrisa y una mirada de concentración.



La mano que sujetaba mi polla hacía tiempo que había empezado a masturbarme lentamente, tras retirar la espuma que quedaba con la ducha, acercó su cabeza lentamente hasta probar con un lenguetazo mis huevos recién depilados, comenzó haciendo círculos sobre ellos, lamiendolos de arriba abajo, hasta que al final terminó metiendoselos directamente en la boca.



Tuve que parar la mano que me estaba masturbando para poder disfrutar un poco más de ese momento.



Paula alzó la mirada y con una pícara sobria me preguntó -¿Qué te pasa?- conocedora de que estaba apunto de explotar. Fue entonces cuando recorrió con la lengua mi polla desde la base hasta el glande, comenzó dándome suaves besos, lametones y poco a poco fue tragando más y más, en ocasiones me hacía algo de daño con los dientes pero no decía nada, además eso me ayudaba a aguantar más tiempo de aquel delicioso regalo.



Fué cuando se empezó a ayudarse de una mano para masturbarme mientras me chupaba el glande cuando mi respiración se aceleró y comencé gemía más alto.



Entonces Paula sacó la polla de la boca y la colocó entre sus pechos, comenzando a masturbarme con ellos mientras me miraba fijamente a los ojos con cara picara. No tarde mucho en cerrar los ojos para concentrarme en la ola de sensaciones que me iban a venir durante el orgasmo.



Contuve la respiración unos segundos hasta que empezó a salir de mi rios de placer que parecían no tener fin.



Cuando abrí los ojos Paula tenía el cuello y el pecho lleno del semen y me miraba con una cara entre sorpresa y placer, se incorporó mientras mirando su pecho cubierto de choretones, acercó su cabeza a la mía, se detuvo a escasos centímetros de mis labios haciéndome desear el beso que unos segundos después me dió.



Nos volvimos a duchar y tras vestirnos estuvimos un rato abrazados en el sofá sin decir nada, simplemente saboreando el placer que nos había dejado esa alocada tarde.



Muy a mi pesar tuve que volver a la dura realidad de los exámenes, me fui a mi casa, pero mi mente se quedó en la de Paula.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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